Capítulo 1. 14. Isquemia arterial periférica aguda

4. DIAGNOSTICO DIFERENCIAL


4.1. EMBOLIA Y TROMBOSIS

La oclusión arterial aguda debida a embolismo, es difícil de distinguir clínicamente de la trombosis de una patología arterioesclerótica preexistente. Esta distinción es problemática incluso durante la exploración quirúrgica o la necropsia. Sin embargo es importante hacerla, para seleccionar un tratamiento correcto 34. Cada uno de estos fenómenos tiene su propio grupo de implicaciones y problemas que requieren de diagnóstico y tratamiento específicos. A menos que la extremidad sea inviable, la decisión quirúrgica es muy distinta. Así la embolectomía inmediata, muchas veces sin arteriografía y bajo anestesia local, suele ser el tratamiento óptimo para pacientes con embolia arterial aguda. Sin embargo los intentos de trombectomía simple por una trombosis aguda in situ, suelen fracasar e incluso empeorar el grado de isquemia. En estos casos, la revascularización quirúrgica, mediante colocación de un injerto o endarterectomía, suele proporcionar resultados más satisfactorios, que mejoran todavía más si se difiere la cirugía. Por ello la mayoría de los cirujanos prefieren tratar la trombosis aguda de forma no quirúrgica en los estadios iniciales 34

Como se refleja en la tabla 3, algunos datos de la historia clínica y de la exploración física son de gran interés en la distinción de ambas patologías. Típicamente los pacientes con embolismo agudo presentan un inicio súbito de los síntomas y generalmente tienen un origen reconocido como fuente de dichos émbolos, que es el corazón en la gran mayoría. En las publicaciones de Cambria y Abbott sobre isquemia arterial aguda en extremidades, hallaron que un 74% de embolismos agudos, existía fibrilación auricular (FA) como factor predisponente. Por el contrario solo un 4% de las isquemias por trombosis in situ , presentaban FA 35. Es importante destacar que un tercio de los pacientes con embolismo agudo, han tenido un episodio previo. Por el contrario, no suele existir historia de claudicación, ni evidencia de enfermedad arterioesclerótica, por lo que suelen palparse pulsos en la extremidad contralateral así como en el resto del sistema arterial. Otro dato de gran interés en la diferenciación, es la presencia de un nivel de temperatura muy bien delimitado en caso de embolismo, mientras que en la trombosis se encuentra menos demarcado, ya que al ser un proceso crónico, ha dado lugar al desarrollo de una red de colaterales suficiente. 

La arteriografía es de gran ayuda en el diagnóstico diferencial. Cuando hay trombosis aguda, generalmente se observan datos de oclusión en otros vasos y el sitio de ésta suele ser irregular, con atrapamiento vascular y evidencia de placas por encima de la oclusión. Asimismo, puede pasar un poco de contraste a lo largo de la porción proximal de coagulo; estos "fantasmas" sugieren trombosis, a diferencia de la detención repentina típica del embolismo agudo. Otros datos arteriográficos son útiles en el diagnostico diferencial. Si se observan múltiples defectos de llenado en varios lechos arteriales, puede suponerse un origen embólico. Por otra parte, también es útil localizar la oclusión para diagnosticar la causa. Por ejemplo, si la oclusión se localiza en la porción media o distal de la arteria femoral superficial y se encuentra centrada cerca del canal aductor, es un dato típico de obstrucción trombótica aguda, mientras que el émbolo se localiza generalmente en las bifurcaciones arteriales. Sin embargo, el dato arteriográfico más importante, es el estado de los vasos colaterales. La presencia de una red de colaterales bien desarrollada sugiere trombosis aguda de un vaso con otra patología crónica, mientras que la ausencia de aquella es mas típica del fenómeno embólico.

El uso de la arteriografía en la evaluación y tratamiento de pacientes con isquemia arterial aguda de extremidades, continua siendo controvertido. En general, la mayoría de los autores creen que la arteriografía preoperatoria en los pacientes con historia y exploración clínica compatible claramente con embolismo arterial no está indicada, ya que se prolonga el tiempo de isquemia durante la realización de la misma, empeorando sustancialmente el pronóstico. Por el contrario, si el diagnóstico es dudoso, la arteriografía puede ser de gran valor, por lo que es recomendada por la mayoría de los autores en este caso. Por tanto siempre que el estado clínico de la extremidad isquémica permita el tiempo que se tarda en la realización de la misma (entre 1 y 3 horas), es aconsejable su realización.

4.2. DISECCION AORTICA AGUDA

Las disecciones aórticas agudas pueden provocar isquemia súbita de una extremidad. Pueden distinguirse de otras causas de oclusión aguda porque suele existir hipertensión y dolor torácico o interescapular con irradiación caudal. Puede auscultarse un soplo de insuficiencia aórtica o bien una diferencia en la fuerza del pulso carotídeo derecho e izquierdo. En la radiografía de torax se aprecia, en ocasiones, ensanchamiento del mediastino superior. El diagnóstico definitivo se realiza por TAC con contraste o ecografía transesofágica. En ocasiones el problema patológico real no se diagnostica hasta que se intenta una embolectomía, ya que el catéter de Fogarty no pasa más allá del punto de oclusión y si lo hace, no se obtiene coágulo alguno ni se restablece el flujo sanguíneo. En estos casos siempre debe tenerse en cuenta el diagnóstico de disección aguda y realizar los estudios oportunos para su diagnóstico 25

4.3. FLEGMASIA CERULEA DOLENS

Los pacientes con flegmasia cerulea dolens producida por tromboflebitis iliofemoral profunda masiva suelen presentar dolor súbito en una extremidad. El edema dificulta la palpación de pulsos, y en sus fases más tardías, puede aparecer insuficiencia arterial secundaria que se distingue de la oclusión embólica y trombótica por la aparición de edema repentino en la extremidad, siendo éste raro en la insuficiencia arterial embólica o trombótica. Además, la congestión cianógena intensa de la extremidad en la tromboflebitis es muy distinta de la palidez y el colapso de las venas superficiales que existe en la insuficiencia arterial aguda.

4.4. ALTERACIONES NEUROLOGICAS

En algunos pacientes pueden predominar las manifestaciones neurológicas de la isquemia aguda, provocando confusión con alteraciones neurológicas primarias. Así la manifestación principal de un embolismo arterial, generalmente son parestesias en la extremidad. Otras veces la trombosis aórtica, provoca debilidad y pérdida de la sensibilidad bilateral en las extremidades inferiores, pudiendo progresar hasta un estado similar al parapléjico. Es importante por tanto, evitar la confusión inicial ante estos procesos, que conducirían a un consumo de tiempo innecesario y a un empeoramiento del pronóstico 36

4.5. SITUACIONES DE BAJO GASTO

La hipovolemia y las situaciones de bajo gasto cardiaco, sobre todo en pacientes con ausencia prolongada de pulsos distales, pueden ser confundidas con isquemia arterial de extremidades debida a embolismo. Sepsis severas, infartos de miocardio, embolismos pulmonares, deshidratación y procesos agudos intraabdominales, son ejemplos de dichas situaciones. Para distinguirlos de la oclusión arterial puede ser útil introducir un catéter de Swan-Ganz para medir el gasto cardiaco y las resistencias vasculares. Asimismo, el diagnóstico de la causa primaria facilita la diferenciación de la insuficiencia arterial aguda primaria.