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Capítulo 6. 5. Inhibidores de la función
plaquetar
3.- RUPTURA DE LA PLACA ATEROESCLERÓTICA Y TROMBOSIS |
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La formación de un trombo es el resultado de la rotura o fisura de una placa de ateroma que expone componentes poderosamente trombogénicos al flujo sanguíneo (12). Estudios angiográficos, angioscópicos y patológicos han establecido claramente una asociación entre la fisura de la placa o su ulceración y el desarrollo de angina inestable, infarto de miocardio y muerte súbita de caracter isquémico. Las características anatómicas y fisiológicas de las placas rotas, la habilidad para identificar y predecir que lesiones tienden a la ruptura, y las medidas encaminadas a inducir la regresión de este proceso patológico son conceptos que están siendo investigados en la actualidad. Desde los estudios de Little et al. se sabe que es difícil predecir la localización de una futura oclusión desde una coronariografía inicial y que la severidad de la estenosis inducida por la protusión de una placa no predice necesariamente la subsecuente oclusión. Es evidente que existe una gran variedad de factores, actuando de forma interactiva, que influyen en la ruptura de una placa de ateroma. En primer lugar, parece existir un substrato local de predisposición a fracturas por “reblandecimiento” de la placa inducido por factores químicos o metabólicos (hiperlipidemia, ácido acetoacético en diabéticos mal controlados, nicotina o complejos inmunes circulantes), y/o por desestructuración molecular (envejecimiento) del colágeno contenido en la placa. Así se ha comprobado que las fisuras se producen en segmentos avasculares de la placa y con escaso colágeno. Aunque la placa puede fracturarse espontáneamente debido a turbulencias de la sangre y a la torsión/deformación que experimentan las arterias en cada latido, un aumento brusco de presión arterial sistémica inducido por estrés físico o mental y/o alteraciones del tono vasomotor (espasmo distal) pueden conducir a fisuras. Por otra parte, algunos estudios histológicos han sugerido un efecto “terremoto-like”: un aumento de presión en la densa red neovascular de la placa (“vasa vasorum”) produciría una hemorragia en el interior de la placa con protusión y rotura de ésta hacia la luz del vaso. Finalmente, en la zona de la placa hay déficit de factores endoteliales protectores (fibrinolisis, prostaciclina y factores relajantes derivados del endotelio -«óxido nítrico»- disminuidos), frente a hipercoagulabilidad inducida por las catecolaminas y liberación de sustancias vasoconstrictoras (serotonina, tromboxanos) por las plaquetas agregadas o el endotelio lesionado. De esta forma, una placa se tornaría trombogénica y de
la mayor o menor labilidad del trombo y capacidad de la fibrinolisis local
pueden resultar tres evoluciones: 1) organización del trombo con
crecimiento progresivo de la placa; 2) oclusiones intermitentes dando lugar
a isquemias transitorias, y 3) oclusión completa con necrosis de
la zona afectada.
Los estudios clínicos y patológicos han confirmado ruptura
de la placa y trombosis en los síndromes isquémicos agudos,
aunque todavía se desconocen los mecanismos de control de la respuesta
trombótica en casos de formación de trombo mural o de trombo
oclusivo. Así, y por el estudio antes mencionado, se podría
sospechar que en una lesión vascular relativamente ligera, al ser
el estímulo trombogénico pequeño, la deposición
trombótica resultante sería transitoria o mural. En cambio,
en lesiones vasculares severas secundarias a la ruptura o ulceración
de una placa, se exponen a la sangre estímulos trombogénicos
más potentes, como son colágeno, lípidos y otros elementos
de la pared vascular, que llevan a la formación de un trombo relativamente
persistente que puede conducir a la oclusión del vaso.
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