Revista Electrónica de Medicina
Intensiva
Caso problema nº 2. Vol 3 nº 11, nov 2003.
Presentación: Eduardo Palencia
Herrejón
http://remi.uninet.edu/2003/11/cp02.htm
Limitación del esfuerzo terapéutico requerida por los familiares
Sepsis meningocócica en una mujer joven con gangrena de las cuatro extremidades
Una mujer de 28 años previamente sana se acostó con sensación febril, odinofagia y lumbalgia, y se despertó con intenso malestar general y aparición de manchas en la piel de la cara y el resto del cuerpo (figura). Cuando llegó al hospital poco después, presentaba un rash purpúrico extenso con isquemia de las cuatro extremidades, hipotensión y oliguria. En la analítica destacaban trombopenia, prolongación de los tiempos de protrombina y aPTT, y cifras en descenso de fibrinógeno, así como acidosis metabólica y elevación de urea y creatinina. A pesar de iniciarse precozmente resucitación agresiva con líquidos, reposición de plaquetas y plasma fresco congelado, infusión de proteína C activada (según el protocolo de un ensayo clínico abierto y multicéntrico), tratamiento antibiótico con cefotaxima y dosis sustitutivas de hidrocortisona, en pocas horas la enferma había desarrollado un fracaso multiorgánico grave, precisando ventilación mecánica, drogas vasoactivas a dosis altas, y hemodiálisis veno-venosa continua. Se aisló en hemocultivos y cultivo de LCR Neisseria meningitidis serogrupo B. En pocos días la situación se había estabilizado, manteniéndose analgesia y sedación en infusión continua, realizándose curas diarias de las cuatro extremidades, que presentaban una necrosis extensa (figura).
En interconsulta con los servicios de cirugía
vascular y traumatología se llegó a la conclusión de que era
necesaria la amputación de las cuatro extremidades, por encima de
los codos y de las rodillas, medida a la que los padres se opusieron
de forma decidida. Su principal argumento fue que ella no querría
vivir en esas condiciones, y que éllos no querrían verla sufrir el
resto de su vida. Pasaron varios días sin que se produjera ningún cambio en
su situación clínica ni en la actitud de los familiares, sin que por otra
parte hubiera ningún tipo de enfrentamiento. Finalmente, se pidió la
opinión del comité de ética asistencial, constituido por miembros de los
distintos estamentos profesionales del hospital y personas sin vinculación
laboral ni profesional con el centro, que, después de deliberar por
separado con familiares y con una amplia representación del personal de
cuidados intensivos, decidió recomendar que se respetaran en todos sus
términos los deseos de la familia. La decisión del comité se había
acordado previamente que se consideraría vinculante por parte de los
intensivistas, y la paciente falleció el día 29 después de su ingreso.
Eduardo Palencia Herrejón
Servicio de Medicina Intensiva
Hospital Gregorio Marañón, Madrid
©REMI, http://remi.uninet.edu. Noviembre
2003.