A este fin, inicia una apasionante residencia en
Anestesia en Pensilvania. Con los ojos de un pionero, desde el principio
descubre que los cuidados que él aplica en el quirófano, podrán igualmente
aplicarse fuera de él, situación que vive y defiende con vehemencia.
Pasa unos meses en Perú, donde crea el primer Servicio
de Anestesia en el Hospital Nacional del Cáncer de Lima, para regresar al
Johns Hopkins de Baltimore. No siendo posible crear un segundo servicio de
anestesia, Peter se traslada al del Baltimore City Hospital, dentro
de la ciudad.
En esta encrucijada, aún desde su aparente torre de
cristal, su interés se centra en la atención a las crisis que los
pacientes sufren fuera del hospital, lo que incluye la asistencia en
desastres. Su espíritu metódico le lleva a buscar técnicas que se puedan
enseñar a la población a fin de acercar la resucitación a las calles.
Integrando los conocimientos de la época, en 1957 documenta los pasos A y
B del soporte vital básico, mientras el paso C corre a cargo de otros
grupos de investigadores.
La técnica de aplicar compresiones torácicas externas,
aunque utilizada ocasionalmente desde el siglo XIX, fue redescubierta en
1958 en el Johns Hopkins, si bien resultan de vital importancia los
esfuerzos del psiquiatra ruso
Vladimir Negovsky, recientemente fallecido, al que Peter se
esforzó en reconocer, junto a otros muchos investigadores. Ambos fueron
nominados de forma conjunta para el Nobel en un par de ocasiones.
Aprovechando uno de sus congresos, un colega noruego le
pone en contacto con el constructor de juguetes Asmund Laerdal, que
construye la conocida muñeca Resusci-Anne, y cuyas facciones tomó
de la máscara de una chica que se ahogó en el Sena.
Participa activamente en el desarrollo de la secuencia
de soporte vital avanzado y prolongado. En su afán por conocer la técnica
más eficaz para aislar la vía aérea, sus experimentos pioneros -difíciles
de aplicar bajo las consideraciones éticas actuales- incluían la
interrupción de la respiración por curare
en voluntarios (JAMA 1958; 167: 335-341 y JAMA 1961; 176: 574-576).
Pero es su interés por el desarrollo de las técnicas de
la resucitación el que le lleva a adentrarse en terrenos donde no lo hizo
ningún otro anestesiólogo. Contempla con nitidez la necesidad de
proporcionar cuidados especializados al paciente con colapso
cardiovascular y/o trauma en el medio extrahospitalario. En la década de
los 50 conoce a
Martín McMahon, jefe del Servicio de Ambulancias del Cuerpo de
Bomberos de Baltimore, quien le muestra las condiciones de asistencia y
traslado en el país. Ambos diseñan una moderna ambulancia, con espacio
para un asistente. Los meses siguientes fueron testigos de la formación de
los primeros “técnicos” de emergencias.
En aquella época, su propia unidad de recuperación
carecía de personal por la noche. Peter documenta la necesidad de
proporcionar cuidados a cualquier hora, no sólo para los pacientes en coma
tras PCR sino para aquéllos que han sufrido intervenciones graves y
necesitan ventilación mecánica y fluidoterapia de forma continuada. Safar
adopta la experiencia escandinava con motivo de la epidemia de polio, y en
1958 inicia la que se puede denominar la primera unidad de cuidados
intensivos polivalentes con personal médico. La mecha estaba ya encendida.
En 1961, preocupado por la enseñanza de las técnicas
descritas a las nuevas generaciones, crea la primera escuela y programa de
formación en resucitación en la Universidad de Pittsburg.
Al año siguiente, mientras pronuncia una conferencia en
Chicago, fallece su hija Elizabeth a los 11 años víctima de un ataque
agudo de asma. Este evento suscita en él dos inquietudes. La primera
cuestiona la idoneidad del personal de policía para proporcionar cuidados
en la calle. Un año más tarde, en 1967, crea el Freedom House
Enterprise Ambulance Service, primer servicio de la ciudad dotado con
paramédicos.
La segunda le obliga a desarrollar técnicas al objeto
de preservar la función cerebral del paciente, y será una línea de trabajo
que le acompañará hasta el final de sus días, y aún más allá, como veremos
más adelante.
Fruto de su trabajo incansable, durante los seis años
que estuvo en el Baltimore City Hospital, continuó desarrollando
recomendaciones a nivel nacional. En 1976, ayuda a crear la que sería la
World Association for Disaster and Emergency Medicine. En 1979 funda
el Centro Internacional de Investigación en Resucitación (IRRC) en
Pittsburg, que en 1994 será llamado el
Centro Safar en su honor.
Tras haber realizado más de un millón de intervenciones
anestésicas, en 1989 se retira de la práctica a la edad de 65 años. Desde
entonces, su actividad no ha cesado, siendo autor de numerosos estudios en
el campo de la resucitación. Su actividad intelectual se recoge en 1.389
publicaciones, que incluyen 384 originales, más de 30 libros y manuales y
más de 600 abstracts. Ha sido autor, editor o co-autor de libros pioneros
sobre terapia respiratoria, consideraciones de salud pública en medicina
crítica y anestesia, RCP y medicina de emergencias. Desde los años 60,
editó el libro de recomendaciones inernacionales en RCP, respaldado por la
World Federation of Societies of Anesthesiologists (WFSA), y tomó
parte en los primeros pasos de las revistas
Journal of Critical Care Medicine
(1972),
Journal of Prehospital and Disaster Medicine
(1982), escribiendo su autobiografía en un libro de la
American Society of Anesthesiologists
(2000).
Peter Safar falleció el 3 de agosto de 2003 a la edad
de 79 años, tras una larga enfermedad por un tumor de colon. Desde
entonces, las reacciones internacionales no han cesado, y una avalancha de
e-mails nos ha permitido sospechar su talla científica, registrada para
siempre en los anales de la resucitación.
Alfredo Serrano Moraza, Andrés Pacheco Rodríguez
©REMI, http://remi.uninet.edu.
Octubre 2003.
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