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9. 1. PRINCIPIOS GENERALES DEL TRATAMIENTO
DE UNA ITU
El tratamiento de una ITU debe basarse en factores dependientes del
huésped, del microorganismo y en factores farmacológicos.
Debemos tener
presente el riesgo y prevalencia de resistencia al agente antimicrobiano
seleccionado y la susceptibilidad del patógeno. Fármacos
tradicionales en
el tratamiento empírico de una ITU en el medio extrahospitalario,
como
ampicilina y trimetroprim-sulfametoxazol, no pueden aconsejarse hoy
día
en nuestro medio, dado el elevado porcentaje de uropatógenos
resistentes
51 . Las consideraciones farmacológicas
del antimicrobiano (tabla
3) deben incluir una adecuada biodisponibilidad oral, alcanzar altas
concentraciones en la orina, tener un mínimo impacto sobre la flora
fecal y vaginal y, una vida media prolongada. El objetivo del tratamiento
debe ser la erradicación de los patógenos, prevenir las recurrencias
y minimizar los efectos adversos del antibiótico en cuestión.
La erradicación del patógeno debe ser evidente en el
análisis microscópico de orina o urocultivo a las 24 horas
de iniciada la terapia. De lo contrario debemos sospechar un fracaso
terapéutico o a pesar de ser el fármaco susceptible,
factores tales como
obstrucción de la vía urinaria por la presencia de cálculos,
insuficiencia
renal o incumplimiento del tratamiento. La duración del tratamiento
depende
de la historia natural de la infección y de las características
del huésped.
Un tratamiento de tres días es suficiente en casos de cistitis
aguda no
complicada. Por contra, una prostatitis crónica precisa varios
meses de
tratamiento, como consecuencia de la escasa penetración de antibióticos
en la glándula prostática.
A continuación se revisarán las recomendaciones específicas
del tratamiento,
teniendo en cuenta las diversas categorías de ITU reflejadas
en la
tabla 1.
9. 2. CISTITIS AGUDA NO COMPLICADA EN LA
MUJER JOVEN
Ante una mujer joven con síndrome cistítico y piuria documentada
mediante tiras reactivas (leucocitoesterasa), en cámara cuentaglóbulos
o en el sedimento urinario, debe iniciarse tratamiento obviando la necesidad
de urocultivo. El objetivo del tratamiento debe ser la erradicación
de la infección en la mucosa de tracto urinario inferior y de las
clonas uropatogénicas en la vagina y tracto gastrointestinal inferior,
manteniendo intacta la flora vaginal normal. En este sentido las fluoroquinolonas
(norfloxacino, ciprofloxacino u ofloxacino) alcanzan unas altas concentraciones
en las secreciones vaginales y representan el tratamiento de elección
52, 53 . Los
antibióticos B-Lactámicos (amoxicilina-clavulánico,
sultamicilina o una cefalosporina de 2.ª generación) pueden
también usarse, si bien el porcentaje de reinfecciones es superior
al observado cuando se emplea una quinolona 54
. En la tabla 5
quedan reflejadas las dosis de los antimicrobianos recomendados. Tradicionalmente
la duración del tratamiento de una cistitis no complicada consistía
en un régimen oral de un antimicrobiano durante 7-14 días.
Sin embargo en la última década ha quedado demostrado que
tratamientos cortos (3 días) son igualmente eficaces 55,
56,
57
. Una dosis única (p. ej. 3 gr de fosfomicina trometanol) también
erradica la infección vesical pero se asocia a un porcentaje significativamente
superior de recurrencia precoz 58 .
Se recomienda la realización de urocultivo y una duración
más prolongada
del tratamiento (7 días) en circunstancias donde la probabilidad
de
pielonefritis subclínica es elevada tales como infección
urinaria reciente,
diabetes mellitus o uso de diafragma como método anticonceptivo.
9. 3. INFECCION URINARIA NO RESUELTA
Si la sintomatología miccional no se resuelve durante el tratamiento
debe solicitarse un urocultivo y antibiograma, con modificaciones en función
del resultado del mismo. La resistencia a un agente antimicrobiano, fundamentalmente
en la flora fecal, es la principal causa de ITU no resuelta.
Dicha resistencia suele estar mediada por plásmidos y suele
acontecer
en pacientes que reciben penicilinas. Las fluoroquinolonas, a las dosis
anteriormente señaladas, representan una buena elección
mientras se recibe el antibiograma, dado que estos antibióticos
no inducen la mencionada resistencia. Otra causa menos frecuente es el
desarrollo de resistencia de una bacteria inicialmente susceptible y obedece
a la selección de una clona resistente, la cual era inicialmente
indetectable por su baja concentración.
Finalmente factores dependientes del huésped tales como insuficiencia
renal y la presencia de litiasis también deben considerarse ante
un enfermo con ITU no resuelta.
9.4. INFECCION URINARIA RECURRENTE EN LA
MUJER
Las infecciones urinarias recurrentes se definen como al menos dos episodios
de ITU en 6 meses o tres o más infecciones en un año. Como
ya se ha comentado en apartados anteriores la recurrencia puede deberse
a recidiva o, más frecuentemente, reinfección en meses distintos.
Un 6% de las mujeres jovenes tienen infecciones recurrentes tras un episodio
de cistitis 59 . Estas recurrencias
raramente obedecen a anomalías urológicas reversibles y se
argumenta que la causa de esta susceptibilidad podría ser genética,
en probable relación con la falta de secreción de antígenos
de grupo sanguíneo (no secretores) y mayor capacidad de adhesión
de E. coli al uroepitelio 60 . El uso
de diafragma o espermicida se ha relacionado con ITU recurrente y su uso
debe desaconsejarse en estos pacientes.
El tratamiento antimicrobiano profiláctico se encuentra indicado
en casos de ITU recurrente y puede administrase de forma crónica
(diariamente o tres veces por semana), de forma intermitente (cuando aparezcan
los síntomas) o después del coito, si existe relación
con éste. El antibiótico seleccionado se basará en
la susceptibilidad del patógeno aislado en el último episodio.
Ejemplos de regímenes incluyen: Norfloxacino (200 mg/d), ofloxacino
(200 mg/d), ciprofloxacino (250 mg/d), cefalexina o cefradina (250 mg/d)
o nitrofurantoína (50 mg/d). Medidas adicionales como la ingesta
abundante de agua y realizar micciones frecuentes, especialmente después
del coito, pueden ser beneficiosas.
La ITU recurrente puede ser un problema en la mujer postmenopáusica;
la hipoestrogenemia se asocia con disminución de la colonización
por Lactobacillus y una colonización aumentada de E. coli.
Se ha demostrado que la aplicación tópica en la mucosa
vaginal de 0,5 mg/d de estriol durante dos semanas, seguido por su administración,
dos veces por semana, durante 8 meses disminuye drásticamente la
colonización vaginal por enterobacterias 61
.
9. 5. PIELONEFRITIS AGUDA NO COMPLICADA EN
LA MUJER
El espectro clínico de una pielonefritis aguda es variable, desde
casos
con moderada afectación del estado general a situaciones de
shock séptico.
El urocultivo debe realizarse a toda mujer con sospecha de pielonefritis.
Adicionalmente se extraerán hemocultivos a los pacientes que
precisen
hospitalización, ya que pueden ser positivos hasta en un 20%
de los casos.
En ausencia de náuseas, vómitos o afectación importante
del estado general puede prescribirse un antibiótico oral durante
10-14 días con cualquiera de los regímenes expuestos en la tabla
6. En nuestro Servicio de Urgencias administramos una dosis intravenosa
de ceftriaxona (1 gr) y continuamos con tratamiento oral empleando una
cefalosporina de tercera generación (cefixima, ceftibuteno).
Cuando se compruebe afectación del estado general, náuseas
o vómitos se procederá al ingreso hospitalario. En estas
situaciones se recomienda la administración parenteral (tabla
7) de alguno de los siguientes antimicrobianos: ceftriaxona o cefotaxima,
aztreonam, un aminoglucósido
im o iv en dosis única diaria o ciprofloxacino iv. A partir
de la defervescencia el tratamiento puede seguirse por vía oral,
con un antibiótico elegido según el resultado del antibiograma,
hasta completar 14 días.
Si el paciente presenta signos de inestabilidad hemodinámica
el tratamiento
empírico consistirá en una cefalosporina antipseudomónica
(ceftazidima o cefepima) o aztreonam con adición de ampicilina (que
puede prescindirse si la tinción Gram no revela gérmenes
grampositivos) o bien monoterapia con un carbapenem (imipenen o meropenen)
o piperacilina-tazobactam. Es aconsejable asociar un aminoglucósido
a cualquiera de estas pautas en casos de shock séptico.
La persistencia de fiebre a las 72 horas del tratamiento o agravación
clínica en cualquier momento antes, puede deberse a: a) infección
por un germen resistente; b) nefritis bacteriana focal; c) existencia de
una colección supurada (abceso, pionefrosis); d) desarrollo de una
necrosis papilar, y e) desarrollo de una pielonefritis enfisematosa.
9. 6. INFECCION URINARIA COMPLICADA
9. 6. 1. Cistitis y pielonefritis aguda complicada
La ITU complicada hace referencia a la presencia de anomalías
estructurales
o funcionales del aparato urinario que implican una diferente orientación
terapéutica, dado el mayor espectro de gérmenes implicados
y la elevada proporción de microorganismos resistentes. Por tanto,
resulta determinante la práctica de un urocultivo antes de iniciar
tratamiento en un enfermo sintomático. Cuando la clínica
del paciente hace preciso el tratamiento empírico, como en casos
de pielonefritis o urosepsis, deben emplearse antibióticos de amplio
espectro, como piperacilina-tazobactam o imipenen-cilastatina. Si la afectación
clínica es moderada puede usarse una fluoroquinolona. Es imperativa
la corrección de cualquier anomalía urológica reversible.
La duración del tratamiento de una ITU complicada no está
establecida, si bien generalmente se recomiendan 7-14 días.
9. 6. 2. Infección urinaria en la embarazada
El tratamiento de la bacteriuria asintomática y la cistitis aguda
en la embarazada se basa en la administración durante tres y siete
días respectivamente de un antimicrobiano. La amoxicilina, ampicilina,
nitrofurantoína o la cefalexina se muestran seguras durante la gestación.
Las fluoroquinolonas, por sus efectos adversos sobre el cartílago
fetal, están contraindicadas. La pielonefritis aguda requiere ingreso
hospitalario y administración parenteral de B-lactámicos
y/o aminoglucósidos durante dos semanas 62
.
9.6.3. Prostatitis aguda
La prostatitis aguda requiere tratamiento antimicrobiano prolongado
(al menos 4-6 semanas) con cobertura amplia frente a organismos gramnegativos.
La ciprofloxacina (500 mg vo/12 h) u ofloxacino (200 mg vo/12 h) consiguen
una aceptable difusión a las secreciones prostáticas.
Es necesario la práctica de urocultivo previo al tratamiento.
Ante la sospecha
de bacteriemia o en presencia de retención urinaria debe procederse
a
ingreso hospitalario y tratamiento parenteral con alguno de las pautas
señaladas en la pielonefritis aguda, previa extracción de
hemocultivos. La
infección recurrente puede obedecer a persistencia de foco supurativo
glandular o a infección por Pseudomonas spp o Enterococcus
spp. de un modo especial en el paciente portador de catéter
urinario. En estos casos se puede optar por un tratamiento antimicrobiano
prolongado o durante las
recurrencias, o exéresis quirúrgica de la glándula
infectada 63 .
9. 6. 4. Infección fúngica del
tracto urinario
Los factores predisponentes para el desarrollo de infección fúngica
del
tracto urinario incluyen la presencia de catéter urinario, tratamiento
antibiótico
de amplio espectro previo, diabetes mellitus, hospitalización
y estados de inmunosupresión.
Candida spp forma parte de la flora normal del tracto vaginal
en mujeres y puede contaminar una muestra de orina. De igual modo Candida
spp puede colonizar el tracto urinario en pacientes portadores de catéteres,
si bien su significado clínico es poco relevante, siendo suficiente
la retirada del mismo.
La infección invasiva se reconoce por la aparición de
síntomas sugestivos
de ITU y positividad del cultivo. Los hongos pueden ganar acceso al
tracto urinario por vía ascendente o hematógena. En el seno
de una candidemia pueden aparecer abcesos renales, perinéfricos
y bolas fúngicas.
En pacientes portadores de catéter urinario con verdadera ITU
por
Candida spp se recomienda retirada del catéter, inserción
de una sonda de
tres vías e irrigación de anfotericina B (a dosis de
5-10 mg/L de agua estéril
durante 60-90 minutos, 2 veces diarias durante 2 días).
Si el enfermo con candiduria no es portador de catéter urinario
se aconseja tratamiento con fluconazol (200-400 mg/d durante 10-14 días).
La anfotericina B intravenosa se administra en casos de candidiasis
sistémica, abcesos renales y bolas fúngicas en el tracto
urinario.
9. 7. Infección urinaria asociada a catéter
La prevención es sin duda la mejor medida para reducir la morbimortalidad
en infecciones relacionadas con catéteres urinarios. Una inserción
estéril, el uso de sistemas cerrados y la retirada precoz de catéter
representan medidas eficaces para disminuir la incidencia de estas infecciones
64,
65
. La cateterización intermitente en enfermos medulares ha modificado
la historia natural y complicaciones asocidadas a la ITU en la mencionada
población.
En general no hay indicación de profilaxis antimicrobiana, con
la excepción
de pacientes de alto riesgo (trasplante renal, cirugía urológica)
que precisen cateterización por un corto periodo de tiempo (<
30 días).
Cuando aparezcan síntomas de infección se procederá
a retirada del catéter y administración de antimicrobianos
siguiendo las pautas recomendadas en el apartado de ITU complicada.
La bacteriuria asintomática en el portador de catéter
no precisa tratamiento,
con la excepción del aislamiento de gérmenes productores
de ureasa. En estos casos se recomienda tratamiento antibiótico
durante 3-5 días, por ejemplo con una fluoroquinolona.
9. 8. Bacteriuria asintomática
Ya se ha comentado en apartados anteriores el manejo de la bacteriuria
asintomática en la mujer embarazada y en el enfermo portador
de catéter
urinario. En el paciente que va a ser sometido a cirugía urológica
la detección
de bacteriuria y su tratamiento ha reducido la incidencia de complicaciones
postoperatorias, incluyendo la bacteriemia 66
. Por tanto, es éste un subgrupo de enfermos donde el tratamiento
de bacteriuria asintomática es claramente beneficioso.
La bacteriuria asintomática en el paciente anciano, sin anomalías
estructurales
o funcionales del tracto urinario, no precisa tratamiento, dado que
no se ha demostrado claramente un beneficio potencial en reducir la morbimortalidad
67 .
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