El tratamiento de los pacientes con IRA puede ser conservador o mediante
técnicas de dialisis, lo que será objeto de otro apartado
de este libro. El manejo conservador requiere una actuacion a varios niveles,
lo que a veces hay que hacer de forma simultánea. Este tratamiento
incluye en primer lugar el diagnostico y correccion de las causas potencialmente
reversibles, tratando de prevenir un posible daño adicional. En
segundo lugar, y una vez el daño renal esté establecido,
es preciso atenuar la lesión tubular o acelerar su recuperación
en los casos de NTA de origen isquémico o tóxico a la vez
que se tratan las alteraciones y complicaciones que provoca esta nueva
situación de fracaso renal.
Todos los pacientes con IRA que acuden a la Unidad de Urgencias requieren
ingreso hospitalario, en principio en la zona de Observación si
son de causa prerrenal y posteriormente en el Servicio de Nefrología
si son de origen renal o en el Servicio de Urología si la causa
es postrenal.
El manejo de estos pacientes no difiere en esencia , cuando se presentan
en la Unidad de Urgencias o en la de Cuidados Intensivos, aunque sus causas
mas frecuentes, nivel de gravedad o medios de monitorización sean
diferentes.
9. 1. TRATAMIENTO NO DIALITICO
9. 1. 1. Tratamiento Específico de
las causas potencialmente reversibles
9. 1. 1. 1. IRA Prerrenal
En estos casos es preciso diagnosticar y corregir las situaciones
de deplección de volumen y controlar el volumen circulante efectivo.
-
Deplección de volumen. Si no existe contraindicación
y de una manera simple, se puede realizar una rehidratación rápida
(en unos 30 minutos) con 500-1000 ml de suero salino fisiológico,
controlando la presión arterial, la presión venosa central
si es posible y vigilando la respuesta clínica y diurética.
Posteriormente se continuará la corrección del estado
de hidratación dependiendo de la situación clínica
de cada caso en particular.
-
Disminución del volumen circulante efectivo. Se aplicaran los protocolos
de tratamiento de los distintos tipos de shock, de la insuficiencia
cardiaca, etc., correspondiente a cada situación clínica
concreta y que han siso desarrollados en otra parte de este libro.
9. 1. 1. 2. IRA obstructiva
El único tratamiento de urgencia es la desobstrucción
e incluye fundamentalmente:
-
El sondaje vesical por via urteral, o si es necesario suprapubica ,en los
casos de patología prostatica.
-
La nefrostomia percutánea en los casos de obstrucción supravesical.
9. 1. 1. 3. IRA parenquimatosa
En los casos de IRA secundaria a patología glomerular,
intersticial, vascular, etc., se aplicaran los protocolos específicos
para cada caso, lo que escapa del objetivo de este libro.
9. 1. 2. Tratamiento conservador de la IRA
establecida
9. 1. 2. 1. Tratamiento de la Necrosis Tubular Aguda
Como previamente hemos reiterado la IRA establecida y concretamente
la necrosis tubular aguda que ocurre en las UCI, es consecuencia del efecto
sumatorio de varios factores contribuyentes, tales como hipotensión,
sepsis, fármacos nefrotóxicos y uso de la ventilación
artificial con presión positiva intratorácica, entre
otros. En esta situación, una serie de medidas pueden, sino evitar
la necesidad de terapia renal sustitutoria mediante hemodiálisis,
o diálisis peritoneal por ejemplo, si al menos transformar una IRA
oligúrica en otra no oligúrica lo que permitirá cuanto
menos un mejor manejo del enfermo.
Esta medidas son generales e inespecíficas y se dirigen a crear
un “ambiente favorable” que permita la pronta restitución de la
función renal. Muchas de ellas fueron expuestas al hablar de la
prevención de la IRA. Comentamos 3 aspectos fundamentales al estudiar
la fisiopatología de la NTA:
1º.- Pérdida de la autorregulación de la perfusión
renal, que puede agravarse por ejemplo con medicaciones vasoactivas mal
empleadas (vasoconstrictoras de la arteria aferente glomerular como los
AINEs o dilatadoras de la arteriola eferente como los IECAs), disminuciones
de presión arterial secundarias a deplección de volumen,
hemorragias o deficiente empleo de técnicas dialíticas, de
forma que la hipoperfusión renal resultante, pude agravar
o inducir daño tubular recurrente.
2º.- La mayor parte del consumo de oxígeno en el riñón
es consecuencia de la reabsorción de sodio y de la concentración
de la orina. Existe evidencia de que, reduciendo este trabajo, puede impedirse
en parte la lesión tubular.
Todas las situaciones de hipoperfusión son un estímulo
muy importante para la reabsorción de sodio, por lo que evitarlas
(incluyendo el uso innecesario de fármacos nefrotóxicos o
contrastes radiológicos), es de nuevo una exigencia obligatoria
en el manejo del paciente con IRA.
3º.- En muchas formas de IRA existe una disociación entre
la situación de la hemodinámica renal y la sistémica
(sepsis, pancreatitis, insuficiencia hepática, disfunción
multiorgánica) en el sentido de que existe vasoconstricción
a nivel renal y una vasodilatación a nivel sistémico. El
uso juicioso de catecolaminas vasocontrictoras, puede reducir el tono simpático
reflejo y dar lugar a una vasodilatación paradójica de la
vasculatura renal, con la consiguiente mejoría del funcionalismo
de este órgano.
Todo lo anterior implica que la terapia del paciente con IRA debe abarcar
las medidas necesarias para alcanzar una situación hemodinámica
optima que incluya:
- Presión arterial media mayor de 70 mmHg.
- Volumen sanguíneo óptimo , medido por una presión
venosa central por encima de 5 mmHg.
- Presión de enclavamiento pulmonar de aproximadamente 15 mmHg.
- Hematocrito aproximado del 30% (o Hb de aproximadamente 10 gr/l).
- Indice cardiaco igual o superior a 4.5 l/min/m2.
- Aporte sistémico de oxígeno mayor de 550 ml/min.
- Adecuada oxigenación de la sangre arterial con el empleo si
es necesario de una presión positiva espiratoria final que afecte
mínimamente las funciones cardiacas, vascular y renal.
Conseguir estas metas suponen un manejo exquisito de volúmenes
corporales y electrolitos, transfusiones sanguíneas, aporte de
fármacos para mejorar la función miocárdica, la presión
arterial y la microcirculación, proporcionando el adecuado soporte
ventilatorio y finalmente evitando cualquier nuevo daño renal que
puedan provocar las nefrotoxinas (antibióticos aminoglucósidos
por ejemplo), antinflamatorios no esteroideos o los inhibidores de la enzima
convertidora de la angiotensina.
Con estas intervenciones terapéuticas se puede conseguir una
situación de IRA no oligúrica, variedad asociada con mucho
mejor pronóstico que las formas oligúricas o anúricas
y que probablemente refleja un daño renal más limitado.
En este punto, seria interesante poder dar respuesta, con los conocimientos
actuales, a dos cuestiones . En primer lugar , ¿es posible dejar
en reposo las celulas tubulares ? y en segundo lugar ¿se puede promover
la regeneración celular ?. En el primer caso, hay que decir que
además de las estrategias citadas anteriormente otras medidas
pueden disminuir aún más el consumo de oxígeno. Por
ejemplo, la furosemida a dosis de 10-20 mg/6 h por via intravenosa según
respuesta y creatinina, aunque no tiene ningún efecto en la necrosis
tubular aguda establecida, pudiera en caso de obtenerse natriuresis y diuresis
adecuadas, descender el consumo de oxígeno al disminuir la reabsorción
de sodio en el asa del túbulo. Para evitar el posible aumento de
la reabsorción tubular distal del catión, en esta situación,
podrían añadirse tiazidas, al parecer efectivas incluso en
casos de IRC avanzada, en contra de lo que tan solo hace una década
se pensaba.
Aunque controvertida, la dopamina a dosis de 0.5-2.5 mcg/kg/min puede
ser otra herramienta útil para mejorar la perfusión renal
en los casos que conllevan un aumento de las resistencias vasculares intrarrenales.
La dopamina y furosemida pueden tener efectos sinérgicos para mantener
un estado no oligúrico, pero su administración debe interrumpirse
si no se consigue una diuresis adecuada. La nueva catecolamina sintética
dopexamina, que combina estimulación de los receptores dopaminérgicos
y beta-2 adrenérgicos, puede ser también muy efectiva.
Muy recientemente, el péptido natriurético atrial (urodilatin)
ha demostrado mejorar la perfusión renal e incrementar la excreción
de sodio pero, al menos de momento, en clínica humana no ha demostrado
ser superior a la dopamina. Además su efecto hipotensor puede limitar
su empleo por las razones fisiopatológicas antes expuestas.
Para contestar a la segunda pregunta sobre si podemos promover la regeneracion
tubular, hay que tener en cuenta especialmente que es evidente que el déficit
de nutrición puede impedir la recuperación de la integridad
de las células tubulares y potencialmente de la función renal.
Es aceptado que para cualquier reparación celular, incluida la curación
de heridas, es necesario un aporte nutritivo adecuado. En esta línea,
parece haberse demostrado en el terreno experimental, que la combinación
de una adecuada nutrición con factores de crecimiento, sobre todo
el factor de crecimiento “insulina-like”, ha mejorado la función
renal, acelerando la recuperación y revirtiendo el hipercatabolismo
y el balance nitrogenado negativo propio de la IRA. Sin embargo, no existen
aún estudios clínicos en humanos igual de contundentes por
lo que habrá que esperar para comprobar estas hipótesis.
9. 1 . 2. 2. Tratamiento conservador de las complicaciones
de la IRA
- Para evitar la hipervolemia que tan frecuentemente se encuentra en
la IRA, es preciso realizar el balance diario de líquidos . Asumiendo
que las perdidas insensibles en condiciones de normalidad son de
unos 800 ml y la producción de agua endogena de 400 ml, y
que esta última suele ser mayor durante la IRA, se debe tratar de
controlar y compensar la ingesta y las perdidas de agua y sal. El mecanismo
de control mas simple es el peso diario, debiendo conseguirse idealmente
una perdida de unos 0.2-0.5 Kg. Si la situación de hipervolemia
aparece, el tratamiento consiste en la restricción de agua y sal
y el empleo de diuréticos. Cuando estas medidas conservadoras fallan
puede ser necesario el empleo de ultrafiltración.
La hiponatremia e hipoosmolaridad, generalmente moderadas en la IRA,
se producen por dilución, por lo que el tratamiento consiste en
la restricción de la ingesta de agua. Estan indicadas las soluciones
que contengan sodio cuando existan perdidas gatrointestinales o por sudoración
profusa importantes, cuando la diuresis diaria sea mayor de 1 litro o de
500 a 800 ml de forma prolongada o cuando existan signos clínicos
de intoxicación por agua.
La aparición de hiperkaliemia se puede prevenir o retrasar
con la aplicación de medidas profilácticas: tratando las
infecciones, desbridando tejidos necroticos, evacuando hematomas, con una
alimentación correcta y evitando la administración de potasio
por vía oral o intravenosa y de los diuréticos ahorradores
de potasio. Cuando aparece requiere tratamiento inmediato y enérgico
ya que en algunos casos puede sobrevenir la muerte por alteraciones
de la conducción cardiaca. Como se ha comentado en el apartado de
complicaciones, la mejor guía del tratamiento es el registro electrocardiografico.
Se pueden utilizar resinas por via oral (por ejemplo Resin-Ca a dosis
de 15-20 g/8 h) o como enema, que deben retenerse al menos 1 o 2 horas
para que sean efectivos debiendo aplicarse un lavado para la limpieza de
la resina antes de administrar un nuevo enema de retención
para asegurar su utilidad.
La diálisis es la forma mas efectiva de tratamiento de la hiperkaliemia
y está indicada cuando las resinas no dan resultado, si la hiperkaliemia
reaparece o si existen otras indicaciones de diálisis.
El tratamiento de urgencia esta indicado cuando la cifras de potasio
plasmatico son superiores a 6.5 - 7 mEq/l , cuando existen alteraciones
electrocardiograficas compatibles con hiperkaliemia o manifestaciones clínicas
de la misma. Este tipo de tratamiento incluye tres clases de actuaciones
como se describe a continuación ; sin embargo, al tener al tener
estos tratamientos unos efectos de corta duración, deben ser reforzados
con el uso de resinas o dialisis : 1) Gucosa con insulina, que actua al
pasar el potasio al espacio intracelular durante la gluconeogenesis.
Su acción aparece a los 30-60 minutos, pero es efectiva durante
varias horas. Se administra por ejemplo 500 ml de glucosa al 20% con 15
unidades internacionales de insulina rápida en 2-3 horas. Debe continuarse
con otras medidas que disminuyan la kaliemia ya que que existe el peligro
de que aparezca un paso rápido de potasio del espacio intra al extracelular
aumentando de nuevo las cifras de potasio plasmático. 2) El calcio
es un antagonista del potasio rápidamente efectivo. Se administran
de 50 a 100 ml de gluconato calcio al 10% por via intravenosa a razon de
2 ml/minuto con monitorización electrocardiográfica, debiendose
continuar el tratamiento con glucosa e insulina. 3) El Bicarbonato
sódico : proporciona sodio como antagonista de los efectos del potasio
sobre el corazon a la vez que deposita el potasio en el espacio intracelular
al corregir la acidosis.
La aparición de acidosis, con un bicarbonato mayor de 15 mEq/l
no se suele tratar ya que existe el riesgo de desarrollar tetania hipocalcémica,
sobrecarga de volumen y edema pulmonar. Cuando la tasa de bicarbonato desciende
por debajo de los 15 mEq/l o el pH es menor de 7.2 muchos autores
aconsejan iniciar el tratamiento con bicarbonato sódico por vía
oral o intravenoso, o bien se emplean distintas técnicas de dialisis.
Por vía intravenosa se administran 50-100 mEq de bicarbonato sódico
1/6 o 1 Molar en 30-45 minutos.
El tratamiento preventivo de la hipocalcemia se realiza con hidroxido
de aluminio que disminuye la fosfatemia, al retener el fosforo en el intestino,
el cual es responsable de la hipocalcemia al tratar de mantenerse el producto
fosfo-calcico. Cuando aparecen movimiento reflejos, contracciones
o tetania franca se debe administrar gluconato calcico intravenoso : 100
ml de gluconato calcico al dia o bien 30 ml de cloruro calcico al dia,
ambos diluidos, admitiendose que si los sintomas no mejoran se deben probablemente
mas a la uremia que a la hipocalcemia. Debido al hecho de que la administración
de soluciones alcalinas puede disminuir la calcemia y precipitar una crisis
de tetania, algunos autores recomiendan, en estos casos, administrar casos
calcio de forma profilactica.
En cuanto a la nutrición, un objetivo del tratamiento conservador
de la IRA es disminuir o evitar el catabolismo proteico el cual a la vez
que provoca malnutrición, es origen de distintos productos nitrogenados,
hidrogeniones y liberación de potasio, todos ellos nocivos en la
IRA. La administración de calorías no proteicas administradas
adecuadamente ahorran proteinas tisulares, que de otro modo serian utilizadas
para la provisión de las necesidades calóricas. La administración
de calorias no proteicas puede realizarse mediante glucosa en forma hipertónica
en aquellos casos que requieran poco volumen de líquidos. Puede
utilizarse el BUN como indicador de una ingesta excesiva de proteínas
o una administración inadecuada de calorias, si aumenta por encima
de 15-20 mg% al día, aunque esto puede también ocurrir
en casos de pacientes con una infección o con amplios tejidos necrosados.
Se administran 30-50 kcal/kg/dia (2500-3000 kcal/ida) para evitar el catabolismo
y la cetoacidosis, mientras se minimiza la produccion de productos nitrogenados
de desecho, lo que se alcanza con la administración de 0.6-0.8 g/kg/día
de proteinas de alto valor biologico y proporcionando la mayor parte de
las calorias en forma de carbohidratos(unos 100-150 g/día)
y 1.5-2 g/día de lípidos. La nutrición precisa a veces
un aporte excesivo de líquidos que puede llegar a 2000-3000 ml/día.
En estos casos la dialisis facilita el manejo de los pacientes, especialmente
en enfermos hipercatabolicos o con una fase mantenimiento prolongada que
requieren la administración de una elevada cantidad de proteinas
que puede llegar a 1-1.4 g/kg/día.
El paciente con IRA grave es susceptible a la infección, llegando
a complicar al 50-90% de los casos. Además si ocurre es mas difícil
de erradicar de lo habitual y conlleva una elevada mortalidad. Sin embargo,
en general, no se recomienda el uso profiláctico de antibióticos,
pero se debe evitar en lo posible el sondaje vesical el cual esta
indicado en la IRA, cuando es preciso dentro de su estudio diagnostico
de la etiológia de la IRA, concretamente para descartar un
proceso obstructivo, en los casos en que verdaderamente existe una
obstrucción uretral y cuando es preciso vigilar el volumen de producción
de orina. Además, se deben retirar lo antes posible los catéteres
arteriales y venosos y los tubos endotraqueales, cultivar frecuentemente
la sangre, orina y drenajes y considerar las infecciones oportunistas,
especialmente las fúngicas, que aparecen en estos pacientes tras
largos periodos de tratamiento con antibioticos de amplio espectro. Si
la infección aparece debe tratarse de forma inmediata, considerando
en la elección de los agentes antibióticos su eficacia,
forma de administración y nefrotoxicidad.
El síndrome urémico es mas propio de la insuficiencia
renal crónica que de la forma aguda de la enfermedad, por lo que
nos centraremos solo sobre las dos complicaciones que con mas frecuencia
aparecen en la IRA : la anemia y la hemorragia digestiva. En cuanto a la
anemia, existe acuerdo en general de indicación de transfusión
sanguínea cuando el hematocrito desciende por debajo del 20-25%.
En lo referente a la hemorragia digestiva, favorecida por el trastorno
plaquetario propio de la uremia y por la predisposición de estos
pacientes a la gastritis erosiva, se previene por ejemplo mediante la administración
de antagonistas de los receptores de la histamina-H2 y se tratan si es
preciso con transfusiones de concentrados de hematies, plasma, crioprecitado,
somatostatina o desmopresina y dialisis.
Durante la fase diurética de la enfermedad, en la que la mortalidad
puede alcanzar aún cifras del 20%, la alta carga osmótica
junto a la incapacidad tubular para conservar el agua y los electrolitos,
pueden producir deshidratación importante y deplección de
sodio y potasio. Al mantenerse constantes durante este periodo las concentraciones
urinarias de iones, se debe medir el volumen y los valores de sodio y potasio
en orina y restituirlos, para lo cual son una guia útil el balance
de líquidos y el control del peso, la medida de la presión
arterial y si es necesario de la presión venosa central. Para llevar
a cabo la reposición hidroelectrolitica se debe considerar también
el estado de hidratación del paciente y si este continua aún
bajo tratamiento dialitico. Una actitud practica, a medida que mejora la
función renal, consiste en administrar un volumen diario de
líquidos igual que la diuresis del día anterior, sin contabilizar
las perdidas insensibles para evitar la poliuria yatrógena mantenida.
9. 1. 3. Posibles Intervenciones Famacológicas
Futuras.
En diferentes modelos de experimentación animal, todos ellos
con el común denominador de la IRA, se ha estudiado el efecto de
diferentes sustancias farmacológicas sobre varias partes de la nefrona
y sobre diferentes funciones fisiológicas. Ninguna de ellas es extrapolable
hoy día a la clínica humana pero, por su importancia en un
futuro quizás no muy lejano, las recogemos a continuación:
-El péptico natriurético atrial (urodilatin) y los donantes
de óxido nítrico, que mejoran la perfusión intrarrenal.
- “Scavengers” de radicales de oxígeno, antagonistas, bloqueantes
de sus receptores o anticuerpos contra hormonas vasoactivas, prostaglandinas,
leucotrienos o moléculas de adhesión, que mejoran la función
de la microcirculación y del endotelio.
- Péptidos sintéticos que evitan la formación de
cilindros en los túbulos al modificar factores tubulares, tales
como la pérdida de polaridad de las integrinas, que anclan las células
epiteliales a la membrana basal y que determinan la formación de
agregados de células tubulares que obstruyen la luz tubular.
Estas posibilidades terapéuticas futuras son atractivas desde
un punto de vista científico y han mejorado mucho nuestros conocimientos
sobre la fisopatología de la IRA, pero no son aplicables aún
en clínica humana, ni siquiera el péptido natriurético
atrial.
En resumen, lo más importante es crear una situación en
la que el riñón dañado tenga la capacidad potencial
de recuperarse lo antes posible y de la forma más completa. Para
ello el manejo general del paciente es mucho más importante que
cualquier intervención famacológica, al menos en el momento
presente.
9. 2. TRATAMIENTO DIALITICO DE LA IRA.
Aunque este aspecto sera tratado en otro capitulo de este libro, solo
decir aquí que en la actualidad existe una tendencia a inciar
la dialisis en los casos de IAR de forma precoz, fundamentalmente para
evitar muchas de las complicaciones antes relacionadas. La depuración
de productos nitrogenados de desecho y el mejor manejo de la volemia por
ultrafiltración son sus principales ventajas.
Las indicaciones de dialisis mas aceptadas incluyen : La hiperkaliemia
e hiponatremia incontrolables, graves y persistentes ; la acidosis
metabólica refractaria (Bicarbonato plasmatico < 10 mEq/l) ;
la sobrecarga de líquidos con edema pulmonar o insuficiencia cardiaca
; la presencia de pericarditis urémica ; la encefalopatía
urémica, especialmente cuando existen coma o convulsiones ;
la diatesis hemorrágica debida a la uremia ; la azotemia severa
con urea > 250mg%, BUN mayor de 100 mg% y una creatinina serica por encima
de 10 mg%.
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