Capítulo 10. 7. Intoxicaciones por rodenticidas

5. OTROS RODENTICIDAS


Los compuestos azufrados (particularmente sulfuros y sus derivados) se han empleado como rodenticidas. Son gases irritantes intensos que producen afectación de las mucosas ocular y respiratoria, trastornos del sistema nervioso central y cianosis (16). En intoxicaciones por ácido sulfhídrico el nitrito de amilo y el nitrito sódico han demostrado ser eficaces (47).

El bario se empleó esporádicamente en la composición de algunos rodenticidas. La intoxicación por bario origina hipopotasemia e insuficiencia cardiorrespiratoria severa (48). El tratamiento es sintomático (49).

El flúor es un gas muy tóxico que se ha utilizado como rodenticida. Tiene una acción corrosiva intensa, y produce con elevada frecuencia edema pulmonar (50). Además puede ocasionar hipomagnesemia e hipocalcemia. El tratamiento es inespecífico (16).

El vacor es un rodenticida cuyo uso queda restringido debido a su elevada toxicidad. La intoxicación ocasiona naúseas, vómitos, dolor abdominal y depresión del sistema nervioso. Es muy característica la presencia de cetoacidosis diabética ("diabetes producida por vacor") y con menor frecuencia hipoglucemia (50, 51). Junto a la medidas de descontaminación del tubo digestivo se puede utilizar su antídoto: la niacinamida. La dosis habitual es de 500 por vía intravenosa y después 400 mg por vía intramuscular cada 4-6 horas durante 48 horas (22, 51).

Los carbamatos son insecticidas inhibidores de la colinesterasa; algunos de ellos como el aldicarb han sido utilizados ilegalmente como rodenticidas (53). La intoxicación por carbamatos ocasiona síntomas muscarínicos, nicotínicos y del sistema nervioso central similares a los que producen los organofosforados (54). El antídoto es la atropina.

La alfanaftiltiourea (ANTU) es un rodenticida sintético orgánico que puede originar trastornos digestivos, neurológicos y edema agudo de pulmón (7, 55).

El uso de diversos serotipos de Salmonella como rodenticida fue propuesto a finales del siglo XIX. El agente más común fue el denominado "virus de Liverpool", que se empleó durante algún tiempo como agente causante de una enfermedad infecciosa específica para las ratas; sin embargo hubo de abandonarse debido a que los roedores desarrollaron rápidamente inmunidad frente a esta este agente (2). En 1967 la Organización Mundial de la Salud desaconsejó el uso de salmonellas como agentes rodenticidas por el riesgo de transmisión de enfermedades a los humanos (3); no obstante aún se utilizan en algunos países como Cuba (56).