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[Segunda parte: cuestionando la decisión (8)]
Una mujer de 28 años previamente sana se acostó con sensación febril,
odinofagia y lumbalgia, y se despertó con intenso malestar general y
aparición de manchas en la piel de la cara y el resto del cuerpo (figura).
Cuando llegó al hospital poco después, presentaba un rash purpúrico
extenso con isquemia de las cuatro extremidades, hipotensión y oliguria.
En la analítica destacaban trombopenia, prolongación de los tiempos de
protrombina y aPTT, y cifras en descenso de fibrinógeno, así como acidosis
metabólica y elevación de urea y creatinina. A pesar de iniciarse
precozmente resucitación agresiva con líquidos, reposición de plaquetas y
plasma fresco congelado, infusión de proteína C activada (según el
protocolo de un ensayo clínico abierto y multicéntrico), tratamiento
antibiótico con cefotaxima y dosis sustitutivas de hidrocortisona, en
pocas horas la enferma había desarrollado un fracaso multiorgánico grave,
precisando ventilación mecánica, drogas vasoactivas a dosis altas, y
hemodiálisis veno-venosa continua. Se aisló en hemocultivos y cultivo de
LCR Neisseria meningitidis serogrupo B. En pocos días la situación
se había estabilizado, manteniéndose analgesia y sedación en infusión
continua, realizándose curas diarias de las cuatro extremidades, que
presentaban una necrosis extensa (figura).
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En interconsulta con los servicios de cirugía
vascular y traumatología se llegó a la conclusión de que era necesaria
la amputación de las cuatro extremidades, por encima de los codos y de
las rodillas, medida a la que los padres se opusieron de forma
decidida. Su principal argumento fue que ella no querría vivir en esas
condiciones, y que éllos no querrían verla sufrir el resto de su vida. |
Pasaron varios días sin que se produjera ningún cambio
en su situación clínica ni en la actitud de los familiares, sin que por
otra parte hubiera ningún tipo de enfrentamiento. Finalmente, se pidió la opinión del comité de ética
asistencial, constituido por miembros de los distintos
estamentos profesionales del hospital y personas sin vinculación laboral
ni profesional con el centro, que, después de deliberar por separado con
familiares y con una amplia representación del personal de cuidados
intensivos, decidió recomendar que se respetaran en todos sus términos los
deseos de la familia. La decisión del comité se había acordado previamente
que se consideraría vinculante por parte de los intensivistas, y la paciente falleció el día 29
después de su ingreso. Eduardo Palencia
Herrejón
Servicio de Medicina Intensiva
Hospital Gregorio Marañón, Madrid
©REMI, http://remi.uninet.edu.
Noviembre 2003. Envía
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