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El tratamiento de la CID es muy controvertido y a esta controversia
se
añade la confusión y la especulación. En general,
existe una percepción global de que la terapéutica es a menudo
fútil, y la mayoría de los comentarios
publicados, están basados sobre tradiciones más que sobre
hechos, y en emociones más que en juicios clínicos 4,
27, 28 . La controversia
nace también de la falta de estudios controlados, de extremada dificultad
en su confección, debido a la gran variedad de mecanismos iniciadores,
presentaciones clínicas y grados de gravedad. Así una conducta
terapéutica puede ser eficaz para una etiología particular
pero no para otras, e incluso la terapia cambia, dependiendo de si la manifestación
más grave es la hemorragia o la trombosis.
Hay una serie de puntos de consenso en el tratamiento de la CID pero
las
decisiones terapéuticas deben ser individualizadas a cada caso,
tras cuidadosa
consideración del mismo (tabla
8).
La base fundamental del tratamiento de la CID es un programa de 5 puntos:
1) Eliminar el proceso precipitante, 2) minimizar la afección local,
3) detener la actividad proteolítica, 4) reponer los componentes
deplecionados, 5) soporte vital de órganos afectados.
1.—Eliminación del proceso precipitante. La supervivencia
del paciente
con CID depende de la eliminación del desencadenante de la coagulopatía.
La causa más común de CID en el paciente crítico es
la infección y la sepsis. El foco debe ser drenado y la infección
tratada con antibióticos adecuados. Las dehiscencias de sutura en
la cirugía gastrointestinal deben ser reparadas de inmediato. La
endotoxina es probablemente el agente etiológico más frecuente
en la CID. Su eliminación por plasmaféresis, neutralización
por suero inmune, anticuerpos monoclonales, o la retirada selectiva de
endotoxina con hemoperfusión con Polimixina B, pueden ser una importante
labor para investigaciones futuras 113, 114,
115, 116 .
Las fracturas deben ser estabilizadas, los tejidos desvitalizados o
necróticos retirados, los restos placentarios y amnióticos
legrados, e incluso en los casos más graves se debe realizar histerectomía
radical, etc. Esto puede ser a veces suficiente para mejorar una situación
de CID que atenta contra la vida.
2.—Minimizar la afección local (lesión endotelial).
El proceso inflamatorio local debe ser parado. La regla básica en
el tratamiento del shock
es la restauración de la microcirculación. El reemplazamiento
de fluidos
y la vasodilatación con adecuada oxigenación tisular,
son la piedra angular
de la terapéutica, ya que restaurarán las funciones inhibitorias
de los sistemas de coagulación (PC, TRM, AT-III...)117,
118, 119, 120
. La corrección
de la activación proteolítica local y de la liberación
precoz de mediadores inflamatorios por medios farmacológicos, pueden
ser medidas de ayuda.
Diversos Ac monoclonales o inhibidores de índole farmacológica
contra la TNF, IL-ILra-1, FAP,FT, y demás mediadores están
en curso de estudio, alguno de ellos con resultados alentadores 120,
121, 122, 123,
124, 125, 126,
127 .
3.—Detener la actividad proteolítica. Ya hemos
dicho que la complejidad
de la enfermedad hace casi imposible plantear buenos estudios clínico
terapéuticos. La inhibición de la TB ha sido desde hace
mucho tiempo el mayor pilar del tratamiento de la CID, y por lo tanto,
la Heparina la droga más ampliamente usada.
En modelos experimentales la heparina es beneficiosa cuando se da a
animales antes de inducir la CID pero no después. En la mayoría
de las circunstancias clínicas el enfermo con CID es visto cuando
el proceso está ya bien establecido, y por tanto es de esperar que
la heparina sea inefectiva. Las indicaciones para el tratamiento con heparina
y las dosis requeridas no están establecidas, y ninguno de los trabajos
publicados han demostrado una reducción de la mortalidad en pacientes
tratados con heparina 24, 128
. Por contra, la administración de la heparina puede agravar seriamente
la hemorragia de muchos pacientes. Otro argumento contra el uso de la heparina,
es su dudosa eficacia en casos de deficiencias de AT-III. Un recuento de
plaquetas bajo, puede por otra parte causar hipersensibilidad a Heparina.
Independientemente de estas consideraciones, algunos autores han demostrado
que la administración de heparina es beneficiosa en algunas
categorías de CID aguda y crónica. Incluyendo Púrpura
Fulminante,
Leucemia Promielocítica Aguda, síndrome de “feto muerto”
(en el momento
de la evacuación), y aneurisma de aorta (previa a la resección).
También
está indicada en el tratamiento de las complicaciones troboembólicas
en grandes vasos, y antes de la cirugía en los enfermos con carcinomas
metastásicos. La heparina puede ser también útil,
en los casos en que la reposición de los componentes de coagulación
falla para detener una hemorragia masiva o para incrementar los niveles
de factores hemostáticos.
Indicaciones menos establecidas de la heparina incluyen, necrosis de
la piel, gangrena de partes acras, aborto séptico, hemólisis
postransfusión de sangre no compatible, y embolismo de líquido
amniótico.
La heparina será usada con mucha cautela en las condiciones clínicas
citadas en el párrafo anterior. En ausencia de trombosis de grandes
vasos una dosis de 5-10 ui/Kg/h puede ser efectiva, escalando dosis si
no se obtiene respuesta aunque las dosis altas de heparina en pacientes
con CID están asociadas con un alto riesgo de sangrado, y en la
mayoría de los casos su valor terapéutico es cuestionado.
Una excepción es el paciente con CID crónica y trombosis
de grandes vasos (Síndrome de Trouseau) en los que la heparina será
dada en dosis suficientes para alargar el TTPa al menos a 1.5 veces el
tiempo control. Por último, recientemente han aparecido en la literatura,
estudios con buenos resultados en series de pacientes con CID, tratados
con heparina de bajo peso molecular 112,
129 .
La infusión de inhibidores naturales de la TB tales como la AT-III
y la PC con o sin heparina es otra modalidad terapéutica ensayada,
117, 130, 131,
132 . En un modelo animal de sepsis, la AT-III
administrada antes de la endotoxina previene la CID y mejora la mortalidad
de los animales. No obstante, la supervivencia no mejora si la AT-III se
da después de la endotoxina. Esto puede explicar la disparidad de
resultados en los estudios clínicos limitados que han sido hechos
hasta ahora 133 .
Independientemente de ello, una aparente reducción en la mortalidad
asociada a la resolución de CID, en pacientes tratados con infusión
de
concentrados de T-III, indica que está justificado un gran estudio
multicéntrico para determinar si el tratamiento con AT-III está
indicado
y cuando hacerlo 134, 135,
136, 137 .
La infusión de PC ha mostrado pocos efectos benéficos
en un modelo animal de sepsis y CID, pero su efecto en humanos aún
no ha sido establecido 91, 136,
137 .
Los inhibidores sintéticos de las serinproteasas, Gabexate mesilato
34, 111 , y
Nafamostast mesilate 19 , han sido usados
en el tratamiento de enfermos con CID, con aparentes buenos resultados.
Estos preparados tienen ventaja con respecto a la heparina en cuanto que
no dependen para su acción de los niveles de AT III del paciente,
pero presentan el inconveniente de inhibir la PLM y por tanto, favorecer
la trombosis en la microcirculación.
Otros inhibidores naturales, como el C1-INH, la alfa-1-AT de Pittsburg,
el FTPI y la r-TRM, han probado efectos beneficiosos tanto en estudios
animales como en humanos 17, 45,
88, 138, 139,
140 . Fourrier y cols.136
, abogan por la combinación de una terapia sustitutiva. Desde un
punto de vista
teórico tal suplementación múltiple puede combinar
inhibidores de la vía
intrínseca (C1-INH), de la extrínseca (TFIP o monoclonal
anti-TF) y de
la generación de TB (AT-III o PC/PS). El alto costo de este
tratamiento
limita claramente su uso, aunque ensayos clínicos bien diseñados
pueden
ser la clave en el uso de estos preparados.
Los pacientes con CID no serán tratados con agentes antifibrinolíticos
tipo Ac.épsilon-amino-capróico o Ac Tranexámico,
ya que la inhibición de la fibrinolisis favorece los fenómenos
de microtrombosis. Una situación diferente es la de los pacientes
con CID acompañada de Fibrinolisis primaria, como son los casos
de Leucemia Promielocítica aguda, hemangiomas gigantes, golpe de
calor, embolismo de líquido amniótico, y carcinoma metastásico
de próstata. En estos casos el uso de antifibrinolíticos
puede ser considerado cuando: 1) el paciente sangra profusamente y no responde
a la terapia de reemplazamiento, 2) se observa fibrinolisis excesiva (lisis
del coágulo rápida o un tiempo de lisis de euglobulinas muy
corto). En estos casos el uso de antifibrinolíticos, será
precedido de la reposición de factores de coagulación y del
uso de heparina en perfusión continua. Al contrario, varios estudios
experimentales demuestran la efectividad del rt-PA o la UK en modelos de
shock séptico experimental, en cuanto a disminución de la
mortalidad y de los
trastornos de la hemostasis se refiere 6,
141, 142 .
4.—Reposición de los componentes deplecionados.
La noción de que la terapia de reemplazamiento en la CID es “echar
leña al fuego” no ha sido
nunca probada, y la reposición con plasma fresco o crioprecipitados,
aporta
tanto factores coagulantes, como los anticoagulantes naturales e inhibidores
de las serin-proteasas. Concentrados de plaquetas, crioprecipitados,
plasma
fresco congelado, contienen los factores hemostáticos comúnmente
deplecionados en la CID. La transfusión de componentes sanguíneos
se hará exclusivamente cuando el paciente esté sangrando
y tenga un diagnóstico
establecido de CID, con factores hemostáticos bajos. También
son subsidiarios de este tratamiento, los pacientes en preparación
para cirugía de
urgencia, y los pacientes con traumatismos craneoencefálicos
graves con signos de CID. La terapia de reemplazamiento de la Trombocitopenia
consiste en la infusión de concentrado de plaquetas, la de reemplazamiento
del FIB (cifras < 100 mgr/dl) se puede hacer con crioprecipitado, y
la terapia de reemplazamiento para un TP alargado debido a la deficiencia
de factores, se realizará con plasma fresco. La terapia de reemplazamiento
puede ser necesaria repetirla cada 6-8 horas, con ajuste de la dosis dependiendo
del recuento de plaquetas, TP, TTPa, niveles de FIB, y estado de hidratación.
La
reposición será parada, tan pronto como se alcancen valores
de los parámetros hemostáticos cercanos a la normalidad.
No hay que olvidar que la transfusión de hemoderivados, implica
el riesgo de la sobrecarga de volumen y la transmisión de enfermedades
víricas 129, 143,
144, 145, 146,
147, 148 .
Algunos autores recomiendan el aporte empírico de Vitamina K
y
de Ácido Fólico ya que pueden existir deficiencias en
la mayoría de los
casos 2, 4,
7 .
5.—Soporte vital de órganos afectados. La cuidadosa
monitorización
de las funciones demodinámicas pulmonares y renales, facilitarán
la pronta
institución de medidas de soporte, tales como drogas inotropas
para
mantener el gasto cardiaco, restablecimiento del equilibrio hidroelectrolítico
y ácido-base, etc. Cualquier órgano que falle necesitará
soporte. En caso de SDRA, la institución lo más precoz posible
de tratamiento con respiración mecánica, y suplemento de
Oxígeno, limpieza del árbol bronquial de secreciones, y PEEP
son partes del óptimo cuidado de estos enfermos. La Hipertensión
pulmonar debe ser evitada. El fracaso renal agudo se tratará con
hemofiltración o hemodiálisis
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