Capítulo 1. 13. Patología aórtica aguda

La aorta es un conducto a través del cual la sangre impulsada desde el ventrículo izquierdo pasa y se distribuye en el lecho arterial sistémico. El diámetro máximo en adultos corresponde a su origen (3 cm), disminuyendo caudalmente siendo de 2,5 cm a nivel de la porción de aorta descendente torácica  hasta 1,8 a 2 cm en la porción abdominal de la misma. La pared vascular está formada por: la  intima delgada ,compuesta de endotelio, capa subendotelial de tejido conjuntivo y una capa interna elástica; la túnica media  de células musculares lisas y matriz extracelular; y una adventicia formada fundamentalmente por tejido conectivo, que engloba los vasa vasorum y la inervación del vaso.

La aorta, además de ser un conducto con propiedades elásticas ejerce una función activa, distendiéndose durante la sístole para almacenar parte del volumen de eyección y aprovechar su capacidad de retracción elástica durante la diástole impulsando el remanente lo que garantiza el mantenimiento del flujo a la periferia durante la diástole. 

Debido a su exposición continua a la presión pulsatil y fuerzas de cizallamiento está particularmente predispuesta a sufrir lesiones secundarias a trauma mecánico, siendo mayor el riesgo de ruptura y de aparición de dilataciones aneurismáticas.

1. ANEURISMAS  DE AORTA 

Una definición aceptada, la de Johnston y colaboradores , es "dilatación focal de la arteria que supone un aumento de más del 50% del diámetro esperado", basado en medidas medias obtenidas en estudios con TAC en población general. Como ejemplo en el caso de la aorta abdominal correspondería a  un diámetro superior a 3 cm. (1) Hablamos de aneurisma verdadero cuando afecta a las tres capas; cuando la intima y media están rotas y la dilatación es a expensas sólo de la adventicia hablamos de pseudoaneurisma.

Distinguimos según la morfología del mismo entre fusiforme cuando afecta a toda la circunferencia del vaso y sacular cuando sólo esta englobada una porción de dicha circunferencia. 

Hay numerosos factores imbricados en la patogenia del aneurisma aórtico, la predilección por la afectación de aorta distal sugiere la presencia de factores mecánicos y estructurales. En aorta terminal el diámetro es menor con aumento relativo de la tensión a la que se ve sometida la pared,  existe una disminución de la elasticidad por disminución de la fibras elásticas en la media y además hay una ausencia casi completa de los vasos nutrientes de la pared a nivel de aorta infrarenal. La formación de aneurismas depende de varios factores que incrementan las fuerzas de expansión de la pared arterial aórtica o bien que disminuyen la capacidad de la misma para soportar dichas fuerzas. Así la hipertensión arterial es un factor de riesgo muy frecuentemente asociado al paciente con aneurisma aórtico, así como enfermedades que representan algún grado de alteración en las características estructurales de la pared de la misma (como enfermedades del colágeno, ...)  Asímismo existen factores genéticos,  establecidos en familias con alta incidencia de aneurismas, que justifican programas de screening selectivo en familiares al menos de primer grado (2

La patología mas frecuentemente asociada al aneurisma aórtico es la arterioesclerosis, esta en discusión si es factor predisponente per se o si se desarrolla como evento secundario en la aorta dilatada; actualmente numerosos estudios no encuentran relación causal y prefieren hablar de aneurismas degenerativos mas que de arterioscleróticos. Los aneurismas degenerativos o arterioscleróticos son los mas frecuentes, la primera causa en el caso de aneurisma aórtico abdominal. Es esta la localización mas frecuente, con una proporción abdominal / torácico que en la mayoría de las series se aproxima a 7 / 1 en varones y 3/ 1 en mujeres. (3) Debido a la mayor prevalencia e  incidencia de ruptura y  mortalidad el aneurisma de aorta abdominal es de gran importancia y  ocupará la mayor atención dentro del presente capítulo. Actualmente hay un aumento  demostrado en la incidencia de aneurisma de aorta abdominal, que no es atribuible sólo  a la mejora de las técnicas diagnósticas y estudios de screening de población en riesgo,  en el que pudiera influir el aumento significativo de la edad media de los pacientes. Así  la incidencia aumenta con la edad, en varones de manera significativa a partir de los 55 años y en mujeres mayores de 70 años, con picos máximos que varían con los diferentes estudios. (4

Hay distintas estrategias de clasificación de los aneurismas aórticos , según muestra la tabla 1., que tiene en cuenta forma, tamaño, localización, estructura o etiología.

1. 1.  ANEURISMA DE AORTA ABDOMINAL  NO COMPLICADO

La mayoría se originan en aorta infrarenal y se extienden hacia la bifurcación aórtica, hasta en un 5% de casos engloban a arterias renales.  Clasificados como degenerativos en la mayoría de los casos,  fusiformes con alta tendencia a tener trombos en su interior que estrechan la luz aórtica. El diagnóstico se realiza mas frecuentemente en varones mayores de 60 años; la relación varón / mujer es de 4/1. Por su alta incidencia,  su morbi-mortalidad son hoy día una de las patologías vasculares mas importantes en las unidades de cuidados intensivos con enfermos postquirúrgicos. 

1. 1. 1. Historia natural y riesgo de ruptura

Actualmente está establecido que el tratamiento de elección para el aneurisma de aorta infrarenal  es la cirugía de reconstrucción aórtica, los esfuerzos están encaminados a la detección precoz y reparación  que claramente disminuyen la mortalidad de esta enfermedad.

No existen estudios prospectivos ramdomizados que comparen la mortalidad del paciente con aneurisma de aorta infrarenal sin tratamiento frente a los tratados, de ahí que la mayoría de los investigadores se han centrado en la relación existente entre el tamaño del aneurisma , su tasa de crecimiento y el riesgo de ruptura. Diferentes estudios muestran un crecimiento medio entre 0,2 cm y 0,4 cm anuales, con un aumento significativamente mayor para aneurismas mayores de 5-6 cm de diámetro. (5, 6) Estos son lógicamente estudios de crecimiento medio sin utilidad real a la hora de enfocar al paciente de modo individualizado, ya que según algunas series hasta el 20% de los aneurismas por debajo de 4 cm de diámetro aumentan su tamaño medio mas de 0,5 cm anuales y hasta un 9% se rompen en los primeros meses sin expansión signficativa, por lo que se deben establecer otros factores de riesgo asociado a la ruptura de los mismos además del diámetro inicial, como son la presencia de hipertensión arterial y la existencia de enfermedad pulmonar obstructiva crónica como patologías asociadas mas frecuentes . El riesgo de ruptura para un aneurisma con diámetro inferior a 4 cm se estima en 2%, el de los mayores de 5 cm se calcula entre el 25 al 45 % a los cinco años. (7)

1. 1. 2.  Métodos diagnósticos y de screening

Casi tres cuartas partes de los aneurismas de aorta abdominal son asintomáticos en el momento del diagnóstico;  generalmente son hallazgos casuales durante la exploración física rutinaria de un paciente como una masa pulsátil y mas frecuentemente a resultas del empleo de técnicas diagnosticas (Rx, ecografía o TAC ) con motivo de otra patología. (8)

Es obligado lógicamente comenzar por la exploración física del paciente, mediante palpación en algunos casos somos capaces de palpar una masa pulsátil,  generalmente supraumbilical, especialmente si el paciente es delgado. La presencia de soplos a la auscultación debe hacernos sospechar enfermedad oclusiva visceral o de aorta terminal y más raramente la presencia de una fístula aorto-cava. El estudio físico debe completarse con palpación de pulsos distales en el algunos casos pueden ser deficientes. 

1. 1. 2. 1. Ecografía abdominal

Actualmente casi nadie pone en duda que la ecografía abdominal es el método de elección para el estudio de un paciente en el que hay sospecha de aneurisma de aorta abdominal. Tiene una sensibilidad para la detección del aneurisma que se aproxima al 100% , permite realizar mediciones en plano longitudinal y transverso, con una variabilidad de 0,6 cm. Como ventajas adicionales es un método incruento, no son necesarias soluciones de contraste  y es una técnica al alcance de la mayoría de los centros hospitalarios. Como desventaja es que depende de la habilidad del medico responsable de la técnica, da información insuficiente para plantear la cirugía de reconstrucción ya que es imprecisa en determinar límites superior e inferior y da  información  insuficiente sobre la vasculatura visceral. Da información imprecisa en  pacientes obesos, o con abdomen distendido con asas llenas de gas.(9)
 Resumiendo es de elección como herramienta de screening, diagnóstica inicial, así como para posterior seguimiento en pacientes en los que no está indicada cirugía en el momento del diagnóstico.

1. 1. 2. 2.  Tomografía axial computarizada (TAC)

Es muy sensible y específica para la identificación de aneurismas de aorta abdominal y de hecho es más exacto para estimar el tamaño que la ecografía. Además da información precisa sobre la forma del aneurisma y de las relaciones anatómicas de los vasos renales y viscerales. (10)  Se recomienda como segundo paso diagnóstico en caso de que se plantee tratamiento de reconstrucción aórtica. Puede dar información errónea en el caso de aorta tortuosa, igual que la ecografía; otras desventajas son la necesidad de contrastes intravenosos y  el uso de radiaciones ionizantes.  Es mas caro y de menor disponibilidad por lo que no se recomienda como técnica de screening inicial.

1. 1. 2. 3.  Resonancia nuclear magnética (RNM)

Es quizás el mejor método de imagen,  permite realizar medidas muy precisas y buena correlación anatómica con vasos renales y  viscerales, no es invasiva, no utiliza radiaciones ionizantes y no necesita contrastes intravenosos. Desafortunadamente tiene limitaciones importantes, una es ser cara y de escasa disponibilidad , no es precisa en la identificación de enfermedad oclusiva arterial asociada y presenta otras limitaciones como pacientes portadores de marcapasos o necesidad de equipos de monitorización. Por todo ello se puede decir que no presenta ventajas comparadas globalmente con el TAC o la ecografía. (11)

1. 1. 2. 4. Aortografía

Actualmente no debe ser de uso rutinario , como desventajas más importantes son la no definición del tamaño real del aneurisma debido a la presencia de trombos intramurales que restringe el contraste a la parte central de la luz aórtica y  pueden dar diagnósticos erróneos sobre la afectación de vasos renales en imágenes anteroposteriores. Existen no obstante indicaciones absolutas para la realización de la misma:
 a. asociación de hipertensión renovascular
 b. fracaso renal inexplicable
 c. síntomas compatibles con angina visceral
 d. presencia de enfermedad oclusiva ileofemoral
 e. presencia de aneurismas iliacos o poplíteos
 f. situaciones especiales: sospecha de riñón en herradura por variantes en  la distribución de irrigación arterial renal, o colectomía previa para  visualizar la alteración de la vasculatura del colon remanente.(12

Su aplicación puede verse aumentada en pacientes subsidiarios de tratamiento endovascular, bien mediante procedimientos de angioplastia o colocación de stent e incluso prótesis endovasculares, aun en pacientes muy seleccionados de alto riesgo quirúrgico y con aneurismas de diámetro inferior a 2,5 cm.(13)

Estudios basados en costo-beneficio de screening en población general no justifican la realización de los mismos (14) , sí estaría indicado realizar screening con pruebas de imagen en pacientes a los que se les atribuye un riesgo aumentado y por tanto dan rentabilidad a la realización de pruebas de imagen ( ecografía abdominal). Según eso estaría indicado en los siguientes grupos:

1. pacientes mayores de 50 años con historia familiar de aneurismas  aórticos ,especialmente en pacientes con familiares de primer grado  afectados. (15)

2. pacientes mayores de 65 años con enfermedad vascular periférica, está  demostrada una mayor incidencia de aneurisma aórtico en pacientes con  aneurismas de arterias periféricas. (16)

1. 1. 3. Riesgo operatorio.

Durante los últimos 30 años la mortalidad postoperatoria ha disminuido de manera significativa, especialmente referida a la cirugía electiva. Esto es así a pesar de que actualmente se operan pacientes con patologías concomitantes más severas y en muchos casos pacientes de edad superior a 70 años. Las distintas series sitúan la mortalidad  perioperatoria (la mayoría de los autores se refieren a los 30 días) entre el 1 y el 5% para el caso de aneurismas intactos y asintomáticos, elevándose hasta el 18% en el caso de cirugía de aneurisma sintomático integro y cercana al 50% si hablamos de aneurisma de aorta abdominal roto. Posteriormente nos referiremos a este grupo de pacientes.

Los expertos atribuyen en gran parte ese aumento de mortalidad en el caso de intervenciones a la falta de valoración adecuada de la patología de base de los pacientes. (17) Hay múltiples factores que han influido a mejorar el pronóstico de estos pacientes, el primer impulso fue en la década de los 60 cuando se abandonó la resección completa del aneurisma, y se estableció como técnica de elección la endoaneurismorrafia. Además de la mejora de los materiales protésicos y otros avances técnicos,  el otro gran impulso es sin duda la mejora del manejo intraoperatorio del pacientes y el papel de las unidades de cuidados intensivos postquirúrgicos en el posterior seguimiento del mismo. Un factor clave es la experiencia del equipo quirúrgico, anestésico y de intensivos postquirúrgicos a la hora de disminuir la mortalidad, sin verse influenciado de manera significativa por el tamaño y estructura del conjunto hospitalario receptor (18, 19)

Hay una serie de patologías frecuentemente asociadas al paciente con aneurisma de aorta abdominal,  el ejemplo mas significativo por constituir una de las causas determinantes de aumento de mortalidad es la coexistencia de  enfermedad cardiaca asociada , más frecuentemente cardiopatía isquémica que obligaría en caso de cirugía electiva a realizar estudios mas selectivos en pacientes de riesgo (la mayoría de los autores se inclinan por estudios de perfusión miocárdica con Talio) que estratificarían el riesgo permitiendo manejo intra y postoperatoria mas seguro, podría plantear cirugía de revascularización previa o incluso desestimar al mismo después de un estudio individualizado de riego-beneficio de la intervención. (20). Del mismo modo está aumentada la mortalidad en pacientes con enfermedad arterioesclerótica generalizada, pacientes con hipertensión arterial, insuficiencia renal previa o enfermedad pulmonar obstructiva crónica. (21)  La tabla 2. muestra criterios de mal pronóstico en pacientes con cirugía de reconstrucción aórtica.

No es admisible realizar una cirugía electiva en pacientes en los que no hay un correcto estudio previo que incluya despistaje de cardiopatía isquémica y estratificación de riesgo (historia dirigida, valoración ECG, y en algunos casos estudios de perfusión con talio valorando la necesidad de coronarioagrafía ), presencia de insuficiencia cardiaca, función renal  (urea y creatinina) y pulmonar (gasometría basal y pruebas funcionales en caso necesario). Así como la existencia de otras patologías de mal pronóstico como la cirrosis hepática y/o fibrosis retroperitoneal de cualquier etiología. 

No existe según la mayoría de los autores una importancia significativa de la edad cronológica del paciente, no debiendo ser por sí misma razón para desestimar cirugía programada de reconstrucción aórtica, teniendo en cuenta el estado general del paciente y calidad de vida previa. (22, 23)

Asímismo el papel de la patología concomitante no sólo influye en la mortalidad precoz o perioperatoria, sino que es decisiva a la hora de valorar la mortalidad tardía, así por ejemplo la mayoría de los autores publican una disminución de la supervivencia a los cinco años de hasta el 30% en pacientes con cardiopatía isquémica. Dentro de mortalidad tardía deberemos incluir las causadas por complicaciones tardías como son la  sépsis, aneurisma anastomótico y otras que suponen hasta un 2% del total.

En cualquier caso y a pesar de todo lo anterior está claro que la cirugía de reconstrucción aórtica en pacientes seleccionados prolonga la vida de los mismos y muy especialmente de aquellos con diámetros mayores de 6 cm. 

1. 1. 4. Selección del candidato a cirugía

En el caso de aneurisma de aorta abdominal no complicado es el tamaño del mismo el factor dominante para indicar cirugía de reconstrucción. Es el tamaño del aneurisma el que determina el riesgo de ruptura del mismo. Como hemos comentado anteriormente a pesar de las estadísticas que hablan del riesgo de ruptura la decisión de intervenir quirúrgicamente debe hacerse de manera individualizada para cada paciente.

Para la mayoría de los cirujanos vasculares está indicada cirugía de reconstrucción cuando el paciente está sintomático en todos los casos y en todos los pacientes asintomáticos con diámetro superior a 6 cm, salvo en el caso que existan contraindicaciones absolutas para cirugía.

Para aquellos pacientes con pocos factores de riesgo operatorios con diámetros mayor o igual a 5 cm sería recomendable la cirugía, mientras que pacientes considerados de alto riesgo operatorio, condicionado fundamentalmente por patología previa sería preferible realizar seguimiento de la patología con ECO/TAC al menos durante seis meses para individualizar en cada caso la necesidad de intervención. Existe menos acuerdo sobre la cirugía electiva de reconstrucción aórtica en caso de aneurismas pequeños (4 cm o menos), en los que algunos autores consideran una indicación en pacientes bien seleccionados (24, 25) . Las tablas 3 y 4 muestran algoritmo de actuación ante pacientes con AAA asintomático y sintomático respectivamente.

Si la reparación aórtica electiva estuviera contraindicada debe realizarse seguimiento semestral con ECO en aneurismas mayores de 4-5 cm, y trimestral si son mayores; si se observa una expansión de 0,5 cm o más, habrá que reconsiderar cirugía estudiando cada caso.

Las contraindicaciones para cirugía electiva de reconstrucción aórtica son:

1.—Infarto de miocardio en los seis meses previos a cirugía.
2.—Insuficiencia cardiaca congestiva intratable.
3.—Angina intratable.
4.—Insuficiencia respiratoria severa con disnea de reposo.
5.—Insuficiencia renal crónica severa.
6.—ACVA previo con secuelas incapacitantes.
7.—Expectativas de vida inferiores a 2 años.

Cualquiera de las anteriores pasa a ser relativa en el caso de complicaciones
que amenacen seriamente la vida del paciente, en cuyo caso será importante considerar el riesgo en cada caso. La duda surge en el caso del paciente que por patología acompañante es considerado de alto riesgo quirúrgico, especial mención al cardiópata, no en vano hasta un 60% de los eventos mortales en el postoperatorio son secundarios a cardiopatía.

La tabla 5 resume las indicaciones según la estratificación de riesgo del paciente con cardiopatía isquémica. Si un paciente es considerado de alto riesgo el problema surge al enfrentarnos a aneurismas mayores de 6 cm, hay autores que proponen manejo conservador en todos los casos hasta que surjan signos o síntomas de expansión o ruptura, otros prefieren abordar el problema realizando exclusión de aneurisma y by-pass; hay no obstante estudios que demuestran que en manos experimentadas, con correcto control intraoperatorio y soporte intensivo postoperatorio la morbimortalidad es inferior al enfoque
conservador (26).

1. 1. 5. Manejo perioperatorio

En el caso de los aneurismas de aorta abdominal no complicados, nuestro interés está centrado en el postoperatorio, no obstante es interesante conocer algunos detalles intraoperatorios que nos son de utilidad para el posterior enfoque del paciente.

En la mayoría de los casos el abordaje utilizado es el transperitoneal, y en menor medida el retroperitoneal. Cada uno de ellos presenta ventajas y desventajas que los hacen de elección en pacientes concretos, dependiendo en última instancia de la elección del cirujano responsable.

Es fundamental una relación fluida con el equipo quirúrgico y anestésico para que dispongamos de la máxima información al recibir al paciente.

Detalles del comportamiento hemodinámico del paciente (necesidad de apoyo vasoactivo, hipotensores...) de la función respiratoria (monitorización continua de saturación arterial y venosa mixta, presencia da acidosis...), estado de coagulación (utilización y dosis de heparina sódica, protamina...) y del estado de perfusión de los distintos órganos que pudieran verse afectados durante la cirugía de reconstrucción (evidencia o no de isquemia mesentérica o renal, ...). 
Con toda esa información enfocaremos al paciente, siendo más fácil de descartar complicaciones precoces relacionadas con el postoperatoiro inmediato.

En nuestra unidad el protocolo del paciente intervenido de aorta abdominal es el siguiente, que con pequeñas variaciones es aplicable a todos los pacientes con aneurisma toracoabdominal y disección aórtica.

1.1.5.1.Valoración inicial

—General: Comienza por la comprobación del equipo antes de la recepción del paciente. Posteriormente la inspección y exploración física completa. Se obtienen muestras para pruebas de laboratorio que incluirán: hemograma completo con coagulación y bioquímica incluyendo urea/creatinina, creatinfosfoquinasa (más fracción MB en caso necesario) y LDH. A todos los pacientes se les realiza ECG al ingreso, comparándolo con el preoperatorio. De manera ideal el paciente contará con monitorización invasiva de tensión arterial y en casos seleccionados es aconsejable el manejo del mismo con catéter de arteria pulmonar al menos durante las primeras 24 horas. Por último comprobar correcta ventilación, ya que aunque infrecuente no es raro el desplazamiento del
tubo orotraqueal durante las maniobras de traslado hasta la unidad. Siempre se contará con gasometría arterial al ingreso y aconsejable mantener monitorización continua de saturación arterial durante el tiempo de ventilación mecánica.

—Específica: valorar pulsos distales, de acuerdo con la información del estudio hemodinámico previo y del tipo de intervención realizada su presencia o ausencia pueden alertar la existencia de complicaciones precoces del tipo de embolismos distales o trombosis. Determinar la presencia de signos de mala perfusión periférica del paciente, atribuibles en muchos casos a la hipotermia con la que la mayoría de los pacientes llegan a la unidad. Hacer recuento de distribución y estado de los drenajes según información recogida en hoja operatoria.

1. 1. 5. 2. Monitorización hemodinámica

Siempre dependiendo de las características y patología previa del paciente que puede aconsejar individualizarlo, intentaremos mantener los siguientes parámetros de referencia:

· TA sistólica entre 110 y 160 mmHg
· frecuencia cardiaca inferior a 100 lpm
· diuresis al menos de 40 ml/hora
· control de hipertensión arterial: antes de comenzar ningún tratamiento hipotensor específico es aconsejable valorar la causa de la misma , como puede ser analgesia insuficiente, desadaptación a la ventilación mecánica, sobrecarga de volumen y muy frecuentemente la presencia de vasoconstricción periférica secundaria a la hipotermia. 
· sedo-analgesia correcta.
· antihipertensivos: nitroglicerina endovenosa iniciando con 5 a 10 microgramos por minuto y aumentando 5 a 10 microgramos cada tres a cinco minutos, con una dosis máxima de 500 microgramos minuto. En casos refractario estaría indicado el uso de nitroprusiato  comenzando a dosis de 10 microgramos por minuto, aumentando hasta una dosis máxima de 10 microgramos por kilogramo y minuto. Una alternativa eficaz y fiable es la  utilización de labetalol  bloqueante alfa y beta adrenérgico, se emplea con  bolo inicial lento de 50 mg se mantiene una infusión a ritmo medio de 2 mg por minuto.
· manejo del paciente hipotenso: valorar volemia del paciente, la reposición insuficiente de volumen intraoperatoria es una causa frecuente, que puede ponerse de manifiesto coincidiendo con la vasodilatación que coincide con el recalentamiento del paciente en el postoperatorio inmediato. Tras una correcta reposición de volumen, valorando la necesidad de transfundir hemoderivados en cada caso, iniciaremos soporte vasoactivo si no obtenemos respuesta adecuada.

1. 1. 5. 3.  Función respiratoria

La mayoría de los pacientes en postoperatorio de cirugía de reconstrucción aórtica pueden ser retirados de ventilación mecánica en las primeras 24 horas. Deben cumplir los siguientes requisistos:

· Cumplan criterios aceptados de ventilación mecánica.
· Estabilidad hemodinámica. 

En general la retirada de ventilación mecánica se individualiza en cada paciente de acuerdo con las características de patología previa (enfermedad pulmonar obstructiva crónica, insficiencia cardiaca...) y fundamentalmente con la situación del paciente en el postoperatoria inmediato.

1. 1. 5. 4. Manejo  del dolor

Es un pilar básico en el postoperatorio inmediato, el dolor es causa de complicaciones frecuentes, como taquicardia, hipertensión , desadaptación de la ventilación mecánica ; además de aumentar el consumo de oxígeno que puede ser clave en un paciente en situación de inestabilidad hemodinámica.
· Opiáceos de vida media corta son de elección, nosotros utilizamos el cloruro mórfico en perfusión continua.
· Si no es previsible la retirada de ventilación mecánica pensamos que es recomendable mantener una sedoanalgesia con fentanilo y midazolam a dosis suficiente para mantener una sedoanalgesia equivalente a 3-4 puntos en la escala de Ramsay. En ocasiones cuando pensamos que la sedación será por breve espacio de tiempo valoramos la utilización de propofol, a dosis necesaria para mantener Ramsay deseado, generalmente asociado a cloruro mórfico para una correcta analgesia.

1. 1. 5. 5. Profilaxis antibiótica

La mayoría de los autores coinciden en realizar profilaxis, en nuestro medio de elección es la cefazolina, 4 dosis  de 1 g intravenoso administradas cada seis horas, que generalmente coinciden con la retirada de drenajes y catéteres en el paciente estable.  En caso de alergia demostrada a cefazolina sería de elección la vancomicina a dosis de 500 mg intravenosos c/6 horas con un total de 4 dosis.

1. 1. 5. 6. Anticoagulación en postoperatorio inmediato

1. 1. 5. 6. 1. Reconstrucción con alto flujo y baja resistencia : 

En cirugía de reconstrucción aórtica la mayoría de los pacientes se realiza by-pass a vasos con calibre superior a 6 mm, por lo que no está indicado el tratamiento con heparina sódica con excepción de pobre salida del injerto o por indicación del cirujano debido a complicaciones o hallazgos intraoperatorios. Está indicada heparina de bajo peso molecular a dosis habituales de profilaxis de trombosis venosa profunda.

1. 1. 5. 6. 2. Reconstrucción en bajo flujo y alta resistencia:

Se trata de cirugía en vasos de diámetro inferior a 6 mm (p.e  cirugía distal a arteria femoral profunda ); se recomienda anticoagulación en todos los casos cuando se utiliza prótesis, en by pass largo a arterias de pequeño calibre, reconstrucciones complejas o intervenciones técnicamente comprometidas. Es de elección la heparina sódica intravenosa a dosis suficientes para mantener TPTA dos veces superior al control. (27, 28)

1. 1. 6.  Complicaciones más frecuentes directamente relacionadas con la cirugía:

1. 1. 6. 1. Sangrado excesivo

Si en el postoperatorio inmediato el paciente sufre sangrado excesivo tendremos siempre en cuenta las siguientes causas de mayor a menor frecuencia:

· Anticoagulación intraoperatoria excesiva,  generalmente se usa heparina sódica a dosis variable coincidiendo con el clampaje de aorta abdominal, en la mayoría de los casos se revierte durante el mismo acto quirúrgico con sulfato de protamina; en algunos casos la anticoagulación fue excesiva por lo que dará  lugar a sangrado difuso por heridas quirúrgicas, puntos de venopunción y drenajes. Habitualmente no tiene repercusión hemodinámica, se diagnostica por TPTA alargado con resto de parámetros de coagulación en rango de normalidad y habitualmente es autolimitado en el tiempo.

· Inadecuada reposición de factores de coagulación y/o plaquetas en el acto quirúrgico,  ocurre en pacientes con sangrado profuso intraoperatorio en los que no ha habido una reposición equilibrada de hemoderivados y factores de coagulación. El sangrado es difuso en cantidad variable, en algunos casos da lugar a hipovolemia y repercusión hemodinámica. La sospecha diagnóstica se basa en pruebas de coagulación alteradas , junto con información de detalles intraoperatorios y cuantificación de reposición llevada a cabo. El tratamiento de elección es la reposición de plasma fresco y plaquetas en caso necesario hasta controlar el cuadro.

· Hemostasia quirúrgica deficiente: es menos frecuente, generalmente a expensas de vasos arteriales o venosos de pequeño calibre que dan lugar a sangrado selectivo por uno o varios de los drenajes o bien a través de herida laparotómica. En algunos casos es difícil de diagnosticar si el cirujano no colocó drenaje, dando lugar a colecciones intra o retroperitoneales. En la mayoría de las ocasiones obliga a revisión quirúrgica de la zona de sangrado.

· Coagulación intravascular diseminada, como complicación generalmente de shock peri o intraoperatorio. La trombopenia es una manifestación inicial, se asocia a peor pronostico del paciente. El tratamiento consiste en la estabilización del paciente desde el punto de vista hemodinámico y reposición de plasma , factores y plaquetas si es necesario.

· Dehiscencia de sutura protésica: complicación inicial excepcional, salvo en casos de dificultad técnica especial por las características de la pared aórtica asociada a enfermedades sistémicas ( colagenosis, enfermedad de Marfan....) Es una hemorragia que mete al paciente en shock hipovolémico y requiere de revisión quirúrgica urgente. (29)

 La actitud inicial ante todo paciente en el postoperatoria inmediato será:

· Hemograma completo con estudio de coagulación al ingreso y al menos cada 12 horas durante las primeras 24 horas.

· Control hemodinámico estricto (tensión arterial, presión venosa central y presión de enclavamiento), sospechar ante hipovolemia no explicada por otras causas.

· Vigilancia estricta de drenajes, revisando colocación y permeabilidad al ingreso, y realizando recuento de pérdidas y características al menos cada 2 horas durante las primeras 24 horas.

1. 1. 6. 2. Trombosis del Injerto

La trombosis precoz es más frecuentemente secundaria a defecto técnico, otras causas son pobre salida del injerto , hipotensión mantenida, obstrucción del territorio venoso y menos frecuentemente estados de hipercoagulabilidad.  Evitar  la hipotensión mediante una estrecha monitorización hemodinámica, en algunos casos el uso de dextrano (30) y valorar la posibilidad de anticoagulación en casos seleccionados pueden evitar o disminuir la presentación del cuadro. 

Ante la sospecha clínica es de elección  realizar ecografia-doppler, valorando la necesidad de realizar aortografía en casos seleccionados. El tratamiento en la mayoría de los casos es la trombectomía y corrección de posibles defectos técnicos en cada caso. (31)

La trombosis tardía está relacionada con la hiperplasia neointimal ( poco frecuente en vasos de gran diámetro como la cirugía de reconstrucción aórtica); con arterioesclerosis acelerada (menos probable cuanto mayor es el diámetro del vaso) y con pobre salida del injerto que favorece la trombogenicidad. En estos casos el tratamiento varía según la severidad del cuadro, variando desde el tratamiento conservador con anticoagulación y antiagregación que ha demostrado una disminución de hiperplasia de la íntima; fibrinolisis local con catéter, sustitución de la prótesis o cirugía de derivación extranatómica.(32)

1. 1. 6. 3. Embolización Distal

La embolización a extremidades inferiores puede comprometer la perfusión distal, ya durante el curso de la intervención quirúrgica. El clampaje cuidadoso por encima y debajo del aneurisma antes de su manipulación disminuye su incidencia. Puede afectar así mismo a otras arterias sistémicas, con especial significación clínica renales o mesentéricas.

En caso de embolismo distal a arterias de pequeño calibre, puede ser de utilidad según algunos autores la realización de simpatectomía lumbar. En la mayoría de los casos está indicada la realización de trombectomía con catéter de Fogarty, en ocasiones complicado por la tortuosidad de arterias ilíacas en pacientes con arteriopatía periférica.

En ocasiones el material reponsable del cuadro son restos de fragmentación de placa arterial tras desclampaje, con cuadro clínico característico con émbolos distales en dedos de extremidades inferiores, presencia de lívedo reticulares y habitualmente fracaso renal, con mal pronóstico en la mayoría de los casos. (32)

1. 1. 6. 4. Isquemia Intestinal

El territorio mas frecuentemente implicado es el subsidiario de la arteria mesentérica inferior por las particulares características anatómicas. Es indispensable contar con detalles intraoperatorios, como la ligadura o reconstrucción de arteria mesentérica inferior a menudo englobada en el aneurisma y la comprobación de circulación colateral para determinar si el paciente es de alto a bajo riesgo para realizar un despistaje precoz de la existencia de isquemia mesentérica. 

En otros casos es expresión de shock prolongado en pacientes con arteriopatía periférica asociada con prolongada hipoperfusión dando lugar a isquemia mesentérica de distribución mas amplia y peor solución quirúrgica.

El primer signo de alarma suele ser una necesidad excesiva de volumen en las primeras horas del postoperatorio (8-12 horas). Posteriormente pueden aparecer diarrea sanguinolenta, distensión abdominal y signos de irritación peritoneal. Es frecuente la existencia de leucocitosis y fiebre .Algunos autores realizan rectosigmoidoscopia de rutina en el postoperatorio inmediato, realizando diagnóstico precoz y disminuyendo la mortalidad asociada. Nosotros realizamos rectosigmoidoscopia en todo paciente con sospecha clínica y especialmente si hay  deterioro hemodinámico con acidosis metabólica no explicable. En casos de diagnostico positivo con afectación transmural estaría indicada laparotomía exploradora urgente que determine extensión y valore el tipo de cirugía a realizar. En caso de resultados de endoscopia dudosa o con afectación solo de mucosa, con paciente estable estaría indicado repetir rectosigmoidoscopia en 12-24 horas y plantear tratamiento conservador o quirúrgico según el caso. (33)  La medición de ph intramucoso puede ser de utilidad  en el diagnóstico, sensible aunque de baja especificidad, no parece recomendable su empleo rutinario en todos los pacientes.

1. 1. 6. 5. Afectación renal

Tras cirugía de reconstrucción aórtica suele haber afectación renal con gravedad variable, desde las anormalidades bioquímicas al fracaso renal oligoanúrico. La duración del clampaje aórtico, especialmente si es hay que realizarlo por encima de arterias renales, la hipotensión pre o intraoperatoria son los factores que más frecuentemente se ven asociados a la insuficiencia renal en el postoperatorio inmediato. Un correcto y estricto control hemodinámico y en la medida de lo posible una reducción del tiempo de clampaje aórtico son medidas de elección para intentar disminuir la incidencia del cuadro. En pacientes con insuficiencia renal previa la descompensación y el fracaso renal es mas frecuente por lo deberemos extremar las medidas anteriores (34, 35). Una vez instaurado, las medidas habituales de soporte como hemofiltración y hemodiálisis son clínicamente justificadas, con series que muestran mortalidad inmediata similar a pacientes sin fracaso renal y con morbimortalidad a largo plazo idéntica en ambos grupos de pacientes; siempre que la aparición de fracaso renal no sea expresión de un síndrome más general de fracaso multiorgánico. (36)

1. 1. 6. 6. Infección de herida quirúrgica

Hasta un 4% de incidencia en pacientes con cirugía aórtica, el germen más frecuentemente implicado el Staphylococcus. La región inguinal es la que con mayor frecuencia se ve afectada, en algunos casos por drenaje linfático y venoso procedente de lesiones infectadas distalmente en pacientes con isquemia crónica de extremidades inferiores.

La asepsia en el acto quirúrgico y la  profilaxis antibiótica ha disminuido notablemente la incidencia de infección de la herida quirúrgica; en algunos casos esta indicado el tratamiento antibiótico previo a cirugía y postoperatorio tardío si existen lesiones previas, de manera ideal con diagnóstico microbiológico previo. En la mayoría de los casos queda localizada , aunque en casos aislados puede dar complicaciones a distancia, entre las mas graves infección protésica.

1. 1. 6. 7. Infección de prótesis

Complicación grave de diagnóstico tardío, en parte por la baja sensibilidad de las pruebas de imagen en la primera semana del postoperatorio inmediato. Habitualmente la infección se produce en el mismo acto de implantación, dando lugar a complicaciones graves con sépsis e inestabilidad hemodinámica. En la mayoría de los casos  el tratamiento además de cobertura antibiótica de amplio espectro obliga a retirar la prótesis con desbridamiento de la zona y realización de by-pass extraanatómico. (37)

1. 1. 6. 8. Fístula aorto-entérica

Complicación tardía poco frecuente, la mayoría de las series refieren incidencia inferior al 1%, que suele presentarse como hemorragia digestiva alta. Se asocia con presencia de erosiones en duodeno secundarias a prótesis deficitariamente cubierta, presencia de aneurisma protésico o infección de la prótesis. Hasta en la mitad de los casos el cuadro es agudo con gran repercusión hemodinámica y requiere cirugía urgente. (38)

1. 1. 6. 9. Otras complicaciones a anticipar 

Pancreatitis: causa isquémica secundaria a embolia, o mecánica durante el acto quirúrgico. Sospecharemos ante paciente en ileo prolongado (mas de 5 días) con dolor, náuseas , vómitos y pruebas bioquímicas y de imagen compatibles.
Colecistitis aguda: es relativamente frecuente en el postoperatoria inmediato, además de la colecistitis alitiásica típica del paciente con alimentación parenteral prolongada. El diagnostico es sospecha clínica con hallazgos bioquímicos compatibles, con confirmación de elección por ecografía o HIDA.
 

1. 2. ANEURISMA DE AORTA ABDOMINAL ROTO

La rotura de un aneurisma de aorta abdominal roto es una complicación frecuente y a menudo mortal, que según la mayoría de las estadísticas está aumentando en frecuencia. Sin tratamiento quirúrgico invariablemente conduce a la muerte del paciente. Si repasamos las distintas series publicadas, con excepción de las de Lawrie (1971) y de Crawford (1991) que reportan mortalidades inferiores al 25%, todas se aproximan al 50%; y si además tenemos en cuenta los pacientes que mueren antes de su llegada a centro de referencia aumenta hasta cerca del 95%. En los últimos 20 años no hemos sido capaces de disminuir la mortalidad de estos pacientes a pesar del notable desarrollo técnico, mejora asistencial prehospitalaria, intraoperatoria y postoperatoria, lo que  nos reafirma en que el esfuerzo debe estar centrado en aquellas medidas que permitieran un diagnóstico precoz y tratamiento electivo. (39)
 La tabla 6  muestra un resumen de las principales series publicadas, relacionando AAAR y mortalidad.

1. 2. 1. Diagnóstico

A menudo la rotura del aneurisma es la primera manifestación clínica del AAAR, se estima que sólo un tercio se diagnostica antes de que se rompa. 
El dolor abdominal o de espalda de inicio brusco, la hipotensión y la presencia de masa pulsatil en exploración física constituyen lo que se denomina triada clásica. La Tabla 7 muestra frecuencia de presentación de síntomas en pacientes con AAAR. El diagnóstico de AAAR en muchos casos debe estar basado en criterios clínicos, reduciendo los test diagnósticos al mínimo ya que una demora debida a exploraciones complementarias en un paciente hipotenso puede resultar peligrosa y aumentar de manera significativa la morbimortalidad del paciente. Ni Radiología simple de abdomen ni Ecografía abdominal son sensibles para descartar la rotura de un aneurisma a retroperitoneo; sólo si el paciente está estable hemodinámicamente se puede considerar realizar TAC abdominal, siempre tras colocar vias venosas de grueso calibre y bajo estrecha vigilancia y monitorización con quirófano de urgencias y equipo humano necesario para intervención quirúrgica urgente. El TAC tiene una especificidad del 100% en demostrar rotura retroperitoneal. La mortalidad está estrechamente relacionada con un correcto enfoque diagnóstico inicial y resucitación adecuada, superando el 73% cuando se demora el tratamiento quirúrgico urgente atribuyendo el shock a otras causas.

1. 2. 2. Manejo inicial: Prehospitalario-Urgencias

La existencia de un sistema de emergencias extrahospitalario que proporcione una antención especializada rápida y un traslado en las mejores condiciones al centro de referencia puede influir en la disminución de la mortalidad.

Una vez sospechado el diagnóstico, debe colocarse acceso venoso de grueso calibre e infusión de cristaloides, evitando o corrigiendo la situación de  shock inicial; esta medida está directamente relacionada con la morbimortalidad. La mayoría de los autores coinciden en que debería tenerse como finalidad mantener tensión arterial sistólica en torno a 80-100 mmHg; aumentos por encima de esas cifras en un intento de  "normalizar " la situación pueden incidir negativamente aumentando el ritmo de sangrado previo al clampaje aórtico. (40)

De manera ideal se mantedría canalizada línea arterial que permitiera monitorizar continuamente la tensión arterial y obtener muestras para gasometría y pH que permitieran estimar el estado de perfusión periférica. Es aconsejable asímismo la colocación de sondaje urinario que permita medir flujo urinario, como parámetro muy  fiable de perfusión periférica.  En la medida de lo posible el centro receptor estará informado de nuestra llegada, con la mayor cantidad de datos referidos a la sospecha diagnostica y estado hemodinámico del paciente para preparar el dispositivo ideal de recepción del paciente. En general está prácticamente aceptado que todo paciente en situación de shock sin respuesta a medidas de resucitaron inicial, con fuerte sospecha de aneurisma de aorta abdominal roto debe ser conducido directamente al quirófano donde se seguirá las medidas de resucitación iniciadas durante el traslado. Sólo en el caso de que el paciente esté estable hemodinámicamente está indicado realizar TAC con las medidas de monitorización y vigilancia  necesarias.(41) La Tabla 8. muestra un normograma de actuación en urgencias.

1. 2. 3. Predictores de complicaciones y mortalidad en AAAR

Generalmente las complicaciones que más frecuentemente dan como resultado la muerte del paciente son: insuficiencia cardiaca, fracaso renal,  isquemia cólica y sépsis; sobre la aparición de las mismas hay una serie de factores que influyen y las hacer aumentar en frecuencia, distinguiremos entre pre y postoperatorios.

1. 2. 3. 1. Factores preoperatorios

*Cardiopatía isquémica de presentación coincidente con el cuadro o preexistente es una claro marcador de riesgo
*Fracaso renal previo a la intervención aumenta la mortalidad en la mayoría de las series, la existencia de insuficiencia renal crónica no parece influir directamente en el aumento de mortalidad.
*Enfermedad pulmonar obstructiva crónica no constituye por si misma un factor de riesgo directo, pero condiciona un aumento de la ventilación mecánica postoperatoria, aumentando de esa manera la morbi-mortalidad, especialmente por complicaciones como el aumento de incidencia de sépsis.
*Inestabilidad hemodinámica preoperatoria es uno de los factores de mal pronóstico, especialmente si el paciente esta en situación de shock aumenta significativamente la mortalidad del paciente.
*La edad según algunos autores es un dato que incide en el pronóstico del cuadro, aunque no hay un acuerdo general, pacientes con mas de 75 años tienen un aumento significativo de mortalidad.
*El modo de presentación, en lo referente a la breve duración de los síntomas, rotura a peritoneo, necesidad de transfusión masiva, ect son factores que aumentan la morbi-mortalidad.

1. 2. 3. 2. Factores postoperatorios

*la duración del clampaje esta presente en todas las series como directamente relacionada con el aumento de mortalidad.
*La posición del clampaje, en relación con arterias renales es otro factor a tener en cuenta, aumentando las complicaciones en el postoperatoria inmediato especialmente la incidencia de fracaso renal en relación con la posición por encima de arterias renales.
*La necesidad de reposición de grandes cantidades de volumen durante el tiempo operatorio, así como la necesidad de politransfundir al paciente aumentan notablemente las complicaciones postoperatorias.
*La necesidad de relaparotomia por complicaciones en postoperatorio inmediato es un factor implicado en la mayoría de las series con el aumento de mortalidad, especialmente con la aparición de sépsis postoperatoria. (42, 43, 44)

1. 2. 4. Manejo Quirúrgico

A su llegada a quirófano se mantienen medidas de resucitación iniciadas en el dispositivo de urgencias, retrasando la inducción anestésica hasta que el campo y material este preparado. No se aconseja colocar catéter de Swan-Ganz si ello conlleva demora en el tratamiento inicial.  La mayoría de los cirujanos utilizan de elección  abordaje transperitoneal, intentando un abordaje y control manual de aorta proximal en el mínimo tiempo posible si el paciente esta inestable, para posteriormente inicial reposición adecuada de cristaloides ,plasma y hemoderivados e iniciar disección y posterior clampaje del cuello del aneurisma. El control de aorta infrarenal no difiere del utilizado en cirugía electiva del aneurisma de aorta abdominal.

1. 2. 5. Conclusiones

Las posibilidades de disminuir la morbi-mortalidad en el paciente con AAAR están directamente relacionadas con la existencia de un sistema de atención prehospitalario y transporte urgente al centro de referencia, realizando una correcta resuscitación y soporte vital avanzado inicial;   con transporte del paciente en la mayoría de las ocasiones, directamente al quirófano evitando pruebas complementarias que demoran innecesariamente la atención al mismo. 

1. 3. ANEURISMA AORTICO TORACICO

Alrededor de un 25% de aneurismas aórticos degenerativos afectan a la aorta torácica. En la mayoría de los casos afectan a arco y aorta descendente, a diferencia de los luéticos que tienen mayor frecuencia en aorta ascendente. A veces toda la aorta es estásica, presentando múltiples dilataciones que se extienden a aorta abdominal, dando lugar a aneurismas toracoabdominales.

1. 3. 1. Patogenia

Es idéntica a la de los aneurismas de aorta abdominal, en orden decreciente las patologías que conducen a degeneración de las media aórtica (necrosis quística de la media, degeneración mixoide, enfermedades del colágeno como Síndrome de Marfan, etc), arterioesclerosis, infección y trauma.. La mayoría producen dilataciones difusas dando lugar a aneurismas fusiformes, frente a los infecciosos que suelen ser saculares. La hipertensión arterial a menudo coexiste contribuyendo a la expansión del aneurisma.

La historia natural del aneurisma torácico difiere de alguna manera del de aorta abdominal por su menor tendencia a la ruptura espontanea sin manifestaciones previas, ya que el crecimiento del aneurisma generalmente se traduce en compresión y erosión de estructuras vecinas como nervios, pulmones, pared torácica y  esófago con las consiguientes manifestaciones clínicas.

1. 3. 2. Clasificación

Actualmente sigue vigente la clasificación propuesta por Stanley Crawford, que tiene en cuanta la longitud de aorta afectada resultando en cuatro patrones que determinan la extensión de la intervención quirúrgica, el resultado del tratamiento y la naturaleza de las complicaciones. En el tipo I está afectada la mayor parte de la aorta descendente torácica y la parte proximal de aorta abdominal, el tipo II el aneurisma afecta a gran parte de aorta descendente y la mayor parte o toda la aorta abdominal; el tipo III afecta a aorta torácica distal y la totalidad de aorta abdominal y el tipo IV la mayor parte de aorta abdominal incluyendo el segmento de vasos viscerales. ( Figura 1)

1. 3. 3. Manifestaciones clínicas

Aunque pueden permanecer asintomáticos por periodos variables de tiempo, la mayoría presentan  variedad de síntomas antes de que se produzca la ruptura y muerte del paciente. La sintomatología depende de las características y tamaño de la dilatación. 

Dolor torácico, abdomen o flanco es generalmente el motivo de consulta más frecuente; habitualmente secundario a compresión de estructuras musculoesqueléticas vecinas y  en otros casos por ruptura del aneurisma. 

La compresión de la vía aerea superior puede condicionar disnea, tos o neumonitis distal al area de obtrucción. En algunos casos la erosión  del parénquima pulmonar o vía aérea puede dar como resultado la aparición de hemoptisis.

De manera similar la compresión sobre esófago puede dar como resultado disfagia o  hematemesis. La erosión sobre duodeno puede con menor frecuencia dar lugar a hemorragia digestiva; mas infrecuente es la aparición de ictericia secudaria a compresión portal.

La aparición de ronquera debe hacernos sospechar la existencia de tracción del nervio vago a nivel del arco aórtico. Otras manifestaciones clínicas son dolor de espalda por erosión de cuerpos vertebrales, paresia o paraplejía secundaria a compresión espinal y fallo cardiaco secundario a fístulas aorto-cava o vena ilíaca. 

No es infrecuente como en el caso de aneurisma infrarenal la embolización distal y la trombosis y obliteración de ramas arteriales distales.

1. 3. 4. Diagnóstico

Habitualmente la exploración física no es capaz de establecer un diagnóstico de sospecha, salvo en casos excepcionales en los que tienen un componente abdominal de gran tamaño, cuya porción proximal es palpable a nivel del reborde torácico. El diagnóstico debe estar basado en pruebas de imagen.

En radiología simple la sospecha se establece por un ensanchamiento mediastínico a expensas de la silueta de aorta descendente, delineado en ocasiones por una línea de calcificación. Sirve para establecer diagnóstico de sospecha con escasa sensibilidad y especificidad. Tanto la TAC como RNM pueden dar diagnóstico con alta sensibilidad y especificidad, dando detalles de localización y extensión de la enfermedad. La ecografía tiene menos rendimiento en abdomen superior y tórax. La arteriografía en proyecciones anteroposterior, oblicua y lateral da información sobre localización y origen de las ramas aórticas, sigue siendo esencial  para planear correcto tratamiento quirúrgico.

1. 3. 5. Manejo quirúrgico.

Los riesgos de ruptura son idénticos al del paciente con aneurisma de aorta infrarenal de tamaño comparable y más de tres cuartas partes de los pacientes en los que no se realiza tratamiento quirúrgico mueren en los dos años siguientes al diagnóstico. (45) Los potenciales beneficios de  la reparación aórtica son claros, pero los resultados de las distintas series no son del todo alentadoras, si tenemos en cuenta que en  la mayoría de las grandes series hasta un 35% de pacientes fallecen en los primeros treinta días de la admisión hospitalaria, quedando con secuelas graves (paraplejía o insuficiencia renal terminal) hasta un 15% de pacientes. A pesar de ello, según los expertos está indicado el tratamiento quirúrgico en la mayoría de los pacientes, negando la cirugía sólo en caso de pacientes con múltiples factores de riesgo o en aquellos con rotura libre de aneurismas toracoabdominales tipo II en los que la mortalidad no justifica la cirugía. 

El riesgo quirúrgico varía con la extensión de la dilatación aneurismática y con su relación con las arterias viscerales. El mayor riesgo está asociado con cirugía urgente y con aneurismas que se extienden desde nacimiento de subclavia izquierda hasta bifurcación aórtica (Tipo II ) y el menor con la cirugía electiva del aneurisma que afecta sólo a aorta abdominal (Tipo IV). Otros factores de riesgo independientes del propio aneurisma son la edad avanzada, la existencia de disección aórtica, enfermedad cardiaca , pulmonar o renal intercurrentes. La enfermedad cardiaca de origen isquémico está relacionada hasta en un 25% de casos de muerte. De ahí la importancia de realizar un despistaje preoperatorio y valoración de patología asociada; que debiera incluir descartar isquemia oculta mediante test de perfusión miocárdica, ecocardiografía-stress o incluso coronariografía en pacientes seleccionados. En todos los casos y especialmente en pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica deben obtenerse pruebas funcionales respiratorias, además de gasometría arterial basal. 
Finalmente es fundamental una correcta valoración de función renal previa a cirugía y despistaje de enfermedad oclusiva de arterias viscerales. 

Generalmente la reparación se lleva a cabo sin heparina, ni by-pass cardiopulmonar, reduciendo la postcarga con vasodilatadores como nitroprusiato, se clampa la aorta y se realiza la anastomosis de la prótesis a aorta proximal (según la técnica descrita por Crawford). Se realiza de manera que sea posible incorporar el origen de las arterias intercostales adyacentes. Se evitan clampajes y catéteres de oclusión disminuyendo así la incidencia de trombosis. La utilización de recuperador de células es de utilidad especialmente con aneurismas extensos.  Finalmente se anastomosan los ostium de las distintas ramas arteriales a la prótesis restituyendo el flujo visceral. En ese momento se completa la anastomosis de la prótesis a aorta distal o arterias ilíacas. Cuando esto no es posible por complicaciones técnicas o pacientes con pobre reserva miocárdica habrá que recurrir a realizar la cirugía mediante by-pass cardiopulmonar completo o parcial. (46
 Por el momento el futuro del manejo de estos pacientes mediante stents endovasculares permanece siendo una conjetura, aunque tienen valor establecido en determinadas circunstancias especialmente como tratamiento paliativo en pacientes de alto riesgo o como primer tiempo previo a cirugía. (47

1. 3. 6. Resultados y complicaciones mas frecuentes postoperatorias

La hemorragia, bien secundaria a complicaciones técnicas intraoperatorias o por coagulopatía, continua siendo una de las principales causas de muerte en el intra y postoperatorio del paciente con aneurisma toracoabdominal. Una correcta técnica y escrupulosa hemostasia, la administración profiláctica de hemoderivados y una meticulosa monitorización de la coagulación deben  llevarse a cabo para intentar disminuir su incidencia.   (48)

Las complicaciones neurológicas y en concreto la paraplejía, ocurre entre un 5 y un 20% de pacientes, especialmente frecuente en aneurismas tipo II. Además de las distintas técnicas de protección espinal descritas (hipotermia selectiva, vasodilatadores intratecales,drenaje de líquido cefalorraquideo...),  , el uso de potenciales evocados espinales intraoperatorios parece ser de utilidad para disminuir su incidencia, permitiendo identificar y realizar implantación precoz de las arterias responsables del flujo espinal, reduciendo el tiempo de isquemia.(49

La aparición de insuficiencia renal es frecuente en pacientes intervenidos con aneurisma toracoabdominal, segunda causa de muerte precoz tras la cardiológica y tercera causa de muerta tardía.  La ruptura del aneurisma, la presencia de sangrado postoperatorio, el tiempo prolongado de clampaje y sobre todo la insuficiencia renal previa son los factores mas frecuentemente asociados. Independientemente de la función renal antes de la cirugía la mortalidad aumenta hasta un 65% en los pacientes que necesitan diálisis en el postoperatorio inmediato.

Mantener una estrecha monitorización de la función renal durante y después del tiempo operatorio, intentando estabilizar al paciente hemodinámicamente, reducir los tiempos de clampaje con utilización de medidas de protección renal intraoperatoria pueden reducir la incidencia de fracaso renal. (50