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Capítulo 6. 3. Coagulación intravascular
diseminada
6.- CLÍNICA |
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Las manifestaciones clínicas de la CID pueden ser atribuidas a los trastornos hemostáticos descritos, a la enfermedad subyacente responsable de la alteración hematológica o a ambas. Las manifestaciones más comunes en las formas graves de CID se ilustran en la Tabla III. Los signos sistémicos y síntomas de la CID son variables, y usualmente consisten en fiebre, hipotensión, acidosis, proteinuria e hipoxia. Otros signos más específicos encontrados en estos pacientes y que rápidamente nos pondrán sobre aviso son: petequias, púrpura, bullas hemorrágicas, cianosis acra, y a veces gangrena franca. La principal manifestación de la CID es la hemorragia, con alta frecuencia de presentación en la mayoría de las series publicadas, pero otras manifestaciones como shock, disfunción hepática, insuficiencia renal, manifestaciones pulmonares, neurológicas etc., son también frecuentes. Estas variaciones, probablemente reflejan la naturaleza diferente de la enfermedad subyacente en las distintas series publicadas (Tabla IV). 6. 1. HEMORRAGIAS
Varios autores han comprobado que la tendencia hemorragípara
en enfermos con CID es directamente proporcional al grado de fibrinolisis
concomitante, y que la presencia de esta es un predictor importante del
riesgo de hemorragia. Así, en los casos de CID con depleción
de los factores de coagulación grave, y sin fibrinolisis excesiva
(enfermedad hepática, ..) o aquellos en que la formación
de TB excede ampliamente a la fibrinolisis por defectos de PLM (por ejemplo
en la sepsis), tienen manifestaciones hemorrágicas poco frecuentes.
Igualmente los casos de CID tratados con antifibrinolíticos (ácido
épsilon-amino-capróico, ácido Tranexámico),
tienen fenómenos trombóticos graves con mínimas o
nulas manifestaciones hemorrágicas (24,
26, 27, 28).
Tanto la enfermedad subyacente e iniciadora de la coagulopatía como la CID, pueden ser causa de Shock. Por ejemplo, la sepsis, hemorragias masivas postraumáticas, complicaciones obstétricas con perdidas de sangre por vía vaginal, etc, pueden por sí mismas ser causa de shock. Independientemente de la causa, su presentación requiere una intervención rápida y eficaz con reposición de volumen y restauración de la perfusión periférica y de aporte de Oxígeno a los tejidos. La restauración de la circulación evitará una mayor deposición de fibrina en la microcirculación, mejorando las condiciones fisiopatológicas favorecedoras de CID. La isquemia cortical renal inducida por microtrombosis de la arteriola glomerular aferente, y la necrosis tubular aguda relacionada con hipotensión y shock, son las causas más frecuentes de disfunción renal en la CID. Ambos cuadros cursan con oligo-anuria, azotemia, acidosis y hematuria franca. Dichos fenómenos se observan en 25-67% de los casos en todas las series ( Tabla IV). 6. 5. DISFUNCION HEPATICA
6. 6. DISFUNCION DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL Microtrombos, trombosis de grandes vasos intracerebrales, embolias y hemorragias, han sido los fenómenos considerados como responsables de los síntomas y signos inespecíficos desarrollados por los pacientes con CID. Estos incluyen: coma, delirio, síntomas neurológicos focales transitorios, y signos de irritación meníngea. La exclusión de otras causas distintas a la CID, es de vital importancia. La TAC ayudará en el diagnóstico de tumores, hemorragias intraparenquimatosas, subaranoideas etc. 6. 7. DISFUNCION PULMONAR (SDRA) Los signos y síntomas de disfunción respiratoria varían desde hipoxemia transitoria en los casos leves, hasta hemorragias pulmonares, tromboembolismos con el consiguiente cortejo de signos respiratorios y hemodinámicos (hipotensión y shock por cor pulmonale agudo), y SDRA en los casos más graves (95). Mientras que la hemorragia pulmonar es especifica para la CID, el SDRA
no lo es, aunque se asocia con bastante frecuencia, bien inducido por la
propia CID o por la enfermedad subyacente iniciadora de la misma (96).
El SDRA puede ocurrir en la CID, ya como un fenómeno aislado, bien en el contexto de un FMO, y en ambos casos implica una alta mortalidad. Se caracteriza por taquipnea, crepitantes o silencio auscultatorio, hipoxemia, baja distensibilidad pulmonar, presión capilar normal y radiografía de tórax con patrón alvéolo-intersticial difuso ("pulmones blancos"). La persistencia de microémbolos, la cual es promovida por la inhibición de la fibrinolisis, parece ser un prerequisito para su aparición. Las alteraciones funcionales incluyen constricción bronquiolar y capilar, que conducen a trastornos de la ventilación/perfusión; y su resultado final es una oxigenación disminuida. El intercambio alvéolo-capilar es ulteriormente comprometido por atelectasias. La tensión superficial del alvéolo se altera por un surfactante
anormal, conduciendo a inestabilidad alveolar y tendencia al colapso (97,
98). El hecho clave de este síndrome
es el aumento de la permeabilidad alvéolo-capilar por lesión
del endotelio, con producción de edema intersticial rico en proteínas
y paso de las mismas junto con componentes sanguíneos al alvéolo,
con formación de membranas hialinas e insuficiencia respiratoria
grave (4, 96,
99).
6. 8. MORTALIDAD. FACTORES PRONOSTICOS Tanto la CID como la enfermedad subyacente contribuyen a unas altas
tasas de mortalidad. Esta se correlaciona con el número y la intensidad
de órganos o sistemas implicados, con el grado de fallo hemostático,
y con la edad de los pacientes. La frecuencia de éxitus en cinco
grandes series de pacientes con CID se mueve en el rango de 42-86%, independientemente
del uso o no de heparina. (7)
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