Hoy en día conectividad e Internet son dos conceptos hermanos. Internet es el núcleo y el motor de muchas revoluciones en la concepción de las redes modernas. Internet ya no es la ARPANET cerrada y experimental. Hoy en día es la autopista de la información que da servicio a un numero creciente de profesores, investigadores, empresarios, y usuarios particulares.
Internet abre un mundo de oportunidades. Son ya muchas las personas que han descubierto el valor inigualado de sus servicios. La explosión reciente de la Red de Redes ha resultado en una nueva definición de la dimensión del ciberespacio y en una revalorización de su impacto en la vida social y profesional de los usuarios.
El éxito creciente de Internet viene motivado por una larga evolución histórica de la Red y por una serie de innovaciones recientes. La amplitud de la cobertura que ofrece (en número de hosts servidores, de usuarios, de países conectados, de servicios proporcionados), su carácter de sistema abierto, la cantidad ingente de información que mueve y genera, la difusión que tiene, la democratización que la identifica, la revolución en su imagen (con la llegada de la World Wide Web), la apertura comercial, la caída de las tarifas de conexión, el bajo coste de la publicación Web, y un sinfín de motivos adicionales son los responsables de la revolución Internet.
Aquí tenemos una breve historia de Internet escrita por uno de los principales creadores de Internet, y publicada apenas hace tres años, claro, que hace tres años, pensar en memoria ram de 128 Mb de RAM, cuando los discos duros eran de 20 Mb.... es toda una prehistoria.
Lo que se echa en falta
Internet tiene muchas cosas positivas de las que se pueden sacar lecturas constructivas pero ha sufrido una evolución reciente y arrastra algunas lagunas históricas que convierten en limitado el partido que le pueden sacar los foros académicos, los centros de investigación y las empresas.
El parque de usuarios inicial de Internet estaba formado por los centros de investigación, las universidades y las organizaciones punteras (básicamente de los EEUU). Los contenidos transportados por la red estaban en consonancia con la identidad de los usuarios y por lo tanto perfectamente adaptados a sus necesidades. La apertura y la difusión paulatinas (y positivas desde muchos puntos de vista, no lo negamos) de Internet han provocado una consecuencia importante: la masificación y diversificación de los usuarios y de la información. Esto repercute en la creación de un laberinto dantesco cuyas paredes están plagadas de datos, pero en el que el porcentaje de datos realmente útiles para foros docentes, de investigación y empresariales, disminuye peligrosamente y es de acceso cada día más difícil. Diversos proyectos de contenidos temáticos se están lanzando o ya se han lanzado en este sentido para ofrecer al usuario Internet que pertenece al mundo de la ciencia una herramienta para comunicarse con sus pares y encontrar la información que le interesa. Sin embargo, ninguna de las iniciativas propuestas contempla el servicio IRC como parte activa del abanico de oportunidades que se ofrecen al usuario.
Mucha gente se queja de la lentitud de la Red, sobre todo en el caso de los usuarios españoles. Esto tiene una doble explicación. En primer lugar, en muchos casos, las infraestructuras de comunicación disponibles no garantizan tasas de transferencias aceptables, bien por tener poco ancho de banda, bien por estar excesivamente saturadas. En segundo lugar, la amplia mayoría de los contenidos y de los servidores de la red están ubicados en países de habla no hispana. La consecuencia directa de este hecho es que los accesos de la red acaban a menudo estableciéndose con sitios muy remotos geográficamente, y por lo tanto de acceso lento. RedIRIS abriría en este sentido una vía de comunicación de altas prestaciones para los usuarios de los centros que forman parte de sus redes de cableado físico, pero incluso para los que usan RedIRIS como plataforma subyacente de conexión, si la fuente de la información que persiguen es remota geográficamente y/o es de complejo acceso indirecto, las prestaciones se resienten.
Otra queja generalizada se basa en la falta de contenidos y servicios en castellano. Aunque aumenta de forma espectacular el número de los mismos, queda muy lejano al de los existentes en otros idiomas (y no sólo nos referimos aquí al inglés), lo cual resulta hoy en día sorprendente dada la muy amplia comunidad de usuarios que hablan regularmente el castellano. La existencia en la red de contenidos o servicios adecuados para los fines de un usuario, pero disponibles exclusivamente en un idioma extranjero, es totalmente equivalente, para muchos usuarios, a la ausencia de los mismos. Si entramos en el área de los servicios Internet útiles para el mundo científico, las consideraciones anteriores son aplicables a casi todos los servicios de la Red (WWW, Listas de Distribución, etc.) y particularmente al servicio IRC que como ya hemos dicho ha sido dejado de lado por un concurso de circunstancias adversas. Tres aspectos adicionales contribuyen a plantear dificultades en el uso de Internet como herramienta científica.
El primero de ellos es la seguridad: los primeros pasos experimentales de la Red siguen teniendo consecuencias notables hoy en día. Además, la voluntad de seguir siendo un sistema abierto, el crecimiento no controlado de la Red, la ausencia de un organismo central con poderes relevantes, etc., contribuyen a crear una sensación de falta de seguridad (justificada muchas veces). Se observa desde hace algún tiempo un movimiento lento pero firme que persigue reforzar la seguridad de los servicios y de los usuarios. Pero este movimiento es demasiado lento en relación con los deseos de los usuarios por múltiples motivos (esfuerzos poco coordinados, inercia del medio, intereses enfrentados, etc.). Las propuestas de mejoras técnicas y de organización existen, pero su implantación masiva en la Red sólo se espera a medio y largo plazo. La consecuencia directa es que hoy en día el cibernauta se siente muchas veces amenazado por las hordas de hackers, crackers, y demás faunas variopintas.
El segundo aspecto que frena la concepción de Internet como una herramienta científica seria es la falta de organización, control y coordinación en la arquitectura y evolución de la Red. Esto se debe a la propia naturaleza de la red (Internet no tiene topología definida o mejor dicho cambia permanentemente) y a la voluntad hoy en día presente en la amplia mayoría de sus usuarios de promover la globalización y la difusión de Internet (la aldea global). Existen organizaciones que, dentro de sus limitaciones, se encargan de controlar las diferentes redes de ordenadores que conforman la Red de Redes, de dar de alta nuevos dominios, de realizar estadísticas de la Red, de administrar las diferentes innovaciones tecnológicas de la misma, de apoyar las normas de conducta y de ética, etc. Pero la mayoría de estas organizaciones no tienen poderes reales (son consultadas pero no tienen poder de decisión y todavía menos de actuación), funcionan de forma poco coordinada, no trabajan con bases formalmente establecidas y se limitan a reuniones de control esporádicas, se basan en colaboraciones voluntarias de sus miembros, etc. Todo ello explica la ausencia de una mano fuerte que pueda controlar la Red en toda su dimensión y en todos sus aspectos relevantes. No queremos decir aquí que esta circunstancia sea negativa, ni mucho menos; de hecho es la base del enfoque Internet y la que ha motivado el lugar que ocupa hoy en día.
El tercer y último factor que contribuye a que muchos foros científicos tengan una "mala" imagen de la red es la existencia de algunas faunas de usuarios consideradas de riesgo en la Red. Cualquiera conoce la proliferación hoy en día en Internet de servidores cuyos contenidos pueden ser considerados como mínimo como poco compatibles con una imagen de seriedad y totalmente antagonistas desde luego con la visión Internet como medio de promoción de ideas científicas. Ejemplos de estos contenidos son aquéllos que difunden pornografía, fomentan o apologizan el terrorismo, promueven ideas totalitarias o sectarias, etc. Asociada a estos contenidos, hay una considerable fauna de Internautas adictos a los mismos.
Estos y otros motivos frenan el uso masivo de Internet como foro de intercambio de ideas en los círculos docentes, de investigación y empresariales, y aunque es muy grande la comunidad de usuarios que usan Internet como una herramienta para el Conocimiento (entendiéndolo en la verdadera dimensión del término), el uso que se saca a la Red en este sentido es más bien escaso si lo comparamos con las expectativas que podría ofrecer la colaboración activa de todos los servicios de la Red con el fin de aprender y enseñar.
¿Se pueden mejorar las cosas?
Sin duda alguna. Diversos planteamientos ofrecen diferentes soluciones al problema y están siendo estudiados o implantados en la actualidad.
Desde los primeros tiempos de Internet, cuando todavía no se conocía con ese nombre y reinaba su antecesora directa ARPANET, ya se produjeron algunos intentos enfocados hacia la promoción de ideas como las enunciadas aquí (incluso la propia ARPANET mantenía estos principios). Entre ellos podemos citar otras redes como BITNET o CSNET que pretendían enlazar exclusivamente diferentes universidades y centros de investigación usando unos protocolos e infraestructuras de comunicaciones propios. Estos intentos convivieron durante un tiempo con Internet/ARPANET, pero al final acabaron disolviéndose o integrándose en la macro red que lo devoraba todo, Internet/ARPANET. No se puede hablar de fracaso de estas propuestas puesto que consiguieron muchos de sus objetivos iniciales, e incluso en algunos casos los rebasaron ampliamente, pero les faltó desmarcarse del planteamiento y del funcionamiento de Internet y ofrecer un servicio selectivo para conseguir el éxito definitivo., así como madurez en el planteamiento y en diseño de sus servicios, porque en aquel entonces la tecnología de red de área ancha era aun incipiente.