Ante un paciente con dolor torácico sugerente de ser isquémico, de más de 30 minutos, con alteraciones en el ECG, y que no cede con la nitroglicerina sublingual, hay que decidir de forma rápida, si debemos administrar el tratamiento fibrinolítico (si no tenemos sistema de angioplastia inmediata). Para facilitar esta toma de decisión, el Grupo Ariam ha diseñado un sistema de prioridades que permite dividir a este tipo de pacientes en tres grupos bien definidos.

Prioridad I: Aquellos pacientes en los que la fibrinolisis está claramente indicada, donde es más beneficiosa, hay  bajo riesgo hemorrágico y por tanto no hay justificación para la demora.

Prioridad II: Estos pacientes necesitan de una valoración previa del riesgo del tratamiento fibrinolítico frente a su potencial beneficio. También se incluyen los pacientes que presentan una situación hemodinámica inestable que es necesario controlar.

Prioridad III: Incluye a pacientes en los que la fibrinolisis no está indicada, hay contraindicación para hacerla, no otorgan el consentimiento o se opta por otra opción de revascularización distinta de la fibrinolisis.

La priorización se realiza con una pequeña historia clínica dirigida, una mínima interpretación del ECG, un listado de contraindicaciones absolutas y relativas para fibrinolisis y las constantes más sencillas como TA y FC.

Se han diseñado de esta forma para que incluso personal paramédico pueda priorizar a estos pacientes. Hablamos siempre  de Síndrome Coronario Agudo, porque para el diagnóstico definitivo necesitaremos los datos enzimáticos y el ECG final y en los momentos iniciales, estos no son necesarios para iniciar una terapia fibrinolítica.

 

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