Quiste Aracnoideo Postraumático
Resumen Presentación Conclusiones Bibliografía El desarrollo de un quiste aracnoideo a raíz de una fractura craneal es un hecho bien conocido aunque raro- en edades tempranas de la vida (lactante, niño preescolar). Búsqueda bibliográfica sobre los quistes aracnoideos postraumáticos, demostrándose la baja prevalencia e incidencia que tiene la etiología postraumática, sobre todo, cuanto mayor es el individuo. Presentamos el caso de un niño de 14 años que a la edad de 5 meses presentó una fractura lineal de la bóveda craneana, a raíz de la cual desarrolló con el tiempo un quiste aracnoideo con diastasis de los bordes de la fractura, que le produjo manifestaciones epilépticas y clínica episódica de hipertensión intracraneal. El diagnóstico por imagen (Radiología, TAC, RMN) demostró la existencia de una estructura quística intracraneal que abombaba y destruía la estructura ósea superior. El tratamiento fue quirúrgico con quistectomía y reconstrucción craneal mediante plastia. Una fractura lineal simple, sin complicaciones inmediatas, puede desarrollar con el tiempo un quiste aracnoideo, de ahí la necesidad de un correcto seguimiento de la evolución de la consolidación de dicha fractura y de mantener una alerta etiológica ante la aparición de clínica neurológica. Con este caso, además, contribuimos a la evidencia cada vez mayor, de que los quistes leptomeníngeos postraumáticos no son una patología exclusiva de la primera infancia. Antecedentes: fractura lineal en región parietal izquierda a los 5 meses de vida por traumatismo accidental. Evolución: asintomático hasta los 12 años, momento en el que aparecen manifestaciones epilépticas. Pruebas diagnósticas: radiografía, TAC y RNM craneales sugestivas de quiste aracnoideo y fractura craneal evolutiva. Tratamiento: exéresis de quiste, plastia de duramadre y reconstrucción de la bóveda craneal.
Una fractura lineal simple, sin complicaciones inmediatas, puede originar el desarrollo de un quiste aracnoideo, de ahí que se deba mantener un correcto seguimiento de la evolución de la consolidación de la fractura y una alerta etiológica ante la aparición de clínica neurológica. Pretendemos contribuir con este caso a la evidencia, cada vez mayor, de que los quistes leptomeníngeos postraumáticos no son una patología exclusiva de la primera infancia.
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