Al igual que la mente surge de la multiplicación de las interconexiones (tamaño) y de la circulación cerebrales en el contexto de un medio dotado de conciencia, las comunidades virtuales surgen de las interconexiones creadas por, para y en las redes. La gente puede establecer relaciones de confianza (velocidad) para volver y participar en ellas de un modo durardero, lo que significa que puede darse un nivel distinto, que algunos autores definen como inteligencia conectada [DK98].
En estos momentos es sencillo poner a punto la infraestructura para la creación de una comunidad de este tipo. Incluso se puede hablar de excesiva profusión de comunidades con contenidos similares (llegando a ser difícil en algunas ocasiones difícil decidir en cuál de ellas participar) debido a esta facilidad. Hay comunidades organizadas para compartir información, aprender, discutir sobre temas de interés, jugar, e incluso hacer negocios.
Una vez apuntada la facilidad de creación de la infraestructura, no debemos dejar pasar por alto las interesantes características que aportan este tipo de asociaciones de personas [MAI97,Com00]:
Por supuesto, todo ello independientemente de los medios empleados como sistema de comunicación principal para la comunidad.