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1. El primer paso en el diagnóstico de la hematuria será
lógicamente confirmar su existencia. La detección de eritrocitos
en la orina es una técnica relativamente sencilla, aunque definir
el límite entre valores normales y patológicos es más
complicado, sobre todo cuando se emplean métodos semicuantitativos
[6]. Para ello
disponemos de varias técnicas de detección siendo las más
empleadas las siguientes:
- Tira reactiva (dipsticks): constituye un buen test de despistaje
inicial. Este procedimiento detecta tanto la hemoglobina intraeritrocitaria
como la hemoglobina libre y la mioglobina. Se positiviza ante la
existencia de más de 5 hematíes por campo en el análisis
microscópico del sedimiento urinario. Da falsos negativos ante la
presencia de grandes cantidades de vitamina C en la orina y falsos positivos
cuando hay hemoglobinuria o mioglobinuria [6].
- Examen del sedimento urinario con microscopio óptico:
se considera que existe microhematuria cuando hay más de 6-10 hematíes
por campo con lente de 40 aumentos. Ante un sedimento en el que no se observan
hematíes con tira reactiva positiva hay que descartar la presencia
de mioglobinuria o hemoglobinuria [6].
- Recuento de Addis: método cuantitativo útil
en el seguimiento de los pacientes con hematuria. Suelen eliminarse menos
de 1.000.000 hematíes/día [6].
- Recuento directo de eritrocitos en orina fresca no centrifugada:
método cuantitativo en el que se considera patológica la
presencia de más de 8000 hematíes/mL [6].
2. La realización del sedimento nos informará adicionalmente
de la presencia de otras anomalías en el sedimento urinario (proteinuria,
cilindros o leucocituria) que nos harán sospechar la presencia de
un origen glomerular de la hematuria [6].
3. Hemograma y estudio de coagulación. Nos permitirá
valorar la repercusión hematimétrica de la hematuria ,y por
tanto la necesidad de transfusión de concentrados de hematíes
así como descartar alteraciones de la coagulación [3].
4. Bioquímica sanguínea para determinación fundamentalmente
de creatinina, urea e iones [3].
5. Radiografía simple de aparato urinario. Aportará información
sobre la existencia de litiasis renales, sobre la morfología y tamaños
de los riñones, etc [3].
6. Ecografía renal: El interés de la ecografía
urológica radica tanto en sus posibilidades diagnóstica como
intervencionistas. La posibilidad de utilizar sondas de diferentes tamaños
y frecuencias, permite explorar tanto el tracto urinario superior como
el inferior así como el aparato genital, siendo en la actualidad
el procedimiento diagnóstico de elección en numerosas patologías.
Ante determinado síntomas y signos, su asociación con la
radiografía simple del aparato urinario es suficiente para un correcto
planteamiento terapéutico [16].
7. Otras pruebas: urografía, cistoscopia, estudio inmunológico,...
(tabla 3).
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