1. INTRODUCCIÓN

Desde entonces hasta nuestros días, esa situación se viene repitiendo y se repetirá siempre, aunque eso sí, cada vez con mas conocimientos, con mejores medios, con mejores resultados, pero siempre sin perder de vista la razón principal : Un acto de SOLIDARIDAD para con un accidentado, que debe ser ejercido siempre, al margen de consideraciones egoístas, pues se trata del don más preciado que tenemos, la vida humana.

Sin embargo en esos momentos de inicio del auxilio a un accidentado, se juega mucho del futuro inmediato y a largo plazo, en la evolución de las lesiones que padezca. De ahí, que uno de los principios básicos en nuestra actuación sea "no añadir un daño más, que una conducta bien intencionada pero errónea y falta de conocimientos, puede llevar ".

Hasta hace unos años, cuando la plaga social de los accidentes de tráfico ya estaba generalizada, parecía lo correcto el traslado inmediato, por los medios que fuera, del herido, a un centro Hospitalario, donde con todos los medios de la técnica moderna, pudiese ser atendido.

Se ha demostrado, que esos traslados, sin una previa actuación en el lugar del accidente, podían agravar las lesiones, empeorando las existentes o incluso haciendo irreversible determinados estados de daño corporal (1).

Es por tanto fundamental trasladar esas técnicas y ese personal especializado y con conocimientos cada vez mas específicos, al lugar del accidente y una vez iniciadas y completadas las medidas precisas para mantener permeables las vías respiratorias, normalizar en lo posible constantes vitales, contener hemorragias externas, e inmovilizar adecuadamente fracturas graves, realizar por el medio más rápido y seguro, su traslado asistido si es necesario del personal técnico, al Hospital adecuado para continuar tratamiento especifico (2, 3).