Comunicación Nº: 107 | English version |
Miguel Andújar Sánchez, L. León, M. Pavcovich, Miguel Ángel Sánchez Ramos, José María de Lera Martínez, J.L. Afonso, B. Báez, R. Alamo, M. Prieto*, O. Falcón*.
[Título] [Introducción] [Material y Métodos] [Resultados] [Iconografía] [Bibliografía]
El adenocarcinoma villoglandular bien diferenciado es una variedad de adenocarcinoma de cérvix de escasa presentación, que ocurre predominantemente en mujeres jóvenes premenopáusicas, algunas de ellas embarazadas (2, 5) y que tiene muy buen pronóstico. Aunque la primera descripción fue publicada en 1989 (2), es probable que con anterioridad se incluyeran algunos casos dentro del grupo de los carcinomas papilares, donde se engloban tipos tumorales de muy distinto comportamiento como el seroso papilar.
Los datos histopatológicos de este tumor son bastante definitorios; sin embargo el diagnóstico diferencial debe incluir la endocervicitis papilar en el contexto de una cervicitis crónica, el adenofibroma papilar de cérvix y el papiloma mulleriano (11). A diferencia del adenocarcinoma villoglandular, estos tres procesos carecen de atipia citológica, de estratificación y la mayor parte de las células carecen de moco; además el papiloma mulleriano ocurre generalmente en edad infantil. Las características citológicas de esta tumoración han sido descritas recientemente (12) a propósito de seis casos. En dicha descripción no se hace referencia a la existencia de elementos con diferenciación mucosa, hecho que ha sido recogido por estudios de material biópsico (8, 9, 10). En nuestro caso no encontramos dicho componente y los hallazgos citológicos se ajustan a la descripción de Ballo et al (12).
Con anterioridad la mayor parte de los casos publicados incluyen un tratamiento con histerectomía radical tipo Wertheim (2, 3, 7) y linfadenectomía pélvica bilateral. El análisis de las piezas del estudio de Young y Scully (2) revela que cuatro de las doce pacientes no tuvieron adenocarcinoma invasivo residual; en seis de los ocho casos que fueron diagnosticados como adenocarcinoma invasor, la tumoración sólo afectaba el tercio superficial del estroma cervical, y los otros dos casos presentaron mayor profundidad de invasión. De este y otros estudios (4) se concluye que si en el material biópsico no se observa lesión en grado superior a la de microinfiltración, el tratamiento inicial de elección es el de la realización de un cono cervical. De igual forma, si los márgenes de éste están libres de lesión, la profundidad de invasión no es superior a 3 milímetros y no existe invasión linfovascular, se recomienda únicamente el seguimiento clínico de la paciente y no parece justificable la realización de tratamiento adicional.
Esta actitud está reforzada por el bajo grado nuclear de esta lesión, lo que según el estudio de Costa el al (10) sobre una serie de carcinomas de cérvix con diferenciación glandular, es éste, más que el grado arquitectural, el que predice el riesgo de recidiva tumoral.
Otras series menos numerosas presentan casos con características tumorales de mayor agresividad como invasión del estroma cervical (3) o invasión linfática-vascular, como ocurre en dos de los casos del estudio de Kaku et al (8). En éstos últimos se realizó cirugía radical con linfadenectomía selectiva, encontrándose metástasis ganglionares con recidiva posterior y muerte de estas pacientes (los primeros ejemplos comunicados con este comportamiento para este tipo tumoral).
El caso que aquí se presenta reúne muchas de las características descritas anteriormente: clínicas (mujer joven), patológicas (patrón mayoritariamente papilar-villoglandular, con estratificación del epitelio y atipia celular leve-moderada), pronósticas (ausencia de invasión estromal en la biopsia previa y bajo grado nuclear) y de manejo terapéutico (realización de cono sin tratamiento adicional, justificado por los hallazgos histopatológicos encontrados en él).
Pasados seis meses de la intervención la paciente está libre de enfermedad y realiza sus controles habituales.