Tanto en la relajada y natural disposición de las figuras como en el
semblante de ambas mujeres se percibe una despreocupada
complacencia. Su actitud sugiere una cercanía afectiva, seguramente
la existencia de lazos familiares. La postura espacial de los
cuerpos, la indicación de su movimiento…todo está resuelto con una
corrección y una belleza exquisitas, resultando admirable el
exigente tratamiento de las manos cuya acción resulta perfectamente
descrita. Visten un atuendo rico, aunque de apariencia ligera, y
permanecen descalzas. El tratamiento del vestido denota una
deslumbrante habilidad para crear efectos ondulantes y contrastar
armónicamente texturas y colores dispares. El entorno arquitectónico
tiene marcadas reminiscencias orientales que posiblemente evoquen
las imágenes recogidas en sus visitas a Damasco, pudiendo
corresponder a la representación de una mezquita.
Leighton, extraordinario artista del
neoclasicismo victoriano, consiguió en realidad independizarse de
los casi siempre encorsetados cánones de las diversas corrientes
pictóricas. Su obra, que bebe en fuentes eclécticas, es la
conjunción eficacísima de la concepción artística neoclásica con una
sensibilidad estética sobresaliente, logrando conciliar como pocos
el celo por la organización formal estilística y una belleza
estética no contenida. En su evolución se hizo partícipe cada vez
más de la idea del “arte por el arte” con lo que la evocación de un
determinado estado del ánimo dominaría sobre la narrativa, sobre la
misión historiográfica o documental tan de moda en aquella época.
Quizá la máxima expresión de esta tendencia la encontremos en la
espléndida y enigmática pintura “Sol ardiente de junio”.
Este artista polifacético, pintor,
escultor, ilustrador, decorador y promotor artístico, atesoró un
conocimiento cosmopolita envidiable. Hijo y nieto de médicos fue un
viajero prácticamente durante toda su vida, entrando en contacto con
las más diversas influencias artísticas y culturales y llegando a
conocer a la perfección cinco idiomas. No le faltaron críticos,
quienes en sus comienzos le tildarían de lujurioso o decadente,
malinterpretando la sensualidad de su estilo. Posteriormente se
convirtió en un artista tremendamente admirado, hasta el punto de
ser considerado casi como una institución nacional. Resultó elegido
presidente de la Royal Academy de Londres desde 1878,
responsabilidad que desempeñó durante dieciocho años. Al parecer fue
una persona modesta, que gustaba decir de sí mismo que
“afortunadamente no (era) muy inteligente en nada”. Poco después de
su muerte (en 1896, un año después de haber sido diagnosticado de
cardiopatía isquémica), cayó en un cierto olvido. En la última
década del siglo XX resurgió una hostilidad criticista por parte de
unos pocos. En concreto, tras una exhibición retrospectiva en la
Royal Academy of Arts en 1996, se publicaron algunos editoriales
en los que se le atribuían “vicios”, como el de la incapacidad para
plasmar emoción, lo que resulta incomprensible contemplando obras
como la deliciosa “Madre e hija” o esta misma “Lección de música”.
Bibliografía y enlaces relacionados:
-
Barringer, Tim;
Prettejohn, Elizabeth. Frederic Leighton: antiquity, Renaissance,
modernity. Studies in British Art 5. New Haven: Paul Mellon Centre
for Studies in British Art and the Yale Center for British Art.
Yale University Pres 1999.
-
Newall,
Cristopher. The Art of Lord Leighton. Oxford: Pahidon Press 1994.
-
Victorian High
Renaissance: Watts, Leigton, Moore and Gilbert. Catalogue of the
exhibition. Manchester, City Art Gallery 1978.
-
Obituario,
publicado en The Times. En Lord Leighton. Victorian Art in
Britain.
- Obras de
Leighton en CGFA.
Beatriz Sánchez Artola
©REMI,
http://remi.uninet.edu,
abril 2004
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