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Capítulo 5. 5. Patología neuroendocrina.
Hipopituitarismo
4. ETIOLOGIA GENERAL DEL HIPOPITUITARISMO |
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Las causas de hipopituitarismo adquirido se describen en la tabla 2. La causa más frecuente de hipopituitarismo es el tumor hipofisario (adenoma en el adulto y craneofaringioma en el niño). La incidencia de los tumores hipofisarios en EE UU varía de 0,2 a 2,8 por 100.000 habitantes y la prevalencia estimada de los tumores sintomáticos es de 22,517 (3) . Le sigue en frecuencia el Síndrome de Seehan o la necrosis hipofisaria postparto (durante el embarazo o en el postparto otra causa de hipopituitarismo en la mujer es la hipósitis linfocitaria autoinmune). Representan el 10-15% de los tumores intracraneales (50-80% de los
4.2. FISIOPATOLOGIA DEL ADENOMA HIPOFISARIO Los adenomas hipofisarios presentan tendencia a hemorragia y
Son tumores derivados de restos embrionarios de la bolsa de Rathke. La mayoría supraselares (por encima de la silla turca) y un 15% intraselares. Son quísticos o poliquísticos. Habitualmente, en los niños, se manifiestan por signos de hipertensión intracraneal por la hidrocefalia (cefaleas, vómitos y edema de papila) talla baja (disminución de la velocidad de crecimiento) y síntomas oftalmológicos. En adultos aparecen molestias visuales, cefalea, hipogonadismo, deterioro mental y cambios de la personalidad, hiperprolactinemia y diabetes insípida. El diagnóstico se sospecha se realiza por la existencia de calcificaciones difusas por encima de la silla turca en la Rx de cráneo (dato que aparece en 80-90% de los niños y < 50% de los adultos). El tratamiento es la biopsia y la resección parcial, seguido de radioterapia convencional pero a pesar de ser histológicamente benigno, por su localización y su alta tasa de recurrencias el pronóstico suele ser malo. La destrucción brusca que ocurre como consecuencia de la hemorragia o el infarto del tejido hipofisario, es lo que se denomina apoplejía hipofisaria; habitualmente ocurre en caso de un tumor hipofisario no diagnosticado previamente. Su aparición puede ser aguda y dramática, con desarrollo de déficits neurológicos importantes y puede ser fatal sin la descompresión neuroquirúrgica o subaguda (días o meses). La hemorragia suele ocurrir en el 10%-15% de los adenomas pituitarios, aunque la mayoría de éstas son silentes. Muchas veces la apoplejía hipofisaria es el síntoma de presentación del tumor. En el caso de hemorragia tras radioterapia, ésta suele aparecer en las primeras 3 semanas. El diagnóstico se hace con TC (= Tomografía computerizada) donde existe una hiperdensidad del hematoma dentro del adenoma o hipodensidad del infarto o por RNM (= Resonancia nuclear magnética) (6), (7), (8) . 4.4.1. Clínica de la apoplejía hipofisaria La clínica habitual es de cefalea brusca de localización
retroorbitaria o frontal aunque puede también ser difusa, pérdida
de agudeza visual sobre todo hemianopsia bitemporal por compresión
del quiasma, pudiendo a la larga producir atrofia óptica, ceguera
y oftalmoplegía —parálisis de los pares craneales III y/o
IV y/o VI además de alteración del sensorio desde letargia—
estupor hasta coma, siendo la alteración mental severa una indicación
de descompresión neuroquirúrgica urgente. También
puede presentar signos meníngeos (debido en parte a la presencia
a veces de sangre en el espacio subaracnoideo o también relacionados
con el aumento de presión intracraneal. La hemiparesia es muy rara
(sólo un 4% de los pacientes) por atrapamiento de la arteria carótida
interna dentro del seno cavernoso con isquemia hemisférica resultante.
Ocasionalmente pueden verse hiperreflexia o reflejo extensor plantar. Otros
síntomas debido a compresión o invasión de estructuras
vecinas
son anosmia (n. olfatorio), epistaxis por erosión o hemorragia dentro
del seno esfenoidal o rinorrea de líquido cefalorraquídeo.
Atrapamiento de la rama oftálmica del nervio trigémino en
el seno cavernoso con próptosis y edema palpebral, finalmente la
compresión del hipotálamo puede producir alteración
de la autorregulación simpática con anomalías en la
termorregulación, respiración, tensión arterial y
en el ritmo cardiaco. La fiebre es un hallazgo poco frecuente presente
en un 2,4% de los pacientes.
4.4.1.1. Principales signos y síntomas de la apoplejía hipofisaria Cefalea, alteración de la agudeza visual, parálisis oculares, náuseas y vómitos, alteración del estado mental, meningismo, hemiparesia, fiebre. 4.4.1.2. Disfunción endocrina de la apoplejía hipofisaria Hipogonadismo, déficit de GH, hiperprolactinemia, insuficiencia adrenal aguda, diabetes insípida. 4.4.2. Diagnóstico diferencial de la apoplejía hipofisaria La apoplegía hipofisaria puede simular un gran número
de procesos intracraneales y el diagnóstico dificil de realizar.
Las 2 alternativas diagnósticas más importantes son la hemorragia
subaracnoidea aneurismática (HSA) y la meningitis bacteriana. El
infarto de mesencéfalo (oclusión de la arteria basilar) o
la trombosis del seno cavernoso, aunque menos frecuentes, también
deben ser tenidos en cuenta. La HSA cursa también con cefalea brusca,
alteración del nivel de conciencia (el tiempo entre la instauración
de la cefalea y la alteración del estado mental suele ser más
corta en la HSA) y signos meníngeos. Cuando aparece la parálisis
del tercer par craneal va a favor de la apoplejía y los déficits
unilaterales ocurren en ambos procesos. El resangrado también. Los
estudios de laboratorio no son útiles para diferenciarlos: la punción
lumbar (PL): los hematíes y xantocromía pueden verse en la
apoplejía.
4.4.3. Tratamiento de la apoplejía hipofisaria El tratamiento es médico y quirúrgico. Es mandatorio administrar
corticoides (p.e. hidrocortisona 100 mg iv inicialmente, luego cada 6-8
h antes de la cirugía, debido a la alta incidencia de insuficiencia
adrenal aguda. Hay que monitorizar el estado hidroelectrolítico
para evidenciar si existe diabetes insípida. La terapia sustitutiva
hormonal no suele ser necesaria en la fase aguda, pero se pueden monitorizar
el hipogonadismo y las hormonas tiroideas. La descompresión neuroquirúrgica
vía transesfenoidal es el tratamiento definitivo de la apoplejía
hipofisaria; las indicaciones absolutas para la cirugía incluyen
la rápida progresión de los síntomas. La pérdida
visual severa es una indicación relativa, dependiendo de la duración
de los síntomas. La mayoría de los pacientes con alteración
del estado mental y alteración visual severa se resuelven también
con
tratamiento médico y es por ello objeto de controversia
Durante el período postoperatorio de la cirugía de la hipófisis puede presentarse un hipopituitarismo parcial o completo y reversible o no dependiendo al menos de los tres factores siguientes: el tamaño del tumor, el grado de destrucción del tejido hipofisario y por supuesto la habilidad del neurocirujano para extirpar el tumor sin comprometer la función normal de la hipófisis. En el caso de hipofisectomía total, aparece generalmente un panhipopituitarismo incluido la diabetes insípida, a diferencia de la extirpación selectiva del tumor donde el déficit hormonal suele ser transitorio, pudiendo recuperar posteriormente la hipófisis toda su funcionalidad. Es necesario pues un estudio hormonal completo en el postoperatorio para determinar los cambios funcionales y los profesionales implicados deben informar no sólo del riesgo quirúrgico sino también de los déficits hormonales potenciales y del posible tratamiento hormonal sustitutivo postquirúrgico. Está indicada como tratamiento complementario en caso de resección tumoral incompleta o como tratamiento primario si la cirugía está contraindicada. Su objetivo es impedir el mayor crecimiento tumoral y al mismo tiempo la secreción hormonal. Es también necesario un estudio hormonal previo y posterior a la utilización de esta técnica (algunos autores preconizan a los 3 meses y posteriormente revisión anual). Las diferentes técnicas usadas son el haz de protones, la radiación gamma o los implantes de Itrium 90, de Au-198. Mencionar además de los pacientes con neoplasias de cabeza, cuello o nasofaringe que han sido tratados con radioterapia pueden también desarrollar déficits endocrinos que impliquen al hipotálamo, la hipófisis o el tiroides. Las dosis usadas en radioterapia son habitualmente del orden de 5.000 rad; si se exceden los 8.000-9.000 rad puede llegar a causar hipopituitarismo (11) . 4.7. SINDROME DE LA SILLA TURCA VACIA (véase figura 5) Es el ensanchamiento de la silla turca. Es primario cuando el espacio subaracnoideo supraselar se hernia a través del diafragma selar incompleto y la silla turca se rellena de LCR dentro de un saco revestido por aracnoides; desplazándose entonces la hipófisis que es aplastada hacia un lado y conservando habitualmente su función. Se visualiza con TC o RNM o Cisternografía con metrizamida. El defecto del diafragma de la silla turca puede ser congénito o tras cirugía o radioterapia. El Síndrome de la silla turca será secundario cuando el ensanchamiento de la silla turca ocurra por adenomas hipofisarios, tumores o quistes hipotalámicos, estados de hipertensión intracraneal, aneurismas etc. La clínica del hipopituitarismo varía dependiendo del grado de ensanchamiento de la silla turca siendo a veces sólo necesario tranquilizar al enfermo (12) . De las neoplasias intracraneales, el meningioma es el tumor benigno más frecuente (20%) afecta más a mujeres entre la 5.ª y 6.ª década. A pesar de ser benignos, clínicamente se comportan como malignos. Aparte los síntomas neurológicos de Hipertensión intracraneal y de focalidad pueden producir clínica de hipopituitarismo. Suelen calcificarse y a veces son visibles en la radiografía simple de cráneo, pueden además producir ensanchamiento de la silla turca y es necesario practicar una angiografía para descartar una formación aneurismática ya que en la TC captan homogéneamente el contraste (también captan contraste en la TC: glioma óptico, craneofaringioma, tumor germinal, metástasis hipotalámicas o del tallo hipofisario, aneurisma, granuloma sarcoideo, histiocitosis y no captan contraste: tumores dermoide, epidermoide y quiste aracnoideo). 4.9. ANEURISMA DE ARTERIA CAROTIDA INTERNA Los aneurismas de la región selar producen ensanchamiento de la silla turca apareciendo como un área hiperdensa en la RNM y es necesario realizar una angiografía carotidea o de sustracción digital (la trombosis del aneurisma puede dificultar la diferenciación con un tumor hipofisario en la TC). La clínica deriva de la compresión por el aneurisma o de la hemorragia con destrucción de la hipófisis. 4.10. ENFERMEDADES INFILTRATIVAS Las enfermedades granulomatosas que pueden afectar el hipotálamo
o la hipófisis y por ello causar hipopituitarismo son la sarcoidosis,
el granuloma eosinófilo (más frecuente en niños),
el granuloma de células gigantes, la granulomatosis de Wegener.
La hipofisitis linfocitaria es otra enfermedad infiltrativa que puede presentarse
por primera vez durante la gestación o el postparto, siendo característica
la existencia de linfocitos y células plasmáticas en el infiltrado
y puede acompañarse de otras enfermedades autoinmunes. La hemocromatosis
se caracteriza por el depósito selectivo de hierro en las células
gonadotropas produciendo hipogonadotropismo e hipotiroidismo entre otras.
Los tumores metastásicos que más frecuentemente pueden afectar
al hipotálamo o a la hipófisis son los de mama y de pulmón
(el implante metastásico puede ser inicialmente en la hipófisis
posterior y producir una diabetes insípida).
4.11. TRAUMATISMO CRANEOENCEFALICO (T.C.E.) Los pacientes que sufren un T.C.E. pueden presentar manifestaciones
clínicas de hipopituitarismo en el período postraumático
inmediato e incluso varios meses o años después, independientemente
del mecanismo desencadenante del traumatismo e incluso con o sin afectación
de la base del cráneo. Los déficits hallados suelen ser de
GH y gonadotropinas, seguidos en frecuencia por déficit de ACTH,
déficit de TSH e hiperprolactinemia y diabetes insípida (esta
última en un 40% de los hipopituitarismos postraumáticos
y con especial riesgo cuando existen fracturas temporoparietales y con
fractura de la base del cráneo y de la silla turca) (13)
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