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Capítulo 11. 7. El enfermo polifracturado
6. CUIDADOS DEFINITIVOS DEL POLIFRACTURADO. COMPLICACIONES |
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6. 1. ATENCIÓN DE LAS FRACTURAS EN CUIDADOS INTENSIVOS El lugar ideal para la continuación de la terapia y seguimiento de pacientes polifracturados graves es la Unidad de Cuidados Intensivos. El tratamiento de las fracturas, aunque el paciente haya sido intervenido de Urgencias debe continuar, coordinándose las acciones de intensivistas y cirujanos ortopédicos. En los pacientes intervenidos, el control debe ser el habitual para estas patologías. Cuando se ha conseguido una fijación estable, el paciente debe ser incorporado lo antes posible, para mejorar la mecánica respiratoria. En cuanto el nivel de conciencia del paciente lo permita, debe iniciarse el correspondiente programa de rehabilitación para optimizar el resultado funcional. Si hay colocadas tracciones transesqueléticas, éstas deben ser vigiladas diariamente, asegurándose que se encuentran en adecuada posición, y controlando que se mantiene una adecuada reducción mediante la realización de radiografías. Es importante practicar una exploración seriada de las cuatro extremidades, en pacientes con alteraciones de conciencia es relativamente frecuente que pasen desapercibidas lesiones óseas menores (69), especialmente en tobillos, pies y manos, que en los siguientes días se manifestarán en forma de edemas o equimosis. Debe vigilarse también la situación vascular de los miembros, con especial atención en las primeras horas a la posibilidad de síndromes compartimentales. Las fracturas abiertas deben ser vigiladas estrechamente. En esta fase del tratamiento puede ser preciso el desbridamiento quirúrgico seriado de los restos necróticos, así como la cobertura cutánea definitiva, una vez que la herida esté limpia y cubierta con tejido de granulación sano. En los pacientes tratados con fijación externa, deben instaurarse los cuidados específicos de estos dispositivos. Es recomendable el lavado diario del fijador con una solución antiséptica, haciendo especial hincapié en los puntos de inserción del fijador en la piel, donde las complicaciones sépticas son frecuentes, pudiendo provocar un aflojamiento del anclaje óseo con el fracaso consiguiente de la osteosíntesis. En el tratamiento inicial del politraumatizado es fundamental la estabilización precoz de las fracturas pélvicas inestables y las fracturas femorales. En la siguiente línea de prioridad debemos considerar las fracturas metafisarias del fémur distal, tibia proximal, tobillo, pie y en general las del miembro superior. Lo ideal es la estabilización de entrada de todas las fracturas, sin embargo, la situación hemodinámica del paciente o la presencia de lesiones asociadas pueden aconsejar que la cirugía inicial sea de duración limitada. Si este tipo de fracturas no se trata inicialmente, el edema secundario aconseja retrasar la intervención al menos 8-12 días. En este caso, deben coordinarse anestesistas, intensivistas y cirujano ortopédicos para programar esta cirugía diferida. 6. 2. 1. Soporte nutricional
6. 2. 2. Coagulopatías
6.2.3. Complicaciones tromboembólicas La trombosis venosa profunda es común en pacientes traumatológicos (72, 73) . Las lesiones asociadas con mayor frecuencia a trombosis son las fracturas de fémur, tibia y de pelvis, así como las lesiones de médula espinal. La profilaxis tromboembólica estaría indicada en todos los pacientes traumatológicos, con excepción de aquéllos con lesión intracraneal evidenciada por TC. Múltiples fármacos y regímenes terapéuticos han sido ensayados en estos pacientes : dicumarínicos a bajas dosis, heparina cálcica o heparinas de bajo peso molecular. Es conveniente mantener la profilaxis antitrombótica hasta que se consiga la movilización completa del paciente, aunque no existen estudios concluyentes que hayan fijado la duración óptima del tratamiento. 6.2.4. Complicaciones pulmonares El síndrome de distress respiratorio del adulto (SDRA) es un
fenómeno complejo de disfunción respiratoria, común
en pacientes con politraumatismos severos, con una tasa de mortalidad muy
elevada. Clínicamente se caracteriza por hipoxemia, descenso de
la complianza pulmonar, aumento de la resistencia vascular pulmonar y de
la presión arterial pulmonar, aumento del shunt intrapulmonar (74)
y aparición de infiltrados alveolares difusos bilaterales. No existe
terapia específica para el SDRA, el tratamiento se basa en la prevención
y en medidas de ventilación mecánica (PEEP) (75,
76) .
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