ISSN: 1697-090X
Indice del volumen
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SÍNDROME NEUMORRENAL: HEMORRAGIA PULMONAR CON GLOMERULONEFRITIS ENDO-EXTRACAPILAR SIN EVIDENCIA DE ANTICUERPOS ANTI MEMBRANA BASAL GLOMERULAR
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Pulmón izquierdo: Imagen macroscópica en la que se observa extensa hemorragia intrapulmonar. |
Histología pulmón. Tinción H-E. 100x |
Histología del pulmón. Hemorragia y distress respiratorio. Tinción H-E. 400x |
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Siguiendo el informe clínico transcrito más arriba, el paciente en cuestión, de 21 años de edad y previamente sano, cursó inicialmente con un cuadro de dos meses de evolución, en el que destacaban principalmente episodios de disnea y ocasionales esputos hemoptoicos.
Con tan sólo los dos signos iniciales, un diagnóstico diferencial general a considerar incluiría: Tuberculosis pulmonar, bronquiectasias, embolismo pulmonar, fallo cardiaco congestivo, neumonía, endocarditis, absceso pulmonar, edema pulmón y carcinoma de pulmón.
Haciendo un diagnóstico diferencial de exclusión, en base a la edad del paciente y al hecho de que con anterioridad a estas manifestaciones se encontraba sano, podríamos descartar los diagnósticos de: Bronquiectasias (en sus variedades congénitas, y las que concurren con asma bronquial atópico, o con fenómenos infecciosos necrosantes), embolismo pulmonar (al ser una patología propia de pacientes de mayor edad en relación con la formación de trombos en el sistema venoso profundo de extremidades inferiores), endocarditis y fallo cardiaco congestivo (al no haber enfermedad cardiaca previa y no tratarse de una persona adicta a drogas por vía parenteral o alcohólico crónico), y carcinoma pulmonar (en base al hecho de que las neoplasias pulmonares en adultos jóvenes son poco frecuentes. En éste sentido Roviaro et al. en 1985, sobre una serie de 1514 casos de neoplasias pulmonares evaluaron una incidencia del 10% de estos tumores entre los 11 y 45 años de edad, considerándolos como raros antes de los 20 años.
Según estas consideraciones el paciente padecería un cuadro neumónico, una tuberculosis pulmonar (que no puede descartarse todavía en nuestros días pese a que se estime que declina cada año su incidencia en España a cifras entre 6-8% según Durán, 1987), un absceso pulmonar (por un supuesto aspirado bucofaríngeo, o por infección pulmonar debida a K. pneumoniae, bacilos entéricos Gram negativos, S. aureus o anaerobios) o edema pulmonar (siempre en consideración dada la larga lista de causas no cardiogénicas que lo ocasionan, incluyendo una forma neurogénica, exposición a agentes tóxicos ambientales o espontáneos, infecciones pulmonares difusas, broncoaspirados, etc.).
El cuadro que motiva el ingreso del paciente refleja, sobre los dos signos iniciales de disnea y hemoptisis, se añade la presencia de dolor torácico, fiebre de 38º, palidez, estertores crepitantes, hepatomegalia, hipoxia, infiltrados alveolares bilaterales difusos en la radiografía de tórax, adenopatías mediastínicas, anemia microcítica intensa y microhematuria.
Sobre esta clínica podría considerarse todavía un diagnóstico diferencial que incluría: Neumonía, Tuberculosis pulmonar, y edema de pulmón. Descartando el absceso pulmonar ante la imagen radiográfica de infiltración alveolar difusa.
En base al diagnóstico radiológico la ocupación de espacio alveolar difusa bilateral puede ser edematosa, purulenta o hemorrágica. Los diagnósticos de tuberculosis pulmonar y neumonía (que en este caso dado sería bilateral), bajo la imagen radiológica descrita, se ponen en entre dicho. Tras esto: Se comienza a establecer una sospecha de hemorragia pulmonar.
Durante su ingreso se intenta precisar la etiología, descartando toda una batería de agentes infecciosos. Tampoco responde a distintos regímenes antibióticos, instaurados por la presencia de fiebre y leucocitosis elevada, evolucionando con insuficiencia respiratoria que obliga a su ventilación mecánica. En el intento de controlar la hipoxemia se provoca un neumotórax bilateral que es drenado, al tiempo que va desarrollándose un distress respiratorio que imposibilita su desentubación.
Los estudios inmunológicos no resultan concluyentes. Todas las pruebas realizadas fueron negativas.
La patología cardiovascular y la presencia de lesiones traqueobronquiales quedan descartadas ante los informes negativos de las pruebas ecocardiográficas y fribonoscópias. El aspirado del lavado broncoalveolar descubre macrófagos alveolares cargados de hemosiderina, lo que ayuda a sustentar aún más un proceso hemorrágico pulmonar encuadrable en los Grupos 6A o 2 de la clasificación de Albelda, 1985. Según esta sospecha se hace un tratamiento adecuado a esta patología (corticoides y sesiones de plasmaféresis), desestimando las biopsias pulmonares o renales por su agresividad en un paciente comprometido. El día 19 de su ingreso desarrolla una clara insuficiencia renal que precisa de diálisis peritoneal y el paciente acaba falleciendo tras bradicardia el día 27 después de su ingreso.
El estudio de la necropsia confirma el juicio
diagnóstico clínico de Hemorragia pulmonar y Síndrome de Distress
Respiratorio del Adulto. Además, el principal hallazgo con el que se concluye en estimar que se trata de un Síndrome de Goodpature, es el hallazgo de un patrón lineal de IgG a nivel de la membrana basal glomerular.
Riñón. Imagen macroscópica |
Histología del riñón. Tinción H-E |
Histología del riñón. Tinción H-E |
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Encuadrando la glomerulonefritis endo-extracapilar diagnosticada de la autopsia que hemos presentado dentro de la incidencia de glomerulonefritis que en el mismo año estudiamos en el Departamento de Anatomía Patológica del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, tenemos que de 88 casos de glomerulonefritis fueron:
Del total de biopsias procedentes de fibronoscopia entre los años 85 al 90, el diagnóstico de hemorragia pulmonar fue emitido en tan sólo 5 ocasiones. Lo que habla por un lado, de la escasa práctica que el clínico hace de esta prueba como medio diagnóstico en el síndrome en cuestión, pese a la posibilidad de poder hacer estudios de inmunofluorescencia; y de otro de la escasa frecuencia del mismo.
En el caso presentado, sin embargo, hay una discrepancia evidente entre los hallazgos de inmunofluorescencia encontrados en los especimenes de la necropsia y los estudios inmunológicos practicados. La respuesta a esta duda parece difícil dado que ambos datos se contradicen, y no se encuentra razón alguna que lo justifique. Puestos a aventurarnos cabría pensar que las titulaciones en sangre fueron lo suficientemente bajas como para dar el test realizado como negativo. Además, esto explicaría que las lesiones glomerulares encontradas en la necropsia tan sólo alcanzaban a un 10% de los mismos, mostrando estadios iniciales fibrinoepiteliales de glomerulonefritis endo-extracapilar sin fibrosis.
Con respecto a estas discrepancias entre los estudios de inmmunofluorescencia sobre tejidos y las pruebas en suero, Zimmerman et al. en 1979 observaron el hecho contrario, es decir, que en algunos casos de enfermedad pulmonar hemorrágica, con Acs citotóxicos demostrables en el suero, no se observó la enfermedad renal. El autor carecía de respuesta a esta evidencia.
El diagnóstico diferencial de las hemorragias pulmonares difusas ha sido bien estudiado por Albelda et al., 1985. Este autor clasifica las hemorragias pulmonares en los siguientes grupos:
GRUPO 2 Hemorragia pulmonar con enfermedad renal sin anomalía inmune:
GRUPO 3 Hemorragia pulmonar con
glomerulonefritis y enfermedad por complejos inmunes:
LUPUS ERITEMATOSO. GRANULOMATOSIS DE WEGENER, CRIOGLOBULINEMIA, PURPURA HENOCH-SCHÖNLEIN, ENFERMEDADES DEL TEJIDO CONECTIVO, VASCULITIS SISTEMICAS.
GRUPO 4 Hemorragia pulmonar, y complejos inmunes:
LUPUS ERITEMATOSO, GRANULOMATOSIS DE WEGENER, VASCULITIS SISTEMICAS.
GRUPO 5 Hemorragia pulmonar, anticuerpos anti-MBG sin enfermedad glomerular:
ISQUEMIAS VARIANTE DE GOODPASTURE O FORMA INICIAL DEL SUERO.
GRUPO 6
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