| |
Revista
Electrónica de Medicina Intensiva
Artículo nº C29 Vol 5 nº 6, junio 2005.
Autor: Miguel Sánchez García
|
[ Anterior ] [ Arriba ] [ Siguiente ]
|
El empleo de corticoesteroides en pacientes con
infección grave es un tema de discusión frecuente en las sesiones
asistenciales de las unidades de cuidados intensivos. Esto es debido a que
las pruebas de su eficacia disponibles en la literatura médica durante
muchos años han sido escasas, contradictorias o incluso desaconsejaban su
utilización [1, 2]. Sin embargo, los resultados de ensayos clínicos más
recientes [3-6] sugieren que el empleo de corticoesteroides en
determinados subgrupos, como los pacientes con síndrome de distrés
respiratorio agudo (SDRA) [3] o con shock séptico [4-6] se asocian a una
reducción de la morbilidad y, posiblemente, de la mortalidad. Se ha
comprobado repetidamente que en el shock séptico la administración iv de
hidrocortisona en bolos [4, 5, 7, 8] o en infusión continua [6] permite
reducir la dosis de infusión y la duración del tratamiento con
noradrenalina, y que la relación PaO2/FiO2 mejora significativamente en
pacientes con SDRA tras la administración de 6-metil-prednisolona (6MP) en
bolos [3]. A su vez, en determinados subgrupos de pacientes con shock
séptico, imposibles de identificar en el momento de la presentación del
cuadro clínico, podría existir una mejoría del pronóstico relacionada con
el empleo de hidrocortisona. Por este motivo, se ha reconsiderado la
utilidad del tratamiento coadyuvante con corticoesteroides, hasta el punto
de que recientemente se ha recomendado su empleo sistemático en pacientes
en shock séptico [9]. Esta recomendación, en mi opinión, no está exenta de
aspectos controvertidos y pendiente de revisión a la luz de los resultados
de estudios que se publicarán en breve.
Las acciones bioquímicas de la hidrocortisona y de los
corticoesteroides sintéticos proporcionan un razonamiento muy atractivo y
aparentemente “lógico” para su administración en pacientes con sepsis. Sus
efectos moleculares conocidos son “biológicamente plausibles” porque
actúan sobre alteraciones bien estudiadas en estados sépticos y a las que
se ha atribuido el daño tisular local [10, 11], las alteraciones
sistémicas [7, 8] y la morbilidad y mortalidad asociadas. Conviene por
ello recordar de manera resumida algunos de los mecanismos de la respuesta
inflamatoria a la invasión microbiana relacionados con la acción de los
corticoesteroides y sus efectos clínicos.
Recientemente se han identificado y categorizado varios
tipos de receptores situados en la superficie de las células que
participan en la respuesta del huésped a la invasión microbiana [12]. Este
grupo de receptores es capaz de reconocer con gran especificidad
determinadas estructuras moleculares o “patrones” microbianos, por lo que
se les denomina “pattern-recognition receptors” (PRRs). Los PRRs pueden
identificar componentes estructurales concretos de los microorganismos,
llamados “pathogen-associated molecular patterns” (PAMP), presentes en
bacterias Gram negativas, bacterias Gram positivas, hongos, virus y
protozos. Ejemplos de PAMPs son el lipopolisacárido de las bacterias Gram
negativas y los peptidoglicanos de los cocos Gram positivos. Entre los
PRRs, la familia de receptores más conocida es la de los llamados
“toll-like receptors” (TLRs). Hasta la fecha se han identificado 10 tipos
de TLRs, cada uno de ellos con especificidad para determinado “PAMP”. Por
ejemplo, el TLR número 4 reconoce específicamente al lipopolisacárido de
la pared de las bacterias Gram negativas [13]. Los PRRs seguidamente
transmiten la señal al interior de la célula y como resultado de este
proceso de interiorización se activan moléculas mediadoras citoplasmáticas
de varios tipos [14]. Se está describiendo un número creciente de estas
moléculas que intervienen tanto en la transmisión, como la modulación de
la señal desde la superficie celular hasta el ADN llamadas “adaptadores”.
Algunos de los adaptadores están situados en íntima relación estructural
con la porción intracitoplasmática de los PRR. Asimismo, existen varios
enzimas citoplasmáticas, las “quinasas”, cuya función es la degradación de
las moléculas que inhiben a los factores de trascripción nuclear. Estos
factores de trascripción son los responsables de activar el proceso de la
síntesis de mediadores humorales de la sepsis, entre los que se encuentra
el factor de trascripción nuclear kappa B (NFkB). NFkB es un dímero que
puede presentarse en forma de homo o heterodímero y del que pueden
encontrarse variantes en función de la combinación de las proteínas
pertenecientes a la “familia NFkB” que lo componen. Estas proteínas son
p50, p65, c-REL, p52 y REL-B, siendo la forma o combinación más abundante
en la mayoría de las células el heterodímero p65-p50. NFkB se encuentra
inactivo en el citoplasma celular debido a que está asociado a su
inhibidor (IkB), del que asimismo existen 3 variantes que comparten la
función inhibidora, IkBα, IkBβ y Bbl-3. La degradación de IkB por la
acción del complejo enzimático de las “quinasas de IkB”, llamado IKK,
“libera” al complejo NFkB y permite su traslocación nuclear. Como ya se ha
comentado más arriba, este proceso es consecuencia de la activación de
alguno de los TLRs situados en la superficie celular por productos
virales, bacterianos, citoquinas proinflamatorias, moléculas de adhesión,
hipoxia o bien el estrés físico-químico. Conviene mencionar que la
activación de NFkB es un proceso rápido, que se produce en pocos minutos a
partir de la estimulación extracelular. Una vez en el núcleo de la célula,
NFkB actúa sobre el ADN en receptores específicos que representan regiones
relacionadas con el comienzo de la trascripción y que están situadas en
varios genes sensibles a la acción de NFkB. De esta manera se inicia la
trascripción del DNA al RNA, que se caracterizan por codificar moléculas
que participan en la respuesta inflamatoria. Entre estas se encuentran
citoquinas como TNFα e IL-1β, quimioquinas como RANTES, moléculas de
adhesión celular como ICAM-1 y VCAM-1, enzimas como la sintetasa inducible
del óxido nítrico y la ciclooxigenasa. El papel de TNF-α, IL-1β y las
moléculas de adhesión celular como “estimuladores” y, al mismo tiempo,
“producto final” del proceso proinflamatorio mediado por NFkB sugiere la
posibilidad de un circuito de retroalimentación positiva que conduce a una
situación de “hiperinflamación” o inflamación persistente.
Actualmente, los datos disponibles no permiten asegurar
con exactitud cuál es la importancia de la activación de NFkB en pacientes
con diferentes cuadros sépticos, con o sin disfunción multiorgánica
asociada. Aun más compleja es la valoración del papel de NFkB en cada
momento evolutivo del paciente. Esto es debido a que existen aún pocos
trabajos clínicos que hayan estudiado NFkB in vivo, es decir, en pacientes
con sepsis. Entre ellos se encuentra un trabajo realizado por Arnalich y
cols. [15] en una serie de 34 pacientes que cumplían criterios de sepsis
grave en algún momento de su ingreso hospitalario. El hallazgo principal
de este estudio es que la actividad media de NFkB en el núcleo de
monocitos de sangre periférica en el momento del diagnóstico de sepsis
grave es cuatro veces superior en pacientes que fallecen que en el grupo
control y el doble de la de los pacientes que sobreviven a la sepsis
grave. El análisis multivariante muestra que la actividad de NFkB y la
concentración en sangre periférica del receptor soluble de interleukina 1
(IL-1ra) son las dos únicas variables asociadas de manera independiente a
la mortalidad, mientras que no existe relación entre mortalidad y niveles
plasmáticos de otras citoquinas pro y antiinflamatorias. En mi opinión,
entre los resultados de Arnalich destaca el hecho de que el área bajo la
curva ROC de NFkB es significativamente mayor que el de la puntuación
APACHE-II y los niveles de IL-1ra. Los resultados del análisis
cuantitativo de la actividad de NFkB en el núcleo de neutrófilos de sangre
periférica en pacientes con aneurisma de aorta tóracoabdominal realizado
por Foulds y cols. [16] también son compatibles con que NFkB juegue un
papel protagonista en la sepsis y la disfunción orgánica. Concretamente,
estos autores estudian una serie de 25 pacientes y encuentran que la
actividad NFkB es significativamente superior en pacientes que durante el
postoperatorio desarrollan disfunción mono o multiorgánica. Esta
diferencia ya está presente en el periodo preoperatorio, se mantiene
durante el periodo de clampaje de la aorta, así como durante la hora
postreperfusión. No se hicieron determinaciones posteriores. Keh y cols.
[17] aportan pruebas indirectas que sugieren que la activación de NFkB
juega un papel importante en la fisiopatología del shock séptico. Estos
autores detectan niveles plasmáticos elevados de mediadores humorales de
la sepsis dependientes de NFkB y observan que la inhibición de NFkB por
hidrocortisona reduce estas concentraciones.
Es indudable el atractivo de la hipótesis del
protagonismo de NFkB en el desarrollo y mantenimiento de la sepsis. El
razonamiento se basa en que la activación descontrolada de NFkB induce la
producción de proteínas clave mediadoras de la inflamación. En
consecuencia, podría ser razonable considerar la inhibición de la
activación de NFkB para mejorar el pronóstico de los pacientes con sepsis.
Al parecer, el mecanismo común de los procesos de
degradación de IkB es un cambio del estado de oxidación-reducción
intracelular, por lo que agentes antioxidantes, como la N-acetil-cisteina
y los carbamatos, previenen la degradación de IkB y, por lo tanto, la
activación de NFkB. En animales de experimentación el ditiocarbamato de
pirrolidina (PDTC) demuestra ser un potente inhibidor de la activación de
NFkB en varios modelos experimentales. Lauzurica y cols. [18], por
ejemplo, observan en ratas que la administración de PDTC tras una
inyección letal de lipopolisacárido bloquea la activación de NFkB en el
tejido pulmonar y hepático, que previene la degradación de IkB, así como
la traslocación nuclear de p50 y p60. También parece producirse cierto
grado de protección al reducirse la mortalidad de los animales. En un
modelo de disfunción multiorgánica tras administración de zymosan
intraperitoneal [19], el PDTC atenúa el grado de disfunción, así como el
daño tisular.
Los glucocorticoides (GC) de la corteza suprarrenal
constituyen el principal sistema antiinflamatorio fisiológico, y
recientemente se ha comprobado que precisamente ejercen un efecto
inhibitorio sobre NFkB. Este hallazgo proporciona una razón
“biológicamente plausible” para la utilización de corticoesteroides
exógenos en estados inflamatorios agudos y crónicos, lógicamente más
convincente que planteamientos previos más empíricos.
Los GC endógenos y exógenos actúan uniéndose al
receptor glucocorticoide (RGC), que se encuentra inactivo en el citoplasma
ligado a la “heat shock protein 90” (HSP90). El RGC es una proteína
compleja perteneciente al grupo de receptores hormonales nucleares. La
descripción de su estructura, que incluye zonas que le permiten la
traslocación nuclear, la unión al HSP90 y la fijación al DNA, entre otras,
excede el contenido del presente capítulo [20]. Al unirse el GC al RGC,
éste se disocia de HSP90, lo que permite la traslocación nuclear del
complejo GC-RGC. Los mecanismos mediante los que el RGC interfiere con la
trascripción de mediadores proinflamatorios son la unión a zonas
específicas del DNA llamadas “glucocorticoid response elements” (GRE) y la
interacción con factores de trascripción nuclear mediante: 1) la unión a
p65, formándose un complejo inactivo con NFkB, 2) induciendo la
trascripción del gen de IkBα, 3) bloqueando la degradación de IkBα
mediante el aumento de la síntesis de IL-10, 4) impidiendo la degradación
de IkBα inducida por TNF-α y 5) compitiendo por “coactivadores” necesarios
para la unión de factores nucleares al DNA. Los GC no solo interfieren con
la actividad de NFkB, sino también otros factores de trascripción como,
por ejemplo, AP-1.
Existen varios factores determinantes, así como cuadros
clínicos y enfermedades en los que está reducida o, muy excepcionalmente,
aumentada la sensibilidad de la célula a los GC. Entre estos factores se
encuentran el tipo y la intensidad del estímulo nocivo y las
características genéticas del paciente. Estas circunstancias han sido
revisadas por Bamberger [20] y, más recientemente, por Meduri [21] y
Franchimont [22]. De hecho, es conveniente mencionar que el modelo
expuesto más arriba respecto a la activación e inhibición de NFkB es una
simplificación. Existen datos en la literatura que complican nuestra
comprensión de los fenómenos pro y antiinflamatorios en la sepsis, así
como nuestra toma de decisiones clínicas. En los experimentos que basan la
demostración de la activación o inhibición de NFkB en la disminución o
aumento de IkBα [19], la interpretación de los resultados se complica por
el hecho de que la activación aguda y transitoria de NFkB depende de la
degradación de IkBα, pero la activación persistente es regulada por IkBβ
[23]. Además, niveles aumentados de IkBα pueden significar mayor
inhibición de NFkB, pero también mayor actividad, puesto que NFkB induce
la síntesis de IkBα [24]. Muy llamativos, por no encajar en nuestros
esquemas, son también algunos resultados experimentales que muestran que
la actividad de NFkB es necesaria para la resolución del proceso
inflamatorio [25]. También se ha comprobado que la estimulación prolongada
de la célula induce la aparición predominante de otros componentes de la
familia NFkB [26], como homodímeros de p50 y p52, que ejercen una acción
inhibitoria sobre la síntesis de mediadores proinflamatorios. Por
consiguiente, la inhibición farmacológica de NFkB en estos casos causaría
un estado de inflamación persistente. Teóricamente podría llegar a ser
preferible disponer de sustancias inhibidoras de NFkB con acción más
selectiva sobre determinados componentes de NFkB que la de los GC.
NFkB también parece ejercer una función antiapoptótica
[27] fisiológicamente muy relevante para tipos de células como los
enterocitos y los hepatocitos. Esta función antiapoptótica parece ser
decisiva para prevenir la muerte celular de los linfocitos T inducida por
TNF-α [28]. Podría deducirse, por lo tanto, que la inhibición
farmacológica de NFkB en pacientes críticos se asocia a riesgos como la
inmunodepresión o la disfunción hepática por apoptosis de los hepatocitos.
Por último, el curso clínico de determinadas
enfermedades genéticas que se caracterizan por la síntesis de moléculas
defectuosas de NFkB y de IkB, sugiere que son necesarios niveles basales
de NFkB para proteger de la apoptosis a determinados tipos celulares y que
la puesta en marcha de la respuesta inmunológica adecuada, particularmente
frente a la infección bacteriana, requiere la plena activación de NFkB.
Como ya se ha comentado, los GC endógenos, integrados
en el eje hipotálamo-hipófisis-corteza suprarrenal, constituyen el
principal sistema antiinflamatorio natural. La existencia de cuadros
clínicos agudos de inflamación sistémica prolongada, causados por
infección o no, y asociados a disfunción multiorgánica, sugiere que este
sistema no siempre es eficaz. Como se ha comprobado repetidamente que en
muchos de estos pacientes la cortisolemia no es baja, se ha acuñado el
término “insuficiencia suprarrenal relativa” (ISR). De hecho, Annane y
cols [29] observan que precisamente pacientes en shock séptico con
las concentraciones plasmáticas de cortisol más elevadas, superiores a 34
µg/dl, pero con un ascenso inferior a 9 µg/dl en respuesta a la
estimulación farmacológica con 250 µg de ACTH constituyen el grupo de peor
pronóstico y presentan una mortalidad del 82%. La ISR en teoría puede
deberse a secreción inadecuada de cortisol en circunstancias en las que
los requerimientos son muy elevados, así como a la resistencia de los
tejidos a su acción. Existen pruebas que sugieren la existencia de ambos
mecanismos. Las citoquinas circulantes como TNF-α, IL-1β e IL-6 1) inhiben
la secreción de CRH, ACTH, y la síntesis de cortisol en la corteza
suprarrenal inducida por ACTH y 2) inducen la resistencia tisular a los GC
al reducir su afinidad por el RGC y el GRE.
En estudios experimentales realizados en los años 60 y
70, se comprobó que la administración de 6MP, en algunos casos preventiva,
en otros inmediatamente después de inducirse la infección experimental
[30], se asociaba a una reducción significativa de mortalidad. Los
primeros intentos, pocos años más tarde, de estudiar la utilidad de una
intervención antiinflamatoria no selectiva en pacientes con diferentes
cuadros con inflamación sistémica, como lo es la administración de
corticoesteroides, dieron resultados negativos. Los criterios de inclusión
de los estudios eran extremadamente variables y abarcan desde “no
definidos”, hasta el shock séptico, pasando por la sepsis y la sepsis
grave. Esta variabilidad hace muy difícil la interpretación de los
resultados de los metaanálisis [1, 2], porque la población resultante
incluida es heterogénea. Estos primeros trabajos se caracterizaban por
emplear en todos los casos un régimen de administración muy precoz, en las
primeras horas de ingreso en la unidad de cuidados intensivos o sospecha
de sepsis. Asimismo, se emplearon elevadísimas dosis de hasta 30 mg/kg de
peso de 6MP y de muy corta duración. En la mayoría de los ensayos la
administración de corticoides cesaba en 24 horas, administrándose
únicamente un total de 1 a 2 dosis de medicación. Uno de los metaanálisis
[1], realizado con los nueve ensayos clínicos de asignación aleatoria que
cumplían unos requisitos mínimos de calidad y publicados hasta 1993 [1],
muestra un mayor riesgo relativo (1,13; IC 95%: 0,99-1,29) de fallecer
asociado a recibir 6MP, que por poco no alcanza significación estadística.
Esta tendencia hacia una mayor mortalidad en los pacientes tratados con
corticoide se mantiene en el análisis de subgrupos como el de los ensayos
con mayor o menor calidad metodológica o la comparación de los pacientes
con shock séptico. Cronin y cols. no detectan una mayor incidencia de
infección adquirida durante el tratamiento, pero en este apartado los
estudios presentan una alarmante falta de información. En dos estudios se
observa una mayor tendencia a la mortalidad atribuida a infección en
pacientes que recibieron 6MP. La incidencia de sangrado digestivo también
es ligeramente mayor en el grupo tratado, sin que la diferencia sea
estadísticamente significativa. El otro metaanálisis publicado el mismo
año por Lefering [2] llega a las mismas conclusiones que el grupo de
Cronin. Estos datos lógicamente desaconsejaban el uso de corticoesteroides
en pacientes con sepsis o shock séptico, por lo que se abandonó esta
práctica durante más de una década.
Frente a esta pauta de administración precoz de
corticoides como tratamiento precoz y coadyuvante del shock séptico, la
otra manera de utilización no infrecuente es el tratamiento de rescate. Se
trata de administrar, generalmente 6MP, a pacientes que tras una o dos
semanas de terapia antibiótica adecuada de la infección y medidas de
soporte correctas continúan presentando signos de sepsis y/o persisten
disfunciones de un número variable de sistemas u órganos. Este régimen
esteroideo se emplea prácticamente siempre en pacientes con SDRA [31, 32].
Esta estrategia busca el efecto de la 6MP sobre la fase fibroproliferativa
del SDRA, que se piensa que se produce a partir de la segunda semana de
evolución del cuadro. Como es bien sabido, pacientes con SDRA prolongado
excepcionalmente están en situación de fallo “mono-orgánico” estrictamente
respiratorio. La mayoría de ellos continúa necesitando infusión de aminas
vasoactivas, es decir, se encuentra en shock séptico, y presenta grados
variables de disfunción renal o trombopenia u otras alteraciones asociadas
al estado séptico mantenido. Por lo tanto, el tratamiento tardío o de
rescate con un ciclo de 6MP que se administra ante la evolución clínica
adversa del paciente, en mi opinión, corresponde a un escenario clínico y
a un subgrupo de pacientes claramente diferenciado del tratamiento precoz
en pacientes con shock séptico. Asimismo, es altamente probable que el
estado inmunológico subyacente del paciente tampoco sea comparable.
Tratamiento coadyuvante
Como ya se ha comentado, los resultados de ensayos
clínicos en los que se administraron dosis muy elevadas de 6MP a las pocas
horas del diagnóstico del cuadro séptico y durante un periodo muy corto de
tiempo llevaron a desaconsejar el empleo de corticoides en la sepsis y el
shock séptico [1]. Sin embargo, en los años 90, varios investigadores
retomaron la línea de investigación del tratamiento coadyuvante en
pacientes con shock séptico. En estos casos se ha utilizado la
hidrocortisona administrada a dosis mucho menores, en bolos o en
perfusión, durante 5 a 7 días, o bien hasta la retirada del soporte
vasoactivo [5, 6]. Esta iniciativa se basaba en una serie de resultados de
pequeños estudios abiertos que mostraban, por ejemplo, que la infusión
continua de una dosis baja de hidrocortisona en una serie de 57 pacientes
con sepsis grave y shock séptico atenuaba la respuesta inflamatoria
sistémica y revertía la dependencia de aminas de los pacientes en shock
séptico [33].
Annane y cols. [4] han llevado a cabo el mayor ensayo
clínico de tratamiento coadyuvante con hidrocortisona en pacientes con
shock. Los criterios de inclusión de este trabajo seleccionan un subgrupo
de pacientes particularmente graves que requieren ventilación mecánica,
presentan disfunción renal precoz y/o respiratoria y lactato sérico
elevado. La gravedad de los pacientes de este ensayo se refleja en la
elevada mortalidad del grupo control, que es del 62%. Con una ventana para
la inclusión de solamente 3 horas desde el comienzo del cuadro, los
pacientes recibían hidrocortisona y fludrocortisona o placebo durante 7
días. La mortalidad comparativa observada se queda por debajo de las
expectativas que este ensayo multicéntrico había creado. Concretamente, la
administración de hidrocortisona a todo paciente que ingresa en la unidad
con shock séptico no reduce significativamente la mortalidad “intra-UCI”
ni tampoco a los 28 días. Los resultados de este ensayo clínico sugieren
que podría considerarse una estrategia de administración rutinaria
empírica en espera de los resultados de la prueba de estimulación con ACTH,
puesto que en los pacientes sin reserva funcional suprarrenal, o “no
respondedores” (aumento de cortisolemia inferior a 9 µg/dl), se demuestra
una reducción significativa de la mortalidad tanto “intra-UCI”, como a los
28 días. Dos metaanálisis publicados recientemente [34, 35] sobre el uso
de corticoides en la sepsis llegan a similares conclusiones. La eficacia
de este tratamiento depende de la duración, prolongada, y de la dosis,
baja, del corticoesteroide administrado. Actualmente nos encontramos a la
espera de la publicación de los resultados del estudio “CORTICUS”, un
ensayo clínico multicéntrico con administración de hidrocortisona en
pacientes con shock séptico.
Tratamiento de rescate
El planteamiento del tratamiento de rescate tiene la
ventaja teórica de no tratar casos de pacientes que evolucionan
favorablemente en pocos días con el tratamiento convencional, es decir,
antibióticos y medidas de soporte. Asimismo, en pacientes extremadamente
graves en shock refractario a la expansión de volumen y a la infusión de
aminas vasoactivas y que nunca se consiguen estabilizar y fallecen en las
primeras horas de ingreso, probablemente tampoco pueda esperarse un efecto
beneficioso de los corticoesteroides exógenos. La incógnita respecto a
esta actitud expectante es que la sepsis es un proceso dinámico y que
actualmente no disponemos de marcadores que nos permitan decidir el
momento adecuado del comienzo del tratamiento.
La activación intensa y, sobre todo, su persistencia,
de mecanismos celulares que conducen a la trascripción de genes
proinflamatorios es la hipótesis más aceptada actualmente para explicar la
inflamación sistémica que caracteriza a pacientes con SRIS/sepsis y SDMO,
incluido el SDRA. Como ya se ha comentado, el tratamiento de rescate con
6-MP ha sido estudiado en pacientes con SDRA. Varios autores observan una
mejoría significativa de la función respiratoria a lo largo de la primera
semana en relación con la administración prolongada de 6-MP. Biffl y cols.
[31], por ejemplo, han publicado aumentos significativos de la razón PaO2/FiO2
a lo largo de los 7 primeros días de tratamiento esteroideo y una
sorprendente supervivencia del 83% en una serie no controlada de 6
pacientes con SDRA tardío persistente. Meduri y cols. [3] ha realizado el
único ensayo clínico aleatorizado, doble ciego y controlado por placebo en
pacientes con SDRA grave (“lung injury score” igual o superior a 2,5) y
persistente publicado hasta la fecha actual. Sus datos muestran una
mejoría significativa de la función respiratoria asociada a la
administración prolongada (32 días) de 6-MP, así como una reducción
llamativa de la mortalidad al alta de la unidad de cuidados intensivos.
Ningún paciente, 0 de 16, del grupo fallece en la unidad y el 62%, 5 de 8,
del grupo placebo. La mortalidad hospitalaria es de 2 pacientes (12%) y 5
pacientes (62%), respectivamente. El comité de ética local obligó a Meduri
a interrumpir el estudio, ante la significación estadística de sus
resultados y por cumplirse los criterios preestablecidos de parar la
inclusión de pacientes, tras haber estudiado solamente 24 casos, 16
tratados y 8 controles. El pequeño tamaño de esta serie desgraciadamente
reduce el peso de sus resultados. El autor ha publicado recientemente un
resumen de su extensa experiencia sobre la fisiopatología y el tratamiento
del SDRA [36]. Actualmente estamos a la espera de la publicación del otro
ensayo clínico de administración tardía de 6-MP en el SDRA grave, conocido
como “Late Steroid study in ARDS”. Según la
página web del estudio, ya
concluyó la fase de reclutamiento y el manuscrito se encuentra en fase de
publicación.
El SDRA aislado, sin disfunción de otros órganos o
sistemas, es muy poco frecuente. De hecho, el SDMO es una enfermedad que
afecta en grado variable a muchos órganos y sistemas, en la cual el SDRA
es el componente pulmonar. Las principales series que comunican el efecto
de los corticoesteroides en el SDRA [3, 6, 31] todas en realidad describen
pacientes en situación de SDMO. Meduri [3] y Briegel [6] específicamente
comunican mejorías en las puntuaciones MODS [37] y
SOFA [38] de los grupos tratados asociadas a reducciones de la mortalidad.
El defecto principal de los estudios publicados hasta la fecha con
tratamiento de rescate, aunque con resultados muy sugerentes, tienen un
tamaño muestral muy pequeño para permitir recomendaciones generales.
En mi opinión la administración de corticoesteroides en
pacientes con sepsis grave y, especialmente, shock séptico es una
intervención que tiene un trasfondo biológico razonable y resultados
clínicos positivos como para ser considerada en determinados pacientes.
Sin embargo, también parece evidente que quedan algunas incógnitas por
resolver en cuanto a la población, el momento, la duración, la dosis y la
molécula a administrar y que, por lo tanto, representa un territorio de
investigación básica y clínica con muchas incógnitas.
-
Cronin L, Cook DJ, Carlet J, Heyland DK, King D,
Lansang MA et al. Corticosteroid treatment for sepsis: a critical
appraisal and meta-analysis of the literature. Crit Care Med 1995; 23:
1430-1439.
-
Lefering R, Neugebauer EA. Steroid controversy in
sepsis and septic shock: a meta-analysis. Crit Care Med 1995; 23:
1294-1303.
-
Meduri GU, Headley AS, Golden E, Carson SJ, Umberger
RA, Kelso T et al. Effect of prolonged methylprednisolone therapy in
unresolving acute respiratory distress syndrome: a randomized controlled
trial. JAMA 1998; 280: 159-165.
-
Annane D, Sebille V, Charpentier C, Bollaert PE,
Francois B, Korach JM et al. Effect of
treatment with low doses of hydrocortisone and fludrocortisone on
mortality in patients with septic shock. JAMA 2002; 288: 862-871.
-
Bollaert PE, Charpentier C, Levy B, Debouverie M,
Audibert G, Larcan A. Reversal of late septic shock with
supraphysiologic doses of hydrocortisone. Crit
Care Med 1998; 26: 645-650.
-
Briegel J, Forst H, Haller M, Schelling G, Kilger E,
Kuprat G et al. Stress doses of hydrocortisone
reverse hyperdynamic septic shock: a prospective, randomized,
double-blind, single-center study. Crit Care Med
1999; 27: 723-732.
-
Annane D, Bellissant E, Sebille V, Lesieur O, Mathieu B,
Raphael JC et al. Impaired pressor sensitivity
to noradrenaline in septic shock patients with and without impaired
adrenal function reserve. Br J Clin Pharmacol 1998; 46: 589-597.
-
Bellissant E, Annane D. Effect of hydrocortisone on
phenylephrine--mean arterial pressure dose-response relationship in
septic shock. Clin Pharmacol Ther 2000; 68: 293-303.
-
Dellinger RP, Carlet JM, Masur H, Gerlach H, Calandra
T, Cohen J et al. Surviving Sepsis Campaign guidelines for management of
severe sepsis and septic shock. Crit Care Med 2004; 32: 858-873.
-
Meduri GU, Belenchia JM, Estes RJ, Wunderink RG, el
Torky M, Leeper KV, Jr. Fibroproliferative phase of ARDS. Clinical
findings and effects of corticosteroids. Chest 1991; 100: 943-952.
-
Meduri GU, Chinn AJ, Leeper KV, Wunderink RG, Tolley
E, Winer-Muram HT et al. Corticosteroid rescue treatment of progressive
fibroproliferation in late ARDS. Patterns of response and predictors of
outcome. Chest 1994; 105: 1516-1527.
-
Aderem A, Smith KD. A systems approach to dissecting
immunity and inflammation. Semin Immunol 2004; 16: 55-67.
-
Miyake K. Endotoxin recognition molecules, Toll-like
receptor 4-MD-2. Semin Immunol 2004; 16: 11-16.
-
Takeda K, Akira S. TLR signaling pathways. Semin
Immunol 2004; 16: 3-9.
-
Arnalich F,
Garcia-Palomero E, Lopez J, Jimenez M, Madero R, Renart J et al.
Predictive value of nuclear factor kappaB activity
and plasma cytokine levels in patients with sepsis. Infect Immun 2000;
68: 1942-1945.
-
Foulds S, Galustian C, Mansfield AO, Schachter M.
Transcription factor NF kappa B expression and postsurgical organ
dysfunction. Ann Surg 2001; 233: 70-78.
-
Keh D, Boehnke T, Weber-Cartens S, Schulz C, Ahlers O,
Bercker S et al. Immunologic and hemodynamic
effects of "low-dose" hydrocortisone in septic shock: a double-blind,
randomized, placebo-controlled, crossover study. Am J Respir Crit Care
Med 2003; 167: 512-520.
-
Lauzurica P, Martinez-Martinez S, Marazuela M, Gomez
dA, Martinez C, Sanchez-Madrid F et al. Pyrrolidine dithiocarbamate
protects mice from lethal shock induced by LPS or TNF-alpha. Eur J
Immunol 1999; 29: 1890-1900.
-
Cuzzocrea S, Rossi A, Pisano B, Di Paola R, Genovese T,
Patel NS et al. Pyrrolidine dithiocarbamate
attenuates the development of organ failure induced by zymosan in mice.
Intensive Care Med 2003; 29: 2016-2025.
-
Bamberger CM, Schulte HM, Chrousos GP.
Molecular determinants of glucocorticoid receptor
function and tissue sensitivity to glucocorticoids. Endocr Rev 1996; 17:
245-261.
-
Meduri GU, Carratu P, Freire AX. Evidence of
biological efficacy for prolonged glucocorticoid treatment in patients
with unresolving ARDS. Eur Respir J Suppl 2003; 42: 57S-64S.
-
Franchimont D, Kino T, Galon J, Meduri GU, Chrousos
G. Glucocorticoids and inflammation revisited: the state of the art. NIH
clinical staff conference. Neuroimmunomodulation 2002; 10: 247-260.
-
Thompson JE, Phillips RJ, Erdjument-Bromage H, Tempst
P, Ghosh S. I kappa B-beta regulates the persistent response in a
biphasic activation of NF-kappa B. Cell 1995; 80: 573-582.
-
Pahl HL. Activators and target genes of Rel/NF-kappaB
transcription factors. Oncogene 1999; 18: 6853-6866.
-
Lawrence T, Gilroy DW, Colville-Nash PR, Willoughby
DA. Possible new role for NF-kappaB in the resolution of inflammation.
Nat Med 2001; 7: 1291-1297.
-
Zhong H, May MJ, Jimi E, Ghosh S. The phosphorylation
status of nuclear NF-kappa B determines its association with CBP/p300 or
HDAC-1. Mol Cell 2002; 9: 625-636.
-
Karin M, Lin A. NF-kappaB at the crossroads of life
and death. Nat Immunol 2002; 3: 221-227.
-
Senftleben U, Li ZW, Baud V, Karin M. IKKbeta is
essential for protecting T cells from TNFalpha-induced apoptosis.
Immunity 2001; 14: 217-230.
-
Annane D, Sebille V, Troche G, Raphael JC, Gajdos P,
Bellissant E. A 3-level prognostic classification in septic shock based
on cortisol levels and cortisol response to corticotropin. JAMA 2000;
283: 1038-1045.
-
Hinshaw LB, Archer LT, Beller-Todd BK, Benjamin B,
Flournoy DJ, Passey R. Survival of primates in lethal septic shock
following delayed treatment with steroid. Circ Shock 1981; 8: 291-300.
-
Biffl WL, Moore FA, Moore EE, Haenel JB, McIntyre RC,
Jr., Burch JM. Are corticosteroids salvage therapy for refractory acute
respiratory distress syndrome? Am J Surg 1995; 170: 591-595.
-
Meduri GU, Tolley EA, Chrousos GP, Stentz F.
Prolonged Methylprednisolone Treatment Suppresses Systemic Inflammation
in Patients with Unresolving Acute Respiratory Distress Syndrome.
Evidence for inadequate endogenous glucocorticoid secretion and
inflammation-induced immune cell resistance to glucocorticoids.
Am J Respir Crit Care Med 2002; 165: 983-991.
-
Briegel J, Kellermann W, Forst H, Haller M, Bittl M,
Hoffmann GE et al. Low-dose hydrocortisone
infusion attenuates the systemic inflammatory response syndrome. The
Phospholipase A2 Study Group. Clin Investig 1994; 72: 782-787.
-
Annane D, Bellissant E, Bollaert PE, Briegel J, Keh
D, Kupfer Y. Corticosteroids for severe sepsis and septic shock: a
systematic review and meta-analysis. BMJ 2004; 329: 480-488.
-
Minneci PC, Deans KJ, Banks SM, Eichacker PQ,
Natanson C. Meta-analysis: the effect of steroids on survival and shock
during sepsis depends on the dose. Ann Intern Med 2004; 141: 47-56.
-
Meduri GU. Levels of evidence for the pharmacologic
effectiveness of prolonged methylprednisolone treatment in unresolving
ARDS. Chest 1999; 116: 116S-118S.
-
Marshall JC, Cook DJ, Christou NV, Bernard GR, Sprung
CL, Sibbald WJ. Multiple organ dysfunction score: a reliable descriptor
of a complex clinical outcome. Crit Care Med 1995; 23: 1638-1652.
-
Vincent JL, Moreno R, Takala J, Willatts S, De
Mendonca A, Bruining H et al. The SOFA (Sepsis-related Organ Failure
Assessment) score to describe organ dysfunction/failure. On behalf of
the Working Group on Sepsis-Related Problems of the European Society of
Intensive Care Medicine. Intensive Care Med 1996; 22: 707-710.
Miguel Sánchez García
Hospital
"Príncipe de Asturias", Alcalá de Henares, Madrid
©REMI,
http://remi.uninet.edu. Junio 2005.
Palabras clave:
Sepsis grave, Shock séptico, SDRA, Corticoides.
Busque en REMI con Google:
Envía tu comentario para su
publicación |
|
|