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El hallazgo anatomopatológico más comun en FHF o subfulminante
es la necrosis masiva con pérdida de confluencia entre las areas
del parénquima hepático. Son dos los patrones fundamentales
que podemos encontar en el examen macroscópico:
3.1. Difuso:
Existe una afectación más o menos uniforme de la totalidad
el órgano que se encuentra disminuido de tamaño y que toma
un color amarillento " atrofia aguda amarilla del hígado", pero
a veces el color es rojo con areas moteadas amarillentas que indican pérdida
de células perivenulares confluentes y congestión, con una
sustancial escasez de hepatocitos periportales.
3.2. Mapeado:
Existen areas de colapso reticulínico total del parénquima
alternando con zonas donde aparentemente ha desaparecido el parénquima
y aparecen grandes nódulos de regeneración.
Microscópicamente, la necrosis eosinofílica panacinar
se observa casi exclusivamente a los pocos dias de la lesión tóxica
como ocurre con la toxicidad por el paracetamol. Mucho más a menudo,
ambos patrones, difuso y mapeado muestran en la zona panacinar y en sus
proximidades la completa desaparición de los hepatocitos con proliferación
de "neocolangiolos" alrededor del parénquima periportal superviviente.
Al mismo tiempo estas areas irregularmente distribuidas pueden ser perceptibles
como nódulos miliares en un examen grosero del especimen, presentando
un aspecto intermedio entre ambos patrones anatomopatológicos que
suele identificarse mediante cortes del especimen una vez que este está
fijado. En caso de patrón mapeado, las zonas colapsadas, las cuales
varian ostensiblemente en tamaño y distribución, muestran
una histología con areas de hepatocitos inservibles, con estructuras
ductulares alrededor de los tractos portales y con un patrón lobular
relativamente conservado. Las areas lobulares presentan menos daño
con aumento de hepatocitos pleomórficos dispuestos en gruesas y
espesas placas, y una pobreza de areas portales con escasa proliferación
de dúctulos: Todos estos signos guardan armonía con la regeneración
activa hepatocelular. Incluso en casos de evolución fatal se ha
evidenciado una sustancial regeneración hepática. Esto demuestra
que tanto las células parenquimatosas como las ductulares presentan
un alto índice de reciclaje en ambos patrones anatomopatológicos,
excepto en algunos casos en los que no queda parénquima residual.
Estos hallazgos han hecho crear el concepto de que la pérdida
de regeneración determina en último extremo un paupérrimo
pronóstico para esta condición. La dualidad entre la
regeneración hepática trás la severa necrosis es particularmente
evidente en el patrón mapeado; mientras que en las zonas nodulares
se produce proliferación activa de hepatocitos maduros, en las zonas
de colapso reticulínico la proliferación es esencialmente
ductular , lo cual sugiere una activación de distintas series celulares
en respuesta a una gran pérdida de parénquima. El grado de
inflamación es variable, especialmente leve en casos con corta expectativa
de vida. Aumenta con la duración de la enfermedad y puede incluir
venulitis hepática, retirada o desaparición de los infiltrados
celulares mixtos, macrófagos pigmentados, agregados portales linfocíticos,
y, en algunos casos con curso clínico subagudo, extensa inflamación
pericelular semejante a la que aparece en la hepatitis crónica.
La colestasis queda restringida a las areas de parénquima superviviente
y suele guardar relación con la severidad del cuadro. Cuando se
trata de casos graves se puede apreciar la presencia de grandes colangiolos
o bién la extravasacion de bilis rodeada de neutrófilos en
la interfase entre en parénquima colapsado y el regenerado, lo cual
representa un signo predictivo de desarrollo de complicaciones sépticas.
Solo en algunas ocasiones se ha encontrado cierta relación
entre los hallazgos histológicos y la causa del FHF. La necrosis
submasiva eosinofílica con escasa inflamación ocurre en casos
de hepatitis tóxica fundamentalmente por paracetamol, tetracloruro
de carbono o envenenamiento por Amanita phalloides con posterior
infiltración grasa. La intensa citolisis se observa tanto en las
reacciones tóxicas como en las infecciones víricas sobre
el 7º dia del inicio del cuadro. No obstante, el patrón mapeado
hace presumir una etiología vírica. Tampoco hay absoluta
correlación entre los hallazgos histológicos y el tiempo
transcurrido entre la aparición de la ictericia y la EP. No obstante
se ha podido apreciar una tendencia en los casos de necrosis masiva o submasiva
a tener una corta evolución de la enfermedad. De igual modo, el
patrón mapeado usualmente se asocia a un curso más prolongado,
aunque los nódulos también se han observado en autopsias
de pacientes que no han sobrevivido más de 10 dias.
Otros patrones histológicos se han observado en casos de FHF
debidos a causas más infrecuentes. Por ejemplo, la infiltración
grasa microvesicular sin desplazamiento de núcleos se aprecia en
el hígado graso agudo del embarazo así como con la toxicidad
por tetraciclinas y valproato. Como ya se ha mencionado antes, en los casos
de Enfermedad de Wilson suele haber cirrosis preexistente, además
es característica la presencia de granulos teñidos con orceina
y rodamina- auramina en hepatocitos y macrófagos, lo cual tiene
valor diagnóstico. La severa fibrosis o la cirrosis se encuentran
ocasionalmente en los portadores asitomáticos de HBsAg que sufren
una reactivación o una superinfección por virus delta. En
los casos de hígado metastático o linfomatoso, tanto este
órgano como el bazo se encuentran muy aumentados de tamaño
y muestran infiltración difusa de células malignas. Por último,
pérdidas confluentes celulares con severa congestión sinusoidal
y reacción inflamatoria celular es característico del bloqueo
al flujo venoso que sigue al hígado de shock o al síndrome
de Budd-Chiari.
BIBLIOGRAFIA |