La televisión local se apresura a emitir imágenes de la tragedia.
Un palestino suicida acaba de explotar con su carga infernal, esta vez en
el Café Hillel. El beeper de David ha debido sonar con insistencia,
pero... bueno, parece que hoy no ha venido de los primeros a la urgencia.
¡Qué raro...!
En el lugar del atentado, numerosos conocidos y un
antiguo colega reconocen a David entre los primeros cadáveres que
consiguen rescatar. Ironía del destino, acaba de llegar de Nueva York tras
intervenir en un
simposium sobre medicina de catástrofes
próximo a la zona cero, para preparar la boda de su hija Naava, de 20
años, al día siguiente. La explosión ha sido tan brutal que los dos, uno
al lado del otro, se encuentran entre los quince fallecidos.
Pionero en la introducción de la fibrinolisis en
Israel, durante dos décadas había formado parte del servicio de
emergencias israelí, las famosas
ambulancias de David Adom (ver
oferta). Cuenta la TV local que, en 1984, se encontró en una tienda de
ropa a la víctima de un tiroteo, a la que comenzó a atender allí mismo.
Gracias a su llorado sacrificio, su aportación ya no se
perderá: jamás podría haber sido así. "Sed
cálidos", recordaba su voz amable a los adjuntos de la urgencia, a los
que inducía a sentarse a hablar con los pacientes en la más estrecha
proximidad. En los últimos meses, había instalado un sistema electrónico
que hacía parpadear en rojo el nombre del paciente que no era atendido en
diez minutos.
Si hace unas
semanas recordábamos la labor de Peter Safar en la ciudad de la caridad,
hoy descubrimos el papel de David Applebaum que, en el seno de un "hospital
con corazón", modelo de convivencia entre judíos, palestinos y
cristianos, nos enseñó que siempre fue “el primero en la escena del
atentado” (El Mundo, 15/09/03), hasta el final de sus días.
Alfredo Serrano Moraza
©REMI, http://remi.uninet.edu.
Noviembre 2003.
Busque en REMI con Google:
Envía tu comentario para su
publicación |