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La hipernatremia supone una relación sodio/agua plasmática
mayor de la normal. Aunque el límite superior normal de la natremia
es 145 mEq/l, en general solo se diagnostica hipernatremia cuando se superan
los 150 mEq/l.; ésto supone siempre aumento de la osmolaridad y
de la tonicidad plasmáticas.
Las hipernatremias representan la gran mayoría de los
estados hiperosmolares que se ven en clínica (23,
24, 25). Sin
embargo, y como se ha indicado anteriormente, la hipernatremia per se no
permite valorar ni la cantidad total de sodio ni el estado del volumen
extracelular; ambos pueden ser altos, normales o bajos (2).
3. 1. CAUSAS Y SINTOMAS GENERALES DE HIPERNATREMIA
La hipernatremia puede producirse por 4 mecanismos: a) pérdida
de agua corporal; b) ganancia neta de sodio; c) trasvase de agua extracelular
al compartimento celular; d) salida de sodio de las células en intercambio
por potasio (2).
En todos los casos, la hipernatremia y por lo tanto la hipertonicidad
plasmática, induce la salida de agua del espacio celular al extracelular,
lo que produce disminución del volumen celular. La disminución
del volumen neuronal se manifiesta clinicamente por síntomas neurológicos
(2): letargia, reflejos hiperactivos, temblor
muscular, convulsiones y coma. Con frecuencia, sobre todo en personas ancianas,
se producen trombosis de los senos venosos craneales, y , al disminuir
el tamaño del cerebro, hemorragias cerebrales por tracción
de las estructuras vasculares. La salida del agua celular al espacio extracelular
tiende a preservar la volemia, por lo que al principio no son aparentes
la síntomas y signos de hipovolemia, que pueden aparecer, hasta
la situación de shock, en fases avanzadas.
3. 2. CAUSAS CLINICAS DE HIPERNATREMIA
3. 2. 1. Disminución del agua corporal
total. (Sinónimos: deshidratación, deshidratación
celular, desecación)
Es la causa más frecuente de hipernatremia. Si el sodio total
no disminuye, la natremia aumenta por concentración, pero aún
con sodio total disminuido puede haber hipernatremia si el agua disminuye
más proporcionalmente.
Este síndrome se produce por disminución del aporte
de agua o por pérdidas excesivas de agua por el tracto digestivo,
el riñón o la piel. Si ambos factores coinciden, la hipernatremia
puede ser muy severa.
La disminución del aporte de agua puede ocurrir por falta de
agua de bebida, especialmente en ambientes calurosos, por imposibilidad
para tragar (por anomalías estructurales o por disminución
de la conciencia), o por trastornos de la sed. En el sujeto normal, un
ascenso de la osmolaridad eficaz por encima de 290 mOsm/l estimula la sed;
la falta de sed (hipodipsia o adipsia) puede ser primaria, por un defecto
del osmoreceptor, o secundaria a lesiones intracraneales, como tumores,
traumatismos craneoencefálicos, hidrocefalia, histiocitosis X, etc
(12). En todos estos casos se produce una
falta casi exclusiva de agua, acentuada además por las pérdidas
obligadas por diuresis, sudor y respiración.
Las pérdidas por tracto digestivo, riñón y
piel originan siempre una pérdida acompañante de electrolitos,
incluido el sodio, aunque proporcionalmente menor que la de agua.
Las causas clínicas son las siguientes:
1) Diabetes insípida, que puede ser central, por un defecto
de la síntesis o liberación de AVP por el hipotálamo/hipófisis,
o nefrogénica, por insensibilidad del receptor tubular V2 a la AVP,
o por el bloqueo del receptor inducido por fármacos (26),.
Las causas clínicas se indican en la Tabla
5. Las frecuencias indicadas se refieren a la población general;
en las Unidades de Cuidados Intensivos predominan las causas traumáticas,
quirúrgicas y por anoxia.
Los síntomas de la diabetes insípida, tanto central como
nefrogénica, consisten en poliuria, generalmente de comienzo brusco,
de hasta 15 l/dia, y polidipsia. La orina presenta una densidad baja (<1.010)
y sodio bajo. Si hay libre acceso al agua la polidipsia compensa
la poliuria , se mantiene el agua total y no se desarrolla hipernatremia.
Sin embargo, si se limita la ingesta de agua por algún motivo, se
produce hipernatremia y aumento de la osmolaridad plasmática;
en este caso aparecen los síntomas y signos neurológicos
señalados anteriormente.
La diabetes insípida central habitualmente puede distinguirse
de la nefrogénica por la osmolaridad urinaria basal y la distinta
respuesta tras la administración exógena de AVP ( o desmopresina):
en la forma central la osmolaridad urinaria basal es de alrededor
de 100 mOsml, y 1 hora después de administrar AVP se observa un
incremento de la osmolaridad urinaria mayor del 50% sobre la basal, mientras
que en la forma nefrogénica la osmolaridad urinaria basal puede
ser algo más alta, aunque sin pasar de 300 mOsm/l, pero el ascenso
después de la AVP es inferior al 10%. Si la osmolaridad urinaria
basal es superior a 300 mOsm/l, y el ascenso post-AVP es mayor del 10%,
pero inferior al 50%, probablemente se trata de una forma central parcial
(26).
2) Diuresis osmótica: Se produce cuando hay una gran cantidad
de solutos, procedentes de la dieta, del metabolismo, o de su administración
terapéutica o con otros fines, que imponen una pérdida obligada
de agua para ser eliminados por el riñón. El riñón
intenta concentrar al máximo la orina, pudiendo llegar la osmolaridad
hasta 1.400 mOsm/l, con lo que se consigue eliminar una gran cantidad de
solutos en poca agua (agua libre negativa). Sin embargo, si la cantidad
de solutos a eliminar es excesiva, o está disminuida la capacidad
de concentrar máximamente la orina, las pérdidas de agua
son mayores.
Las causas clínicas más frecuentes son las dietas hiperosmolares,
por boca (especialmente en niños pequeños), por sonda o parenteral,
la diabetes mellitus no controlada, especialmente el síndrome hiperosmolar
hiperglucémico no cetósico (27),
y la administración de manitol o contrastes yodados.
3) Diarrea osmótica, p. e. por administración de lactulosa,
o diarreas infecciosas.
4) Sudoración excesiva. El sudor contiene alrededor de 50 mEq/l
de sodio, y por lo tanto provoca una pérdida preferente de agua.
Es raro que la sudoración sea la única causa de deshidratación,
aunque en situaciones adversas pueden perderse hasta 20 L al dia.
En todos estos casos, el aumento de la osmolaridad plasmática
induce la liberación de AVP, con lo que se retiene el máximo
de agua en un intento de reducir la osmolaridad plasmática. Mientras
ésta se mantiene, se produce el trasvase de agua desde el compartimento
celular al extracelular, lo que justifica el sinónimo de deshidratación
celular.
Los síntomas generales del síndrome de desecación
comienzan cuando se ha perdido un 2% del peso corporal en agua, son
evidentes cuando se ha perdido un 8-10%, y son graves si se ha perdido
más del 15%.
El primer síntoma suele ser la sed, a menos que esté
alterada y ésto sea la causa del síndrome. La piel está
seca, y hay pérdida moderada de su turgor ; puede aparecer el signo
del pliegue, pero solo en fases avanzadas.
La mucosa bucal suele estar seca, y disminuye la tensión de
los globos oculares. Siempre hay oliguria, con una diuresis generalmente
menor de 25 ml/h, a menos que la causa sea una de las formas de diuresis
osmótica. A la oliguria contribuyen el aumento de AVP, y en fases
avanzadas, cuando disminuye la volemia, el descenso del filtrado glomerular,
con lo que aparecen los signos de uremia prerenal. La taquicardia, la hipotensión
y el shock son hechos tardios, e indican una deplección severa del
agua total. El peso corporal, cuando se puede controlar seriadamente, es
un buen índice para descubrir una pérdida progresiva de agua;
una pérdida superior a 0.3-0.5 Kg/dia en un enfermo encamado probablemente
indica deshidratación. Los síntomas neurológicos señalados
anteriormente suelen aparecer cuando la osmolaridad plasmática sobrepasa
los 310-315 mOsm/l.
Los datos analíticos más llamativos son la hipernatremia,
el aumento de la osmolaridad plasmática (medida y calculada) y
el aumento del hematocrito (>50%). La osmolaridad y la densidad de la orina
aumentan (excepto en la diabetes insípida). Si se desarrolla hipovolemia
la natriuria es baja (<20 mEq/l), por el efecto combinado del descenso
del filtrado glomerular y del aumento de aldosterona, y aumenta el BUN.
Cuando la deshidratación se debe a una diuresis osmótica,
la osmolaridad urinaria es variable entre 300 y 800 mOsm/l.
Es importante recordar que una hiperglucemia importante puede enmascarar
la hipernatremia, por imponer por sí misma un aumento del agua plasmática
a expensas del agua celular. Por cada 100 mg/dl de aumento de la glucemia,
desciende el sodio plasmático por dilución 1.6-1.8 mEq/l.;
por lo tanto, una glucemia de 900 mg/100 ml produce un descenso del sodio
de 14 mEq/l. Si el sodio inicial era 160 mEq/l, después del efecto
de la hiperglucemia bajará hasta 146 mEq/l. Por lo tanto, una natremia
normal en presencia de hiperglucemia importante indica en realidad una
hipernatremia potencial, ya que el sodio volverá a sus valores previos
si se corrige la hiperglucemia.
El tratamiento del síndrome de desecación consiste fundamentalmente
en administrar agua o líquidos hipotónicos. Si se debe a
falta exclusiva de agua, se puede administrar agua por boca o solución
glucosada al 5% por via i.v. Si hay pérdidas concomitantes de sodio,
como es lo más frecuente, habrá que administrar sodio en
cuanto se corrija la hipernatremia.
Hay que tener en cuenta que, en un proceso similar al indicado en la
hiponatremia crónica, las células, y muy especialmente las
neuronas, se adaptan al estado de hiperosmolaridad extracelular crónica,
en este caso aumentando la concentración de solutos intracelulares,
y por lo tanto la osmolaridad intracelular, mediante el trasvase de iones
extracelulares al interior de la célula, y por la síntesis
de osmoles orgánicos. Estos osmoles proceden del propio metabolismo
celular, y consisten fundamentalmente en taurina, mioinositol, N-acetil-aspartato
y colina. Mediante estos osmoles las neuronas equilibran su osmolaridad
con el ambiente extracelular y por lo tanto recuperan su volumen inicial.
Este proceso se completa en 5-7 dias. Si después de este periodo
se reduce bruscamente la osmolaridad extracelular administrando líquidos
hipotónicos, se establece un gradiente osmótico intra/extracelular,
lo que provoca la entrada de agua en las células y por lo tanto
edema celular, que es especialmente peligroso a nivel cerebral. En consecuencia,
si una situación de hiperosmolaridad extracelular se ha mantenido
durante más de 5-7 dias, y para evitar el desarrollo de edema cerebral,
la rehidratación ha de hacerse lentamente. Tomando como referencia
la natremia, se aconseja reducir la cifra de natremia a un ritmo aproximado
de 1 mEq/l/h, con control analítico frecuente. También se
aconseja no corregir por completo la natremia en las primeras 24-48 h de
tratamiento (2).
En la actualidad es posible, mediante resonancia nuclear magnética,
estimar la concentración de solutos intraneuronales; si están
aumentados, indica que el proceso señalado de ganancia de solutos
ya se ha producido, y por lo tanto la rehidratación ha de hacerse
lentamente; si la concentración de solutos intraneuronales es normal,
indica que dicho proceso no se ha producido todavía, y se podrá
realizar sin peligro una rehidratación más rápida.
Si clinicamente se puede determinar que la hipernatremia es aguda (menos
de 48 h), también se podrá realizar sin peligro una rehidratación
rápida (2).
La cantidad total de agua a administrar se puede calcular por datos
clínicos, o utilizando la cifra de sodio plasmático. Desde
un punto de vista clínico, si el único síntoma es
la sed, se ha perdido un 2% del peso corporal en agua; si hay sed,
boca seca y oliguria, un 6%, y si estan presentes todos los signos, del
7 al 15%.
Basándose en el sodio plasmático, se puede utilizar la
fórmula:
Na normal (142) x agua total normal
Agua total actual
= ---------------------------------------
Na actual
Por ejemplo, si un adulto de 70 Kg de peso (antes de la deshidratación),
tiene una natremia de 165 mEq/l., su agua total actual será (142
x 42)/165 = 36 l. Su agua normal, antes de la deshidratación, serían
42 l (60% de 70 Kg), luego su déficit de agua total será
42-36 = 6 l. Esta fórmula tiene el inconveniente de que es preciso
conocer con exactitud el peso corporal antes de la deshidratación.
En la diabetes insípida central completa, y una vez corregida
la deshidratación si se hubiera producido, el tratamiento de elección
es la desmopresina en spray nasal, a la dosis de 10-20 :g. cada 12-24 h.
Si es necesario, se puede administrar por via i.v. a la dosis de
1-4 :g. cada 12-24 h. En enfermos críticos puede ser preferible
utilizar la hormona natural (Pitressin soluble) , a la dosis de 5 U. por
via subcutánea cada 3-4 h, ya que en algunos tipos de diabetes insípida
(p.e. después de traumatismos craneales o cirugía hipofisaria),
puede recuperarse transitoriamente la secreción endógena
de AVP; si esto coincide con la administración previa de un preparado
de vida media larga, como la desmopresina, se puede provocar un exceso
de actividad antidiurética, con retención de agua e hiponatremia.
En la diabetes insípida central parcial se pueden administrar
fármacos que aumentan la sensibilidad del receptor tubular a la
AVP, como la clorpropamida o la carbamacepina. En la forma nefrogénica,
aparte de suspender los posibles fármacos que pueden producirla,
puede ser útil administrar una tiazida y reducir el aporte
de sodio; ésto provoca una discreta hipovolemia, que secundariamente
reduce el filtrado glomerular y en consecuencia el flujo al segmento dilusivo
de la nefrona, disminuyendo la diuresis. También se pueden utilizar
dosis muy altas de desmopresina.
En el síndrome de desecación, y siempre que existan
síntomas y signos neurológicos llamativos, es aconsejable
realizar un TAC craneal, ya que es posible que éstos se deban a
la existencia de alguna lesión vascular, más que a la propia
hipernatremia.
3. 2. 2. Aporte excesivo de sodio.
Las causas, poco frecuentes en clínica, son la administración
excesiva de solución salina (especialmente hipertónica) o
de bicarbonato (p.e. en una parada cardiaca), el exceso de sodio en la
dieta, y otras causas exóticas. El aumento de osmolaridad extracelular
por la hipernatremia provoca salida del agua celular y expansión
del volumen intersticial y plasmático. Si el aporte de sodio es
importante, la osmolaridad plasmática aumentará a pesar de
diluirse en el agua trasvasada de las células, y por lo tanto se
estimula la liberación de AVP. Si en estas circunstancias se continúa
bebiendo, o se administra agua i.v. en forma de dextrosa isotónica,
se retiene agua y pueden aparecer síntomas y signos de hipervolemia:
hipertensión, aumento de PVC, o signos clínicos de
insuficiencia cardiaca congestiva.
Además de la hipernatremia y del aumento de la osmolaridad plasmática,
es característico el aumento de la osmolaridad urinaria (>800 mOsm/l),
ya que la expansión de volumen inhibe la secreción de aldosterona
y aumenta el filtrado glomerular, aumentando la natriuria.
El tratamiento más adecuado, si la función renal está
conservada, es administrar un diurético de asa para forzar la eliminación
urinaria de sodio, reponiendo las pérdidas de agua que se produzcan.
Si la función renal está alterada previamente, casi siempre
es preciso recurrir a la diálisis. La administración de agua
como única medida puede ser peligrosa, ya que provocará una
mayor expansión de todo el volumen extracelular y pueden agravarse
los síntomas y signos de hipervolemia. Al igual que en el síndrome
de desecación, es importante no corregir rápidamente la hipernatremia,
especialmente si ésta se ha mantenido durante más de 5 dias,
ya que en este caso las neuronas pueden haber desarrollado el mecanismo
de compensación señalado anteriormente, y existe el peligro
de edema cerebral si se reduce bruscamente la osmolaridad extracelular
(15).
3. 2. 3. Trasvase de agua extracelular al
compartimento celular.
Cuando en el plasma existen otros solutos con actividad osmótica
en cantidad anormal (p.e. hiperglucemia) o no normales (p.e. manitol),
el plasma es hiperosmolar. En estos casos, la hipertonicidad plasmática
induce el trasvase de agua del compartimento celular al extracelular, por
lo que en principio hay tendencia a la hiponatremia por dilución.
En el caso de la hiperglucemia, si ésta desciende bruscamente (p.e.
por la administración de insulina), disminuye también la
osmolaridad plasmática, y el agua que ocupaba la glucosa se transfiere
al interior de las células. Esto puede provocar hipovolemia brusca
e hipernatremia, especialmente si el sodio plasmático estaba previamente
aumentado pero“enmascarado” como se ha indicado anteriormente. Por esta
razón puede ser peligroso reducir bruscamente una hiperglucemia
importante sin reponer simultáneamente el volumen plasmático.
3. 2. 4. Trasvase de sodio intracelular al
plasma en intercambio por potasio.
En las hiperpotasemias importantes se produce la entrada de potasio
al interior de las células como medida de defensa temporal, intercambiándose
básicamente por sodio, que puede aumentar ligeramente en el plasma.
Sin embargo, no suele haber aumento importante de la osmolaridad
y esta situación es habitualmente asintomática, corrigiéndose
espontaneamente al corregirse la hiperpotasemia.
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