El uso de la citología como coadyuvante en neuropatología, no es una novedad (29), y ha sido recomendada por numerosos e ilustres neuropatólogos, como Rubinstein (10), Rusell (22) y Adams (23) entre otros. Poco a poco, su uso se va imponiendo por varias razones: al mayor conocimiento de la morfología citológica sin el soporte del patrón histológico, se añade la necesidad de preservar al máximo la calidad de los minúsculos fragmentos de material biópsico tomado en el acto neuroquirúrgico, así como realizar un diagnóstico con la máxima rapidez posible en situación intraoperatoria. Por ello, debido al incremento en técnicas neuroquirúrgicas no invasivas, cada vez es más frecuente la presencia en los laboratorios de Patología de estas muestras.
Por otra parte, la PAAF guiada con técnicas de imagen extiende su aplicación a cualquier localización accesible, es cada vez más frecuente su uso en lesiones craneales (5,6,13,14) por su accesibilidad y eficacia, unidas a un bajo riesgo.
Además, debemos tener en cuenta que los detalles citológicos en una buena y fina extensión nos aportan un material particularmente disponible para otros estudios de biología tumoral, como estudios de proliferación, ploidía y citometría estática, hibridación in situ, etc, que podemos establecer sobre todo cuando se nos remiten mínimos volúmenes tisulares.
La seguridad en el diagnóstico dependerá fundamentalmente de la experiencia en neuropatología tumoral y en citología, experiencia que es preciso ir adquiriendo paulatinamente combinando el análisis de las muestras citológicas con el patrón histológico inicialmente, y contando siempre con una exquisita intercomunicación entre los profesionales implicados en neuropatología.