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4. 1. INTRODUCCIÓN
Se define como una entidad anatomoclínica caracterizada por un
estudio del tejido cardiaco que muestra degeneración miofibrilar
junto con un infiltrado intersticial de tipo linfocitario. Su manifestación
clínica principal, aunque no exclusiva, es un cuadro de insuficiencia
cardiaca.
Aunque muchas de las miocarditis se diagnostican al estudiar mediante
biopsia endomiocárdica a pacientes afectos de miocardiopatia dilatada,
con insuficiencia cardiaca de larga evolución, en esta revisión
nos ocuparemos fundamentalmente de las que debutan de manera aguda/subaguda,
al ser las propias del ámbito de la medicina de urgencias.
4. 2. ETIOLOGÍA Y CLASIFICACION
De las múltiples clasificaciones sobre miocarditis la más
extendida es la que las divide en primarias o secundarias 98.
De las formas primarias no se conoce con certeza el mecanismo etiológico,
mientras que las secundarias se producen como consecuencia de un agente
específico ó en el contexto de una enfermedad conocida (Tabla
9).
Se observa como la lista de agentes a los que se atribuye potencialidad
para producir miocarditis es extensa. En la mayoría de las ocasiones
queda sin diagnosticar el tipo etiológico y, desde un punto de vista
práctico, los esfuerzos deben ir encaminados a descartar las formas
que tienen un tratamiento específico 99.
Mencionaremos brevemente las principales características
de las formas primarias de miocarditis.
- Idiopática: También denominada postviral ó
linfocítica, en base al tipo celular predominante en el estudio
histológico. De supuesta naturaleza autoinmune. Es la forma más
frecuente, con una incidencia en estudios necrópsicos del 1.06%
100.
- Postparto: con una incidencia aproximada de 1 cada 4000 partos,
se suele presentar entre el último mes de embarazo y los seis meses
tras el parto. Es más frecuente en mujeres de raza negra, de edad
avanzada y multíparas. Sigue siendo un misterio la etiología,
aunque lo más probable es que se trate de una miocarditis viral
o una respuesta autoinmune en el contexto de unos factores hormonales específicos
101.
- De células gigantes: Se caracteriza por la presencia
de células multinucleadas de probable origen macrofágico
en el infiltrado inflamatorio, adyacentes a los miocitos. Es considerada
por algunos autores como una forma de sarcoidosis de exclusiva localización
miocárdica. Su curso clínico y pronóstico es mucho
más desfavorable que la forma linfocítica 102.
- Miocardiopatia dilatada: Consdiderada como resultado de una
miocarditis previa. Es objeto de revisión en otro apartado de este
capítulo.
Respecto a las formas secundarias las más frecuentes son las
víricas, con una incidencia estimada del 0.02% 103.
Por orden de frecuencia destacan los enterovirus (especialmente la especie
Coxsackie B), virus respiratorios (Influenza A y B), y citomegalovirus.
No obstante este patrón se altera en determinadas áreas geográficas
(enfermedad de Chagas en América del Sur), en poblaciones específicas
de pacientes (adenovirus en niños, toxoplasmosis en trasplantados
de corazón) y en brotes epidémicos de infección vírica
respiratoria (Influenza A).
4. 3. PATOGENIA
La miocarditis idiopática es el resultado de un mecanismo lesional
mediado por la activación del sistema inmune 104.
De los dos brazos de la respuesta inmunológica no hay evidencia
de que el tipo humoral, por anticuerpos, desempeñe un papel relevante
en el daño miocitario. Este es protagonizado por la inmunidad celular
a través de los linfocitos, los macrófagos y sus productos
derivados (citoquinas).
La secuencia de activación del sistema inmune celular se inicia
con el reconocimiento del antígeno 105.
En el caso de la miocarditis no se conoce con exactitud si el antígeno
desencadenante pertenece a un agente externo (virus) ó forma parte
de las células miocíticas y es expuesto al sistema inmune
tras la lisis de éstas por los virus. A este respecto se han reconocido
varios hallazgos en modelos experimentales. En primer lugar la falta de
detección de partículas virales de Coxsackie virus en muestras
de tejido infectado en las que se observa respuesta inflamatoria, evidenciando
un aclaramiento de las mismas por parte del sistema inmunológico.
Si se somete el animal a una depleción selectiva de linfocitos CD4,
la respuesta inflamatoria y la lesión celular no se producen, aún
a pesar de la persistencia del virus en el tejido miocárdico. Otros
hechos que apoyan la teoría autoinmunitaria son la inducción
experimental de miocarditis con proteínas constitutivas del miocito
(como la miosina, la ATPasa del retículo sarcoplásmico y
la proteina mitocondrial transportadora de los compuestos fosfatos), y
la reactividad de linfocitos extraidos de animales infectados frente a
células miocíticas aisladas.
Tras el reconocimiento del antígeno se produce la activación
y proliferación de los linfocitos que conduce a la liberación
de citokinas ( TNF, gamma-interferon, interleukinas 2-6,10) con la subsiguiente
amplificación de la respuesta inmunológica 106.
En particular se activan linfocitos CD8, una estirpe celular citotóxica,
y macrófagos, que liberan radicales libres y proteasas. Ambas conducen
a la necrosis del miocito. Además, los macrófagos liberan
factores reguladores de la síntesis de matriz intersticial, como
el factor de crecimiento derivado de las plaquetas (PDGF), el factor transformador
de crecimiento(TGF-beta), que son los responsables de la formación
de la fibrosis tisular.
Todos los sucesos anteriormente descritos conducen al daño
considerado irreversible de la enfermedad. Sin embargo, es bien conocida
la tendencia a las alteraciones reversibles del funcionalismo cardiaco,
con resolución completa de las mismas en un buen porcentaje de casos.
El sustrato de estas alteraciones parece encontrarse en la acción
de determinadas citokinas (interleukina 1 y TNF) sobre la regulación
de los receptores adrenérgicos miocárdicos, bloqueando la
actuación de las catecolaminas endógenas.
4. 4. MANIFESTACIONES CLÍNICAS
En la mayoría de las ocasiones el diagnóstico de miocarditis
se realiza sobre pacientes con cuadros de insuficiencia cardiaca de instauración
subaguda que han desembocado en auténticas miocardiopatías
dilatadas. Es en el protocolo de estudio de este tipo de pacientes donde
al realizar una biopsia endomiocárdica se descubren alteraciones
anatomopatológicas compatibles con miocarditis activa.
Sin embargo, la miocarditis que se puede encontrar en el área
de Urgencias y en los servicios de Medicina Intensiva tiene un carácter
más agudo y una forma de presentación más polimorfa.
Es clásico incluir la presencia de una enfermedad febril con sintomatología
general y/o respiratoria varios dias antes de la manifestación principal
de la misma, aunque puede faltar, no ser recordada ó ser falsamente
atribuida (por la alta prevalencia de este tipo de cuadros). Con posterioridad
sobreviene una o varias de las manifestaciones que se citan a continuación:
- Insuficiencia cardiaca: en forma exclusiva de edema agudo
de pulmón ó más severa de shock cardiogénico.
La exploración física variará en función de
la severidad del cuadro, pero generalmente se encontrará taquicardia
(desproporcionada al grado de fiebre), galope ventricular a la auscultación
y grados variables de insuficiencia respiratoria y/o síntomas de
bajo gasto. En algunas ocasiones coexiste afectación pericárdica
auscultándose el roce característico.
- Presíncope/síncope: generalmente como expresión
clínica de alteraciones del ritmo, bien del tipo de taquicardias
ventriculares ó, lo que es más frecuente, de bloqueos de
conducción.
- Dolor torácico: generalmente presente en grados variables,
puede llegar a adquirir carácter predominante y junto con alteraciones
electrocardiográficas sugerentes de isquemia miocárdica (patrón
de pseudoinfarto 107), conducir al error
diagnóstico de un IAM.
- Arritmias: como manifestación inicial ó como
complicación durante el transcurso de la enfermedad. Es de señalar
que algunas miocarditis se diagnostican al estudiar taquicardias ventriculares
de origen indeterminado.
- Muerte súbita: siendo diagnosticadas en el estudio
necrópsico. Recientemente se han atribuido a esta causa las muertes
súbitas de jóvenes atletas profesionales 108.
4. 5. PRUEBAS DIAGNOSTICAS
4. 5. 1. Electrocardiograma (ECG)
Son múltiples las anormalidades del ECG descritas en la miocarditis,
predominando las alteraciones en la conducción intraventricular
del estímulo y las de la repolarización ventricular, sin
ser ninguna de ellas sensible ni específica de esta afección.
Se ha sugerido que las alteraciones eléctricas pueden
tener un significado clínico y pronóstico en estos pacientes
109.
Así el bloqueo auriculoventricular completo y las alteraciones de
la repolarización se asocian a un menor tiempo transcurrido entre
el inicio de los síntomas y la solicitud de asistencia médica.
El crecimiento de aurícula izquierda, la fibrilación auricular,
la hipertrofia ventricular izquierda y el bloqueo completo de rama izquierda
se asocian a una función ventricular más deteriorada y los
dos últimos con un mayor riesgo de muerte súbita. El patrón
de pseudoinfarto (onda Q y supradesnivelación del segmento ST) se
asocia por lo general a una evolución clínica rápidamente
progresiva y frecuentemente fatal.
4. 5. 2. Enzimas cardiacas
Obviamente la alteración estructural básica de esta afectación,
la necrosis de miocitos, conlleva necesariamente la liberación al
torrente sanguíneo de enzimas musculares de origen cardíaco,
con lo que éstas (fracción MB de la CPK) aparecerán
elevadas. Este hecho, una vez más, se convierte en factor confundente
respecto al diagnóstico diferencial con el infarto agudo de miocardio.
4. 5. 3. Ecocardiografia
Tanto transtorácica como transesofágica. De gran utilidad
por poderse realizar a la cabecera del paciente y por su carácter
no invasivo. Permite descartar otras entidades como causa del cuadro de
insuficiencia cardiaca (alteraciones segmentarias de la contractilidad
y complicaciones mecánicas en el infarto agudo de miocardio, valvulopatías,
otras miocardiopatías, enfermedades del pericardio, etc...). Además
se obtienen datos sobre el tamaño de las cavidades cardiacas, la
fracción de eyección, alteraciones valvulares asociadas,
presencia de trombos, etc... Como inconvenientes presenta la gran dependencia
del explorador en la interpretación de los resultados y la imposibilidad
de obtención de un registro adecuado en todos los casos (mala ventana
acústica, patología esofágica, etc..).
4. 5. 4. Ventriculografía isotópica
Se emplea para la determinación de la fracción de eyección
y los volúmenes telediastólicos biventriculares.
4. 5. 5. Cateterismo cardiaco
El cateterismo izquierdo ha sido desplazado por la ecocardiografía
y la ventriculografía isotópica en la determinación
de la función sistólica (fracción de eyección)
cardiaca. El cateterismo derecho puede utilizarse inicialmente con fines
diagnósticos pero fundamentalmente se emplea para la monitorización
de la respuesta del paciente al tratamiento inotrópico (gasto cardiaco
por termodilución, presión capilar pulmonar, presiones de
arteria pulmonar). Ante todo paciente con sospecha de cardiopatía
isquémica (antecedentes, clínica de dolor torácico,
imágenes de pseudoinfarto en ECG,...) es mandatoria la realización
de coronariografía para descartar ésta como origen del cuadro
de insuficiencia cardiaca aguda.
4. 5. 6. Anticuerpos antimiosina
Se trata de una técnica inmunoescintigráfica en la que
se emplean anticuerpos monoclonales frente a miosina marcados con In-111.
Estos anticuerpos presentan gran afinidad por áreas de necrosis
miocárdica, habiendo sido validada la técnica para la detección
de infarto agudo de miocardio. En el caso de la miocarditis los estudios
realizados han sido escasos y de un corto número de pacientes, por
lo que las conclusiones derivadas hay que tomarlas con cautela. Lo más
destacado es el elevado valor predictivo negativo de la exploración
(92%), sugiriendo que ante una prueba normal no sería necesaria
la realización de una biopsia endomiocárdica con el objetivo
de investigar miocarditis 110.
4. 5. 7. Serología
Debe reservarse para estudios epidemiológicos y de investigación,
al menos hasta que se disponga de tratamientos específicos. Se considera
miocarditis asociada a un microorganismo en particular si éste es
identificado en muestras de biopsia endomiocárdica ó líquido
pericárdico (en casos con pericarditis asociada) mediante cultivo,
PCR (reacción en cadena de la polimerasa) ó técnicas
de hibridación in situ. En el caso de la causada por enterovirus
también se consideran de confirmación los métodos
serológicos que detectan anticuerpos IgM específicos, tales
como el enzimoinmunoensayo (EIA), el radioinmunoensayo (RIA) y la inmunoadsorción
de fase sólida (SPRIST). Continuando con la miocarditis por enterovirus
se considera como su causa probable cuando éste se aisla de muestras
de faringe o heces y simultáneamente se detecta con tests serológicos
de neutralización. Si sólo se dispone de positividad en éstos
últimos la asociación se cataloga como de posible.
Evidentemente, ante la sospecha de etiologías específicas
( enfermedad de Lyme, enfermedad de Chagas, enfermedades del tejido conjuntivo,
etc) deben realizarse las pruebas bacteriológicas y serológicas
necesarias para descartar o confirmar éstas.
4. 5. 8. Biopsia endomiocárdica
Las pruebas diagnósticas previas se utilizan para establecer
un diagnóstico de presunción y para cuantificar la severidad
de la afectación, pero la única técnica de diagnóstico
que permite la confirmación de una miocarditis es la biopsia endomiocárdica,
de la que describiremos a continuación el modo de realizarla y su
posterior análisis histológico. Asimismo es preciso plantearse
algunas cuestiones acerca de su rentabilidad y su utilidad.
- Técnica: Se pueden conseguir muestras de ambos ventrículos.
Con catéteres provistos de biotomos se obtienen de 4-7 muestras
del septo interventricular (ventrículo derecho) ó del ápex
(ventrículo izquierdo) de unos 2-3 milímetros de diámetro
111.
- Procesamiento: Las muestras así obtenidas se fijan
en formalina y parafina y se tiñen con hematoxilina eosina, masson
tricrómico y rojo congo para análisis mediante microscopía
óptica.
- Clasificación: En 1987 se publicaron los llamados criterios
de Dallas 112 para el diagnóstico
anatomopatológico de la miocarditis, que habían sido establecidos
originariamente en una conferencia consenso tres años antes. Esta
clasificación huye de consideraciones patogénicas (víricas,
inmunológicas), clínico evolutivas (aguda, subaguda, crónica)
y pronósticas, centrándose en criterios exclusivamente morfológicos.
Se describen tres categorías:
-
Ausencia de miocarditis: no existe reacción inflamatoria y las células
miocíticas pueden ser normales o mostrar cambios inespecíficos
(hipertrofia).
-
Miocarditis "borderline"(limítrofe): Existe infiltrado inflamatorio
intersticial pero no se acompaña de necrosis de miocitos.
-
Miocarditis: La necrosis y degeneración de miocitos se añade
al infiltrado inflamatorio linfocitario intersticial.
Además de las consideraciones técnicas anteriores se
han de contestar las siguientes preguntas de índole práctica:
1.- ¿Debe realizarse muestreo derecho y/o izquierdo? Debido
a la excelente concordancia entre los resultados de las biopsias procedentes
de ambas localizaciones, y a la mayor morbilidad asociada a la técnica
de muestreo izquierdo, se recomienda realizar exclusivamente biopsias de
ventrículo derecho 113.
2.- ¿Debe repetirse la biopsia ante un resultado negativo?
Sólo en el caso de que el resultado de la biopsia sea de miocarditis
"borderline", ya que una proporción no desdeñable de éstos
se catalogará como portadores de miocarditis activa en nuevas biopsias
114.
3.- ¿Debe realizarse biopsia? Evidentemente, y dejando
aparte consideraciones de investigación, sólo debería
contemplarse la realización sistemática de una técnica
invasiva si de ella se derivase una actitud terapéutica concreta
115.
En el caso de la miocarditis esta pregunta se hace extensiva a la efectividad
de la inmunosupresión, que será tratada más adelante,
aunque con la evidencia disponible hasta la fecha la respuesta debe ser
negativa.
4. 6. DIAGNOSTICO DIFERENCIAL
Las entidades con las que más frecuentemente se confunde la miocarditis
son:
- Infarto agudo de miocardio: Es el error más frecuente,
sobre todo en los cuadros que se acompañan de alteraciones electrocardiográficas
superponibles. Resulta tranquilizador, no obstante, que se haya descrito
en la literatura que la administración de trombolíticos a
estos pacientes no ha supuesto un resultado más desfavorable 116.
- Patología valvular aguda: fácilmente descartable
mediante la ecocardiografía. Hasta la realización de la misma
tanto la insuficiencia mitral aguda como la aórtica producen cuadros
severos de edema de pulmón y/o shock cardiogénico superponibles
a las formas fulminantes de miocarditis.
- Patología intracraneal aguda: especialmente la hemorragia
subaracnoidea, que puede debutar como síncope y con alteraciones
de la repolarización en el trazado electrocardiográfico.
4. 7. TRATAMIENTO
4. 7. 1. De soporte
La primera medida a tomar es el reposo, ya que existe evidencia en estudios
experimentales de que el ejercicio intensifica el daño miocárdico
117.
El tratamiento de la insuficiencia cardiaca dependerá
del grado de la misma . Para los casos leves y moderados se utilizaran
los grupos de fármacos habituales para cualquier tipo de insuficiencia
cardiaca ( diuréticos, digitálicos, inhibidores de la enzima
de conversión de la angiotensina, otros vasodilatadores ). A este
respecto se señalan ciertas peculiaridades con el empleo de algunas
de estas drogas en las miocarditis. Así parece que este tipo de
enfermos son particularmente sensibles a la digoxina, por lo que debe vigilarse
estrechamente la posibilidad de intoxicación. Además, los
inhibidores de la ECA (concretamente el captopril), y atendiendo también
exclusivamente a estudios experimentales, deberían emplearse precozmente
en la fase aguda de la enfermedad 118.
Para grados más avanzados y situaciones de shock cardiogénico
el arsenal terapéutico incluye:
-
Inotrópicos: dopamina, dobutamina, adrenalina y noradrenalina, inhibidores
de la fosfodiesterasa, etc; de los que se elegirán el tipo y la
dosis en función de los parámetros hemodinámicos.
-
Balón de contrapulsación intraaórtico: con el fin
de incrementar el gasto cardiaco a través de disminuir la postcarga
y de incrementar la presión de perfusión coronaria.
-
Asistencia ventricular: generalmente utilizada como puente al trasplante
cardíaco en la miocarditis se ha empleado durante tiempo prolongado
hasta la resolución del cuadro 119
(véase en trasplante).
4. 7. 2. Inmunosupresores
El tratamiento inmunosupresor, dirigido a combatir los mecanismos patogénicos
de la enfermedad, ha sido siempre considerado como una de las esperanzas
terapéuticas en los pacientes afectos de miocarditis. Algunos estudios
sustentaron inicialmente esta hipótesis, 120,
121
, pero recientemente se ha publicado el único ensayo clínico
controlado y aleatorizado sobre la terapia inmunosupresora 122
(MTT) con resultados descorazonadores.
El objetivo primario de este ensayo fue determinar si el tratamiento
inmunosupresor en pacientes diagnosticados de miocarditis mejoraba la función
ventricular a las 28 semanas de iniciado el mismo. Otros objetivos secundarios
del estudio fueron el análisis de la mortalidad y la correlación
entre la severidad de la enfermedad y determinados marcadores de respuesta
inmunológica. Se estudiaron mediante biopsia endomiocárdica
2233 pacientes con historia de insuficiencia cardiaca de menos de 2 años
de evolución (sin etiología conocida), de los cuales sólo
un 10% (214) fueron diagnosticados de miocarditis en el estudio histológico
(siguiendo los criterios de Dallas). Una vez excluidos aquellos con fracción
de eyección superior al 45%, los que se negaron a participar en
el estudio y aquellos otros que presentaban ciertas condiciones médicas
asociadas, 111 pacientes fueron aleatorizados a los grupos de tratamiento.
En el grupo control (n = 47) se administraba exclusivamente tratamiento
convencional mientras que el grupo de tratamiento (n = 64) recibía
además del convencional un régimen de fármacos inmunosupresores
(prednisona + ciclosporina ó azatioprina) durante 24 semanas.
Los resultados no demostraron mejoría en la función
ventricular ( valorada mediante la fracción de eyección de
ventrículo izquierdo y otras variables asociadas, como el diámetro
telediástólico o la presión capilar pulmonar) ni en
las tasas de mortalidad entre ambos grupos, por lo que concluyen que no
debe emplearse de forma rutinaria el tratamiento inmunosupresor en pacientes
diagnosticados de miocarditis. No obstante hacen varias consideraciones
en cuanto a la aplicabilidad de estos resultados, debido fundamentalmente
a lo restringido de la población estudiada. Un hallazgo sorprendente
fue el comprobar que la intensidad de la respuesta inmunológica
inicial se relacionaba con una menor severidad de la enfermedad, sugiriendo
que aquella puede tener un efecto beneficioso, siendo resultado y no causa
de la misma.
Estos resultados no han sido aceptados como concluyentes por
todos los autores. Las objeciones se basan fundamentalmente en tres razonamientos.
El primero en la utilización exclusiva de los criterios de Dallas
para la selección de los pacientes, a los que consideran faltos
de sensibilidad y especificidad diagnósticas, habiéndose
demostrado una amplia variabilidad interobservador. En segundo lugar, la
no identificación y exclusión de pacientes con miocarditis
vírica, en los que se ha demostrado un efecto perjudicial del tratamiento
inmunosupresor (como es el caso del virus coxsackie B) ó la utilidad
de otros tratamientos alternativos. Y por último, respecto al tratamiento,
un protocolo demasiado corto y con fármacos (ciclosporina) no adecuados
para el tipo de repuesta inmunológica que se produce. Con estas
premisas se está realizando un nuevo ensayo clínico multicéntrico
123
(ESETCID), en el que los pacientes son seleccionados en base a criterios
histológicos ampliados, clasificados según la etiología
de la miocarditis mediante detección con técnicas de PCR
y tratados según la causa: alfa-interferon para la asociada a enterovirus,
hiperinmunoglobulina para las correspondientes a citomegalovirus y adenovirus,
cefalosporinas de tercera generación y sulbactam para las causadas
por borrelia, y tratamiento inmunosupresor durante seis meses con prednisona
y azatioprina para las miocarditis de naturaleza autoinmune (con PCR negativas
para la detección de microorganismos). El objetivo primario es la
mejoría de un 5% en la fracción de eyección a los
24 meses. Los resultados de este estudio todavía no han sido publicados.
4. 7. 3. Trasplante cardiaco
Se distinguen dos situaciones respecto a la conveniencia de realizar
trasplante cardiaco en estos pacientes. En la fase activa de la miocarditis
se recomiendan medidas de soporte ventricular, en base a la frecuente recuperación
de la función ventricular con el tiempo y a la alta posibilidad
de desarrollo de rechazo del corazón trasplantado 124.
Esto último parece deberse a la actuación de los mismos mecanismos
autoinmunes puestos en marcha al desarrollarse la miocarditis. Respecto
a la fase de miocardiopatía dilatada a la que puede conducir la
miocarditis, las consideraciones sobre el trasplante son las mismas que
las realizadas en la sección específica (véase) y
deben ajustarse a los protocolos de las unidades que los realizan.
4. 7. 4. Miscelánea
Se incluyen en este apartado la prevención y el tratamiento de
complicaciones que pueden sobrevenir en el curso de la enfermedad (arritmias,
trombos ventriculares, embolizaciones periféricas, trombosis venosas,
infecciones nosocomiales, etc), que no difieren de las recomendaciones
y las pautas habitualmente empleadas para otro tipo de enfermos cardiológicos
graves.
Señalamos también los fármacos cuyo empleo
se considera contraindicado, como la ciclosporina y los antiinflamatorios
no esteroideos, al menos durante las dos primeras semanas, aunque estos
últimos no son perjudiciales en la fase tardía.
4. 8. PRONOSTICO
El pronóstico de los pacientes con miocarditis (considerados
de forma global) es bastante bueno. En un metaanálisis de los estudios
publicados a este respecto 125 y que abarcan
periodos de seguimiento entre 6 meses y 5 años, la tasa de mejoría
de los pacientes alcanzó el 58% , con una tasa de deterioro de tan
sólo el 15% ( de los que no todos los pacientes fallecieron). Sin
embargo, no se disponen de datos sobre las formas agudas que requieren
ingreso urgente, sospechándose un pronóstico no tan benigno.
4. 9. CONCLUSIÓN
A pesar de los esfuerzos realizados en los últimos años
en el estudio de esta entidad anatomoclínica, entre los que se incluyen
la uniformización de criterios histológicos, el empleo de
nuevas técnicas de diagnóstico y los ensayos terapéuticos
con fármacos inmunosupresores; se ha avanzado poco en el esclarecimiento
definitivo de los mecanismos íntimos de esta enfermedad y, lo que
es más desalentador, en la obtención de nuevos tratamientos
que mejoren sustancialmente el mal pronóstico de la misma.
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