Capítulo 11. 9. Politraumatismos en el paciente geriátrico

1. INTRODUCCIÓN


La atención al paciente politraumatizado debe dirigirse tanto al tratamiento eficaz de las víctimas jóvenes y sanas como al de los pacientes de edad avanzada 1, 2, 3.

Al participar en los últimos tiempos mas los ancianos en actividades y haber aumentado la esperanza media de vida, cada vez son mas frecuentes.

La quinta causa de mortalidad en los mayores de 65 años son los traumatismos. Con la edad aumenta proporcionalmente la tasa de mortalidad y las necesidades de servicios sanitarios, lo que se asocia con un aumento de los costes. Ello ha llevado a pensar que los cuidados agresivos en víctimas por encima de 80 años pueden resultar inútiles, ante la elevadísima mortalidad de los traumatismos múltiples y sus complicaciones cardiacas o sépticas. De todas formas, se ha encontrado que la mayor parte de los pacientes que hacían antes una vida independiente son capaces de volver a su situación funcional previa.

1.1. FACTORES DE RIESGO

Hay que distinguir a los ancianos entre los 65 y 80 años de los ancianos avanzados, mayores de 80 años, con mortalidad cuatro veces mayor.

La tercera parte de los pacientes mayores de 65 años presentan enfermedades preexistentes que contribuyen a alargar la estancia en el hospital a mas del doble que los adultos jóvenes, aunque la edad avanzada es una alteración fisiológica que por sí misma incapacita al enfermo para responder al estrés. Esto hace que en pacientes con lesiones moderadas debamos muchas veces plantear cuidados correspondientes a lesiones más severas en sujetos de menor edad. El anciano es más susceptible a lesiones graves con traumatismos menos intensos que el joven y a la vez es menos capaz de producir una respuesta fisiológica adecuada ante el mismo.

Los ancianos realizan con menor frecuencia que los jóvenes actividades de riesgo para sufrir traumatismos, pero tienen mas tendencia a sufrirlos en las actividades cotidianas como pueden ser las caídas en el hogar.

Cuando conducen vehículos a motor presentan mayor número de accidentes al ser mas frecuentes los cuadros sincopales en este grupo de edad así como por disminución de sus facultades sensoriales y de reacción ante un estímulo externo. 

Como ocupantes de un vehículo, la distribución de lesiones es similar a los jóvenes, pero las consecuencias son mas graves.

Como peatones el riesgo es mayor al ser más lentos para reconocer un peligro y escapar de él.

Un tercio de las personas mayores de 75 años sufren alguna caída en casa anualmente, con fracturas u otros daños graves en la décima parte de estos accidentes.

1.2. EDAD AVANZADA Y FACTORES DE PRODUCCION DEL TRAUMATISMO

La confusión y la pérdida de audición y visión hace que algunos ancianos estén desprotegidos incluso en su propio domicilio. 

Incluso en ausencia de cataratas y glaucoma, la agudeza visual, acomodación, visión periférica y adaptación a la oscuridad disminuyen con la edad.

El equilibrio es peor, tanto por envejecimiento del sistema vestibular como por efectos secundarios de sus medicamentos habituales. Casi siempre hay presente un cierto grado de osteoartosis cervical.

La disminución de la masa muscular y los trastornos óseos degenerativos empeoran la coordinación.

La hipotensión ortostática es frecuente, mas aún si están implicados tratamientos con diuréticos o benzodiacepinas.

Los suelos mojados, escaleras, alfombras, etc. que no son un riesgo arquitectónico para los jóvenes, para el anciano si lo son. Este es un punto importante a tener en cuenta para evitar traumatismos.

1.3. RESPUESTA AL TRAUMATISMO

El politraumatizado presenta una fase catabólica, con disminución de masa corporal, necesaria para sintetizar las proteínas que se utilizan para las reparaciones tisulares.

El envejecimiento de por sí ha reducido esta masa corporal, por lo que la respuesta catabólica incide mas sobre las reservas nutritivas del anciano.

El agua corporal total está disminuida, a lo que se añade menos sensibilidad del mecanismo de la sed y mayor dificultad para concentrar la orina y evitar pérdidas. Ello produce mayor riesgo de deshidratación e hipovolemia, ante la pérdida al tercer espacio que se produce en los traumatismos.

Es fundamental en el tratamiento de estos enfermos la medición frecuente del equilibrio hidroelectrolítico 2.

Hay por otra parte una disminución en la función cardiaca, capacidad respiratoria y pérdida de fuerza muscular. Incluso sin traumatismo torácico, la reposición incorrecta de líquidos puede dar complicaciones cardiopulmonares.