Los seres superiores defienden constantemente su integridad biológica
frente a agresiones, procedentes del exterior así como del propio
organismo. De no ser así, morirían como consecuencia de tumores
e infecciones de bacterias, virus, hongos, etc. Para que estos fenómenos
de defensa se lleven a cabo, los organismos disponen de un conjunto de
elementos especiales, conocido como sistema inmune. La capacidad
de defensa se adquiere antes de nacer y se madura y consolida en los primeros
años de la vida fuera del seno materno.
La respuesta inmune inespecífica es la primera barrera
defensiva del organismo y no requiere sensibilizacion previa. Este tipo
de respuesta es mediada por células con capacidad fagocítica
y células asesinas naturales.
La respuesta específica o adquirida se desarrolla
solo frente a la sustancia que indujo su iniciación y en ella participan
prioritariamente los linfocitos y los elementos solubles liberadas
por los mismos, anticuerpos y linfocinas. Todas las sustancias
que se comportan como extrañas a un organismo frente a las cuales
éste desarrolla una respuesta inmune específica, se conocen
como antígenos. Generalmente el sistema inmune responde de
forma unitaria, por lo que la división en respuesta inespecífica
y específica es más teórica que real. Lo que sí
ocurre es que, dependiendo de las circunstancias, en unos casos predomina
una u otra de estas formas de respuesta.
Permanentemente el individuo esta recibiendo contagios de elementos
patógenos que, de no existir el sistema inmune, invadirían
toda la economía con la consiguiente muerte del individuo. También
el sistema inmune está protegiendo al individuo frente a la formación
y crecimiento de células neoplásicas. Sin embargo, hay multitud
de casos en los que los sistemas de defensa son en sí causa de enfermedad.
Esto es, por ejemplo, lo que ocurre cuando el individuo reacciona incluso
frente a sustancias, en principio inocuas, como el polen de plantas, etc.
Entonces se habla de reacciones de hipersensibilidad. En otros casos,
por razones todavía no muy bien conocidas, el sistema inmune reacciona
frente a componentes propios, que destruye, ocasionando graves trastornos,
o incluso la muerte. Se trata de las enfermedades autoinmunes, que
pueden afectar a cualquier componente del organismo.
También a veces, las células encargadas de la defensa
inmune, proliferan descontroladamente produciendose entonces los sindromes
linfoproliferativos entre los que los mas frecuentes son las leucemias.
1.1. RESPUESTA INMUNE INESPECIFICA
La respuesta inespecífica representa la primera barrera defensiva
del organismo y es de especial significación frente a la protección
del mismo ante infecciones y cáncer. Las células que mediatizan
esta respuesta, son los PMN neutrófilos y macrófagos, celulas
que se caracterizan por activarse de forma inmediata siempre que cualquier
sustancia extraña penetra en el organismo, como, por ejemplo, después
de una herida, en cuyo caso estas células se movilizan hacia dicho
foco, reconocen y toman contacto con la sustancia extraña, que destruyen
mediante el proceso de fagocitosis y posterior lisis intracelular. En el
enfermo crítico, la ausencia o disminucion funcional de este tipo
de respuesta tiene especial significación y trascendencia como se
verá en detalle después. También en este tipo de respuesta
participan las células asesinas naturales, conocidas como
natural
killer o NK.
Los mecanismos de defensa inespecíficos aportan un buen sistema
de protección. Sin embargo, en muchas ocasiones no es suficiente
para defender eficazmente al organismo. Por fortuna éste dispone
de otros mecanismos de defensa, como es la respuesta inmune específica.
1.2. RESPUESTA INMUNE ESPECIFICA
La respuesta inmune específica se caracteriza porque es efectiva
ante aquellos antígenos frente a los cuales se ha iniciado y desarrollado.
Este tipo de respuesta es mediada por los linfocitos. Los linfocitos
son de dos tipos: linfocitos B y linfocitos T. Los linfocitos
T, a su vez, pueden ser linfocitos T colaboradores (Th), linfocitos
T citotóxicos (Tc) y por algunos autores tambien se proponen
los linfocitos T supresores/reguladores (Ts).
La respuesta inmune especifica, se considera que puede ser de dos tipos:
humoral y celular. Aunque la separación de ambos tipos de respuesta
es mas de tipo didáctico que real, en general se considera que cuando
el elemento efector final son las inmunoglobulinas formadas por los linfocitos
B se trata de una respuesta tipo humoral, mientras que cuando participan
los linfocitos T tanto colaboradores (Th) como citotóxicos (Tc),
se trata de una respuesta tipo celular.
Para que se inicie una u otra respuesta inmune se requiere el reconocimiento
del antígeno y activación de los linfocitos. Los linfocitos
B reconocen el antígenos mediante inmunoglobulinas de membrana (Igs)
mientras que los linfocitos T lo reconocen mediante una estructura especializada
a tal fin conocida como receptor de linfocitos T (TcR). Para que los linfocitos
se activen, se requiere además del reconocimiento del antígeno
por los receptores T, la participación de otras moléculas
como son las moléculas accesorias y las interleucinas. Si
participa solo el RcT se produce una anergia (no respuesta).
1.2.1. Respuesta inmune humoral
La ausencia de este tipo de respuesta deja al individuo tan indefenso
frente a toda clase de gérmenes patógenos y otras agresiones,
que es incompatible con la vida si no se instaura a tiempo un tratamiento
adecuado.
La respuesta inmune humoral es mediatizada por los linfocitos B, que
como se ha dicho anteriormente reconocen al antigeno a través de
las inmunoglobulinas de membrana. Sin embargo este estimulo no es suficiente
para que se inicien los procesos de proliferación de estas células.
Para ello es necesario que los linfocitos B además del estimulo
antigénico reciban el estimulo de ciertas interleucinas.
El elemento efector final de la respuesta humoral son las inmunoglobulinas.
El termino inmunoglobulina fue propuesto por Heberman para designar a todas
las sustancias con capacidad de anticuerpo, esto es con capacidad de anteponerse
al antigeno. Las inmunoglobulinas son de cinco clases: inmunoglobulina
M (IgM), inmunoglobulina A (IgA), inmunoglobulina G (IgG), inmunoglobulina
D (IgD) e inmunoglobulina E (IgE). Las inmunoglobulinas tienen la propiedad
de unirse específicamente al antígeno que indujo su formación.
Tras la unión antígeno-anticuerpo (Ag-Ac), las sustancias
extrañas (o antígenos) son destruídas por las inmunoglobulinas
a través de mecanismos, que pueden ser diferentes según el
tipo de inmunoglobulina que participa. Esto se debe a que aunque las distintas
clases de inmunoglobulinas tienen una estrucutura igual en ciertas partes
de la molecula, en otras partes presentan una estrucura distinta. Podemos
decir que las inmunoglobulinas, al detectar al antígeno y unirse
a el, actúan como transductores de la información de la presencia
de los mismos, que serán posteriormente destruidos por el mecanismo
más idoneo, en el que colaborarán además del propio
anticuerpo el sistema del complemento, macrófagos, los polimorfonucleares
o células K.
El término complemento engloba, una gran variedad de proteinas,
que interactúan en un determinado orden, se representan por C' y
se encuentran en el suero. Cuando se produce la activación del C'
se pone en marcha una serie de reacciones, en forma de "cascada", de tal
forma que se van generando productos activos que además de influir
en que la reacción prosiga tienen diferentes acciones biológicas
importantes en la defensa del organismo.
1.2.2. Respuesta inmune celular
La respuesta inmune de tipo celular cubre una importante función
como mecanismo inmunológico de defensa, actuando principalmente
frente a bacterias y virus, así como evitando la aparición
y desarrollo de células tumorales. Sin embargo, este tipo de respuesta
representa una seria limitación en la práctica de trasplantes
por ser el principal mecanismo implicado en el rechazo de los mismos.
La respuesta inmune de tipo celular es compleja en sus efectos y acciones
finales, así como en su iniciación y desarrollo. En ella
participan esencialmente los linfocitos T colaboradores y citotóxicos.
Tal como se ha dicho anteriormente, los linfocitos reconocen el antigeno
mediante el receptor T (TcR) y lo hacen solo cuando el antigeno
es degradado y procesado en el interior de las células presentadoras
de antígeno (APC) y su determinantes antigéncios son
expuestos en la superficie de estas células en el seno de una molécula
del complejo principal de histocompatibilidad.
Las moléculas del Complejo Mayor de Histocompatibilidad
(MHC) son una serie de glicoproteínas presentes en las membranas
de todas las células nucleadas, entre las que se encuentran las
células inmunocompetentes. estas moléculas son esencialmente
de dos tipos o clases, clase I y clase II y tienen entre otras funciones
las de presentar el antígeno a los linfocitos así como participar
en el proceso de maduración de los linfocitos en el timo.
Las células presentadoras de antígeno tienen como misión
captar, procesar y presentar el antígeno a los linfocitos T. El
reconocimiento del antígeno por las células T exige que previamente
sea procesado proteolíticamente en el interior de las células
presentadoras de antígeno. Aunque existen excepciones, la separación
de las funciones de los linfocitos T colaboradores CD4+ y CD8+
viene dada por el origen de los antígenos que reconocen y, en último
término, por donde han sido procesados por vía exógena
en el sistema endosomal de las células presentadoras de antígeno
y expresados en superficie por el producto de los genes MHC de clase II.
Los linfocitos citolíticos CD8+ reconocen a los antígenos
que han sido procesados endógenamente en el citosol de la célula
infectada y presentados en superficie por moléculas MHC de clase
I, mientras que los linfocitos CD4+ interaccionan con el antígeno
en el conctexto de moléculas de case II.
Este fenómeno se conoce como restricción por el MHC,
es decir, que el TcR que reconoce especificamente el antigeno ha de encontrarlo
presentado en el contecto de moleculas MHC propias. En el proceso de reconocimiento
e interaccion de una celula con otra intervienen, además, toda una
serie de moléculas llamadas moléculas accesorias que
se encuentran bien en la superficie de los linfocitos T o en las células
presentadoras de antígeno. Estas moléculas interaccionan
entre sí o con otros ligandos reforzando la unión entre el
receptor de las células T y el complejo MHC-péptido e incrementando
así la adherencia intercelular y su afinidad.
Cuando tiene lugar el reconocimiento antigénico entre el TcR
y la molécula MHC que porta el antígeno, se desencadena una
cascada de reacciones bioquímicas en el citoplasma de la célula
T, dando así lugar al proceso de activación, proliferación
y diferenciación celular. Estos mecanismos implican la participación
de una serie de sustancias intracitoplasmáticas, conocidas como
segundos mensajeros y que son ciertas sustancias de caracter lipídico
y proteínas que adquieren sus caracter funcional al fosforilizarse
esencialmente en los aminoacidos serina y treonina. Como consecuencia de
estos eventos se predecirá finalmente la activación de la
transcripción de los genes implicados en la síntesis de la
proteína y factor implicado en una determinada función, tal
como la síntensis de interleucina 2 u otros factores.
La consecuencia final de este tipo de respuesta es la formación
de cedulas Th activas productoras de inteleucinas y celulas citotóxicas
(CTL) que posen capacidad de lisar a las cedulas que portan el antigeno
que indujo su activación. Este tipo de respuesta requiere varios
días para su desarrollo. Ante, por ejemplo, un contagio viral, la
acción del interferón y de las celulas NK antecede al de
las células CTL.
1.3. CARACTERÍSTICAS RESPUESTA INMUNE
ESPECÍFICA
La respuesta inmune especifica se caracteriza por ser de caracter clonal,
especifica, desarrollar memoria y ser regulable.
Especificidad. Se sabe que cada antígeno estimula
solo a aquel linfocito o grupo de linfocitos que han desarrollado y en
consecuencia poseen en su membrana los receptores capaces de reconocer
y unirse específicamente a él. Estos receptores, tal como
se ha indicado anteriormente, son las inmunoglobulinas de superficie cuando
se trata de linfocitos B o el TcR cuando se trata de linfocitos T.
Clonalidad. Cuando un linfocito o grupo de linfocitos
es activado, este prolifera y se diferencia en múltiples cedulas
derivadas, todas ellas con idénticos receptores de superficie. se
dice entonces que todas estas cedulas constituyen lo que se denomina clon
celular. Tanto la especificidad como la clonalidad de la respuesta
inmune fue originariamente definidos en los años cincuenta por varios
inmunólogos entre los que se encontraba Burnet y se conoció
después por la teoría de selección clonal de Burnet.
Esta teoria decía que cada antígeno estimulará a aquel
linfocito o grupo de linfocitos que poseen en su membrana receptores capaces
de reconocer y unirse específicamente a él y que como consecuencia
se producía su proliferación y diferenciación en células
con las mismas características de reconocimiento que los linfocitos
originales.
Memoria Inmunológica. Otra característica
importante de este tipo de repuesta es que el organismo mantiene memoria
de un estímulo a otro cuando son de la misma índole. Eso
se debe a la permanencia de linfocitos sensibilizados de larga vida después
de un estímulo antigénico.
Regulación. Este tipo de respuesta dispone de mecanismos
internos de control, de tal forma que la intensidad de la misma se regula
por acción de diversos tipos de moléculas entre las que destacan
las inmunoglobulinas y sobre todo las citocinas.
1.4. CITOCINAS
Las citocinas son una serie de sustancias producidas por células
en respuesta a una gran variedad de estímulos y que son capaces
de regular el funcionamiento de otras células. La naturaleza de
las células sobre las que ejercen su efecto viene determinado por
la presencia de receptores específicos. Estas sustancias pueden
ser de diversos tipos entre los que se encuentran los denominados Factores
de crecimiento, polipéptidos que estimulan la proliferacion
de diferentes tipos celulares; las Linfocinas, producidas por linfocitos
y de gran importancia en la regulación del sistema inmune. Aunque
todas las celulas del sitema inmune producen algun tipo de inteleucinas,
es el linfocito Th la celula con mayor grado de participacion en la regulacion
del sitema inmune a traves de las interleucinas que produce. La familia
globalmente denominada Interferones, fueron originalmente identificadas
como agentes capaces de proteger a las células frente infecciones
virales. Hoy se sabe que los interferones tienen otras muchas funciones,
tales como actuar en los procesos de diferenciación y proliferación
celular así como en la modulación del sistema inmunológico.
Los interferones pueden ser de tipo a,
ß
y t.
1.5. ANTIGENOS DE DIFERENCIACION LEUCOCITARIA
En los últimos años y gracias a la disponibilidad de los
anticuerpos
monoclonales (AcMo) se han podido identificar múltiples moléculas
presentes en la membrana plasmática de los linfocitos. Muchas de
las moléculas identificadas con estos AcMo han sido caracterizadas
y se les denominan genéricamente como antígenos de diferenciación
(CD). El interes de los antigenos de diferenciacion radica en que su identificacion
permite profundizar en los mecanismos precisos por los que las celulas
del sistema inmune se relacionan entre si y con el entorno, llevando a
termino final la respuesta inmune. Asi mismo su concocimiento detallado
abre el horizonte de la intervencion terapeutica sobre mecanismos muy concretos
del sistema inmune que en un futuro, no lejano, permitira modular al alza
o la baja, la actividad del propio sistema. |