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Revista Electrónica de Medicina Intensiva
Carta abierta. Vol 3 nº 5, mayo 2003.
Autores: Demetrio Carriedo Ule, y
Médicos Intensivistas de la SCLMICYUC (*)

 

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Carta abierta a los intensivistas españoles

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Con el presente escrito queremos expresar nuestra profunda preocupación por el futuro de la especialidad de Medicina Intensiva y del lugar que, en los hospitales, vamos a tener los actuales especialistas en Medicina Intensiva y los que se están actualmente formando. También pretendemos llamar a la reflexión colectiva e instar a todos, encabezados y representados por nuestra Sociedad Científica Nacional (SEMICYUC) a abandonar de una vez nuestra actitud de pasividad, y de mirar hacia otro lado, mientras otros especialistas suplantan nuestra actividad, diezman nuestra cartera de servicios, y reducen nuestra presencia en los hospitales.

Es un hecho que la Medicina Intensiva juega un papel cada vez mayor en los hospitales, cada vez hay más áreas de críticos, pero no son los intensivistas quienes atienden esas áreas. Los problemas de conflicto de competencias (o como pensamos algunos, de intrusismo) con otras especialidades progresan cada año, a diferentes ritmos según las distintas comunidades e incluso los distintos hospitales de la misma comunidad, pero siempre progresan. Hemos tenido problemas y mala relación con Cardiología, pero el problema se centra fundamentalmente con los Servicios de Anestesia.

Los anestesistas crean sus propias UCIs quirúrgicas, y simplemente se quedan con los pacientes críticos que pasan por quirófano. No hay discusión ni negociación posible, ni siquiera notificación previa, solo los hechos consumados. Nos quitan gran parte de nuestra cartera de servicios, incluyendo no solo postoperatorios de alto riesgo, incluida la cirugía cardiaca o los transplantes, sino incluso los pacientes politraumatizados. El que este hecho ocurra cada vez en más hospitales (y que no se engañe nadie, se extenderá progresivamente a la práctica totalidad) no es, como todos sabemos, fruto de la casualidad, sino de una política institucional perfectamente planeada por la Sociedad Española de Anestesia (SEDAR), para lo que creó su Sección de Críticos.

La SEDAR hace tiempo que no oculta su intención de asumir el cuidado del paciente crítico que precise pasar por el quirófano, y lo está llevando a cabo sin oposición alguna. Afirman tener la capacitación “legal” para atender enfermos críticos médicos y quirúrgicos, a la vez que reconocen implícitamente su insuficiente formación al solicitar un año más de MIR para dedicarse a este campo. Cuestionan el modelo español de Medicina Intensiva, deciden, sin contar con nosotros, liderar un cambio en el acceso a la especialidad, abogan por nuestra desaparición como especialidad primaria, desprecian nuestro trabajo y nuestra historia y no se cortan en llamarnos “el problema español”, aludiendo a la cuestión de la adaptación con la UE.

También hemos tenido, aunque en menor medida, polémicas con los Servicios de Urgencias hospitalarios, que pretenden una especialización con un elevado solapamiento con la nuestra. De los muchos pacientes que acuden a las Urgencias diariamente, unos pocos son enfermos críticos, lo que no impide que todos quieran dedicarles su atención, pasando a veces muchas horas en urgencias antes de finalizar, si es que lo hacen, en la UCI. De nuevo aquí es una Sociedad Científica, la SEMES, la que preconiza los cambios y defiende los objetivos de sus asociados en el reconocimiento de la especialidad, sin importarles si para ello (justificar su necesidad) haya que olvidar intencionadamente nuestra existencia y el trabajo que hasta ahora hemos realizado, y seguimos realizando en muchos casos, en las áreas de urgencias, atendiendo de modo precoz a los pacientes críticos.

El ninguneo llega al extremo cuando en algunas Comunidades Autónomas nuestra especialidad no cuenta más que otras como Medicina de Familia, Traumatología, o Cardiología  para acceder a un puesto de médico del servicio especial 112. Parece que todo el mundo quiere ignorar nuestra formación específica en este campo.

Desde el punto de vista formativo y tras años de Plan nacional de RCP, nos enteramos por la prensa de la aparición “por primera vez en España” de Instructores de SVA de la mano de la SEMES-AHA. Algunas comunidades como la nuestra de Castilla y León, pretenden incluso no dar validez a nuestra capacitación como instructores de RCP por el Plan Nacional y el ERC, normatizando que los cursos de RCP que ellos financien, solo serán impartidos por instructores SEMES-AHA.

Todos quieren, y al parecer van consiguiendo, realizar las labores que anteriormente teníamos encomendadas, y esto probablemente va a aumentar: Unidades de Ictus, de sangrantes, y ¿porqué no de EPOC agudizado?.

A nivel social, somos los grandes desconocidos. Al ver las noticias nadie diría que aún atendemos a un porcentaje muy considerable de pacientes cardiológicos agudos, pues para hablar de la enfermedad coronaria, siempre sale la Sociedad de Cardiología (SEC). Esta ausencia en la opinión, es aún más llamativa, teniendo en cuenta que todavía llevamos la mayor parte de las víctimas de una de las plagas más importantes en nuestra sociedad, como es la enfermedad traumática.

En resumen, la situación es muy pesimista. Nos encontramos con hechos consumados, y nuestra capacidad individual para modificarlos es escasa. Como servicio central, no tenemos pacientes propios y debemos esperar a que nos llamen y nos los envíen. Si esto no ocurre o por el contrario solo nos llaman para pacientes moribundos o con escasa viabilidad, que naturalmente solemos rechazar, nuestras unidades quedarán semivacías y se reducirán los espacios y los recursos tanto materiales como humanos para nuestros servicios, mientras se amplían otras áreas “críticas” no dependientes del Servicio de Medicina Intensiva.

Alguien dijo una vez en una Junta de Presidentes Autonómicos de la SEMICYUC, hablando de estos temas, que lo que hay que ofrecer al Gerente es calidad. Sin embargo, todos sabemos que lo que ocurre no obedece a criterios de calidad y de eficiencia. Los gestores de los hospitales, al financiar estas nuevas unidades, consumidoras de recursos materiales y humanos no lo hacen por nuestra deficiente calidad técnica, ni para cubrir necesidades nuevas, no cubiertas por nosotros, ni  porque sea más eficiente (todo lo contrario), sino cediendo a las presiones de servicios más potentes, que amenazan real o veladamente con su no colaboración en temas tan delicados como las listas de espera. Ya saben que desde el punto de vista de la Gestión, estos cambios son injustificables. Y de la calidad ¿nadie habla?.

Ante esta situación ¿qué hacemos?. Abordamos este tema anualmente en los Congresos, de manera muy superficial en la Asamblea, y sobretodo a nivel personal en los pasillos. Nos lamentamos, analizamos las causas, nos indignamos, pero hasta ahora nada se ha hecho en concreto, al menos que haya tenido algún efecto positivo. Los servicios que aún no han tenido problemas, piensan que no les ocurrirá nunca y les importa menos el tema. La solidaridad brilla por su ausencia e incluso se critica a tal o cual jefe de servicio porque no supo defenderse, mientras se le dedican expresiones como: ¿pero cómo os habéis dejado quitar...?. Mientras tanto seguimos formando más de 100 especialistas anuales.

Nuestra Sociedad seguirá teniendo dentro de unos años secciones como postoperatorio de cirugía cardiaca, transplantes, politraumas, coronarios...?.

La iniciativa de realizar un Plan Estratégico (PE) ha sido correcta y es de agradecer el esfuerzo realizado por sus autores; en él se recogen muchas de las consideraciones aquí expuestas. Sin embargo, el planteamiento de actuación adolece una vez más de nuestro punto, a nuestro entender, más débil. No han sido criterios de calidad y eficiencia los que nos han llevado a esta situación, sino el afán de expansión y la capacidad de presión de otras especialidades, por lo que no parece práctico ofrecer calidad y eficiencia. Lo mismo pasa con el ofrecimiento de una mayor cartera de servicios, cuando nos quitan la que tenemos, o de ofrecer mayor actividad fuera de la UCI (out-door), cuando la pretensión de urgencias o de los servicios extrahospitalarios es la de “independizarse” lo más posible de nosotros, para lo que procuran llamarnos lo más tarde posible. No podemos compartir el optimismo de las consideraciones finales del documento sobre el Plan Estratégico. Así deben pensar también las nuevas generaciones de médicos residentes, que a la hora de elegir, dejan las plazas de Medicina Intensiva para números cada vez más altos, tal como está pasando en la actual convocatoria.

Creemos sinceramente que la SEMICYUC debe tomar una actitud mucho más activa que la tomada hasta ahora, y se lo pedimos expresamente a la nueva Junta Directiva, que saldrá del próximo congreso en Salamanca. Hay que enfrentar el problema urgentemente, y con carácter prioritario. No se puede seguir esperando, como si nada ocurriese, viendo como nuestra especialidad se descapitaliza, y mucho menos haciendo pactos de no agresión, que solo cumplimos nosotros. No podemos continuar sin dar respuesta a las políticas agresivas de las otras especialidades. EL TIEMPO CORRE SIEMPRE EN CONTRA NUESTRA.

Demetrio Carriedo Ule.
Servicio de Medicina Intensiva, Hospital de León.
(*) Médicos Intensivistas de la Sociedad Castellano-Leonesa de Medicina Intensiva, Crítica y de Unidades Coronarias
©REMI, http://remi.uninet.edu. Mayo 2003.

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última modificación: 01/07/2007