Capítulo 1. 14. Isquemia arterial periférica aguda

3. CUADRO CLÍNICO


La oclusión arterial aguda, cursa generalmente con isquemia arterial. Los síntomas y signos principales son ausencia de pulsos, dolor, palidez, parestesias y parálisis. Aunque estas características son típicas de isquemia arterial aguda, ninguna de ellas de forma aislada o conjuntamente, establecen el diagnóstico definitivo de isquemia arterial aguda.

La pérdida súbita de un pulso arterial presente previamente, es el principal marcador de oclusión embólica. Es más fácil el diagnóstico cuando se sabe que existía pulso en un sitio determinado, y evidentemente, más difícil cuando se desconoce el estado previo de la extremidad o si existe arteriosclerosis concomitante. Con gran frecuencia, al principio de proceso, existe un pulso normal o incluso saltón en el sitio de impacto embólico, representando la pulsación transmitida a través del trombo fresco. A veces se evidencia hipersensibilidad sobre un vaso profundo, definiendo de forma clara el punto de oclusión.

Los síntomas más clásicos de la insuficiencia arterial aguda son dolor y palidez. El dolor es intenso y constante, localizándose en los grupos musculares por debajo de la obstrucción, siendo más intenso en los músculos localizados más distalmente. En ocasiones, predominan alteraciones sensoriales secundarias a neuropatía isquémica, enmascarando el dolor apareciendo parestesias fundamentalmente. La piel de la porción distal a la oclusión es de color blanco y céreo inicialmente, con aspecto cadavérico. Más tarde aparecen áreas moteadas de cianosis, adquiriéndo finalmente la coloración oscura típica de la gangrena precoz. La isquemia avanzada, se caracteriza por disminución o ausencia de las funciones motoras y sensoriales distal al sitio de la oclusión, lo que refleja isquemia tanto muscular como nerviosa. El grado de anestesia y parálisis motora de una extremidad constituye un buen indicador de anoxia tisular, teniendo una relación proporcional con el pronóstico final. La conservación de la sensibilidad a la presión ligera es la mejor guía acerca de la viabilidad de la extremidad, debiendo compararse con la de la extremidad no afecta; su ausencia es indicación de cirugía inmediata si ésta es posible. La parálisis es un signo tardío que indica gangrena inminente, representa una combinación de isquemia nerviosa y muscular potencialmente irreversible. Aunque la extremidad puede salvarse todavía mediante cirugía, muchas veces hay deterioro de la función y los efectos metabólicos de la revascularización pueden ser muy profundos y en ocasiones mortales.

Para la determinación del lugar de la oclusión, es fundamental una exploración física minuciosa. Además del sitio donde el pulso está ausente, suele percibirse una zona con distinta temperatura en la proximidad de alguna articulación distal al punto de oclusión; así por ejemplo, el cambio de temperatura por encima del tobillo suele indicar oclusión en la bifurcación poplitea, mientras que si se localiza por encima de las rodillas, sugiere bloqueo en la bifurcación femoral. Los cambios en la porción superior del muslo, indican oclusión ilíaca, mientras que los presentes en ambos muslos, región inguinal, porción inferior de abdomen o glúteos, sugieren embolismo de la bifurcación aórtica o trombosis aórtica aguda.

La utilización del eco-doppler aporta datos de gran interés en la estratificación terapéutica de las extremidades isquémicas32. La combinación de una evaluación clínica minuciosa y una determinación de flujo distal venoso y arterial mediante señal doppler, permite clasificar clínicamente a las extremidades isquémicas según la Sociedad de Cirugía Vascular / Sociedad Internacional de Cirugía Cardiovascular (SVS / ISCVS), en tres grupos 33 como se muestra en la tabla 2:

1. Extremidad viable: no necesita tratamiento de forma inmediata. No hay dolor isquémico ni déficit neurológico; adecuado relleno capilar en la piel; flujo pulsátil en arterias pedias, claramente audible mediante señal doppler.

2. Extremidad con viabilidad amenazada: este grupo implica isquemia reversible, con una extremidad que puede ser salvada sin amputación mayor si la causa de la oclusión se resuelve rápidamente. El dolor isquémico es leve y pueden existir déficit neurológicos incompletos en forma de pérdida de la sensibilidad vibratoria, propioceptiva y posicional. Suelen existir parestesias en los dedos así como dorsiflexión del pie. El flujo pulsátil a nivel pedio no es audible por eco doppler, aunque el flujo venos si es demostrable.

3. Extremidad con isquemia irreversible o mayor: requiere amputación mayor. Existe pérdida de la sensibilidad profunda y parálisis musculares así como ausencia de relleno capilar en piel. Son característicos los signos de isquemia avanzada como piel marmórea y rigidez muscular. Ausencia de señal arterial y venosa distal por eco doppler.