Capítulo 6. 3. Coagulación intravascular diseminada

2.- HISTORIA

 

En 1834, Dupuy, comunicó que la inyección de tejido cerebral podía causar CID, aportando la primera descripción del síndrome. Trouseau, en 1865, describió su propia observación y la de otros autores, sobre la tendencia de la sangre a coagular y causar trombosis, a veces diseminada, en pacientes caquécticos con tumores malignos. Naunyn, en 1873, mostró que la inyección de hematíes disueltos podía evocar trombosis diseminada, y Wooldridge y otros, demostraron después, que el procoagulante implicado en este proceso no era la hemoglobina (Hb) sino una sustancia contenida en el estroma de las células rojas. Landois en 1875 inyecta sangre humana por vía venosa en perros, y encuentra trombos hialinos en los vasos del mesenterio (4, 6, 7).

La primera descripción de la CID se debe a W.H. Seegers en su trabajo "Factors in the control of bleeding",  publicado en 1950. Una descripción más extensa y detallada de esta observación tan precoz fue publicada en el año 1955 por Ratnoff y Pritchard en un artículo titulado " Hemorragic State During Pregnancy" (4). En este artículo se describen observaciones tan importantes como, el reconocimiento de que el síndrome hemorrágico del embarazo incluye, separación prematura de la placenta , embolismo de líquido amniótico, feto muerto retenido y pre-eclampsia grave o franca toxemia del embarazo.  McKay y Shapiro en el mismo año, asocian estos trastornos de la coagulación con una reacción de Schwartzman, mientras que Crowell por otra parte, lo asocia a Shock irreversible de cualquier etiología. Sin embargo, la primera vez que vemos utilizar la terminología CID es en 1959 por el mismo McKay, esta vez junto con Hardaway. A partir de este momento aumenta el conocimiento de este síndrome hasta su concepción actual  (1, 6, 7). 

El mecanismo por el cual la CID puede conducir a sangrado fue clarificado en 1961, cuando Lasch y colaboradores introdujeron el concepto de "Coagulopatía de consumo". McKay en 1965 estableció que la CID es un hecho patogenético atribuible a muchas enfermedades. En la década de 1970 se publicaron los criterios clínicos y de laboratorio que permiten el diagnóstico de CID. Actualmente, y a pesar de la vasta experiencia acumulada, la CID constituye todavía un reto clinicopatológico y terapéutico muy importante (6, 8).