Resucitación: una disciplina en continuo avance
La resucitación, a pesar
de ser una disciplina relativamente reciente, está de continua
actualidad, dedicándole las revistas médicas de mayor impacto un
porcentaje importante de sus espacios. La trascendencia del paro
cardiaco ha provocado el desarrollo de innumerables estudios de
investigación tratando de mejorar los resultados de esta patología.
En este año 2010 se
conmemoran dos acontecimientos dignos de resaltar, como el 50
aniversario de la publicación del método de masaje cardiaco externo por
Kouwenhoven y col. [1] y el 25 aniversario de la puesta en marcha en
España por el Plan Nacional de RCP de la SEMICYUC de los primeros
cursos reglados de formación en resucitación dirigidos a profesionales
sanitarios. Pero también en este 2010 se publicarán las nuevas
recomendaciones internacionales sobre resucitación, que marcarán el
futuro de la misma, tanto en el ámbito de la formación y el
entrenamiento, como de la organización de su atención, de su mismo
tratamiento y de la propia investigación que se genere.
La reciente publicación
de dos artículos en New England Journal of Medicine [2, 3] y los
posteriores comentarios en REMI [4, 5], sobre sendos ensayos clínicos
comparando la eficacia de las maniobras de masaje cardiaco con o sin
respiraciones de rescate, es una buena oportunidad para destacar
algunos aspectos que probablemente se vean reflejados en las nuevas
recomendaciones, próximas a publicar y que resaltan cambios importantes
en los conceptos de la disciplina.
Ambos estudios vienen a
confirmar diversos aspectos respecto al paro cardiaco súbito
extrahospitalario (PCEH), que estudios previos habían destacado. Por un
lado, la importancia de la intervención de los testigos del PCEH, tanto
en cuanto a la correcta detección de la situación, la alerta a los
Servicios de Emergencias Médicas (SEM) y la realización de maniobras de
RCP básica. Por otro, la definitiva relevancia de la correcta y
protocolizada actuación de los “reguladores” de la llamada telefónica
al SEM, en su importante papel de detectar de forma correcta la
situación de las víctimas y de influir en la actuación de los testigos
guiando incluso las maniobras que hayan de realizar [6, 7]. Desde su
creación en 1991 por la American Heart Association (AHA), la cadena de
supervivencia con sus cuatro eslabones [8] ha sido un elemento
fundamental que concentra los elementos fundamentales para mejorar la
supervivencia del PCEH. Pero con el paso del tiempo el contenido de los
eslabones se ha ido modificando de forma que el primer eslabón de
simple alerta o llamada de emergencia ha pasado a contener medidas de
detección temprana del paciente en riesgo, y lo que es más importante,
a
dar una relevancia a la labor del SEM en lo referente a la regulación
de las llamadas de testigos del PCEH. Esta labor de regulación de las
llamadas de alerta se ha llegado a proponer como un área científica
específica dentro de la resucitación [9].
Los resultados de estos
estudios resaltan también la importancia de la realización de maniobras
de RCP por los testigos del paro cardiaco y cómo con la utilización de
solo compresiones torácicas la supervivencia no es inferior a
realizarlas acompañadas de ventilaciones boca a boca, lo que puede
facilitar una mayor intervención de dichos testigos que finalmente
conduzca a mayores tasas de supervivencia. Recientemente se han
presentado los resultados de un estudio en los que la realización de
solo compresiones torácicas en casos de paro cardiaco de origen no
cardiaco puede facilitar la intervención como reanimadores de los
testigos y mejorar la supervivencia [10]. Estos resultados no se han
confirmado en niños con PCEH, en los que dado que las causas del mismo
se deben generalmente a causas no cardiacas, parecen necesarias las
ventilaciones junto con las compresiones torácicas [11, 12].
Aprovechando esta
oportunidad de repasar la actualidad de la resucitación es obligado, de
forma breve, resaltar los aspectos más importantes que probablemente
las nuevas recomendaciones desarrollen respecto a tres áreas
importantes, como son: la formación, la organización de la atención al
paro cardiaco y finalmente el propio tratamiento del mismo.
En relación a la
formación y el entrenamiento es evidente la necesidad de potenciar la
formación de todos los ciudadanos en el conocimiento del paro cardiaco,
los signos premonitorios del mismo y la necesidad de la activación
temprana de los SEM, junto con la realización de maniobras de RCP hasta
la llegada de los efectivos de dichos servicios. Aunque la formación
deberá incluir las compresiones torácicas y las ventilaciones boca a
boca, es de destacar que la RCP con solo compresiones torácicas no
parece ofrecer peores resultados, en cuanto a supervivencia, que la
realización de compresiones y ventilaciones, facilitando por tanto los
intentos de resucitación por los testigos de un paro cardiaco. Por otro
lado, la formación de los equipos profesionales de resucitación deberá
orientarse a nuevas habilidades no solo técnicas en la realización de
la RCP, sino a otras como el trabajo en equipo y el liderazgo de los
reanimadores.
Respecto a la
organización de la atención al paro cardiaco, creo necesario resaltar
tres aspectos que deberían desarrollarse. En primer lugar y como se ha
destacado anteriormente, la intervención de los centros reguladores de
las llamadas al SEM alertando de posibles casos de paro cardiaco. Es
necesario un adecuado interrogatorio de las personas que alerten del
evento, con protocolos claros que aseguren la situación de paro
cardiaco y proporcionen al mismo tiempo una adecuada ayuda telefónica
para la realización de las maniobras de RCP básica [7]. En segundo
lugar, estará el desarrollo de los programas de acceso público a
desfibrilación [13], de reconocida eficacia y para los que resultará
absolutamente necesaria la sensibilización de las autoridades
legislativas, la limitación de trabas administrativas para la
instalación en espacios públicos de los desfibriladores semiautomáticos
y lo que resulta de mayor importancia, el conocimiento de las áreas
públicas y residenciales donde se produzca el PCEH con mayor
frecuencia, a fin de orientar la instalación de los DEA [14-16].
Finalmente, es necesario destacar que deberán desarrollarse en todos
los hospitales protocolos adecuados de atención al paciente resucitado
de un paro cardiaco [17], y llegar incluso a la creación de centros
regionales de referencia para la atención de estos pacientes [18, 19].
En lo que respecta al
propio tratamiento del paro cardiaco, debe ir orientado a conseguir que
en todos los casos en que se apliquen maniobras de resucitación, se
lleve a cabo lo que se denomina “RCP de calidad”, que consiste
fundamentalmente en adecuadas compresiones torácicas en cuanto a
fuerza, profundidad y frecuencia, permitir la descompresión completa
del tórax entre compresiones, evitar la hiperventilación y la
hiperoxigenación [20, 21] y lo que parece más relevante, la mínima
interrupción en la realización de las compresiones torácicas. Así
mismo, deben establecerse claramente dos aspectos de suma importancia
en los casos de paro cardiaco sometido sin éxito a maniobras de
resucitación. Por un lado, disponer de protocolos claros para cesar en
las maniobras de RCP en casos no presenciados [22] y que durante el
proceso no hayan presentado ritmos desfibrilables o retorno a la
circulación espontánea. Por otro, es absolutamente necesario establecer
de forma uniforme los criterios de muerte tras RCP ineficaz, y que
deberán concretarse en la observación durante 5 minutos de las víctimas
tras el cese de las maniobras de RCP, manteniendo la monitorización ECG
si se ha establecido y la comprobación de ausencia de conciencia,
respiración y pulso [23].
En resumen, una
formación adecuada y generalizada de la población, el liderazgo social
de los profesionales sanitarios, la calidad de la RCP, la
implementación de protocolos de regulación de las llamadas al SEM y de
cuidados post-paro cardiaco, y en definitiva el establecimiento de una
cultura de excelencia en la aplicación de la resucitación, serán
elementos fundamentales para mejorar en un futuro la supervivencia del
paro cardíaco [24-28]. Esperamos con impaciencia la aparición de las
nuevas recomendaciones sobre resucitación, para ver confirmados por la
opinión de los expertos de las sociedades internacionales todos los
matices anteriormente referidos y marcar en los próximos años las
líneas de desempeño y de formación en el campo de la resucitación.
Juan
B. López Messa
Servicio de Medicina Intensiva
Complejo Asistencial de
Palencia
Consejo Español de RCP
Comité Directivo PNRCP. SEMICYUC
©REMI, http://remi.uninet.edu.
Agosto 2010.
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Palabras clave: Paro cardiaco, Resucitación
cardiopulmonar, Compresiones torácicas, Organización, Sistema de
emergencias médicas.
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