Un victorioso Satán
de rostro querúbico derrama la enfermedad sobre el débil cuerpo de
Job, mientras éste, sometido, con un gesto de sus manos pretende
quizá alejar a su esposa de su lado. Con trazos simples y duros, Blake
dibuja eficientemente esta terrible escena.
Las
enfermedades de este personaje bíblico han sido motivo de gran
curiosidad médica y antropológica. Se han propuesto diversos diagnósticos,
algunos clásicos, aunque improbables o imposibles si aceptamos como
aproximadas las descripciones del libro. La idea de que padeciera
lepra, basada en frases como
“Entonces salió Satanás de la presencia de Yahvé, e hirió a
Job con una úlcera (sarna) maligna desde la planta del pie hasta la
coronilla de la cabeza.” (Job 2,7), “Mi
piel y mi carne se pegaron a mis huesos” (Job 19,20), “Mi
piel se ha ennegrecido y se me cae y mis huesos arden de calor” (Job
30,30),
no se sostiene, por las alusiones a otros síntomas como
el prurito (“...Y
tomaba Job un tejo para rascarse con él...”) y sobre
todo, por la autolimitación de la
enfermedad. Tampoco parece tratarse de enfermedades infecciosas como
la sífilis, la viruela
u otros trastornos, de pronóstico casi invariablemente
grave sin tratamiento. Al parecer, se trataba de una dermatosis
extensa, pruriginosa, que evolucionó a
una importante excoriación, pero que tuvo una resolución espontánea.
Recientemente, se ha sugerido una interesante hipótesis,
la del envenenamiento por arsénico1. El construir “paleo-teorías”
difícilmente aclarará la historia clínica de figuras históricas
(o de ficción), pero es un ejercicio estimulante.
El
autor de esta espléndida ilustración, Blake,
fue para muchos un artista de trazos desmesurados y un poeta de
palabra extravagante, a veces hasta confusa; un iluminado. No en
vano, como Borges recordaba, fue el “discípulo rebelde” de Swedenborg.
Algunos, adoptando la tendencia de vincular genialidad y locura, han
propuesto que sus “visiones” no eran producto de una
excentricidad mística, de creencias influidas por el teosofismo,
sino de una esquizofrenia. El mismo Wordsworth
reconoció tras la lectura de las “Canciones
de Inocencia” que se trataba de la obra de un genio
extraviado, aunque también fascinante. Y es que, ante todo, fue el
artífice de una obra originalísima y de un criticismo cuya audacia
aún sorprende. En este caso, me gusta considerar también una
correlación inversa, la de la genialidad como estimulante de un
comportamiento singular voluntario.
Enlaces
·
Artículos sobre las enfermedades de
Job:
-
Gorman
S, Kaplan DL. The
affliction of
Job: poisoned!.
J
Am Acad Dermatol
1999; 40: 126-128.
-
Kutz
I. Job and his “doctors”: bedside wisdom in the book of
Job. BMJ 2000; 321: 1613-1615. [PDF].
·
William
Blake:
-
The
Blake Archive.
-
William
Blake Online
(exhibición sobre Blake en la Tate
Gallery).
-
Tyger
of Wrath
(exhibición sobre Blake en la Nacional
Gallery of
Victoria).
Beatriz Sánchez Artola
©REMI, http://remi.uninet.edu.
Enero 2003. |