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En los casos extremos de fracaso respiratorio, cuando se ha deteriorado
el intercambio gaseoso y/o existen signos de grave fatiga muscular respiratoria,
es necesario recurrir a la ayuda mecánica a la ventilación,
conectando al enfermo a un respirador, previa inserción de una vía
aérea artificial. En las situaciones extremas, no debe demorarse
la iniciación del tratamiento hasta disponer de medios mecánicos
adecuados. Los procedimientos habituales de socorrismo (ventilación
boca-boca y las medidas elementales de mantenimiento de la permeabilidad
de la vía aérea) o los respiradores manuales (bolsas autohinchables),
pueden en muchos casos mantener un soporte externo adecuado de la ventilación
el tiempo necesario para disponer de mejores medios. Es preferible un procedimiento
rudimentario de ventilación artificial aplicado inmediatamente en
una situación de fracaso respiratorio grave, que un sofisticado
respirador mecánico conectado varios minutos más tarde.
En todos los casos, la función de la bomba respiratoria
se puede facilitar con diversas medidas. En similar manera a las medidas
que pueden mejorar la función de la bomba cardiaca, podemos actuar
sobre la precarga, contractilidad y postcarga:
1. La "precarga" se puede mejorar con las medidas encaminadas
a disminuir la hiperinsuflación pulmonar: eliminar las secreciones
(fisioterapia respiratoria, posición adecuada,) o combatir el broncoespasmo
con el uso de broncodilatadores.
2. La contractilidad se puede mejorar con diversos procedimientos:
la oxigenoterapia y todas las medidas que conducen a mejorar el aporte
tisular de oxigeno (restaurar el equilibrio hemodinámico) aumentan
la fuerza de contracción. La malnutrición está asociada
con una significativa pérdida de la masa muscular y un importante
grado de debilidad de los músculos respiratorios. Los pacientes
respiratorios crónicos y los pacientes críticos con hipercatabolismo
asociado a traumatismos y sepsis, sufren habitualmente un importante grado
de desnutrición. Algunas alteraciones hidroelectrolíticas,
fundamentalmente hipofosfatemia e hipokaliemia pueden condicionar una disminución
en la contractilidad muscular. Por tanto, en un primer momento debemos
evaluar el estado nutricional del paciente, identificar y tratar las causas
reversibles de esta debilidad muscular y finalmente, iniciar una replección
proteino-calórica en todos los pacientes desnutridos, teniendo en
cuenta que el resultado óptimo ocurrirá cuando se consiga
controlar la enfermedad de base y obtengamos un balance nitrogenado positivo
(35-36).
Algunas drogas, como la teofilina, pueden mejorar la contractilidad
diafragmática, pero su efecto es controvertido, ya que se ha comprobado
experimentalmente que son necesarias altas concentraciones (250 mcg/ml),
alrededor de 10 veces la concentración terapéutica, para
aumentarla un 20%. Es posible que su efecto beneficioso se deba a otros
mecanismos no relacionados con el músculo esquelético, como
son la mejoría del flujo aéreo o el aumento del impulso central.
Los beta-agonistas, como el fenoterol han sido también utilizados
(37, 38, 39),
así como algunas sustancias hormonales como los esteroides anabolizantes
o la hormona de crecimiento recombinante. Sin embargo, no existe aun evidencia
suficiente para recomendar el uso general de cualquiera de estos fármacos.
Tampoco tienen utilidad práctica las drogas que aumentan el impulso
central, ya este se encuentra exacerbado en la mayoría de las situaciones
de disfunción muscular.
3. La "postcarga" se puede disminuir con todas las medidas que
reducen la resistencia de la vía aérea (broncodilatadores,
eliminación de secreciones, medidas para aumentar la eficacia de
la tos, etc.) o mejoran la compliancia pulmonar (combatir el edema, la
inflamación pulmonar o la atelectasia). Uno de los factores responsables
del aumento de la carga es la auto-PEEP, ya que ha de ser vencida por los
músculos respiratorios antes de iniciar la inspiración. Por
ello se ha sugerido que en estos casos puede ser útil aumentar la
presión en la vía aérea durante la espiración
a un nivel similar al de la auto-PEEP, para evitar ese esfuerzo adicional.
Aunque esta estrategia está controvertida, cada vez se acumula mayor
experiencia en sentido positivo. Para aumentar la presión de la
vía aérea durante la espiración se utilizan unas recursos
que comentaremos mas adelante (CPAP, BiPAP).
4. Disminuir las necesidades ventilatorias. Las circunstancias
que representan un aumento del consumo de oxígeno y consiguiente
producción de anhídrido carbónico (fiebre, agitación,
ansiedad, etc.) pueden ser factores desencadenantes o mantenedores del
fracaso respiratorio, que deben ser siempre corregidos. De la misma forma,
la administración de una dieta enteral ó parenteral rica
en hidratos de carbono, a veces aplicada en un intento de corregir la malnutrición
de estos enfermos, puede convertirse en factor desencadenante en pacientes
con un equilibrio respiratorio precario, ya que el mayor cociente respiratorio
de estos principios inmediatos (CR = 1) origina mayor producción
de anhídrido carbónico, con el consiguiente aumento de las
necesidades ventilatorias. Por este motivo, en estas situaciones se aconseja
una dieta en la que el contenido de grasas (CR = 0,7) sea más elevado
del habitual (alrededor del 50% de la tasa calórica). Sin embargo,
salvo casos extremos, la manipulación del contenido de la dieta
con este objetivo no se ha mostrado útil desde el punto de vista
práctico.
5. El entrenamiento específico de los músculos
respiratorios puede mejorar su fuerza y resistencia y de esta forma hacerlos
menos vulnerables a la fatiga muscular. Se ha mostrado útil sobre
todo en enfermos respiratorios crónicos y para facilitar el destete
de pacientes dependientes del respirador.
6. Ayudar mecánicamente a la ventilación: ventilación
"no invasiva" y modalidades ventilatorias de "soporte parcial".
Cuando las medidas anteriores son insuficientes, se puede ayudar en
su función con medios mecánicos, utilizando procedimientos
diversos, más ampliamente comentados en otros capítulos,
pero que en esencia consisten en:
a. Suplementar el flujo
inspiratorio del paciente con el proveniente de un aparato externo. Ello
se consigue haciendo que el respirador insufle, coincidiendo con la inspiración
del enfermo, el flujo necesario para mantener un determinado nivel de presión
(ventilación con presión de soporte).
b. Mantener la presión
alveolar durante la espiración con un nivel de presión positiva
(conocido con las siglas CPAP, continuous positive airway pressure),
cuyo efecto es aumentar el volumen pulmonar durante la espiración
con lo que se favorece la transferencia del oxigeno y se incrementa la
eficacia de la contracción de los músculos respiratorios.
c. Combinar la ayuda inspiratoria
con el flujo necesario para alcanzar una determinada presión, con
un flujo menor para mantener otro nivel de presión durante la espiración.
Este modo ventilatorio recibe el nombre de Bi-PAP. (Bi-level positive
airway pressure). En esencia, se parece a aplicar presión de
soporte durante la inspiracion y CPAP durante la espiración.
Tanto la presión de soporte, como la CPAP o Bi-PAP, pueden ser
aplicadas a través de mascara facial (Ventilación No-Invasiva).
En especial la última, ha mostrado ser un eficaz tratamiento conservador
de la fatiga muscular y el fracaso respiratorio en enfermos que conservan
el nivel de conciencia suficiente para prestar su colaboración,
evitando la necesidad de intubación y ventilación mecánica
convencional (40, 41,
42)
d. También es posible
ayudar a la bomba muscular mediante la aplicación de una coraza
externa alrededor del tórax, desde la que se transmite una presión
negativa durante la inspiración. Sin embargo, los diferentes dispositivos
basados en este principio no han alcanzado el nivel de eficacia de la ventilación
no invasiva mediante máscara facial.
7. Reposo de los músculos respiratorios: modalidades
de soporte total
Hemos dejado para el final la medida que intuitivamente pensaríamos
debía ser la primera. Si un músculo está cansado,
parece obvio que la primera medida sea dejarlo descansar. Sin embargo,
el carácter vital, tantas veces aludido, exige suplir su función
por medio de la colocación de un tubo endotraqueal conectado a un
respirador mecánico, utilizando una modalidad ventilatoria de soporte
total. (ventilación controlada). Con ello no solo se sustituye la
función de renovar el aire alveolar (es decir, corregir la hipoventilación),
sino que se reduce hasta llegar a anular el trabajo de los músculos
respiratorios, permitiendo el reposo necesario para la recuperación
de la fatiga muscular. Sin embargo, tanto la vía aérea artificial
como el respirador no están exentos de riesgos, por lo que esta
medida debe quedar reservada para las situaciones extremas o cuando el
resto de las medidas no consiguen revertir la disfunción muscular.
Una vez instaurada, debe mantenerse el reposo al menos 24 horas y tras
haber resuelto adecuadamente la causa (43).
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