El valor pronóstico de la invasión vascular también ha sido objeto de debate, ya que en algunos estudios no ha demostrado utilidad predictiva (50), mientras que en otros se ha correlacionado tanto con la supervivencia libre de enfermedad como con la supervivencia global (51). Una explicación a estas discrepancias puede ser la diferencia en la frecuencia de invasión que obtienen los diferentes autores, que oscila entre el 20 y el 50% de los casos, lo que probablemente indica la dificultad de distinguir la verdadera invasión vascular de artefactos de retracción.
Aunque, en ocasiones, pueden estar afectados vasos con pared muscular, los émbolos tumorales se localizan más frecuentemente en canales vasculares de pared delgada en los que la distinción entre capilar, vénula o linfático no es posible, por lo que se prefiere la designación genérica de invasión vascular. El mayor problema de diagnóstico diferencial lo suponen los artefactos de retracción en torno a focos de carcinoma intraductal y pequeños nidos infiltrantes. Este problema se solventa, al menos parcialmente, mediante una adecuada fijación y procesamiento de la muestra y siguiendo criterios estrictos para el diagnóstico (52 y 53). La invasión vascular debe evaluarse sólo en el tejido mamario que rodea al tumor y no dentro de él; los émbolos tumorales deben estar en espacios revestidos completamente por endotelio; los marcadores inmunohistoquímicos de endotelio no se usan de forma rutinaria, aunque son útiles para el diagnóstico diferencial en casos concretos (54).
La invasión vascular se correlaciona con la afectación de ganglios axilares y con el desarrollo de recidivas precoces en pacientes con ganglios negativos (52 y 53). También ha sido publicado su valor pronóstico en relación a la supervivencia global, de manera independiente al estado ganglionar. En la actualidad, una de sus mas importantes aplicaciones es la de predecir el riesgo de recidiva local tras cirugía conservadora (17).