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Gloria Forés
Moreno
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Baldomero
Jimeno Torres: "Deterioro de la Medicina Intensiva"
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María José
Linares Gil: "No siempre el enemigo viene de fuera"
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Joan Cardona
Peretó
-
Luis
Alberto Ceruto Santander: "Comentario de un cubano"
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Vicente
Gómez Tello: "Sí, pero con autocrítica"
-
Juan
Carlos Montejo González
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Eduardo
Mora
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Eduardo Palencia Herrejón:
"Autocrítica sí, autoestima también"
-
Carlos
Antón Tomás
-
Patricia
Santa Teresa Zamarro
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Alejandro
F. Luque Coqui
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Carmen Gomar
-
Concepción Madurga Gil:
"Cuidados críticos"
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Beatriz
Sánchez Artola: "Realización armónica, pero sin supresiones"
-
Jose Manuel
Añón Elizalde
Comentario nº 1: Gloria Forés
Moreno
Soy médico anestesista, dedicada desde hace años a la
atención al paciente crítico, en unidades gestionadas por anestesia. Las
reflexiones hechas en este foro sobre la especialidad de intensivos, sobre
su futuro y sobre todo, sobre su pugna con otras especialidades,
especialmente la mía, me producen un profundo pesar.
Primero porque tengo buenos amigos en intensivos,
segundo porque tengo buenas relaciones personales y profesionales con mis
compañeros intensivistas del hospital y tercero, porque duele ver como un
colectivo de especialistas, muy capacitados y con muchos años de
formación, se sienten amenazados.
Sin embargo, no puedo estar de acuerdo con afirmaciones
como el "robo de cartera de servicios" al referirse al control
del postoperatorio de pacientes de alto riesgo o pacientes
politraumatizados. Nuestra formación como especialistas también nos
capacita para realizar estas funciones, que por otro lado, están
reconocidas en la ley de especialidades, como parte de nuestra
capacitación profesional. Y desde mucho antes que surgiera la especialidad
de Medicina Intensiva.
Por otro lado, me gustaría aclarar que en ningún foro
de Anestesia-Reanimación al que haya asistido, y ya he asistido a muchos,
he oído nunca expresiones de desprecio hacia la especialidad
de Intensivos. Y ni mucho menos es un tema que se aborde en nuestros
congresos. Para bien o para mal, tenemos muy claro donde estamos, cuales
son nuestras competencias y nuestras capacitaciones y nuestros
representantes en cada área de la especialidad intentan ir modelando
nuestra formación y la estructura de nuestros servicios, con el fin
de adaptarse a los cambios que las nuevas formas de gestión hospitalaria
exigen.
La especialidad de Intensivos intenta crecer, ampliando
su actividad en diferentes campos, todos aquéllos donde un paciente
desarrolle o esté en riesgo de desarrollar una situación crítica; esto es
comprensible y lícito. Sin embargo, casi todas las situaciones críticas
tienen un substrato patológico de base, la mayoría de las veces
encuadrable en algún órgano o sistema, del que también entienden otros
especialistas.
Esta última reflexión intenta defender la teoría del
conocimiento compartido. No me gusta pensar que el saber es poder, creo
que el saber, el de todos, ha de estar al servicio del paciente y si esto
es así, es fácil entender cómo los conocimientos de diferentes
profesionales pueden solaparse, ¡pero nunca entrar en pugna!. En sumar y
no en dividir deberíamos centrar nuestros esfuerzos, en beneficio de todos
y fundamentalmente del paciente. No confundamos nuestro principal objetivo
como médicos.
Una última reflexión; a veces cuando la preocupación
atenaza, se pierde la objetividad, y se acusa de pasividad a unos y de
conductas agresivas a otros, dando la impresión de una situación de
"alerta roja". Como observador externo a la especialidad de Intensivos
creo que no es precisamente pasiva la actitud de la SEMICYUC. Pero supongo
que como el resto de las sociedades científicas han de velar por lo suyo
en el marco de la legalidad. Y como observador interno desde la
especialidad de Anestesia-Reanimación, nadie agrede a nadie, simplemente
nos dedicamos a ejercer las tareas para las que nos hemos formado.
La adaptación a los cambios unas veces es difícil y
otras hasta dolorosa, pero oponerse a ellos rara vez proporciona el éxito.
Gloria Forés Moreno
Servicio de Anestesia y Reanimación.
Hospital Gregorio Marañón, Madrid
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Deterioro de la Medicina Intensiva
Comentario nº 2:
Baldomero Jimeno Torres
Me llama la atención en su carta la
advertencia de que, como en otros campos, en los servicios especiales de
112 de algunas Comunidades Autónomas se valore exactamente igual nuestra
especialidad que otras especialidades, como son la cardiología, la
traumatología, la medicina de familia. Pero ésto no nos debe sorprender,
pues hemos permitido que se consagre a nivel nacional. Como médico
intensivista fue enorme mi sorpresa cuando, en la OPE extraordinaria, en
las plazas de Facultativos de Urgencias de Atención Primaria la única
especialidad a la que se reconocía 16 puntos era la de Medicina de
Familia. Somos pocos los Intensivistas en los antiguos Servicios 061,
actuales 112, pero la mayoría hemos realizado numerosas clases
teórico-prácticas para nuestros compañeros, incluidos los médicos de
Familia, que reconocían nuestra mayor preparación en diversas técnicas,
como vías centrales, diagnostico y tratamiento de arritmias, utilización
de fibrinolíticos, etc., tan necesarias en nuestras actuaciones.
Quizás todavía no sea tarde, pero hemos
visto cómo nuestra sociedad científica no ha reivindicado la medicina de
urgencias y emergencias extrahospitalaria, un ejemplo más de posiciones
acomodadas y desidia que llevará a nuestra especialidad a su desaparición.
Creo sinceramente, que debemos unificar
nuestro esfuerzos y reivindicar los numerosos campos de la medicina actual
donde nuestra formación y preparación nos hacen ser de los profesionales
mejor cualificados: posoperatorios críticos, urgencias, emergencias
extrahospitalarias.
Baldomero Jimeno Torres.
Doctor en Medicina y Cirugía. Médico Especialista en Medicina Intensiva.
Emergencias Sanitarias de Extremadura 112.
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No siempre
el enemigo viene de fuera
Comentario nº 3: María José Linares Gil
Apreciado compañero servidor de la
sanidad pública española,
He leído tu carta con detenimiento y me
llama la atención la fijación de algunas personas pertenecientes a vuestro
colectivo en querer ver al anestesiólogo-reanimador y terapeuta del dolor
(históricamente internista-intensivista del paciente quirúrgico y paciente
en situación crítica de emergencia) como vuestro enemigo, y no analizar en
profundidad los problemas inherentes a vuestra especialidad y la inclusión
de España en la comunidad internacional después de 40 años de dictadura
franquista (CEE) (España no iba a ser diferente "in eternis").
Vuestros problemas no tienen nada que
ver con nosotros, los anestesiólogos, que asumimos nuestro trabajo con
dignidad y responsabilidad, razón por la cual la necesidad de salas de
reanimación postquirúrgicas o de cuidados intensivos quirúrgicos como
prefieras llamarlos, existentes en toda E uropa y América y necesarias
para realizar nuestro trabajo correctamente y de forma ética.
Quizás desconozcas nuestro trabajo y es
por eso que nos ataques, dedicaré algo más de tiempo en explicartelo:
-
Los Anestesiólogos somos médicos.
-
Hemos accedido a la especialización
mediante examen MIR.
-
Durante los 4 años en mi caso 4 años y
3 meses de prórroga nos hemos especializado en anestesiología,
reanimación y terapéutica del dolor en mi caso de los 4 años roté
durante 4 meses por la UCI postquirúrgica (muy bien llevada por
intensivistas que no desconocían nuestro trabajo y de los cuales tengo
un grato recuerdo).
-
Las situaciones de urgencia inmediata
siempre eran atendidas bien por anestesiólogos o intensivistas,
dependiendo de las unidades y de cada hospital.
-
Nosotros somos responsables junto al
especialista quirúrgico de la preparación preoperatoria, en nuestro caso
nos responsabilizamos de compensar las enfermedades asociadas del
paciente en el caso de que no lo estén, no dudamos de consultar si
tenemos alguna duda con los especialistas que creamos pertinentes.
-
Tenemos responsabilidad compartida con
el especialista quirúrgico de las condiciones en que sometemos al
paciente a la intervención quirúrgica, información al paciente y su
familia de los riesgos anestésico-quirúrgicos, del tipo de anestesia y
cuidados postoperatorios que va a necesitar y del pronóstico de nuestra
actuación.
-
No sé si sabes que nuestro trabajo no
acaba con la salida del paciente del quirófano, también nos encargamos
del alta de la sala de reanimación a la planta lo cual se tiene que
realizar en las condiciones adecuadas de estabilidad cardiocirculatoria
y respitatoria, que en ciertos pacientes requiere más tiempo del
habitual, a veces días.
-
Tambien nos encargamos de la analgesia
postoperatoria mediante bombas de PCA en la cirugía que está indicada,
siendo fundamental para la correcta recuperación del paciente en
condiciones de bienestar.
-
Tratamos las posibles complicaciones
que puedan derivar del ejercicio de nuestro trabajo.
-
Y por último somos protagonistas en
las unidades del dolor crónico.
No sé si después de leer un somero
resumen de lo que supone nuestro trabajo diario que ejercemos con orgullo
y dignidad sigues opinando que somos tus enemigos.
Quizás si el tiempo que dedicas a
meterte con los anestesiólogos (yo lo interpreto como prepotente) lo
dedicaras a analizar fríamente cuál es el problema de vuestra especialidad
y cuál es la solución de futuro, sacarías mejores conclusiones y no solo
no te meterías con nuestro colectivo y nuestra sociedad, sino que seguro
que alentarías a tus compañeros al diálogo y no a la guerra. Pactar
siempre es mejor que cualquier guerra.
Un saludo cordial,
María José Linares Gil
Especialista en Anestesiologia Reanimación y Terapeútica del dolor
Hospital de Viladecans, Barcelona
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Comentario nº 4:
Joan Cardona Peretó
He leído tu carta abierta, y comprendo
tus tribulaciones, pero debo puntualizar una serie de cosas:
Pertenezco a la SEDAR y a la SEMICYUC. Desde
hace muchos años me dedico indistintamente a la atención tanto de los
enfermos críticos de todas las categorías como a la anestesia en
quirófano.
No es cierto que los intensivistas solos
seáis los poseedores del pozo de la ciencia, debo recordarte que antes de
la aparición de la Medicina Intensiva en España, ya habían servicios
de Anestesia que cuidaban de los enfermos críticos. Nunca han dejado
de hacerlo, esto no es una cuestión nueva, aunque evidentemente
hemos aumentado nuestra presencia en el sector. Por otra parte
legalmente estamos perfectamente capacitados para ello, y nuestros
resultados asistenciales son impecables y por supuesto en muchos casos muy
por encima del nivel medio de UCIS de M.I., entre otras cosas porque
hemos trabajado para ello, cuando vosotros pensábais que lo teníais
todo amarrado. A nivel de formación sí que reconocemos que
nuestros residentes deben mejorar en algunos aspectos muy concretos, pero
debo decirte que nada insalvables.
Creo que sería mejor solución para
vosotros que os sentárais a hablar seriamente con la Sección de Críticos
de la SEDAR, sin engaños ni mentiras como la vez anterior. Recordad que
nosotros podemos hacer el camino que nos falta sin vosotros, aunque
estamos dispuestos a buscar una solución negociada, pero no estáis en la
mejor posición de fuerza en la actualidad.
Atentamente
Dr. Juan Cardona Peretó
Hospital Marina Alta. Denia (Alicante).
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Comentario de un cubano
Comentario nº 5: Luis Alberto Ceruto
Santander
Bueno, en fin, me he leído todo en la intimidad de mi sanctum (el sitio
en que estudio).
He
meditado mucho. Nuestra situación es distinta desde el punto de vista de
política de salud y de escuela.
Durante
casi 15 años los intensivistas nos hemos formado a partir de otra
especialidad. Yo soy clínico (internista) hace 20 años e intensivista hace
15. Nuestra familia no comenzó con especialistas sino con diplomados y
cursos acreditativos de un año o más de duración. Hace apenas 4 años brotó
como especialidad.
Pero...
A los
cursos o diplomados de UCI teníamos acceso los especialistas, esto era un
requisito. De manera que los alumnos de un diplomado éramos de diferentes
ramas: medicina interna, cirugía, anestesia, neurología, cardiología,
neurología, etc. Es decir, aquellas gentes que necesitábamos en algún
momento de la UCI.
Esto nos
nutrió de interdisciplinarismo (palabreja, creo que es inventada, pero que
sirve). Es decir, los intensivistas no nos diferenciamos, sino que nos
parecemos. Al hacernos intensivistas desde especialidades distintas, nos
convertimos en especialistas que compartimos conocimientos y habilidades
comunes.
Esta
diversidad, que es la ley de la naturaleza y de la democracia, nos hace
nutrirnos mutuamente constantemente. Es más, cuando conformamos una UCI,
aspiramos a que tenga intensivistas provenientes de distintas
especialidades. Esto en lugar de disgregar el pensamiento o el criterio,
al contrario, lo mejora, lo hace más colectivo, más colegiado, más
interdisciplinario. Cada cual ofrece lo mejor de sí por su especialidad
específica, al mismo tiempo que habla la lengua de los intensivistas.
Nadie se siente huérfano ni distinto ni mejor. Es decir, cada cual aporta
su grano de arena y todos formamos parte de la misma piedra.
Creo que
es cuestión de enfoque, de intereses creados y de una competencia triste
que al final afecta al último que debía hacerlo, al paciente.
Sé que
vivo en un país sui generis, pero nuestra realidad es ésta,
innegable y arrolladora.
Los
conflictos de ustedes, con todo el respeto del mundo y líbreme Dios de
cometer una tontería al expresarme, son ajenos a nuestra realidad, pero no
nos son ajenos en nuestro corazón.
Creo que
sólo ustedes pueden resolverlo. Deben luchar por ello por el bien de la
humanidad que se beneficia de lo mejor de todos ustedes y que a pesar de
todas estas intrigas de Palacio reciben lo mejor de vuestros corazones.
Que nunca
deje de ser así, es mi deseo y mi convicción.
Mi nombre
es Luis Alberto Ceruto Santander. Soy jefe de una UCI que tuve el don
cósmico de inaugurar hace 15 años y ahí sigo, tengo 49 años y le pido a
Dios todos los que Él pueda concederme en plenitud para dar lo mejor que
se pueda.
Amigos,
compañeros de desgracia, hacen bien en ventilar estos conflictos,
convérsenlos con la misma sinceridad con que lo hacen en esta lista.
Háganlo luego cara a cara y verán que los que quieren la armonía
perdurarán y los que no se irán disipando.
Gracias
por permitirme este comentario. Me siento intruso por extranjero, pero no
por intensivista.
Ceru
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Sí, pero con autocrítica
Comentario nº 6: Vicente Gómez Tello
Apreciados suscriptores de REMI:
En primer lugar, comparto el sentir de Demetrio
Carriedo y resto de compañeros de la SCLMICYUC.
A nivel institucional desconozco los esfuerzos,
iniciativas, acuerdos o desacuerdos que la SEMICYUC, SEDAR, SEMES, hayan
compartido o no en el pasado. Se me escapan los aspectos políticos, que
deberán ser aclarados y explicados por sus responsables.
Desde mi limitada experiencia, y con el respeto que me
merecen todos los participantes en esta discusión, yo haría las siguientes
puntualizaciones, apelando a la autocrítica.
-
El nivel competencial y la cartera de servicios que
los intensivistas españoles tenemos en cada centro no depende sólo de
nosotros, sino de la historia y circunstancias de ese hospital y de la
influencia de otros especialistas. Existen centros donde las UCI
realizan labores fuera de su ámbito (modelo andaluz con integración de
la urgencia) y hospitales con nula presencia fuera de las puertas de la
Unidad. ¿Es ésto culpa en concreto de alguien? La mayoría de las veces
no; es resultado de una política impuesta o pactada previamente. Pero en
ocasiones, es clara responsabilidad nuestra.
Puedo hablar con conocimiento de causa. En mi etapa final de residente ví
como los médicos adjuntos de mi Unidad, en un hospital puntero de
Madrid, se negaron a asumir la Unidad Coronaria que los cardiólogos iban
a abandonar. Las razones que se adujeron fueron: "estamos muy cansados;
ya somos muy mayores; reciclarse ahora es terrible; pero ¿vamos a cobrar
más?". De ese modo se perdieron de cuatro a cinco nuevos puestos de
trabajo para las personas más jóvenes (entre ellos el mío), y la
posibilidad de asumir una parcela de trabajo importante con peso
específico en ese centro.
Es conveniente repasar nuestras propias responsabilidades (incluso a
título individual) en los problemas que sufrimos. Creo que, sin llegar a
ser ni mucho menos una regla, nos abandonamos en una cierta complacencia
ante la realidad que luego otros transforman de la noche a la mañana,
para nuestro escarnio. Quien haya leído el libro "¿Quién se ha llevado
mi queso?" sabe de qué hablo.
-
En segundo lugar, estaremos de acuerdo que gran parte
de nuestros problemas devienen del particular diseño de nuestra
especialidad. Ante todo he de decir que yo no me considero un
especialista quemado y que elegí Medicina Intensiva con conocimiento de
causa tras realizar antes otra especialidad. Por tanto sabía qué me iba
a encontrar.
Pero nuestra especialidad tiene que cambiar para que podamos, de acuerdo
a una carrera profesional, poder realizar otras labores que aprovechen
nuestra experiencia y minimizen nuestro desgaste con los años. No es de
recibo idealizar nuestra especialidad -que tiene un enfoque integral del
enfermo -su principal riqueza- para enjugar quejas y frustraciones.
Intensivos debe seguir existiendo como disciplina autónoma, pero su
acceso debe necesariamente diversificarse para ofrecer un futuro más
flexible. La ausencia de futuro y de calidad de vida produce, con razón
o sin ella, el trasfondo de la carta del Dr. Carriedo.
No debemos buscar chivos expiatorios en políticos,
gerentes, sociedades, y menos en nuestros compañeros de otras
especialidades. Nuestro futuro también depende de nosotros. Debemos en
cada hospital (porque no valen políticas generales desde la Sociedad),
ponernos a pensar qué actividades podemos realizar, e incluso compartir
con otros, para que nuestro peso específico se haga evidente. Seguro que
encontramos soluciones. La política de "bunker" no es razonable. Aguzemos
un poco el ingenio. Publicitemos con hechos nuestras capacidades y
hagámonos conocer. No estamos acostumbrados a pensar en clave
"empresarial" ni de marketing. Otros lo han hecho con éxito y no son
superiores en talento.
En mi centro, con la ventaja de ser un hospital
privado, nosotros hemos asumido la Unidad de Reanimación y Cuidados
Medios y estamos en proceso de ofertar una cartera de servicios al
gerente. Nos podrá salir bien o mal, porque no somos utópicos, pero pensar
estimula y es un buen remedio contra la autocompasión.
Agradezco a Demetrio el lanzar su alegato para
reflexionar sobre este tema, el más vital ahora mismo en nuestra
especialidad.
Vicente Gómez Tello
Unidad de Cuidados Intensivos.
Clínica Moncloa. Madrid
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Comentario nº 7: Juan Carlos Montejo
González
Como intensivista, puedo decir que no me ha sorprendido
leer la "carta abierta" de Demetrio Carriedo y comprobar el sentimiento de
pesimismo que se desprende de la misma. Eso no es nuevo. Se lleva
oyendo mucho tiempo...
Lo que sí es, al menos para mí, nuevo y bienvenido es
el comentario que lanza Gloria Forés, colega en la Medicina aunque en una
especialidad diferente. Cuando uno puede reflexionar desde la serenidad
que proporciona el poder ver que en el "otro lado" hay planteamientos
positivos, es entonces cuando uno se da cuenta de que, quizá, "sean muchas
más las cosas que nos unen que las que nos separan". No creo ser el único
intensivista de este reino que tenga que reconocer y agradecer las
enseñanzas recibidas de anestesistas a lo largo de los años. Los
anestesistas hacían cuidados intensivos antes de que nosotros
llegásemos (no es anatema, es historia...). Lo único que pasó es que un
grupo entusiasta de médicos de diversa procedencia decidió impulsar el
conocimiento y la práctica clínica en Medicina Intensiva y crear, movidos,
sin duda, por los más nobles intereses, una nueva especialidad médica en
nuestro país. El desarrollo de la especialidad ha sido tan importante que
hoy día la Medicina Intensiva española cuenta con un reconocimiento
internacional que no admite discusión en el terreno científico y,
probablemente, tampoco en el organizativo.
No obstante, la Medicina Intensiva ha venido
funcionando desde su creación como especialidad sin haberse adaptado a los
requerimientos que el entorno sanitario ha requerido: Una UVI actual puede
que no se diferencie en mucho de una de hace 30 años si consideramos el
espíritu de quienes allí trabajamos diariamente. Nadie más que los propios
intensivistas tenemos la culpa de no habernos sabido adaptar a los
cambios, salvo en entornos muy concretos.
Está claro que las actuales Unidades de Medicina
Intensiva tienen problemas: plantillas sobredimensionadas y poco
aprovechadas en muchos casos, políticas de "puerta cerrada" y "síndrome
del castillo" en numerosas ocasiones, intensivistas "mayores" para el
esfuerzo necesario en la atención continuada de los enfermos y algunos
otros problemas que cualquiera puede descubrir. ¿Alguien cree
sinceramente que una Unidad de Medicina Intensiva puede seguir funcionando
hoy con el mismo esquema de hace 30 años?. Está claro que no, y también
que la solución no es la de echarle la culpa a alguien "de fuera". La
solución no pasa por otro camino que el de la adaptación. Por este camino
marchan también otras especialidades médicas con las que habrá que
dialogar y "hacer camino al andar". Al fin y al cabo, se supone que todos
tenemos un objetivo común: conseguir que quien enferma no se muera antes
de lo que debiera.
Si hay que defender algo, defendámoslo con pasión si se
trata de algo que merece la pena. Pero no tiremos las piedras en la
dirección equivocada...
Juan C Montejo
Medicina Intensiva
Hospital 12 de Octubre. Madrid.
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Comentario nº 8:
Eduardo Mora
Resulta curioso que se acuerden de
las urgencias hospitalarias y 061 cuando el paro en su especialidad
amenaza a los nuevos especialistas que van terminando su preparación MIR.
Si no hay más intensivistas en los servicios
extrahospitalarios, quizá sea porque en el momento de la formación
de estos servicios aparecieron más bien pocos interesados en formar parte
de ellos. Por otra parte, a quien se extrañe de la puntuación otorgada a
la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria en la OPE de Urgencias
de Atención Primaria, le diré que es lo lógico, ya que habitualmente son
las urgencias que se atienden en los centros de salud, es decir, muy de
cuando en cuando algún paciente crítico que ha de ser atendido sin muchos
medios y derivado vía 061 al servicio de urgencias hospitalario. Me cuesta
imaginar que algún intensivista desee, después de 5 años de formación en
atención al paciente crítico, recetar pomadas de corticoides para las
dermatitis o amoxicilina para una amigdalitis.
Eduardo Mora
Especialista en Medicina
Familiar y Comunitaria
Servicio de Urgencias, Hospital de Figueres
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Autocrítica sí, autoestima también
Comentario nº 9: Eduardo Palencia Herrejón
Vaya por delante que suscribo al 100 %
todos y cada uno de los comentarios de la "Carta abierta a los
intensivistas españoles" de Demetrio Carriedo y otros compañeros de la
SCLMICYUC.
Coincido también con Vicente Gómez Tello, que
sin duda ha puesto el dedo en la llaga, al plantear una autocrítica y
hacer un llamamiento a la imaginación y el esfuerzo por ofrecer una
propuesta atractiva como especialistas: estamos capacitados para ello.
También estoy de acuerdo con Juan Carlos Montejo, en que la la única vía
posible es el diálogo, el entendimiento. Pero el diálogo tiene que partir
de la base del respeto. El sentido de mi carta, para no repetir lo que
otros ya han dicho, es reflexionar sobre el respeto que nos debemos a
nosotros mismos, y que los demás nos deben. Existe una especialidad, que
es la única legalmente reconocida en España, desde hace muchos años, que
es la Medicina Intensiva, cuyo objetivo es la atención, no exclusiva, pero
sí protagonista, del enfermo crítico. Esta especialidad tiene cinco años
de periodo formativo, cinco años que están dirigidos, desde el primer al
último día, a formar especialistas en Medicina Intensiva. Anestesiología y
Reanimación (el dolor lo tratamos todos los médicos) es otra especialidad,
legalmente establecida, con cuatro años de periodo formativo (de las más
cortas en nuestro país), dirigidos a formar especialistas con un perfil
bien distinto al de los
intensivistas. Nadie puede pensar que se puede atender
igual al enfermo crítico desde ambas especialidades. ¿tienen los
anestesiólogos el doble de cerebro que nosotros, para, en cuatro años, ser
capaces de aprender las complejidades de la anestesia, y, ¡además! estar
preparados para atender a los enfermos críticos?.
Yo, como Vicente, soy intensivista por
vocación: después de ser residente de Medicina Interna volví a pasar por
segunda vez el examen MIR, para acceder a esta parcela de la medicina, la que me
gustaba y me gusta. No soy de los más viejos, pero en aquella época apenas
existían libros de la especialidad. Con mi escaso sueldo de residente me
suscribí a la revista Critical Care Medicine, y cada año compraba los
"Estados del Arte", recopilación de revisiones de la SCCM, y los "Goulon"
franceses. Leía y admiraba las publicaciones de los primeros intensivistas
españoles (Abizanda, Esteban de la Torre, Gómez Rubí, Vázquez Mata, y otros
muchos), con
un nivel que se me antoja que no hemos sabido reproducir muchos de los que hemos
venido después. Desde entonces he estudiado, prácticamente a diario, para atender lo mejor posible a mis pacientes críticos. Y
tengo muchas, muchas lagunas en su conocimiento.
Porque conozco mi esfuerzo y mis
limitaciones, me produce sorpresa leer comentarios como
el que pretende que se puede uno dedicar a atender "enfermos críticos de
todas las categorías" y al mismo tiempo dedicarse a la anestesia en
quirófano (¡qué envidia!), o el que dice "roté durante mi residencia en
Anestesiología cuatro meses por
una UCI postquirúrgica". Siento un profundo
respeto hacia todos mis colegas de Anestesiología y Reanimación, y a ellos
ese mismo respeto no se lo pido, se lo exijo.
Yo también roté en mi residencia por
muchas especialidades que no son la mía, y lo hice durante
tres meses por el Servicio de Anestesiología, como María José Linares rotó
por una UCI, y ni se me ocurre, por respeto hacia mis colegas y hacia los
pacientes, pensar que estoy capacitado para trabajar como anestesiólogo. Y
quien lo dice sabe manejar la vía aérea, muchos de los fármacos
anestésicos, muchos de los aparatos anestésicos, hojea desde siempre
varias de sus revistas. Sé que su trabajo es de una gran complejidad y
exige una gran preparación, unos conocimientos profundos y una
actualización constante en los mismos. ¿me permitirán hacer un curso
puente de unos meses para reciclarme como anestesiólogo?. La Medicina ha evolucionado, lo
hace cada día a mayor ritmo, a un ritmo endiablado, y cada vez somos
capaces de abarcar menos. Amigo Joan Cardona, sé que eres un profesional
preparado, pero no creo que puedas dedicarte a la vez a la Anestesia y los
Cuidados Intensivos indistintamente con todas las garantías que la
medicina moderna exige. Y eso no quiere decir que no puedas atender
enfermos críticos, seguro que sí. Pero si te dedicas a ellos, con todas
sus consecuencias, te quedarás irremediablemente atrasado en conocimientos
relacionados con la Anestesiología, y si te dedicas a ésta, no sabrás
manejar adecuadamente a los enfermos críticos.
Que la Medicina Intensiva es una
especialidad "con todas las de la Ley", es una cosa que nadie pone en
cuestión; y si alguien lo hace, es que se toma muy a la ligera su
profesión, se exige muy poco a sí mismo, o no sabe de lo que está
hablando. Las discrepancias surgen cuando se plantea cuál es el sistema
idóneo para su formación. En España, la Medicina Intensiva es una
especialidad primaria, lo cual quiere decir que es desde el principio
independiente de otras, y se dirige en exclusiva desde el primer momento a
formar en la atención del enfermo crítico. ¿es éste el sistema idóneo? Yo
creo que sí, pero no me considero poseedor de la verdad absoluta. Se puede
estudiar y dialogar sobre la oportunidad de cambiar el sistema de
especialidades en España; si se cambia, los que quieran acceder a la
especialidad de Medicina Intensiva, tendrán que seguir los pasos que
marque la Ley, que serán iguales que ahora o distintos. Pero nada de
componendas, por respeto a la sociedad y a la profesión.
No tienes razón, Gloria, amiga, cuando
dices que no se oyen en los foros de Anestesia expresiones de desprecio
hacia mi especialidad. Los residentes de
primer año de Anestesiología, según he ido oyendo a los míos año tras año, las pronuncian. Antes de aprender lo que es
el propofol muchos ya han aprendido que la especialidad de Medicina Intensiva
en España va a desaparecer, que ellos serán los intensivistas del
futuro. Quizá no saben que eso mismo se lleva oyendo desde hace dos
décadas. O quizá no sepan que nadie les va a regalar nunca ningún título,
que tendrán que ganárselo con una formación completa, larga y continuada,
al menos tan completa y larga como la que hemos tenido nosotros, porque la
medicina nunca va a dar pasos atrás.
Parece que la SEDAR está pensando en
alargar el tiempo de formación en la especialidad de Anestesiología y
Reanimación a cinco años, porque es ahora mismo de las especialidades con
periodo de formación más corto, y, posiblemente, aspire a, con un año más,
el sexto, acceder a la subespecialización en Medicina Intensiva. Esta
pretensión violentaría profundamente la realidad española, en base a unos
intereses particulares, dejando en la estacada a los actuales
especialistas, que son los únicos legalmente reconocidos y
profesionalmente preparados. Y si la
SEDAR pretendiese arrogarse la representatividad de
los Cuidados Intensivos españoles en Europa, esa pretensión supondría una
usurpación en toda regla, porque los únicos que podemos representarla
somos los intensivistas españoles. Que en los foros europeos sean miembros de la SEDAR
los que representando a nuestro país discutan el futuro de la especialidad
de Medicina Intensiva en Europa, donde no estamos representados los
especialistas españoles sería, sencillamente, intolerable.
En estas páginas se publicó hace pocos
meses un comentario de un anestesiólogo español, representante de su
especialidad en Europa, miembro de la "Sección de Críticos" de la SEDAR,
que nos dedica al colectivo de intensivistas españoles no una, sino varias
frases despectivas, por no decir insultantes: "los intensivistas
'primarios' españoles pretenden ignorar la realidad", "pretender mantener
en España una especialidad primaria de Medicina Intensiva es ir contra la
construcción europea"; nos acusa de engañar a nuestros residentes, y
termina con la amenaza nada velada de imponernos una solución desde el
exterior. Ante estas agresiones no podemos mirar a otro lado. Y tiene
razón Juan Carlos Montejo en que no debemos tirar piedras en la dirección
equivocada, pero creo que tiene más razón Demetrio en que debemos saber
desde dónde nos las tiran para defendernos.
Eduardo Palencia Herrejón
Servicio de Medicina Intensiva
Hospital Gregorio Marañón, Madrid.
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Comentario nº 10:
Carlos Antón Tomás
Prácticamente estoy de acuerdo con lo expuesto por
nuestro compañero Demetrio. Parte del problema nos lo hemos buscado
nosotros (los intensivistas), al no buscar al paciente crítico allí donde
se encuentre, ni luchar por él en cualquier parte del hospital.
¿Realmente creéis que la dirección de los hospitales
buscan calidad en la atención?. Si realmente fuera así, muchos servicios
de urgencias o unidades de postquirúrgicos estarían controladas o
coordinadas por intensivistas. Los gestores hospitalarios buscan
resultados.
No es cuestión de compararnos con otras especialidades,
somos intensivistas y estamos formados para atender al paciente crítico en
cualquier lugar. Hasta que nosotros mismos no luchemos por tratar al
paciente "en cualquier sitio" y luchemos por eso, estamos abocados al
fracaso. Para algunos cuesta salir de la UCI (urgencias, plantas de
hospitalización, implantación de MP, intermedios...). A estos últimos, les
digo que son cortos de vistas y hacen un flaco favor a nuestra
especialidad. A los que tienen posibilidades de salir, que salgan y a
pelear por nuestra especialidad.
También creo necesario un poco de marketing por parte
de nuestra especialidad para hacernos conocer y así que los pacientes
demanden al especialista idóneo para su problema.
Carlos Antón Tomás
Unidad de Vigilancia Intensiva
Hospital de la Ribera, Alzira, Valencia.
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Comentario nº 11:
Patricia Santa Teresa Zamarro
Creo que lo primero es presentarme, soy
residente de intensivos de primer año (ya casi R2), es decir, que acabo de
poner los pies en este mundo que es la medicina intensiva. Elegir esta
especialidad creo que ha sido una de las mejores cosas que he hecho en mi
vida y mi cara de felicidad así lo demuestra, pero ese es otro tema.
Aún hay muchas cosas de esta especialidad
que desconozco, demasiadas, y sobre todo lo referente a la burocracia (o
“burrocracia” como dice un buen amigo mío), pero me parece interesante dar
el punto de vista de un recién llegado acerca de esta polémica. Me estoy
refiriendo a la poca ilusión que me transmitieron algunos intensivistas
cuando hace un año me paseé por multitud de hospitales para informarme.
En la primera UCI a la que fui existía
tal pesimismo acerca del futuro de la especialidad que casi se negaron a
informarme, me dijeron que con mi edad aún estaba a tiempo de empezar otra
carrera si intensivos era mi única opción, puesto que desaparecería del
mapa si seguían así las cosas. Tanto me desanimaron que durante un par de
días borré esta opción de mi mente, me convencieron. Pero afortunadamente,
tras volver al ataque (si me conocieran sabrían que soy muy cabezota),
encontré a médicos de otras UCIs que me transmitieron la ilusión que
necesitaba.
Recorrí prácticamente todas las UCIs de
Madrid, hablé y pregunté de la especialidad en sí y del futuro de la
misma, también pasé por servicios de anestesia (porque el amigo que me
acompañó en el “tour hospitalario” quería cogerla). He de decir que
percibí una enorme rivalidad en algunos casos entre intensivistas y
anestesistas, ambas partes muy seguras de sus convicciones, lo cual me
entristeció. Encontré opiniones para todos los gustos, múltiples versiones
de una misma incógnita dignas de ser escritas: que las plazas para
residentes de intensivos desaparecerían en un año, que en poco tiempo sólo
existirían UCIs-especializadas de cada servicio llevadas por internistas,
cirujanos, cardiólogos, neurólogos…, que con un “curso puente” de uno o
dos años los anestesistas recibirían el título de
anestesista-intensivista, etc.
Otra sorpresa fue que para trabajar en
una UVI móvil quienes más puntos reciben son los médicos de familia, ¡más
que un intensivista o anestesista!, en fin.
Se pueden imaginar mi cara de asombro y
las dudas que se crearon en mi cabeza ante tanta incertidumbre en lo que
se supone que iba a ser mi futuro profesional.
El desenlace ya lo conocen, seré
intensivista (o eso espero), y aunque me resulta difícil dar una opinión,
porque como dije al principio aún soy joven en esto, sí sé que no me
gustaría perder el manejo de distintos pacientes (politrauma, cardio,
postrasplante…), lo cual ya está ocurriendo a mi alrededor, y quedarse con
los brazos cruzados no es el mejor camino. También sé que se están matando
muchas ilusiones de gente que se quiere dedicar a esto (todos los MIR que
han venido este año a informarse de la especialidad preguntaban sobre la
eterna polémica), y eso no me agrada. Yo seguí el consejo que mi padre me
dio al elegir la carrera y de nuevo al elegir la especialidad, “haz
aquello que realmente te guste, y no te preocupes demasiado del futuro,
pues aún no ha llegado y la vida da muchas vueltas”, porque la verdad es
que si me hubiera preocupado del futuro ni siquiera habría empezado
medicina.
Patricia Santa Teresa Zamarro
Servicio de Medicina Intensiva
Hospital Gregorio Marañón, Madrid
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Comentario nº 12: Alejandro F. Luque Coqui
El ciclo se repite.
Esta discusión la
escuche por primera vez en el año de 1978 cuando yo era residente de
segundo año de "Medicina Crítica y Terapia Intensiva", en esa epoca en mi
pais México los "grandes" intensivistas mexicanos eran el Dr Villazón
Sahagún (cirujano general), el Dr Rodríguez de la Fuente anestesiólogo),
etc., solo por nombrar a dos de ellos, o sea, eran personas que no tenían
una formación académica universitaria como intensivistas sino
especialistas que se dieron cuenta que el enfermo grave, el enfermo en
estado crítico requería de un especialista, o sea de un médico que se
dedicase en tiempo completo a el, y no solo un especialista
(anestesiólogo, cardiólogo, cirujano general, urólogo, internista,
neumólogo, etc.) al cual le "gustaba" atender pacientes graves. En México
se implantó la especialidad de Medicina Crítica y Terapia Intensiva con
reconocimiento uuniversitario en 1979. Es obvio que cualquier
esspecialidad nueva va a ser ejercida al inicio "empíricamente" por
aquellos que quieren dedicarse a ella, lo mismo pasa con las
subespecialidades, pero una vez dominada la famosa "curva de aprendizaje",
desde mi punto de vista no puede permitirse a especialistas "disel"
(dice él que es especialista, sarcasmo mexicano), como tampoco pueden
permisterse cardiólogos, o cirujanos o anestesiólogos "disel"; perdón, y
lo digo con todo respeto pero, decir que cualquier anestesiólogo está
preparado para ser intensivista me parece fuera de contexto, como decir
que cualquiera que inyecta "propofol" por ende es anestesiólogo, o que con
recetar digoxina ya es cardiólogo, a menos claro está que en las
universidades españolas preparen superanestesiólogos que tengan grandes
conocimientos en cardiología, infectología, medicina interna, etc ¿se
puede confiar en un anestesiólogo para manejo postoperatorio de una sepsis
abdominal o de un postoperatorio de cirugia cardiaca?, para nada. Ahora
bien, que un anestesiólogo si es su deseo además quiere hacer la
residencia de medicina intensiva y dedidarse a ella, pues es perfectamente
valido, pero que el anestesiólogo se encargue de todas las áreas críticas
del hospital (urgencias, cuidados intensivos y quirófano) pues no me
parece que tenga la preparación suficiente para ello. Claro, alguien puede
decir, "el anestesiologo es el intensivista del quirofano": perfectamente
válido, pero querer usurpar otra especialidad como la medicina intensiva
no me parece correcto.
La pregunta es entonces:
definamos lo que es una especialidad médica, la cual se basa en el
concepto de residencia médica universitaria, a saber, es un sistema de
formación de posgrado, intensivo, de dedicación exclusiva, limitado en el
tiempo (3 a 4 años según la especialidad y el establecimiento), que se
realiza en establecimientos asistenciales públicos o privados, o en
unidades docentes acreditadas, y que consiste en una actividad profesional
programada, supervisada y de creciente complejidad, que permite alcanzar
en forma paulatina y progresiva, los conocimientos científicos, técnicos y
humanistas necesarios para el correcto ejercicio de una especialidad
determinada, una vez concluida la misma y avalada por una Universidad o
una Institución oficial de prestigio. O sea, el especialista en X área es
un médico con una actitud mental hacia un grupo de problemas específicos
que son su especialidad. No puede un anestesiólogo tener la misma actitud
ante un dolor precordial que un cardiólogo, ni éste que un intensivista o
un internista, esto es equivalente a lo que hacen muchos cirujanos cuando
le dicen al anestesiólogo" te hablé para que le pongas un bloqueo" o
"échale un propofolazo", cuando quien debe decidir el tipo de anestesia
que requiere un X paciente es el anestesiólogo.
Es obvio que la
especialidades son una division arbitraria del conocimiento del cuerpo
humano, el cual no entiende de "especialidades", y habrá padecimientos que
deban ser dominanos por varios especialistas que sean peritos en el manejo
de un X problema (insuficiencia cardiaca aguda) por ejemplo manejada por
cardiólogo, intensivista, internista, pero aquí habrá que dilucidar ¿quien
de los tres por ejemplo tiene mejor criterio quirúrgico cardiaco en caso
de ser por endocarditis infecciosa? ni dudar que el cardiólogo, y no se
trata de vanidades ridículas, a ver "quien sabe más", sino más bien de
reconocer campos y trabajar en equipo cuando el caso lo amerite, hacer
medicina interdisciplinaria es básico y no solo el bloquearse pacientes
porque a un médico le parece que él se siente capaz de manejarlo por él
mismo.
Por último, es bien
claro que existe y siempre ha existido discriminación para el intensivista
en los Hospitales (yo lo viví en carne propia), y ésta ha sido de parte
sobre todo de anestesiólogos y muchos cirujanos. Yo soy cardiólogo
intervencionista, que aunque hice residencia de medicina intensiva, nunca
la ejercí en postgrado, pero la viví en pleno como residente, y de ahí me
hice cardiólogo, así que puedo hablar de ambas partes y, seamos honestos,
los intensivistas nunca han sido bien vistos por otros especialistas (no
es mi caso); para mi es bien claro y no se trata de ponerme a favor o en
contra de alguien o de una X especialidad, (si no es fútbol), sino de
darle su lugar a quien lo merece y la medicina intensiva para mi es
insubstituible en cualquier hospital que se precie de serlo.
Alejandro F. Luque Coqui
Cardiólogo
Centro Médico y Diagnóstico Integral
Celaya Gto Mexico
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Comentario nº 13. Carmen
Gomar
Aunque las discusiones, incluso las confrontaciones,
son a veces dolorosas, son siempre mejores que el silencio y el
resentimiento y estoy contenta de
que Demetrio haya abierto este foro.
Los anestesiólogos, desde nuestra óptica, también
podemos quejarnos de cosas parecidas a las que expone la carta de Demetrio
Carriedo, pero personalmente no las atribuyo a ninguna intención malévola
u orquestada de otros especialistas, sino a escasa agilidad de nuestra
política sanitaria y a la politización en las decisiones.
Mi posición es de respeto a todos los especialistas que
hacen su trabajo bien, pero quiero y debo hacer el mío bien y no pienso ni
de lejos renunciar a ello.
Soy responsable de un Servicio de Anestesiología que
atiende cirugía compleja en pacientes graves y para atender con calidad
esta asistencia es irrenunciable que los anestesiólogos en él estén
expuestos a la medicina crítica.
La complejidad de gran parte de la actuación anestésica
actual tiene mucho en común con el cuidado del paciente crítico, al igual
sucede con la reanimación. La exposición del anestesiólogo a pacientes
graves e inestables en quirófano exige que esté capacitado para actuar
ante pacientes en estado y circunstancias críticas, con una complejidad
clínica y tecnológica con frecuencia superiores a la de muchos de los
pacientes ingresados en unidades de cuidados intensivos o críticos. Por
ello para mantener el nivel de competencia profesional que exige la
anestesia actual es irrenunciable que los servicios de
Anestesiología actuales tengan en su seno cuidados críticos. Quien
opine que la actividad de anestesia y de cuidados críticos son
incompatibles es que desconoce la asistencia anestésica actual.
Diré más, el buen anestesiólogo es un buen médico de críticos.
Para que un servicio de anestesiología esté acreditado
para la docencia a nivel europeo
y español también, debe tener a su
cargo pacientes de cuidados críticos.
Los anestesiólogos hace tiempo que sabemos que mucha de
la asistencia compleja que debemos hacer exige una dedicación especial con
formación específica. Son ejemplos la anestesia cardiaca, la torácica, la
neuroanestesia, la anestesia pediátrica, transplantes, el dolor crónico...
y por supuesto los críticos. La anestesiología es un campo muy extenso, en
el que interactúan los cambios de
las especialidades quirúrgicas y ahora también los de las médicas, y no
pretendemos que con las rotaciones de la residencia se alcance el nivel de
competencia exigible para todas las áreas complejas, pero sí
se proporcionan las capacidades, actitudes y habilidades que permiten
desarrollarlas, incluidos los cuidados críticos.
Estoy de
acuerdo en que 4 años son pocos para nuestra especialidad. La duración de
la especialidad de Anestesiología y Reanimación en todos los países
europeos excepto en Portugal y España, es de 5 años. Por lo tanto la
especialidad no es corta, es que la mantienen corta en España en donde la
duración de 4 años. Es una situación transitoria, aunque desgraciadamente
excesivamente prolongada, que debe ser corregida por mandato europeo. Los
problemas de otras especialidades como la fusión de cirugía cardiaca y
torácica, echó hacia atrás el
anteproyecto de ley que en enero
del 2002 incluía la ampliación de la especialidad de Anestesiología y
Reanimación a 5 años. Así pues, éste
será un problema de próxima solución.
A pesar de ello, debo decir que la exposición de los
residentes de Anestesiología y Reanimación en número de pacientes, horas
de asistencia y diversidad de situaciones clínicas es muy superior a la
mayoría de las especialidades y por tanto esta duración de la formación
que todos consideramos corta es parcialmente compensada.
Del mismo modo,
estoy convencida de la facilidad que entrañaría una formación adicional de
anestesia quirúrgica para muchos intensivistas actuales jóvenes que, eso
sí, estuvieran dispuestos a asumir la sobrecarga de trabajo que tenemos
actualmente los anestesiólogos.
La base de esta discusión es mucho más profunda que
los comentarios desafortunados que pueden hacer algunos individuos de
distintas especialidades sobre otras, y que encienden mechas apasionadas.
Seguir hablando entre las dos especialidades quizás nos haga acercarnos o
alejarnos, pero desde luego contribuirá a aclarar las cosas.
Carmen Gomar
Jefe del Servicio de Anestesiología
Hospital Clínic. Barcelona.
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Comentario nº 14. Concepción
Madurga Gil
Cuidados críticos
Sinceramente pienso, que además
de un conflicto de intereses de las diversas especialidades, hay unos
conocimientos y habilidades que se solapan entre los diversos
especialistas que hacen que los cuidados críticos no sean exclusivos de
nadie, ni siquiera de los intensivistas.
El anestesiólogo está capacitado
porque atiende de forma continuada, monitorizada y controlada con muchos
fármacos y bajo anestesia, los múltiples cambios previstos e imprevistos
que se producen durante la cirugía, manteniendo la hipnosis, relajación,
analgesia, estabilidad hemodinámica, metabólica y respiratoria del
paciente, durante la inducción de la anestesia, el mantenimiento y el
despertar en ocasiones prolongado en una reanimación postoperatoria.
¿Quién puede negar su habilidad
en el control de la vía aérea, ventilación manual con mascarilla,
intubación oral, nasal, selectiva, la ventilación a veces en condiciones
extremas en pacientes con patología respiratoria, neumonectomías, etc; en
la inserción de vías periféricas, centrales, arteriales; en el balance de
fluidos, en la necesidad o no de trasfundir, o de los trastornos de la
coagulación...? Todo ello valorado preoperatoriamente, por una visita
médica para la que para un cardiólogo p.e: nunca hay contraindicación
quirúrgica. ¿Sabe él que pasará en una intervención de recambio de cadera,
o prótesis de rodilla, sabe cuánto sangrará, sabe a qué estrés se someterá
ese corazón, puede calcular el riesgo de embolia o IAM silente
perioperatorio?. Es evidente que no. ¿Y qué habría que hacer en caso
necesario? ¿cuánto tiempo tardaría en desfibrilar al paciente que sale de
circulación extracorpórea y fibrila? ¿qué dosis le pondría de aminas?.
¿Que haría en el momento de
clampar y canular la aorta? ¿tendría la NTG preparada?¿cúantos microgramos
le pondría? ¿y cuándo el cirujano le pidiera bajar la PAM? ¿y el MCP?. Y
en la neurocirugía, ¿que haría un neurólogo para disminuir la PPC? y el
ginecólogo ¿a quién avisa ante el prolapso de cordón? y ¿en la embolia del
líquido amniótico? y ¿quién reanima al recién nacido o prematuro mientras
llega el neonatólogo, si es que hay? ¿quién hace las sedaciones para un
endoscopista? ¿quién asiste el dolor del parto? ¿cuántos pacientes
desahuciados encuentran terapias en las clínicas del dolor?.
El anestesiólogo hace cada día
este trabajo, dentro y fuera del quirófano sin llamarse intensivista, ni
cardiólogo.
En nuestro centro, cuando UCI
tiene una intubación dificil, vías difíciles, niños con bronquiolitis y
comprimiso respiratorio, problemas de dolor o sedación, avisan a
anestesia, también en la RCP, y no por ello les estamos usurpando su
trabajo, sencillamente colaboramos con ellos, sin interferir en su
objetivo, que es el restablecimiento del paciente con problemas médicos
y/o quirúrgicos que han precisado una atención monitorizada, continuada e
intensiva en la UCI.
Ello no implica que el
anestesiólogo sea incapaz de hacer un trabajo parecido en la unidad de
reanimación postoperatoria, y ya me perdonarán los intensivistas, con más
conocimiento de causa que ellos, ya que los que conocemos a fondo lo que
pasa en el quirófano, en las distintas cirugías y en las respuestas de los
pacientes al estrés quirúrgico somos nosotros.
Si bien, también quiero expresar
mi más sincero agradecimiento a los intensivistas, que tienen la tenacidad
de sacar adelante a pacientes pluricomplicados, por patología previa,
sepsis, o por yatrogenia, contra todo pronóstico. Vaya por delante mi
reconocimiento de sus cualidades y la de sus conocimientos, que hace de su
especialidad una formación diferente a la de los anestesiólogos, con mayor
estudio y diversificación en los aspectos médicos de las patologías,
mientras que anestesia tiene mayor conocimiento de los aspectos y
procedimientos quirúrgicos.
Aunque esta misma diversificación
de sus conocimientos y habilidades hace que se solapen con otros
especialistas, no tan sólo de anestesiología, sino también de
cardiología, neurología, urgencias, medicina interna, nefrología, C.O.T.,
infecciosas, etc.
Por ello, deberían definir con
claridad el contenido de la especialidad, salir de su "jaula de oro" de la
UCI, suavizar los criterios de exclusión y lidiar con el paciente crítico
allá dónde esté, porque si no un día encontrarán que, sencillamente, los
diferentes especialistas ya no les necesitan y no les remiten sus
pacientes.
Por ello, la actitud (con C) más
honesta y serena, es que recapacitemos todos sobre el alcance de nuestras
aptitudes (con P) y limitaciones, y hagamos un esfuerzo de cooperación en
beneficio de los pacientes, que no tienen la culpa de ser "entes
indivisibles", para que cada especialista tome el trocito que le
corresponde.
Concepción Madurga Gil
Anestesiología, Reanimación y Terapia del Dolor
Centro Médico Teknon. Barcelona.
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Comentario nº 15: Beatriz Sánchez
Artola
Realización armónica, pero sin
supresiones
Estimados lectores de REMI,
Desde un punto de vista externo a ambas especialidades
y con buenos amigos en las dos, quiero dar mi opinión. Entiendo que lo
fundamental en este debate es recordar que en España existen especialistas
en Medicina Intensiva y que lo que lo que el doctor Carriedo y quienes
contestan en la misma dirección pretenden es evitar la desaparición de una
especialidad legítima.
Para quien ha trabajado en hospitales mano a mano con
profesionales de las dos disciplinas, es evidente que tienen más elementos
diferenciales que unificadores. Sin duda, lo que más me sorprende es que
este es un debate que en otras especialidades o no tiene cabida en nuestro
país o no se ve con la misma tolerancia. Es cierto que de forma periódica
hay pequeños o grandes roces entre especialistas por cuestiones de
competencias, pero esto de asumir, e incluso amparar, la maniobra de
desplazamiento de todo un colectivo de profesionales que han demostrado
sobradamente ser imprescindibles, pero que, ante todo, tienen un derecho
que debiera ser inalienable, se me antoja inaudito. Si una cuestión
similar se dirimiera, por ejemplo, entre Cardiología y Medicina Interna,
simplemente se hablaría sin ambages, y con razón, de intrusismo
profesional.
La gran mayoría de las opiniones
que aquí se han expuesto por parte de quienes han contestado a la carta
inicial son respetuosas, constructivas y hasta amables, pero decir que
este debate es siempre así, sería hacer demagogia.
De igual forma, mi impresión es que quienes escriben
para denunciar, desde el respeto, una situación que es sabida, pero no por
ello menos improcedente, no pretenden ir en contra de unos compañeros (los
especialistas en Anestesiología y Reanimación) a quienes, sin duda,
apreciarán como profesionales. Deduzco, por las opiniones vertidas y por
el conocimiento previo, que los intensivistas estiman a los anestesistas
como imprescindibles, eso sí, en su especialidad. Al menos, no he
encontrado intensivistas que me transmitieran ideas amenazantes hacia el
futuro de la especialidad de Anestesiología o que menospreciaran su labor.
No he oído conversaciones donde se ponga en duda su papel en el sistema
sanitario español.
Es esperable que el debate sea intenso porque no se
trata de una discusión por un quítame allá esa pequeña competencia, sino
de propugnar la desaparición de una especialidad reconocida y esencial.
Esto no es algo que se imagine, sino que se ha expuesto a las claras, sin
tapujos, en este mismo medio, hace bien poco, y por parte de personas con
un peso específico más que considerable. Se trata de rebelarse contra
desplantes y razonamientos incorrectos, a menudo construidos sobre
falacias discursivas. Son éstos y no otros los argumentos a los que
criticaré en las siguientes líneas.
Me consta que no se va en contra de las personas, sino
de una posición. Y esa queja es, desde luego, legítima y necesaria. Me
faltan elementos de juicio para atribuir las responsabilidades, por
omisión y/o intromisión, de la “fagocitosis” lenta pero persistente que
padece la Medicina Intensiva en España, aunque no para considerar que su
desaparición como especialidad primaria en nuestro país sería una
arbitrariedad; un grave error, que iría en detrimento de una atención de
calidad al paciente “crítico” (como al doctor Blesa, esta denominación me
parece horrible), porque es impensable que un mismo especialista pueda
atesorar los conocimientos de más de una especialidad, a no ser que se
sumen (no que se condensen) ambas. Y ni aún así, porque tras un
aprendizaje inicial es imposible actualizarse con la calidad requerida en
un programa formativo resultante descomunal.
Muchos de quienes inician un discurso persuasivo en
intención, hacen un estupendo exordio, pero la argumentación posterior ya
es otra cosa. Utilizar el recuerdo de que “antes” los intensivistas no
existían es débil, poco seductor y fácilmente contestable; bastaría con
alegar lo que ya respondió el doctor Palencia en este debate, que ahora
que la Medicina avanza mucho más rápido de lo que podemos asumir;
afortunadamente, existen unos especialistas específicos para cada área del
conocimiento de la Medicina. Ni más ni menos, que lo que se respondería si
la discusión fuera a la inversa o en torno a otras dos especialidades
(¡hay tantas especialidades que hace años no existían!…).
Esta no es una discusión filosófica, pero aún así sería
deseable evitar el discurso confuso, que observo que en este tema (que no
necesariamente en estas páginas “electrónicas”) se ha llevado a cabo de
diversos modos:
1) Eliminando las diferencias entre significados y
posturas ideológicas (todos trabajamos por una causa común, todos
pretendemos el beneficio del paciente…) y anulando, a menudo con el
agravio (por ejemplo, acusando de “prepotencia”), los criterios. Lo que en
su estado final podría, intencionadamente o no, reducir el motivo de la
discusión al absurdo y atribuir falsamente la razón a una actitud
aparentemente conciliadora.
2) Haciendo evidente lo que no lo es, simplificando,
reduciendo y omitiendo motivos e intereses (los claros y los oscuros),
como cuando tras ver un anuncio sobre un agua ligera integramos como
verdad absoluta que beberla nos deja cual sílfides. En este caso, esa
“verdad” sería: los anestesistas son los especialistas en el paciente
“crítico” y la Medicina Intensiva ha sido una ilusión producto de una
determinada tesitura política.
3) Oscureciendo los hechos, enredando y desviando del
interés de discusión, mezclando intereses “filántropos” (como salvaguardar
el futuro de los especialistas europeos, estar al servicio del paciente…),
con cuestiones políticas (emergencia de una situación en un preciso
momento de la historia, coincidencia con una tendencia política europea…).
Utilizando asimilaciones tendenciosas (defender la Medicina Intensiva
sería sinónimo de actitud antieuropea y de complacencia en los tiempos de
la “dictadura franquista”, exponer unos hechos y querer solucionarlos
sería un llamamiento a una “guerra”…). Semejante revoltijo obstaculiza
notablemente una respuesta consistente que no comprometa la cordialidad,
porque a partir de una premisa falsa (la queja y el deseo de solucionar
una situación que es injusta es igual a la incitación a la “guerra”)
cualquier argumentación se verá como agresiva (al ir en contra de la
filantropía, de la convivencia entre especialistas o de la fraternidad, la
libertad y la igualdad de los europeos). Por cierto, decir que evitar que
desaparezca una especialidad esencial en nuestro país es “ir en contra de
la construcción europea”, aparte de las consideraciones argumentales,
resulta tremendamente desproporcionado en estos tiempos humanamente
convulsos y económicamente desavenidos.
Algunas personas han utilizado una falacia argumental
de pésimo gusto (y de temer, naturalmente), la apelación a la fuerza.
Recordemos esta sentencia: “¿habrá que imponérsela
(una resolución a los intensivistas) desde el exterior por presión
política?”. Se han esgrimido descalificaciones fáciles y
pensamientos nada modélicos en cuanto a comprensión, diálogo y
camaradería, donde el mayor argumento es el “número muy superior” en
cantidad (y, a tenor de algunos escritos, aplastante también en sentido
literal). Si de número se trata, a lo peor, un mal día, a otros
especialistas les da por apoyar la desaparición de alguna de las
especialidades que aparezcan en su programa y cuyos profesionales sean
menores en número; ¿cometerían este abuso por propia iniciativa o
esperarían a una instancia europea para no ser menos?.
¿Preocupación por el futuro de los Médicos Internos
Residentes (MIR) españoles en Europa?… otra falacia no formal, la de
apelación popular, en este caso a los sufridos especialistas en formación.
Esto si que es inesperado… ¡ay!, si los MIR importaran siempre de manera
tan exquisita, cuán distinta sería la residencia de todos ellos. Además no
será una misión imposible lograr el sitio en Europa a unos profesionales
sin acogotar a otros en España.
Coincido con el Dr. Carriedo, y cuantos han contestado
en este sentido, en que éste es un tema preocupante, que demanda una
acción específica por parte de los afectados y, entre éstos, debe ser
impulsada por quienes tienen las máximas competencias específicas. El día
que el debate cambie de personajes, afecte o no a mi especialidad, mi
postura, acertada o no, tendrá el mismo sentido de contrariedad y
preocupación y así me pronunciaré.
Me sorprenden algunas opiniones que adolecen de
desconocimiento sobre la propia naturaleza de la Medicina. La misma
definición de la especialidad como Cuidados Intensivos o “Críticos” ya
plantea un problema, al definir el todo por la parte. Los “cuidados”
ofrecidos a un paciente “críticamente” enfermo son el resultado final de
un proceso. Antes de poderlos aplicar adecuadamente hace falta conocer en
profundidad una fisiopatología única y complicada, que sólo se puede
estudiar en el marco indicado: el de una especialidad específica, con un
cuerpo doctrinal propio, que es la Medicina Intensiva. Es más, vería
lógico que alguien considerara aumentar el tiempo de formación dentro de
la propia especialidad (algo que no me atreveré a sugerir mientras la
Formación Sanitaria Especializada conlleve la adhesión a un
“infracontrato” y a otras flagrantes irregularidades laborales), pero
nunca su dilución”.
Una reflexión sobre la distinción algo artificial que a
veces hacemos del “paciente crítico” en pluricomplicado o pluripatológico
(dichoso “palabro”) o no. A la luz de los conocimientos actuales (basta
con recordar la fisiopatología de la inflamación o de las repercusiones
sistémicas de la ventilación mecánica), dudo que exista un “paciente
crítico” exclusivamente “unipatológico”, pero así y todo, creo que éste,
a priori, también será tratado más adecuadamente desde la Medicina
Intensiva.
Coincido en que la Medicina Intensiva es
multidisciplinar, pero no más que el resto de la Medicina; desde la
Cirugía General hasta la Neurocirugía, pasando por la Anestesiología lo
son. Precisamente por ello, necesitamos especialistas específicos para
cada rama del saber. Bien multidisciplinar es mi especialidad o la
Medicina de Familia y no nos planteamos que desaparezcan ¿o sí?.
La Medicina Intensiva es sin duda muy atractiva. Es una
especialidad francamente interesante, amplia, completa… aunque también
tiene otros intereses más prosaicos o esta situación, aún con la urgencia
europea, no se hubiera creado.
Se sigue hablando de “adaptación”, de “formación
complementaria” y eso es inaceptable. No son formaciones complementarias,
sino especialidades distintas. Podemos utilizar la reciprocidad para
argumentar esto último, trocando los papeles tan sólo un momento ¿qué
opinión les merecería que desapareciera la Anestesiología como disciplina
primaria y otros especialistas (por ejemplo un internista) tras un período
más o menos largo (¿de seis a doce meses?) de “complemento” ejercieran
como especialistas en Anestesiología y Reanimación, no en otro país, sino
en éste y en este preciso momento, y asumieran todas y cada una de las
atribuciones que ahora realizan estos especialistas?. Puede que esté
equivocada, pero me parece un dislate y una provocación. Si los compañeros
que creen en la eficacia de la complementariedad alteraran los personajes
(internistas, médicos de familia, geriatras, nefrólogos… lo que ustedes
quieran), y escenificaran algo similar, probablemente lo calificarían como
despropósito.
Bien pensado, la distancia entre un internista y un
intensivista es, en términos de formación en fisiopatología y terapéutica,
menor que la que existe que entre un anestesista y un intensivista ¿por
qué no permitimos libre paso entre internistas e intensivistas, pero no
otros especialistas más distantes y menos “horizontales”, tras una
formación adicional?... En nuestro sistema actual, sería una insensatez,
una preclara falta de respeto. Si no contáramos con formación específica
en cada área o estuviéramos en un hospital de distrito en una zona
tropical, pues “uno para todos y todos para uno”, pero aquí y ahora, suena
como la intención de la UEMS de desplazar descaradamente a un sector
profesional.
Lo correcto, lo honesto, en mi humilde opinión, es
instar a todos aquellos que deseen ejercer como intensivistas a que
soliciten dicha especialidad primaria al acceder a una plaza de formación
sanitaria especializada y no, en el mejor de los casos, a aumentar el
tiempo de residencia o hacer una modificación programática a modo de
“curso puente” de otra especialidad, cualquiera que esta sea y por más
similitudes o coincidencias históricas que existan o se quieran encontrar.
Después de leer la sincera, e impecable, contestación
de la doctora Santa Teresa, echo de menos que otros médicos en formación
en Medicina Intensiva, que serán los principales afectados en un futuro
muy cercano, no se hagan escuchar. Que no exijan, a quienes corresponda,
que se pongan los medios necesarios para defender la dignidad de esta
especialidad primaria y se les dé garantías de que su esfuerzo no será en
balde. La ilusión que han puesto para estudiar esta hermosa especialidad,
a pesar de los nubarrones que se avecinan, y la honradez intelectual que
han demostrado al elegirla, no pueden ser “premiadas” con el “ninguneo”.
Es urgente un compromiso inequívoco, por parte las personas competentes
para ello, de que se solucionarán los posibles problemas organizativos
propios de la especialidad y se frenará la tendencia anexionista.
Ni el querido Gardel creía de verdad que “20 años no es
nada” y ya han transcurrido 35 desde que se reconoció la Medicina
Intensiva como especialidad primaria. El tiempo pasa, los conocimientos se
multiplican y lo que surgió respondiendo a una necesidad científica no
puede desaparecer hoy que esa necesidad es mayor.
Que hay que “armonizar” posiciones con Europa; pues
depende, hombre, depende. Si eso supone que cada uno ejerza su
especialidad pues sí. Ahora bien, si por “exigencias” de la “realización
armónica” de Europa se realizan supresiones al escribir el acorde y nos
cargamos la fundamental pues no estoy de acuerdo.
Además, ¡quién sabe si en un futuro también querrán
“armonizarnos” a otros especialistas del modo que mejor les acomode!.
España debe procurar ser “diferente” a Europa siempre que sea menester,
faltaría más… Recientemente, siguiendo directrices de allende los mares,
hemos ido frontalmente en contra de corrientes político/sociales europeas
vitales para nuestra convivencia, para la “construcción europea”, y hasta
para la dignidad humana y, por desgracia, no hemos tenido prurito en ser
unos oponentes marginales. Pero, dejando aparte la mezcolanza de
afinidades o inconstancia en el querer, ¿cómo se va a censurar que quien
pretende defender un sistema que se estima que es mejor y, no lo
olvidemos, está legalmente constituido, lo haga activamente?.
No vayamos, por equidad y por prevención (¿a quién le
tocará mañana?), en la dirección equivocada de aplaudir la absorción
despótica de especialidades y sí en la de mejorar en lo posible la
formación en cada una de ellas. Siguiendo con el símil armónico, seamos lo
suficientemente hábiles como para presentar el acorde completo.
Saludos a todos
Beatriz Sánchez Artola (“nota extraña” al acorde)
Médico Internista contra los unísonos (para no debilitar la armonía)
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Comentario nº 16. Jose
Manuel Añón Elizalde
Creo que el malestar que
expresa Demetrio es sentido por una gran parte de los intensivistas
españoles, pero sin embargo no creo que la culpa de esta situación deba
buscarse exclusivamente en enemigos extrínsecos a nuestra especialidad.
Bien es verdad que en ciertos casos la apertura de nuevas áreas de
críticos no ha recaído sobre los intensivistas y que incluso se ha perdido
la atención al paciente crítico a nivel extrahospitalario (como ha quedado
bien claro en la OPE que actualmente está en marcha) pero ¿solo porque
tenemos "enemigos" que nos las han arrebatado?.
Quizá los intensivistas hemos estado
demasiado acostumbrados a encerrarnos en nuestras UCIs y no abrirnos al
resto del hospital y mucho menos a las áreas extrahospitalarias,
manteniendo así un modelo arcaico de Medicina Intensiva y vemos
actualmente con pesar que una parte de nuestro trabajo está siendo asumido
por otros especialistas. Como todos sabemos, la política de empresa se ha
introducido como modelo de gestión en los hospitales siendo frecuente leer
artículos en los que se teoriza sobre "ventaja competitiva", "cadena de
valor", etc. Debemos competir con otros especialistas, debemos "ofrecer"
nuestros servicios. La importancia de la Medicina Intensiva en los
hospitales y la elevada calidad de nuestro trabajo no deja lugar a dudas.
Demostremos que además de hacer un trabajo de calidad, nuestro trabajo es
también rentable.
Tal como se ha comentado en este foro,
el intensivista debe encontrarse allá donde se encuentre el enfermo
crítico (a nivel intra o extrahospitalario), pero además, la Medicina
Intensiva puede ofrecer otros muchos servicios. Debemos salir de nuestros
"bunker" y abrirnos al hospital y fuera de él pero... ¿estamos
dispuestos?.
Evidentemente hemos perdido áreas frente
a otros especialistas. Pero ¿hasta qué
punto podemos afirmar que estas áreas nos las han arrebatado?. Quizá no
las hemos sabido defender o incluso las hemos cedido. ¿No hemos sido en
ocasiones los intensivistas los que con una actitud pasiva y dejándonos
llevar más por la comodidad que por la preocupación de que nuestra
especialidad crezca y se potencie hemos permitido (e incluso favorecido)
estas pérdidas?. No nos embarquemos en una guerra contra nadie y
analicemos nuestro interior para poder tomar posibles soluciones. No
quiero particularizar pero todos sabemos de hospitales donde los pacientes
postquirúrgicos y politraumatizados se han perdido de los Servicios de
Medicina Intensiva y han pasado a ser responsabilidad de potentes
Servicios de Anestesiología y Reanimación, o de UCIs que han cedido (o que
no tomaron cuando se debió) Unidades Coronarias.
También peligra algo tan nuestro como la
RCP. ¿Cómo se entiende que otros licenciados en Medicina (especialistas o
no) puedan ser instructores de RCP avanzada
mientras hay intensivistas que no lo son?. Se ha antepuesto un diploma
acreditativo de un peculiar cursillo de metodología docente a cinco años
de residencia, un título de especialista en Medicina Intensiva y a nuestra
labor diaria. Se debería haber defendido la RCP como algo "intrínsicamente
nuestro" de forma que desde el grupo de trabajo correspondiente se
dictasen las recomendaciones y actualizaciones a todo el colectivo de
intensivistas "acreditados" por todo lo anteriormente expuesto, sin
trabas, porque la RCP es parte de nuestro trabajo.
¿Cómo se ha permitido que en la reciente
OPE el título de Medico especialista en Medicina Intensiva para la
obtención de una plaza de urgencias extrahospitalarias (en las que se
incluye el 112) puntúe "0" puntos y solo se valore el título de Médico
especialista en Medicina de Familia?.
Tenemos que hacer una profunda reflexión
sobre el origen de nuestros problemas y buscar vías de solución que sin
duda deben pasar por el diálogo y por profundos cambios de actitud.
Finalmente, agradezco a Demetrio y a los colegas de la SCLMICYUC la
apertura de este debate, sin duda necesario, pero que debe ser tratado
desde el respeto mutuo entre compañeros que lícitamente aspiramos a
fortalecer y potenciar nuestras especialidades.
José Manuel Añón Elizalde
Servicio de Medicina Intensiva Hospital Virgen de la Luz. Cuenca
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