Prof. Alfredo Espinosa Brito Especialista
de Segundo Grado en Medicina Interna, Profesor Titular de Medicina
Interna, Presidente del Consejo Cientifico del Hospital Universitario
Dr. Gustavo Aldereguia Lima, Presidente del Consejo de Sociedades
Cientificas de la Provincia de Cienfuegos, Vicepresidente de la
Sociedad Cubana de Medicina Interna.
INTRODUCCION
Hace unos años, escribimos algunas notas acerca de la
asistencia de los enfermos graves, insistiendo en temas poco
debatidos, que, cuando aparecen en la literatura médica,
están bastante dispersos. (1,2) Estábamos impulsados
por el propósito de sistematizar un grupo de ideas generales
en torno a la atención "especial" que requieren
este tipo de pacientes. Estimamos que, al mismo tiempo
que es necesario actualizar y profundizar en nuestros conocimientos
y experiencias sobre problemas muy específicos
del quehacer cotidiano de la medicina intensiva, también
debemos abordar en un texto como este, aspectos
globales de la atención médica que brindamos a
este tipo de enfermos y que, en muchas ocasiones, se dan por sabidos,
sin serlos.
Por supuesto que las ideas que vamos a exponer aquí -que
no pretenden ser pautas ni mucho
menos-, sino más bien consideraciones,
que no son solamente del autor, en torno a dilemas que
se nos presentan en nuestra labor.
Muchas de estas reflexiones son fruto de la influencia
de gran cantidad de compañeros
de trabajo y de cansancio compartidos, en casi
cuatro décadas de labor profesional.
El orden en que se tratarán
diferentes aspectos -todos interrelacionados entre sí-,
es arbitrario, aunque hemos intentado hacerlo de la
forma más didáctica posible, con la
presentación de ejemplos frecuentes, especialmente
para los colegas más jóvenes, grupo
al que de modo preferencial nos dirigiremos.
Nos daríamos por satisfechos si al finalizar la lectura
de estos párrafos, hemos logrado que cada cual medite de
nuevo acerca de nuestra responsabilidad cotidiana en
el cuidado de los pacientes críticos, así como
si visualizamos con mayor lucidez lo inmenso y
bello de nuestra misión, para llevar
a la práctica diaria lo que de ella hemos recogido.
¿CUANDO UN ENFERMO ESTA GRAVE?
La respuesta a esta pregunta no siempre es fácil. En el
orden práctico, se puede calificar
a un paciente de grave, cuando existe una amenaza
importante para la vida o, en otras palabras, alto riesgo de que
ocurra la muerte.
La aseveración de la gravedad de un enfermo
se basa en la experiencia previa del médico
que expone este criterio, unida a su capacidad de juicio
diagnóstico - todo lo cual está influido por factores
subjetivos -y, de otra parte, en los
métodos objetivos de diagnóstico, tanto
los clínicos como los dependientes de los exámenes
complementarios.
Es tan importante precisar con exactitud qué
paciente está grave realmente, que de esta distinción
puede depender en gran medida el nivel de
atención que se brindará en cada caso, influyendo
no pocas veces, por tanto, esta definición en el resultado
final del enfermo, es decir, si vivirá o si morirá.
Además, no siempre el paciente grave se siente mal
y viceversa, síntomas muy aparatosos pueden no indicar gravedad.
(3)
Lo que hemos señalado hasta aquí nos
permite calificar al paciente grave como "otro
paciente", cualitativamente diferente del resto de los
enfermos y que requiere también de una atención
cualitativamente diferente. Esta es la base del intensivismo, que.
más que una especialidad, es una manera de pensar y
un estilo de trabajo.
El objetivo principal de los Cuidados
Progresivos es restablecer las funciones
alteradas de uno o más sistemas
orgánicos vitales y llevarlos a valores aceptables
para la vida ulterior del individuo, con
el fin de ganar tiempo para el tratamiento
simultáneo de la enfermedad de base que provocó
el cuadro clínico crítico y devolver
a la sociedad a una persona útil a ella. (4)
Quizás sea conveniente señalar
en este momento que hay pacientes
que, producto de su enfermedad o el estadío avanzado en que
se encuentran, una vez hecho el diagnóstico de su afección
ya van a estar "potencialmente graves" siempre.
Algunos compañeros nuestros han denominado
a este tipo de pacientes los "graves crónicos".
No es a este grupo al que nos referiremos de aquí en
adelante, sin dejar de reconocer la gravedad o riesgo elevado de
morir que ellos presentan, ya que el curso inexorable
de la enfermedad o la mayoría de las complicaciones
que les sobrevienen no pueden ser modificados por el tratamiento
médico, aún con los modernos procederes terapéuticos
a nuestro alcance. (5,6)
¿QUE HACER "DE ENTRADA"
CON EL ENFERMO GRAVE: DIAGNOSTICO O TRATAMIENTO?
Se requiere al inicio hacer un
interrogatorio rápido, sencillo, dirigido,
que precise exactamente las características esenciales
de la enfermedad que padece el paciente. Si obviamos
esto - como sucede no infrecuentemente - estaríamos tratando
a un enfermo del cual no conocemos nada o casi nada, en particular
si delegamos esta función al personal que está
menos calificado para ello. (3,7)
El primer examen físico debe ser igualmente
ágil, dirigido fundamentalmente a las
funciones vitales y a los aparatos o sistemas
enfermos, o supuestamente enfermos. Esto nos permitirá
contar, desde los primeros momentos, con una impresión
(hipótesis) diagnóstica lo más clara y exacta
posible. (3,7)
Bien es verdad que a veces recibimos o asistimos a "eventos"
realmente dramáticos, como es el caso del paro cardíaco,
donde no contamos con tiempo para otra cosa que no sea identificarlo
e iniciar de inmediato la reanimación
del paciente. Aquí se justifica "empezar
al revés", es decir, por el tratamiento.
Esta pugna entre la prioridad del
diagnóstico o del tratamiento en el
enfermo grave, debe conocerse, dinamizarse y enfrentarse
individualmente, según cada caso,
sabiendo los peligros que incurrimos
si desconocemos todas las causas que produjeron
la enfermedad o si tratamos sólo el "evento: (el paro
cardíaco, la insuficiencia respiratoria aguda, la anuria,
etc.), así como si demoramos innecesariamente un tratamiento
que puede ser salvador con una búsqueda exhaustiva
de pistas diagnósticas fuera de lugar (dentro
de ellas: realización de exámenes
complementarios no fundamentales, a veces laboriosos
y que no contribuyen a la toma de decisiones rápidas
que se requieren).
JUGAR A GANAR.
Con el enfermo grave siempre hay que "jugar a ganar".
Hay que hacerlo todo bien. Hay que trasmitir ánimo
al resto del personal. No debemos dejar que el derrotismo
nos lleve a calificar como irrecuperable a un paciente
cuando puede existir aún una pequeña posibilidad
de éxito.
No podemos permitir que se violen normas "porque el
enfermo está muy mal". Hay que pasar el catéter
venoso profundo con todas las precauciones necesarias. Hay que prevenir
las complicaciones evitables, como: colocar una sonda
nasogástrica cuando se tema una broncoaspiración,
"ahorrar" venas con técnicas adecuadas,
mantener un equilibrio hidromineral estricto, etc. Si
tomamos estas medidas no asistiremos a la triste experiencia
de reanimar a un paciente muy grave del "cuadro"
que lo llevó a una situación crítica, pero
que se nos muera después de
una de las complicaciones iatrogénicas
a que hemos hecho alusión. (7)
Claro, la actitud de "jugar a ganar" no
está reñida con el hecho real, en
ocasiones rechazado afectivamente por el médico, del
desenlace irremediablemente fatal de un enfermo, cuando
tenemos datos clínicos y de complementarios
en qué basarnos objetivamente. Aquí
nuestro empecinamiento en un tratamiento
intensivo puede conducir a agonías innecesarias y prolongadas
y a esfuerzos baldíos y costosos, en un paciente
en el que debemos respetar su "derecho a morir tranquilo".
(6,8)
En esta contradicción, recuperable o no, se mueve
cotidianamente el médico que trata pacientes
graves y el peso de esta responsabilidad ética
debe aceptarse y la continua solución de esta
interrogante contribuye al mejor tratamiento del enfermos y, además,
a nuestra formación.
En otras palabras, jugar a ganar, pero
reconocer también cuando hemos perdido.
TRABAJO COLECTIVO O EN EQUIPO
El avance impetuoso de las
ciencias médicas, la especialización
del personal, tanto médico como de enfermería
y técnico, unido a la adquisición
de procederes diagnósticos y terapéuticos
cada vez más complejos, así como la necesidad de la
permanencia de personal de guardia junto al paciente, hacen
que la atención adecuada de un enfermo grave
sólo se pueda enfrentar por un colectivo de profesionales
(¡y bien "profesionales"!).
Crear un ambiente propicio donde, sin descuidar la disciplina,
se fomente la camaradería, las buenas relaciones
humanas, la adecuada jerarquización, el
afán de superación e investigación, son
objetivos a alcanzar por las salas que atienden
a pacientes graves. El jefe de cada unidad es
el máximo responsable de preparar
al equipo para que el resultado coordinado de cada uno
de los esfuerzos individuales del personal se reciba
de forma óptima por los pacientes.
Hay que trasmitir al resto del equipo nuestras motivaciones.
A veces nos molestamos y defraudamos cuando no se midió
tal o cual parámetro en un enfermo, pero
quizás no nos hemos detenido a explicar a nuestro
personal de enfermería su importancia y
el fin que perseguimos con ello.
Así, podemos pensar que todos están
"girando en la misma órbita"
y en realidad no es así. Todos debemos girar en la
misma órbita, pero ¡bien alto!
"PARQUEO"
El personal de una unidad de atención a pacientes
graves no puede separarse del enfermo. Estará
"sintonizado" con él en cada momento de su
evolución, aún cuando existan períodos de "calma"
o cuando comience la mejoría franca. Ningún equipo
puede sustituir al médico, al enfermero o al técnico.
Si "bajamos la guardia" el
paciente puede recaer y el "síndrome
de la recurva" en un enfermo grave es tan temible como
el que ocurre en nuestros ciclones tropicales. Cuando un enfermo
que ha estado sometido previamente a gran tensión en
sus mecanismos homeostáticos, se expone de nuevo a
una situación crítica, muchas de
sus reservas fisiológicas se encuentran entonces
en bancarrota -sobre todo, en los ancianos- y el resultado
final es generalmente fatal. (8)
La estrecha vigilancia a que debemos someter a un
paciente reanimado después de un paro cardíaco
o de una insuficiencia respiratoria aguda,
son ejemplos de lo referido en el párrafo
anterior. No nos podemos quedar dormidos en los laureles y que un
paciente recuperado de una gravísima situación, se
nos complique por disminuir precozmente el nivel de atención
que le brindemos.
LA TOMA DE DECISIONES
Debemos fomentar la participación de los miembros
del equipo de trabajo en las decisiones
con el paciente. Estimamos muy conveniente que
el jefe del equipo convoque y dirija tantas
discusiones diagnósticas y terapéuticas
como se necesiten. En determinados casos complejos,
pueden ser varias en el día,
incluyendo la participación de otros especialistas del hospital
y otros centros, que deben estar vinculados a los colectivos
que atienden pacientes graves.
En ocasiones excepcionales, hemos incluso interconsultado con
especialistas de otras provincias a través del teléfono,
o por correo electrónico, vías en general poco
explotadas entre nosotros y que pueden ser útiles frente
a situaciones nuevas, no previstas, o infrecuentes. No hay
que temer a "lo nuevo" o a lo
desconocido, pero tampoco debemos vacilar en consultar
con alguien que tenga mayor experiencia que nosotros.
Las nuevas técnicas, los fármacos que se utilizan
por primera vez, los nuevos esquemas de tratamiento,
hay que introducirlos poco a poco en la práctica
y documentarse bien previamente de sus ventajas y desventajas.
Por "estar a la moda" o con la última
revista, no podemos arriesgar la vida de un enfermo, si no
hay suficiente fundamento científico y posibilidades
de éxito. Por el contrario, no podemos aferrarnos
a viejos esquemas frente a pruebas abrumadoras
a favor de nuevos tratamientos.
La introducción de los esquemas de
microdosis de insulina en el tratamiento de
la cetoacidosis diabética y
en el coma hiperosmolar hace ya algún
tiempo, es un buen ejemplo de esta última afirmación,
pues provocó múltiples controversias entre el
personal médico antes de su aceptación como terapéutica
eficaz. (9)
Por otra parte, siempre que se pueda, las decisiones que
se tomen deben contar con el respaldo de todo el colectivo.
Cuando no es así, estimamos que el que lo dirige
debe tener suficiente visión y madurez para elegir
el mejor camino y tener en cuenta, con mayor énfasis
que en otros casos, la posibilidad de revisar o modificar
en las horas subsiguientes la conducta tomada en
un momento dado. Por eso la capacidad científico-técnica
y dirigente del jefe son tan necesarias, para evitar
situaciones embarazosas.
Aunque siempre existen y existirán grandes debates en
torno al uso de determinados procederes diagnósticos
y terapéuticos, es conveniente que se tengan
criterios lo más coherentes posibles -lo que algunos
denominan "escuela"-, frente a las situaciones más
frecuentes que se nos presentan en la práctica
profesional, si es posible expresados en guías,
algoritmos, procedimientos, o protocolos de diagnóstico
y tratamiento, sin abandonar su revisión
periódica y su investigación. En la actualidad
debemos familiarizarnos cada vez más con los
conceptos relacionados con la evaluación
de nuestras acciones, como:
sensibilidad, especificidad, valor predictivo
positivo y negativo de los procederes
diagnósticos que empleamos, así como los de letalidad,
supervivencia, costo/beneficio, costo/eficiencia, entre otros, en
el caso de los procederes terapéuticos. (10)
Las investigaciones científicas que
evalúen servicios de atención a
pacientes graves deben estimularse y perfeccionarse, no con
ánimo académico, sino para introducir
sus resultados a la práctica clínica diaria
y apoyar en el proceso de toma de
decisiones.
LA GRADACION DE LOS EVENTOS
Es de gran interés la jerarquización
de los eventos y reconocer qué problemas son
los más importantes y apremiantes
a resolver, en un paciente, en un
momento determinado.
En cada enfermo es muy probable
que evolutivamente se modifiquen de
forma rápida sus principales problemas.
La descripción y, especialmente, la conceptualización
del síndrome de fallo multiorgánico, conocido
más recientemente como síndrome de respuesta inflamatoria
sistémica, o disfunción orgánica múltiple,
ha venido a consolidar una visión más
integradora y dinámica de un grupo importante
de pacientes críticos. (11,12)
Identificar qué es lo más peligroso y emergente
en un momento dado de la evolución de un enfermo grave
es importante, pero no siempre es fácil.
Aquí se pone a prueba la sagacidad médica en
cuanto a la táctica y la estrategia a seguir en cada caso.
LAS INDICACIONES CONTRAINDICADAS
Hay una etapa de la evolución de los enfermos
críticos que hemos denominado como de las "indicaciones
contraindicadas", que consideramos como extremadamente grave.
¿En qué consiste? Pues que con
frecuencia el estado del paciente llega
a ser tan crítico que muchas
indicaciones terapéuticas que se requerirían
cumplimentar para tratar a las complicaciones a las que asistimos,
tienen tantas o más contraindicaciones, o
efectos secundarios indeseables, que los beneficios
que se esperan de ellas.
En estos casos estimamos que hay que individualizar al máximo
la terapéutica, con una vigilancia estrecha
del paciente y seleccionar con las debidas precauciones
las conductas riesgosas que se decidan. Por el contrario,
existe el peligro de caer en la pasividad de no hacer nada, por
temor excesivo a las nuevas complicaciones, lo
que también es una decisión, y permitir que
se vayan cerrando progresivamente una serie de círculos viciosos
fatales, con retroalimentación positiva, que llevan al paciente
a una muerte segura.
CONDUCTA EXPECTANTE
Si bien la agresividad debe ser una característica
que prime en determinados momentos de la atención
del enfermo grave, esto no significa que nos apresuremos,
que formemos un torbellino en torno al paciente, ni que convirtamos
el manejo del mismo en una batalla campal.
La conducta expectante puede estar plenamente
justificada cuando no peligra la vida del paciente
de forma inminente, o cuando no hay
certeza del diagnóstico, o los peligros
del tratamiento precoz son superiores a los beneficios
esperados.
Esta debe ser, al igual que se plantea en el abordaje del abdomen
agudo, una expectación armada, no ya sólo del bisturí,
sino de otros procederes quizás no tan espectaculares
como el escalpelo, pero sí tan o
más potentes, como son los
casos de los ventiladores mecánicos, del choque
eléctrico, de la hemodiálisis, entre otros.
En estas situaciones el tiempo puede ser el mejor aliado
del médico si lo sabemos aprovechar: para actuar
o para esperar, según el caso. Accionar
en el momento oportuno, ni antes ni después,
de eso se trata, y ahí está la "maestría".
Un buen ejemplo es definir cuándo realizar una
histerectomía en una paciente con sepsis puerperal, o el
momento óptimo para iniciar la ventilación en un paciente
con asma potencialmente mortal. (12,13)
TRATAMIENTO CONTINUO, DINAMICO E INDIVIDUALIZADO
La continuidad en el tratamiento intensivo es otro eslabón
que hay que tener muy en cuenta.
La entrega lo más exhaustiva posible de los pacientes,
tanto por el personal médico como de enfermería,
garantiza criterios uniformes de manejo y que
no haya "baches" en la atención. Esto también
posibilita la introducción de
nuevas acciones terapéuticas mejor fundamentadas
frente a nuevas complicaciones, previstas o no.
Dejar "abiertas" una serie de indicaciones
a cumplimentar, "según guardia", es
un sistema de trabajo provechoso y dinámico en las
Unidades de Cuidados Progresivos. Así, por ejemplo,
la indicación de determinados complementarios
(gasometrías, radiografías, etc.),
o de medicamentos (cardiotónicos, diuréticos,
anticoagulantes, transfusiones de hemoderivados,
etc.), sin un horario rígido prefijado, garantizan una mejor
individualización del seguimiento y del tratamiento de cada
paciente. Este dinamismo debe caracterizar siempre a
las unidades que asisten enfermos graves.
Ya señalamos anteriormente que
estamos a favor de la implantación
y revisión periódica de normas, guías y manuales
de procedimientos de diagnóstico y tratamiento
en la asistencia de los pacientes críticos,
para adoptar criterios generales que hagan más
eficiente nuestra conducta, pero a la vez alertamos
sobre la necesidad de individualizar el manejo de cada enfermo,
sujeto y objeto de nuestras acciones. (14)
LO QUE MAS SE DESCUIDA SI NO SE CONTROLA
En el tratamiento del paciente crítico
hay aspectos que tradicionalmente se descuidan
más que otros. Nos vamos a referir a algunos que consideramos
tienen solución.
a) La inadecuada nutrición durante días
es un problema. Generalmente no se
cumplen los requerimientos calóricos
ni proteicos, sin dudas incrementados por el stress
y muchas veces por la enfermedad o situación
de base (sepsis, postoperatorio, por ejemplo), a los
que se unen las necesidades incrementadas de vitaminas y
algunos minerales olvidados (como el magnesio y el fósforo),
que pueden entorpecer la buena evolución del
paciente y hacer fracasar el plan terapéutico
más complejo, pero que no tenga en cuenta
estos aspectos. Afortunadamente, en nuestros días cada vez
se comprende mejor la necesidad de garantizar una adecuada
nutrición a este tipo de enfermos y sus efectos positivos.
(13)
b) En el capítulo de los
que se descuida, está la rehabilitación
precoz de todo tipo (física,
respiratoria, coronaria, psíquica).
Comenzar desde el inicio con
la rehabilitación de nuestro paciente grave,
al mismo tiempo que lo vigilamos o tratamos intensivamente,
es pensar en más allá de la situación
por la que atraviesa hoy y garantizar una recuperación
más rápida y funcional mañana.
Pasar por alto estos detalles puede costar caro. El
enfermo puede recuperarse del cuadro clínico
que motivó su ingreso, que hemos tratado brillantemente,
pero si se han producido úlceras de decúbito,
o secuelas motoras evitables, o una bronconeumonía, se pone
su vida nuevamente en peligro, o quedan limitaciones
innecesarias.
La frecuencia con la que los pacientes graves desarrollan
el conocido "síndrome de inmovilización",
pudiera ser un indicador de proceso para medir la calidad
de la asistencia que se presta en una sala o en
un hospital, particularmente la atención de
enfermería. (15)
Claro está, determinadas situaciones muy específicas
requieren de un reposo absoluto inicial, pero cada vez más
la movilización precoz muestra los beneficios
de su práctica.
FACTORES PSICOLOGICOS
Se calcula que del 30 al 70%
de los pacientes graves ingresados en
las Unidades de Cuidados Intensivos
sufren manifestaciones psiquiátricas, muchas
afortunadamente menores. Son los sintomas depresivos y los ansiosos
los más frecuentes. (16)
Los enfermos en estado crítico que se mantienen conscientes
y lúcidos captan bien pronto su nueva situación,
que generalmente se ha presentado súbitamente.
La adopción de una serie de
medidas, comunes para nosotros pero excepcionales
para los pacientes, contribuyen también
a la aparición de factores
psicológicos en ellos, como son que habitualmente
se les priva de la luz del día, los obligamos
a orinar y a defecar en la cama, los bañamos también
en el lecho, les colocamos una serie de equipos que los impresionan.
Si durante su estadía en el hospital fallece uno
o más de sus compañeros de sala, el
enfermo grave ve confirmadas sus sospechas y se acrecientan sus
preocupaciones.
El trato competente y amable, por parte de médicos, enfermeras
y personal auxiliar crea en el paciente grave un
ambiente de seguridad emocional de gran valor. Además,
no se debe despreciar el efecto favorable de los psicofármacos,
en casos seleccionados.
No debemos obviar la necesidad
de atender a factores psicológicos
que manifiestan los familiares del enfermo grave. En ellos predominan
el temor por la vida de su paciente
y el esfuerzo por mantenerse, tanto como sea posible,
lo más cerca de sus familiar grave. La información
periódica y oportuna, unida a una calidad de la atención
que inspira confianza, son los
dos pilares que garantizan la comprensión
y el apoyo de los familiares, elementos tan necesarios en la asistencia
de enfermos graves.
Por otra parte, la magnitud de las alteraciones
psíquicas que se presentan en el personal
médico y de enfermería es
variable y las mismas pasan inadvertidas con frecuencia,
o son interpretadas erróneamente, o en el peor de
los casos son minimizadas y hasta ignoradas.
Se han señalado los beneficios de un descanso adecuado,
de una plantilla cubierta permanentemente, de una evaluación
psicológica periódica del personal, en
la prevención de las alteraciones psicológicas
de médicos y enfermeras. Estas recomendaciones las
debemos tener en cuenta para aplicarlas en la medida de nuestras
posibilidades, para cumplir con la divisa de no sólo
tener muy buenos médicos y enfermeros, sino que nos
duren mucho tiempo.
LA TENSION DEL PRONOSTICO
El pronóstico, siempre difícil,
lo es más en el enfermo grave. Las
preguntas que más formulan los familiares - y a veces
del propio paciente -: ¿se curará?, ¿cuánto
le queda de vida?, ¿le avisamos al resto de la
familia que vive lejos?, muchas veces quedan sin una respuesta clara.
Para algunos, lo más práctico es emitir siempre
un pronóstico sombrío o reservado. Pero no nos
podemos convertir en alarmistas sistemáticos, pues
esto de alguna forma trasciende y afecta el prestigio
profesional y de la institución.
En nuestro auxilio se introducen cada vez más
índices o "scores" de pronóstico,
que ayudan, aunque no sustituyen al juicio
clínico en ningún caso. (17,18,19,20)
Debemos tratar de ser justos con los
familiares, con el paciente y con nosotros mismos,
y aceptar con valentía cuando nos equivocamos. Quizás,
uno de los momentos más difíciles
para el médico que atiende enfermos grave, es
tener que informar a la familia la muerte inesperada de un
paciente que aparentemente iba evolucionando bien.
GRUPOS ESPECIALES
Hay algunos grupos de pacientes
graves que tienen características
especiales, que requieren también un abordaje
especial.
a) Las especificidades de la clínica de la embarazada
grave hay que conocerlas bien . Hay que tener
presente que en esta etapa la mujer no se comporta
igual a cuando está fuera del embarazo. También que
muchas veces hay que tratar a dos pacientes al mismo tiempo -madre
e hijo-, con características y objetivos diferentes.
b) El anciano grave constituye otro grupo
con caracteres específicos. Un hecho importante
es que muchas veces no parece estar grave, por diferentes
motivos, entre ellos por referir una sintomatología
abigarrada, con una clínica "atípica". Además,
en ellos la presencia frecuente de
una o varias enfermedades crónicas,
unidas a las manifestaciones
propias del envejecimiento,
enmascaran más aún el cuadro clínico.
Por otra parte, tienen una pobre tolerancia frente
a las agresiones, así como a procederes
terapéuticos de envergadura (operaciones,
rehidratación rápida, etc.). (8,21)
c) El trabajador de salud o su familiar grave se
complican con gran frecuencia. Estimamos que lo que sucede
en estos casos es que, producto de una serie de relaciones
afectivas de trabajo, se someten a procederes
diagnósticos y terapéuticos no habituales. Se ingresan
en salas no adecuadas, se omiten procederes rutinarios
en los pacientes graves, se ensayan
con ellos nuevas técnicas o
medicamentos, o, por el contrario, se minimizan sus quejas
y se disminuye su vigilancia. En fin, que se les brinda
otra atención, "diferente" al resto de los casos.
d) El paciente conocido como "muy importante" ("very
important person", o VIP, en inglés), por diversas razones,
que no es del caso analizar aquí, también pone en
"tensión" al equipo que tiene que atenderlo, por
las altas expectativas que se generan con el resultado de su asistencia
y las constantes indagaciones de directivos ajenos a los Cuidados
Intensivos, sobre la utilización de novedosos y potentes
métodos de diagnóstico y tratamiento, que a la vez
son casi siempre más riesgosos en efectos secundarios impredecibles.
BIBLIOTECA DE URGENCIAS
De todos es conocido la creciente acumulación de
información científico-técnica en el
área de las ciencias médicas. Durante la atención
del paciente grave, debemos tener siempre a mano los
últimos conocimientos en Medicina de Urgencia.
La necesidad de información rápida,
sobre todo en horarios nocturnos, fines de semana,
días feriados se puede basar en:
- La ubicación de manuales o textos de Medicina Intensiva
y de Urgencia en las unidades de atención a pacientes
graves. · Contar con libretas, o agendas, con
notas o resúmenes, conteniendo datos útiles
que siempre deben estar disponibles y que se pueden olvidar.
- La información sistematizada y automatizada,
a partir de disponer de computadoras en las propias unidades
de trabajo.
- Las llamadas por teléfono a especialistas
"asesores", o simplemente compañeros
de trabajo, así como los contactos por correo electrónico,
nos han sido de gran utilidad, en casos seleccionados.
-
ASPECTOS ETICOS
Quizás el campo de la medicina que ha generado
los mayores retos éticos de nuestros
tiempos es el relacionado con la atención
médica de los enfermos graves.
Entre los temas que se han introducido en los últimos
años en los debates en torno a la asistencia
de este tipo de pacientes, se incluyen: la muerte
encefálica, la donación de órganos, la
transplantología, la eutanasia, las órdenes
de no resucitar, la muerte con dignidad, el consentimiento
informado, la autonomía e integridad de los pacientes,
la racionalización de los recursos, entre otros. (22)
Varios casos connotados en la literatura médica internacional
-un grupo de ellos con repercusión legal y pública
importante- han motivado serias reflexiones, desde diferentes
concepciones, con el propósito de dar respuestas a
estas nuevas interrogantes, que se dependerán
de la escala de valores morales de los seres humanos,
en este caso del paciente, de sus familiares
y del personal que los atiende. (5)
Se ha puesto de moda la denominación de bioética
para abarcar los aspectos relacionados con ética de
la vida y de la muerte, aunque, para otros, estos conceptos están
perfectamente enmarcados dentro de la ética médica
en el más amplio sentido.
La profundización de los aspectos éticos
en un colectivo que atiende pacientes graves
es esencial, especialmente su
cumplimiento en la práctica. Descuidar
estos aspectos sería trabajar mecánicamente
y no respetar al sujeto y objeto de
nuestra labor: el hombre.
PROYECCION EN LA COMUNIDAD
El enfoque del personal que atiende
enfermos graves se enriquece mucho cuando
comprende bien qué papel desempeña su
trabajo en la asistencia a la comunidad. (23)
Debemos aproximarnos a nuestra verdadera morbilidad de urgencias,
hacer los análisis correspondientes y retroalimentar
los programas de promoción y prevención de salud,
así como de atención médica,
que enfrentan los problemas de salud que más
afectan a la población que asistimos.
Hay muchas formas de comunicarse con la
comunidad y una concreta es a través de
la atención primaria. Estos lazos hay que fortalecerlos y
estrecharlos.
LA MEDICINA DE HOY Y DE SIEMPRE
El médico de hoy, a pesar de tener a
su disposición los conocimientos acumulados
durante más de 50 siglos, se enfrenta cada vez
más con una montaña de incógnitas tan formidables
como nunca se pudo imaginar.
El hombre moderno anhela nuevos horizontes para su futuro y el
de todos, especialmente en países como
el nuestro. Sus conocimientos le
alientan y estimulan su confianza, mientras no caiga víctima
de la enfermedad y del dolor. Entonces, reacciona como antes en
la historia y busca en quien confiar, en alguien que
contribuya a restaurar su salud y su ánimo.
El futuro traerá nuevos cambios en la práctica
de la medicina y en la atención de los enfermos graves.
Pero, a pesar de los avances técnicos, de los complejos
equipos médicos y de los nuevos
descubrimientos, cuando el hombre del mañana despierte de
noche por el llanto y la fiebre de su hijo, la respiración
ruidosa de su padre o madre, o él
mismo presente un fuerte dolor en el pecho, su
primer pensamiento será: Acudamos al médico. Y
presa del temor a lo desconocido y de su instinto de
conservación, pronunciará nuevamente el mismo
reclamo que ha venido repitiendo a lo largo de los siglos:
¡Doctor, estoy enfermo! ¿Qué puede hacer por
mí? (24)
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Preguntas
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