Supervivencia al alta de UCI: conferencia
de consenso
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El objetivo tradicional de los Cuidados
Intensivos ha sido disminuir la mortalidad de los pacientes con
posibilidades de recuperación; pero también se debe prestar atención al
estado de los pacientes dados de alta de las UCIs, tanto desde el punto de
vista del propio paciente como de sus familiares. En marzo de 2002 se
presentaron las conclusiones de un panel de expertos (The 2002 Brussels
Roundtable “Surviving Intensive Care”), quienes revisaron el estado de la
cuestión y reflexionaron acerca de la idoneidad de los cuidados críticos
hacia los pacientes que sobreviven y en qué medida esos cuidados deben ser
modificados para mejorar el estado de salud de los enfermos a largo plazo.
Recientemente han sido publicadas sus conclusiones (1).
Hay un gran número y variedad de secuelas
importantes en los pacientes que viven tras ser dados de alta de UCI.
Estos pacientes tienen un riesgo incrementado de fallecer, pero además
incluso después de un año tienen serias dificultades en su vida diaria
(2), tanto desde el punto de vista físico como de sus cualidades
cognitivas. Por ejemplo, cerca de la tercera parte de los pacientes que
han sufrido un SDRA tienen, a los dos años, dificultades de memoria, de
toma de decisiones o de atención (3), a lo que se añaden los problemas
respiratorios (disnea de esfuerzo, debilidad), o secundarios a inmovilidad
prolongada (contracturas, osificación, etc.), lo que conlleva una peor
calidad de vida relacionada tanto con aspectos físicos como mentales.
Baste pensar que al cabo de un año sólo el 38 % de pacientes
supervivientes han vuelto a su trabajo (4). Esto repercute de manera
directa en sus familiares.
Sin embargo, se sabe poco acerca de las
causas y modificadores de los pobres resultados a largo plazo. Se debería
considerar como “enfermedad crítica” todo lo relacionado con ella,
iniciándose antes del ingreso en UCI, durante el mismo, en la sala de
hospitalización y tras el alta hospitalaria hasta la completa recuperación
(5). Ello permitiría buscar estrategias en cada uno de los periodos de
este proceso. No debe considerarse el resultado a corto plazo como señal
inequívoca de calidad de vida a largo plazo.
Las investigaciones futuras en este campo
deben cumplir varios objetivos:
-
Identificar, y en lo posible mejorar, las
secuelas inmediatas al alta de UCI.
-
Mejorar los estudios que miden la calidad
de vida y el estado funcional de los pacientes a largo plazo, haciendo
seguimiento al alta por lo menos hasta los 6 meses, y contactando
telefónicamente para conocer la calidad de vida, morbilidad, recursos
utilizados, etc. mediante los cuestionarios apropiados (por ej: SF-36 o
EQ-5D).
-
Medir el estado neurocognitivo y
relacionarlo con las pautas de sedación en la UCI.
-
Evaluar la carga y estrés que supone para
familiares y cuidadores.
-
Evaluar los costos, a largo plazo, de las
distintas estrategias aplicadas en el periodo de ingreso en UCI.
La última cuestión que se plantearon los
expertos fue las intervenciones que se pueden hacer actualmente: por una
parte se deben tener en cuenta aspectos puntuales, como reducir la pérdida
de peso mediante una adecuada nutrición, disminuir los efectos de la
inmovilización prolongada mediante fisioterapia, aminorar la ansiedad de
los familiares mediante una mejora en la comunicación, o evitar la sobresedación y el delirio
en los pacientes.
Por otra parte sería necesario que los
cuidados críticos se prolongaran en el tiempo más allá de la estancia en
UCI, con seguimiento a corto plazo en las salas de hospitalización, no
necesariamente realizados por intensivistas, sino conjuntamente con otros
especialistas entrenados en la identificación de las secuelas de las
enfermedades críticas.
Esta reunión de expertos
sirve para recordarnos que nuestro objetivo no debe ser exclusivamente
evitar la muerte de los pacientes. Es evidente que es el más importante,
pero también debemos pensar en otros aspectos que pudieran ser esenciales
para la recuperación de los pacientes que sobreviven, sobre todo tras un
proceso particularmente grave y una estancia prolongada en UCI. Como los
autores destacan, existen pocos datos concretos, lo que hace que
fácilmente nos olvidemos de ello, por lo que son de agradecer reflexiones como las
referidas en el artículo. A veces, pequeñas medidas
pueden conseguir importantes efectos a la hora de disminuir la gravedad de
las secuelas: es sobre esas pequeñas medidas sobre las que debemos meditar.
Bibliografía y enlaces:
-
Angus DC, Carlet J, on
behalf of the 2002 Brussels Roundtable Participants.
Surviving Intensive Care: a report from 2002 Brussels Roundtable.
Intensive Care Med 2003; 29: 368-377.
[Resumen
Medline]
-
Montuclard L, Garrouste-Orgeas M, Timsit JF, Misset B, de Jonghe B,
Carlet J. Outcome, functional autonomy, and quality of life of elderly
patients with a long-term intensive care unit stay. Crit Care Med 2000;
28: 3389-3395. [Resumen
Medline]
-
Hopkins
RO. Brain imaging, neurocognitive sequelae and health related quality of
life followinng acute respiratory distress syndrome. In: SG
Pandalai (ed): Recent
research developments in respiratory and critical care medicine.
Research Signpost. Kerala pp 209-222.
-
Herridge MS. Long-term outcomes after critical illness. Curr Opin Crit
Care 2002; 8: 331-336. [Resumen
Medline]
-
McMullin J, Cooj DJ. Changing ICU behavior to focus on long-term
outcomes. In DC Angus, J Carlet (eds) Surviving intensive care. Update
in intensive care and emergency medicine, nº 39. Springer, Berlin,
Heidelberg, New York.
Pedro Olaechea Astigarraga
Servicio de Medicina Intensiva
Hospital de Galdakao, Bizkaia
©REMI, http://remi.uninet.edu.
Agosto
2003.
Palabras clave:
Calidad de vida, Cuidados Intensivos, Pronóstico.
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