Capítulo 8. 6. Síndrome febril. Aproximación diagnóstica y terapéutica

2. FIEBRE, HIPERPIREXIA E HIPERTERMIA


La fiebre y la hipertermia son fisiopatológicamente dos procesos distintos. En la fiebre y en la hiperpirexia (término éste que suele reservarse para fiebres muy elevadas, superiores a 41,1 ºC) el punto de ajuste de la temperatura interna a nivel hipotalámico está elevado, conservándose los mecanismos del control de la temperatura. En la hipertermia, en cambio, fallan los mecanismos de control de la temperatura, de manera que la producción de calor excede a la pérdida de éste, estando el punto de ajuste hipotalámico en niveles normotérmicos 3, 4, 5, 7

Los cuatro síndromes hipertérmicos mayores son el golpe de calor, la hipertermia maligna por anestésicos, el síndrome neuroléptico maligno y la hipertermia inducida por drogas 4, 8, 9, 10, 11. El reconocimiento precoz de estos síndromes es de capital importancia puesto que un retraso diagnóstico implica un notable incremento de la mortalidad. La historia clínica juega habitualmente un papel importante, pero además existen algunos aspectos que pueden alertar al clínico. De forma característica la hipertermia no responde a los antipiréticos (fármacos que disminuyen el punto de ajuste hipotalámico de la temperatura), mientras que hay cierta disminución de la temperatura corporal en los pacientes febriles luego de dosis adecuadas. Otros aspectos que orientan a hipertermia son la falta de sudoración en un paciente con temperatura elevada y la ausencia de variación circadiana de la temperatura 2, 4, 7. La presencia de hipertermia en un paciente joven sin antecedentes de ejercicio físico intenso debe hacer sospechar la existencia de consumo de drogas, como anfetaminas, cocaína, fenciclidina o derivados del ácido lisérgico (LSD). Los inhibidores de la monoaminoxidasa pueden producir hipertermia, especialmente cuando se asocian a meperidina, dextrometorfano o antidepresivos tricíclicos 4. En menor medida que los cuatro síndromes hipertérmicos mayores, el hipertiroidismo, los agentes farmacológicos que bloquean la sudoración o la vasodilatación como los fármacos anticolinérgicos, incluso el abrigo excesivo de los niños o ancianos, también pueden elevar la temperatura central en presencia de un punto de equilibrio hipotalámico normal, por lo que serían formas menores de hipertermia 2

Consideración aparte merece la fiebre hipotalámica o central. La mayoría de los pacientes con daño hipotalámico tienen hipotermia o no responden adecuadamente a cambios térmicos ambientales leves; pero es posible que en algunos pacientes, el punto de equilibrio hipotalámico esté elevado debido a traumatismo local, hemorragia, infarto, tumor, enfermedades degenerativas o encefalitis. La fiebre hipotalámica se caracteriza por la ausencia de variación circadiana, anhidrosis (que puede ser unilateral), resistencia a los antipiréticos con respuesta exacerbada ante las medidas de enfriamiento externo y disminución del nivel de consciencia. En los pocos pacientes en los que se sospeche fiebre hipotalámica, el diagnóstico dependerá de demostrar otras funciones hipotalámicas anormales, como la presencia de diabetes insipida 2, 4