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Capítulo 7. 2. Nefropatía Tóxica
3. CAUSAS DE NEFROPATÍA TÓXICA |
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3. 1. ENDÓGENAS / METABÓLICAS La mioglobina es un pigmento intracelular de los miocitos con un peso molecular de 17.000, que es filtrada libremente por el glomérulo. La mioglobina puede participar en la formación de acúmulos proteináceos dentro de la luz tubular, obstruyendo el flujo intraluminal, o bien, puede causar un efecto tóxico directo sobre el epitelio tubular 1. La FRA mioglobinúrica es una consecuencia de una rabdomiolísis masiva, que cursa con niveles circulantes muy elevados de la enzima muscular creatín fosfo-quinasa (CPK). Esto puede deberse a circunstancias:
El pronóstico depende de las condiciones renales previas y de la etiología de la rabdomiolísis, siendo el cuadro más prolongado en las de origen traumático 1. Normalmente la función renal se recupera totalmente (Ccr normal). La insuficiencia renal inducida por hemoglobinuria es una entidad rara, siendo los mecanismos lesivos similares a los descritos para la mioglobina. La hemoglobina es una proteína con un peso molecular cuatro veces mayor que la mioglobina por lo que es más difícil su filtración glomerular. En el plasma se une a la haptoglobina formando un complejo no filtrable a nivel glomerular. Por tanto, sólo cuando la capacidad de unión a la haptoglobina está saturada (concentraciones >= 100 mg/dL de plasma), puede llegar a ser filtrada por los glomérulos. Esto ocurre en situaciones de hemólisis intravascular masiva, como son las reacciones fulminantes de incompatibilidad a transfusiones sanguíneas, las crisis hemolíticas autoinmunes y las hemólisis mecánicas motivadas sobre todo por una disfunción cardiovalvular protésica 1. La FRA y la insuficiencia renal crónica se dan frecuentemente en los pacientes afectos de mieloma múltiple, siendo atribuida estas a la interacción de varios mecanismos como son la nefropatía por acúmulos intraluminales de proteínas -paraproteínas- (“riñón de mieloma”), fundamentalmente cadenas ligeras, gammaglobulinas, etc., y la coexistencia de hipovolemia, hipercalcemia, nefrocalcinosis y nefropatía úrica 13. Clásicamente, se ha descrito el “riñón de mieloma”, como la presencia de acúmulos proteináceos en segmentos dilatados y atróficos de la nefrona distal, rodeados de células gigantes de probable origen monocítico. Los acúmulos contienen la proteína de Tamm-Horsfall y cadenas ligeras patológicas. Las cadenas ligeras son reabsorbidas a nivel del túbulo proximal por un mecanismo saturable. Cuando hay un exceso de filtración de cadenas ligeras, éstas aparecen excretadas en orina lo que se conoce con el nombre de proteinuria de Bence Jones. Actualmente, se acepta que el acúmulo y depósito renal de cadenas ligeras puede producir una lesión de estos órganos mediante dos mecanismos: por una obstrucción del flujo motivada por acúmulos intraluminales o, por una toxicidad directa sobre las células tubulares epiteliales 13. Los factores que pueden favorecer la precipitación de las cadenas ligeras son: la concentración de cadenas ligeras 21, la carga eléctrica , el pH ácido intraluminal de la nefrona distal 22, la velocidad de flujo intratubular 21 y la presencia de proteína de Tamm-Horsfall 23. Para la prevención y el tratamiento de la nefropatía inducida por el mieloma múltiple se han utilizado diversas medidas como son, la disminución en la producción de cadenas ligeras, la corrección de la hipercalcemia, el evitar el uso de contrastes radiológicos, la alcalinización de la orina, y la inducción de una diuresis copiosa administrando soluciones hipotónicas. La furosemida puede incrementar los niveles de Na + y Ca ++ en túbulo distal, por lo que debe usarse con precaución, sobre todo en situaciones de hipovolemia 21. Se ha comprobado en trabajos experimentales, que la colchicina puede prevenir la formación de acúmulos intraluminales actuando a nivel de la proteína de Tamm-Horsfall 21. 3. 2. 1. Antibióticos y Otros Agentes Antiinfecciosos 3. 2. 1. 1. Beta-Lactámicos Clásicamente éste es el grupo de fármacos que representa la causa más frecuente de nefritis túbulo-intersticial aguda (NTIA) por hipersensibilidad. Entre los agentes responsables destaca la meticilina, que produce insuficiencia renal hasta en un 17 % de los casos que reciben tratamiento 24. Se han descritos casos de NTIA con la mayoría de las penicilinas y las cefalosporinas, aunque su frecuencia es sensiblemente menor que con la meticilina 11. Aparece más frecuentemente en adultos jóvenes afectando más a hombres que a mujeres, con una relación 2-3:1. La mayoría de los casos mejoran al suspender el antibiótico, aunque en algunas ocasiones puede quedar como secuela una lesión renal permanente. Los contactos posteriores con éstos fármacos pueden producir un empeoramiento o incluso recidivas del proceso. La utilidad de los cortico-esteroides es dudosa 11. 3. 2. 1. 2. Aminoglucósidos La incidencia de nefrotoxicidad por aminoglucósidos ha aumentado de forma progresiva desde su introducción en 1969, en que se estableció en un 2-3 % de los casos, hasta la actualidad, cifrándose en 1993 hasta en un 20 % 25, 26. Los aminoglucósidos se acumulan a nivel de la corteza renal, concretamente en las células tubulares proximales, eliminándose lentamente durante un período de unos 10-20 días. Penetran en el interior celular, activando a las fosfolipasas lisosomiales 27, produciendo acúmulo intracelular de fosfolípidos llamados cuerpos mieloides. La vacuolización citoplasmática y el edema mitocondrial preceden a la muerte celular 4. Otros mecanismos de lesión renal se han descrito con la gentamicina, que induce una disminución del GFR y un aumento de las resistencias vasculares sin muchas alteraciones histopatológicas 4. Se han descrito una serie de factores que favorecen o predisponen a la nefrotoxicidad por aminoglucósidos (tabla 7), entre los que podemos destacar: la hipovolemia, la sepsis, una edad avanzada, una insuficiencia renal previa, la duración del tratamiento y un determinado método de administración. Numerosos estudios han demostrado la eficacia y seguridad de la administración de los aminoglucósidos en una sola dosis diaria, debido a que la captación a nivel cortical es saturable, por lo que la acumulación renal total es menor 4. Otro factor de riesgo frecuente es la administración conjunta con otros agentes nefrotóxicos 28. La combinación con penicilinas y cefalosporinas no parece aumentar la nefrotoxicidad 5. La vancomicina aislada es asociada con mínimos efectos nefrotóxicos, pero en combinación con aminoglucósidos aumenta la incidencia hasta un 35 % de pacientes 29. Numerosos estudios han demostrado que la tobramicina y la amikacina son menos nefrotóxicas que la gentamicina, posiblemente en relación con su menor acumulación. Además, la amikacina produce menos alteraciones histopatológicas y fosfolipidosis por lo que teoricamente es menos nefrotóxica 30, 31. Como hallazgos clínicos de nefrotoxicidad por aminoglucósidos podemos encontrar discreta elevación de creatinina sérica (1-3 mgr/dl) a los 5-10 días de iniciar el tratamiento, una FRA no oligúrica, la aparición en orina de proteínas de bajo peso molecular y las pérdidas renales de Mg ++ y K+. Generalmente la recuperación se produce a los pocos días de retirar el fármaco. Para la prevención de su nefrotoxicidad es importante recalcar que ésta está directamente relacionada con la dosis y la duración del tratamiento; por tanto, se debe evitar en lo posible la utilización prolongada de estos agentes. Si su administración es necesaria, se debe mantener una adecuada hidratación del paciente, evitar la administración conjunta con otros agentes nefrotóxicos, vigilar los niveles de creatinina sérica y, si es posible, medir las concentraciones máximas y mínimas de estos antibióticos en sangre, ajustando su dosis. 3. 2. 1. 3. Rifampicina La rifampicina produce un cuadro de NTIA, que fue descrito inicialmente con su uso para la tuberculosis. Aunque ha sido relacionado con su uso intermitente en el tratamiento , también ha sido descrito en tratamientos continuos 32, 33. Las manifestaciones clínicas que aparecen, difieren según el modo de administración; así en los tratamientos discontinuos la clínica suele ser florida con escalofríos, fiebre, mialgias, coluria, cefaleas y erupción cutánea. En la administración continua aparecen alteraciones tubulares como la diabetes insípida y otras 32. En los casos de clínica florida la oliguria es frecuente y casi dos terceras partes de los pacientes requieren diálisis 11. La recuperación de la función renal tras la retirada de la droga, suele ser lo habitual. En los pacientes que reciben tratamiento con éste antibiótico, se deben evitar por tanto, las interrupciones de su administración y realizar controles periódicos de creatinina sérica, sobre todo en los tres primeros meses de tratamiento que es cuando más frecuentemente se producen las alteraciones. 3. 2. 1. 4. Vancomicina La vancomicina es un antibiótico muy efectivo para el tratamiento de las infecciones por gérmenes gram-positivos, fundamentalmente para las producidas por estafilococos meticilin-resistentes, estafilococos coagulasa negativos y las enterocolitis por Clostridium dificille. El mecanismo de lesión no es bien conocido, pero pudiera deberse a que la vancomicina alterara el transporte de cationes orgánicos a través de la membrana basolateral renal 34. Cuando es administrada como único fármaco, se han descrito efectos nefrotóxicos hasta en un 5 % de casos 39. Cuando se asocia a otros agentes nefrotóxicos se eleva la incidencia de nefrotoxicidad, llegando hasta un 35 %, cuando se administra junto a los aminoglucósidos 29. 3. 2. 1. 5. Sulfamidas En los últimos años, el uso de altas dosis de este grupo de antibióticos para el tratamiento de infecciones oportunistas relacionadas con la infección por el virus de inmunodeficiencia humana y el SIDA (VIH / SIDA), ha producido un aumento en la frecuencia de aparición de efectos tóxicos renales. El mecanismo principal de nefrotoxicidad es la NTIA, aunque cuando la orina es ácida (pH < 5.5), muchos de estos agentes pueden precipitar produciendo nefropatía por obstrucción intratubular 5. Para prevenirlo, debemos hidratar adecuadamente al paciente y alcalinizar su orina. 3. 2. 1. 6. Anfotericina La anfotericina B (A-B) es un antibiótico poliénico muy eficaz para el tratamiento de las micosis. En los últimos años se ha producido un aumento importante en las infecciones causadas por hongos en los pacientes con VIH / SIDA, trasplantados y en aquellos que han recibido tratamiento prolongado con antibióticos de amplio espectro. La nefrotoxicidad de la A-B se produce por un incremento de la permeabilidad celular a nivel de la membrana plasmática y por una hipoperfusión asociada a una vasoconstricción renal 36. Las manifestaciones clínicas iniciales se producen a nivel del túbulo distal con alteración de la capacidad de concentración de la orina, una acidosis tubular distal y la pérdida de Mg++ y K+. En estudios experimentales, se ha comprobado que la administración prolongada de A-B produce lesión a nivel medular renal que parece estar relacionada con un estado de hipoxia 37. Habitualmente, en casi todos los pacientes que reciben este fármaco, se observa una elevación de los niveles de creatinina sérica, que se suele normalizar al disminuir la dosis o al suprimir el fármaco. El principal factor predisponente a su nefrotoxicidad es la hipovolemia, por lo que se precisa una correcta hidratación del paciente durante su administración. 3. 2. 1. 7. Pentamidina La pentamidina es un agente activo frente al Pneumocystis carinii. Habitualmente este medicamento requiere administración intravenosa para el tratamiento de la neumonía producida por este gérmen, produciendo efectos nefrotóxicos en un 25 - 65 % de los casos 38. Cuando se administra en forma de nebulizador la nefrotoxicidad se da pocas veces. Al igual que los aminoglucósidos, la pentamidina se acumula a nivel renal tras varias dosis. Aunque el mecanismo de toxicidad no es totalmente conocido, sí se ha comprobado su efecto tóxico a nivel tubular 5. Produce elevación de los niveles de creatinina y pérdidas renales de Ca++, K+ y Mg++. El uso simultáneo con anfotericina potencia sus efectos nefrotóxicos 39. 3. 2. 1. 8. Antivirales 3.2.1.8.1. Aciclovir Agente antiviral utilizado en el tratamiento de las infecciones por Herpesviridae. Se excreta por la filtración glomerular y la secreción tubular. Debido a su escasa solubilidad en orina, puede producir precipitados intraluminales que obstruyen el flujo urinario 5. Se han observado áreas de inflamación intersticial adyacentes a las zonas de obstrucción 40. Generalmente produce FRA no oligúrica acompañada de náuseas, dolor lumbar y hematuria. Tras la retirada del fármaco, suele normalizarse la función renal. La hipovolemia es un importante factor predisponente. El ganciclovir es un agente antiviral, relacionado estructuralmente con el aciclovir, que se utiliza para el tratamiento de la coriorretinitis producida por el citomegalovirus. No se han descrito efectos nefrotóxicos con este fármaco 5. 3.2.1.8.2. Foscarnet Es un fármaco inhibidor de las enzimas DNA-polimerasa, RNA-polimerasa y transcriptasa inversa, se utiliza para el tratamiento de las infecciones causadas por citomegalovirus. Se han descrito efectos nefrotóxicos hasta en un 66 % de pacientes 41. El mecanismo de lesión a nivel renal no está claro, pero parece estar relacionado con necrosis a nivel del túbulo proximal 41. Produce elevación de hormona paratiroidea, hipocalcemia e hipofosfatemia. Se ha comprobado que la administración de suero salino (2.5 L / 24 h) antes y durante la administración del fármaco disminuye los efectos nefrotóxicos 41. 3. 2. 2. Antiinflamatorios No Esteroideos (AINEs) Como grupo farmacológico, los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), son probablemente los medicamentos más ampliamente utilizados. Actualmente se conocen más de 20 clases. Todos ejercen su efecto antiinflamatorio principalmente reduciendo la producción de prostaglandinas, tras inhibir la ciclooxigenasa. Las prostaglandinas actúan en la regulación del filtrado glomerular y en la reabsorción de sal en la rama ascendente del asa de Henle. Los AINEs pueden producir efectos nefrotóxicos a través de varios mecanismos, relacionándose la mayoría de ellos con una hipoperfusión motivada por una vasoconstricción renal y mediada por la inhibición de las prostaglandinas. Podemos agrupar estos mecanismos lesivos en 5 grupos (tabla 8) 11: A.- Funcionales: Se produce por una reducción del flujo sanguíneo renal y una activación de los mecanismos de compensación como son la secreción de la hormona antidiurética, la retención de agua y ClNa y la hiperpotasemia debido a un hipoaldosteronismo hiporreninémico 4, 42. B.- Necrosis tubular aguda isquémica: En individuos sanos, los AINEs no producen alteraciones hemodinámicas renales significativas, pero sí pueden agravar la situación en determinados estados patológicos que producen hipoperfusión renal como son la insuficiencia cardíaca congestiva, la cirrosis con ascitis, la deshidratación, la sepsis o la anestesia general 4, 11, 43, 44. C.- Nefritis tubulo-intersticial aguda: Este mecanismo es mucho menos frecuente que los producidos por una hipoperfusión renal. Los dos fármacos que desencadenan con mayor frecuencia este proceso son el fenoprofeno y el meclofenamato 11. En muchas ocasiones se asocia a un síndrome nefrótico. D.- Síndrome Nefrótico: Generalmente aparece relacionado con la administración de dos grupos de fármacos: el ácido propiónico y el ácido indolacético, a los cuales pertenecen: ibuprofeno, naproxeno e indometacina 4, 11. Se asocia frecuentemente a NTIA, aunque se han descrito casos de síndrome nefrótico aislado con sulindac, tolmetín e ibuprofeno 45, 46, 47. E.- Insuficiencia renal crónica: Se produce generalmente por un uso prolongado de estos fármacos e implica la existencia de una necrosis papilar 47, 48. Como factores predisponentes a la nefrotoxicidad, encontramos situaciones similares a las descritas para otros agentes (tabla 9). El tipo de AINE utilizado tiene escasa importancia porque, como hemos visto, se han descrito efectos nefrotóxicos con practicamente todos los grupos. Teóricamente, el efecto renal debería estar en función de la potencia del fármaco y su capacidad de inhibición de las prostaglandinas. En este sentido, los salicilatos son los menos potentes. El ketorolaco, un nuevo AINE muy utilizado en situaciones de urgencia y en postoperatorios por sus potentes efectos analgésicos, similares a los de los opiáceos, sin llegar a inducir una depresión cerebral. También han sido descritos en numerosos trabajos casos de insuficiencia renal aguda e hiperpotasemia con su uso 49, 50, 51. En un reciente estudio controlado a doble ciego en 67 pacientes postoperatorios, se ha comprobado que bajas dosis de ketorolaco (10 mgr / 4 h) tiene efectos analgésicos terapéuticos sin producir efectos renales adversos 52. El pronóstico de la toxicidad renal por estos agentes suele ser favorable, requiriendo en escasas ocasiones depuración extrarrenal y recuperándose la función renal tras la retirada del fármaco 4. Para la prevención de los efectos nefrotóxicos con el uso de AINEs podemos establecer los siguientes puntos 4 (tabla 10): 1.- Cuando un paciente de moderado o alto riesgo requiere analgesia, se debe iniciar el tratamiento con paracetamol u opioides en un lugar controlado. 2.- Si el tratamiento con AINEs es necesario en situaciones de hipoperfusión renal, se debe empezar con bajas dosis de fármacos de vida media corta que producen menos inhibición de las prostaglandinas como los salicilatos: ácido acetil-salicílico, diflunisal, etc. 3.- Independientemente del AINE utilizado, se debe realizar un estudio basal de creatinina sérica e iones y, en pacientes de riesgo, vigilar estos parámetros durante, al menos, los primeros 5-7 días. 4.- Se debe evitar la administración conjunta con otros agentes con efectos sobre la perfusión renal como los diuréticos o inhibidores de la angiotensina II. 5.- Interrumpir el tratamiento si se detectan signos de FRA y corregir, si hay hipovolemia o trastornos metabólicos. 3. 2. 3.- Contrastes Radiológicos Aunque desde que se inició su uso se han descrito efectos tóxicos renales con estos agentes, debido a lo variado en cuanto a definición, población y tratamiento realizado, no se pueden precisar datos concretos en cuanto a la frecuencia real. Lo que sí está ampliamente demostrado, es que en pacientes sanos, estas sustancias no producen o tienen mínimos efectos tóxicos sobre el riñón, mientras que la incidencia de nefrotoxicidad aumenta de forma proporcional al número de factores de riesgo predisponentes. En pacientes que tienen uno o más factores de riesgo, se producen alteraciones renales en un 2-20 % de casos 53. Como factores favorecedores descritos de nefrotoxicidad por contrastes radiológicos los encontramos resumidos en latabla 11 1, 4, 54. En cuanto a la dosis de contraste total utilizada, hay estudios que recomiendan administrar dosis bajas, menores que 5 ml / kg de peso dividido por la creatinina sérica en mg / dl 55. Recientemente, se ha propuesto la utilización de agentes no iónicos o de baja osmolalidad, pero en estudios posteriores se ha demostrado que no existen claros beneficios con estos productos 54, 56. Varios mecanismos lesivos parecen estar implicados en la acción de estas nefrotoxinas, pero ninguno está claramente establecido. Una teoría indica que estos agentes determinan una vasoconstricción renal prolongada, mediada por factores locales, las endotoxinas 57… Otros mecanismos descritos establecen un efecto tóxico directo sobre las células tubulares, algunos mecanismos inmunológicos o la acción de precipitados de proteínas intraluminales 54, 58. El curso clínico es muy variable, la mayoría presenta una discreta elevación de la creatinina sérica aproximadamente al 4º día, sin determinar oliguria, y normalizándose estas cifras, en los días siguientes. En los pacientes con nefropatía severa subyacente, el curso evolutivo suele ser desfavorable, apareciendo FRA oligúrica que llega a requerir diálisis 4. Aunque ningún estudio ha demostrado medidas de prevención eficaces, se deben tomar una serie de medidas para disminuir la toxicidad renal que se recogen en la tabla 12 1, 4. Estudios recientes han demostrado la ineficacia e incluso perjuicio con el uso de manitol en pacientes de alto riesgo 59. 3. 2. 4. 1. Ciclosporina Es un fármaco inmunosupresor que se utiliza principalmente para prevenir el rechazo inmunitario en los trasplantes de órganos. Tiene efectos tóxicos sobre los riñones, mediante dos mecanismos: una alteración de la perfusión renal, o por una acción tóxica directa sobre túbulos y glomérulos. Produce, por tanto, unas alteraciones funcionales y estructurales que pueden ser o reversibles o bien irreversibles. La ciclosporina tiene una acción vasoconstrictora a nivel de la arteriola aferente y eferente, tras activar la secreción de endotelina 60 e inhibir las prostaglandinas vasodilatadoras 5, produciendo una reducción del GFR. Algunos estudios atribuyen a los antagonistas del calcio un efecto protector frente a la nefrotoxicidad de la ciclosporina 61, 62; pero en otros estudios no se demuestran estos efectos 63. El misoprostol, un análogo de la prostaglandina E, se ha utilizado en numerosos estudios para contrarrestar la vasoconstricción renal inducida por la ciclosporina, con resultados contradictorios 5. El otro mecanismo de lesión renal, es por toxicidad celular directa, produciendo una elevación del K+ sérico, hiperfosfaturia, alterando la capacidad de concentración de la orina e induciendo una acidosis metabólica. El uso prolongado puede producir arteriopatía obliterativa con nefritis intersticial progresiva e irreversible 5, 11, aunque actualmente se piensa que esta complicación es extremadamente rara. Podemos tomar diversas medidas para intentar amortiguar los efectos nefrotóxicos de la ciclosporina, como son: el no administrarla en situaciones de necrosis tubular, el intentar sustituir la droga después de 3-6 meses (cuando la mayoría de las lesiones renales suelen ser reversibles), o bien el usar dosis más bajas 11. 3. 2. 4. 2. Tacrolimus (Fk 506)
Al igual que con la ciclosporina, el uso prolongado de este fármaco
produce fibrosis intersticial en la corteza renal, lo que sugiere que los
mecanismos lesionales son similares en ambos agentes 5.
3. 2. 5. Antineoplásicos: Interleucina
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En estudios recientes se ha comprobado que la administración continua de dopamina a bajas dosis (2-2.5 mcgr/kg/m) puede disminuir la toxicidad renal 65. 3. 2. 6. Inhibidores de la Enzima Convertidora
de Angiotensina (IECAs).
Cuando observamos un deterioro de la función renal tras el tratamiento con IECAs en el seno de una insuficiencia cardiaca congestiva, la reducción en las dosis administradas, la restricción de la sal en la dieta y la disminución del tratamiento con diuréticos puede mejorar el cuadro 5. Otros mecanismos de toxicidad renal descritos con el uso de IECAs, pero mucho menos frecuentes son: nefropatía membranosa, nefritis intersticial aguda y necrosis tubular aguda 5. 3. 2. 7. Diuréticos
Cuando se produce esta lesión renal, asociada al tratamiento con estos diuréticos, se ha recomendado como alternativa la bumetanida 11. 3. 2. 8. Metales Pesados
1.-Aguda: produce una lesión renal que puede variar desde un síndrome de Fanconi hasta una FRA con necrosis tubular. 2.- Crónica: se produce por una disminución en el GFR,
observándose alteraciones histopatológicas sugestivas de
nefritis túbulo-intersticial crónica con fibrosis y atrofia
tubular.
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