Comunicación Nº: 019 | English version |
Dres. María de la Vega, R. Camacho, B. Báez, J.L. Alfonso y A. Alonso.
[Título] [Introducción] [Material y Métodos] [Resultados] [Iconografía] [Bibliografía]
Los patrones arquitectural y citológico de esta entidad pueden hacernos sospechar una neoplasia. Si una biopsia puede resultar conflictiva, una citología con mayor razón ya que, según el lugar de la punción, los diagnósticos que pueden plantearse van desde bocio, a tumor folicular, tiroiditis de Hashimoto o carcinoma papilar.
No solo el reconocer esta morfología sino el indagar sobre antecedentes familiares en los casos de bocio a temprana edad, nos facilitará enormemente el diagnóstico. En este caso, además es llamativo el patrón hereditario, que parece relacionado con el sexo femenino.
Respecto a la malignización, aunque el desarrollo de carcinomas sobre este tipo de bocios no suele ser frecuente, se piensa que el estímulo constante de la TSH, iniciado en el nacimiento o incluso antes, puede inducir el desarrollo de neoplasias foliculares más frecuentemente que papilares (2). De echo, la mayoría de los casos publicados de carcinomas tiroideos en bocios congénitos, son foliculares o adenocarcinomas existiendo un solo caso descrito de carcinoma papilar (3).
Los carcinomas foliculares desarrollados sobre un bocio dishormonogenético presentan además, algunas diferencias, como:
- la edad, pueden aparecer entre los 7 y los 52 años con una media de 30 años (20 años antes de lo esperado),
- la mayor incidencia en las mujeres,
- la mayor frecuencia de metástasis.
Estas diferencias sugieren que la
dishormonogénesis puede jugar un papel etiopatogénico y
plantean la necesidad de detener el estímulo continuo que supone
la TSH, por eso es fundamental instaurar un tratamiento con T4,
tras la cirugía.