Comunicación Nº: 021 | English version |
Dra. Mª José Roca Estellés, Dr. Pascual Meseguer García, Dr. Francisco García Herreros, Dr. Jorge Escandón Álvarez, Dr. Álvaro Gómez Castro.
[Título] [Introducción] [Material y métodos] [Resultados] [Iconografía] [Bibliografía]
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El diagnóstico diferencial del Carcinoma Bascoelular de células claras se plantea con todos aquellos tumores que muestran por uno u otro motivo células claras, siendo en ocasiones problemático decidir incluso si se trata de un tumor benigno o maligno (7).
En primer lugar destacar en el caso que nos ocupa que tanto por histología como por localización el diagnóstico diferencial se planteó inicialmente con una tumoración sebácea; además de todos es conocido que los Carcinomas Basocelulares pueden mostrar lipidización como representación de diferenciación sebácea (4). Los rasgos morfológicos que nos ayudaron a reconocer que se trataba de un Carcinoma Basocelular fueron la empalizada periférica y la presencia de artefacto de retracción (4). Por otra parte las células de los tumores sebáceos muestran su núcleo indentado por las vacuolas de lípidos en el citoplasma, dato que no fue observado en nuestro caso. Con técnicas de inmunohistoquímica el CEA fue negativo, es decir, no se tiñeron las células claras aunque si lo hicieron las estructuras sebáceas presentes en la vecindad, hecho que descartaba la naturaleza sebácea de la tumoración (2).
El siguiente diagnóstico diferencial se planteó con tumores triquilemales pero la ausencia de glucógeno en nuestro caso y de queratinización triquilemal, así como la no existencia de membrana basal engrosada rodeando los islotes tumorales, excluyó el diagnóstico (1, 2, 3).
Otros diagnósticos diferenciales incluyen el carcinoma epidermoide con células claras, el acantoma de células claras, variantes de células claras del acrospiroma ecrino y lesiones melánicas con células balonizantes. Mención especial merece la metástasis de un carcinoma de células renales (en ocasiones desconocido) (7), que se presenta como un nódulo constituido fundamentalmente por células claras, debido a la presencia de grasa y/o glucógeno en el interior de las mismas. Destacar que el carcinoma de células renales como la mayoría de las metástasis rara vez comunica con la epidermis y muestra una prominente vascularización, así como focos de necrosis y hemorragia (2, 3, 4, 6, 7, 8).
En 1984 Barr y colaboradores comunicaron dos casos de una variante inusual de Carcinoma Basocelular a la que ellos denominaron Carcinoma Basocelular de células claras (3). Desde entonces y hasta el momento actual varias publicaciones con aportación de nuevos casos han sido realizadas. De ellas la serie más amplia corresponde a la realizada por el propio Barr y colaboradores. Estos autores estudiaron 20 casos de Carcinoma Basocelular con células claras y los agruparon en formas puras, mixtas y metatípicas. Las formas puras fueron así clasificadas cuando la totalidad del tumor estaba constituido por células claras; las formas mixtas cuando el tumor mostraba además de las células claras focos de Carcinoma Basocelular por otra parte típico, y metatípico cuando las células eran de mayor tamaño y presentaban rasgos escamoides. En su estudio 2 fueron metatípicos, 5 puros y el resto mixtos. De los puros tres estaban localizados en la nariz (dos en ala nasal izquierda y el restante en el extremo nasal) (2), como en el caso que nos ocupa.
Así pues, la mayor parte de Carcinomas Basocelulares de células claras son mixtos, (mostrando componente basalioide típico y células claras), siendo menos frecuentes los casos puros constituidos únicamente por células claras, y los que habitualmente mayores problemas de diagnóstico generan (2).
Parham y colaboradores destacan la importancia de seriar ampliamente la muestra, con la finalidad de llegar a un correcto diagnóstico , ya que en ocasiones es posible que exista un foco de Carcinoma Basocelular típico en vecindad, y por otra parte ver si se trata de formas puras, mixtas o metatípicas (7).
El Carcinoma Basocelular si bien es en la mayoría de las ocasiones fácilmente reconocido por el patólogo, puede a veces representar dificultades en el diagnóstico dado el elevado número de variantes histológicas que puede asumir (2).
Por otra parte existen múltiples neoplásias que pueden contener células claras en su seno, bien sea debido a un acúmulo de glucógeno, mucina o lípidos, o bien como fenómeno degenerativo. Así los tumores con diferenciación sebácea adquieren el aspecto claro debido al depósito de lípidos en el interior de las células; igual sucede con el liposarcoma. En tumores ecrinos las grandes cantidades de glucógeno en el interior de las células son las que le confieren el aspecto claro. Cambios similares son debidos al depósito de mucina en adenocarcinomas metastáticos. En el nevus de células balonizantes se piensa que el fenómeno es debido a melanosomas que degeneran (2).
Los casos publicados que disponen de microscopia electrónica atribuyen la naturaleza de las células claras a la vacuolización del citoplasma. Estas vacuolas según Stayrink y Barnadas carecen de membranas, hecho que contrasta con las observaciones efectuadas por otros autores como Barr y Oliver. Si parece claro que la vacuolización es debida a un fenómeno degenerativo que afecta a las organelas citoplásmicas, aunque el mecanismo exacto por el cual sucede todavía permanece poco claro (7).
Basados en el estudio de Barr y colaboradores, (serie más amplia),así como en casos presentados por otros autores, parece evidente que la variante de Carcinoma Basocelular con células claras es una entidad distintiva (2) que debe ser conocida.
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