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Capítulo 1. 16. Crisis hipertensiva
7. DIAGNOSTICO Y TRATAMIENTO DE LAS URGENCIAS HIPERTENSIVAS |
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En la tabla 4 establecíamos como urgencia hipertensiva aquella situación en la que podía existir una importante o severa subida tensional, pero en donde ningún órgano diana esta malfuncionante, o bien existen trastornos muy leves. Estas situaciones son urgencias hipertensivas, no crisis ni emergencias. En estas últimas el diagnostico y tratamiento se debe de establecer en escasos minutos, en las otras en horas. Otra diferencia terapéutica sería que en las crisis/emergencias utilizaremos preferentemente la vía parenteral, intravenosa, y en la urgencias podremos iniciar y mantener tratamiento oral. En los casos en que sea postquirúrgica o en gran quemado que citamos en la tabla 4, sí utilizaremos la vía parenteral, pero más por asegurar las posologías prescritas que por necesidad. Los fármacos que recomendamos para estas situaciones seguirán las siguientes premisas: Primero, a ser posible modificar las dosis del fármaco que está tomando el paciente, si es hipertenso previo, a no ser que estén ya a posologías muy altas e intereses cambiar o asociar otro hipotensor. Segundo, utilizar los productos con los que estemos más familiarizados, en su uso, dosis, presentaciones, efectos secundarios etc...Actualmente tenemos un amplio arsenal terapéutico, de productos muy buenos. Tercero, es preferible subir las dosis de un hipotensor, si está en rango, que asociar otro nuevo. No utilicemos dos, para lo que podamos controlar con uno. Para terminar , si el paciente tiene problemas asociados, cardiopatía isquémica o diabetes por ejemplo, busquemos un producto que influya positivamente en el otro proceso. Aunque no hemos entrado en todas las consideraciones diagnosticas y terapéuticas de la hipertensión arterial, sino que nos hemos centrado en los aspectos de la emergencia, no podemos concluir sin recordar algunos aspectos. La hipertensión arterial es un problema frecuente. Desgraciadamente a veces desconocida hasta tardíamente y mal tratada (27). En la tabla 10 clasificamos no solo los fármacos, sino otro tipo de medidas imprescindible para el control de la hipertensión. No hemos de olvidar que en una gran mayoría de los casos, las emergencias se presentan en pacientes mal controlados y a veces mal tratados. Todo médico tiene que insistir en todas las medidas y a veces las medidas generales son más eficaces que complejos tratamientos. La dieta, el ajuste al peso ideal según, el sexo, talla y edad. El aporte de minerales, actualmente en entredicho, el aporte de sodio(28, 29) para la prevención de la hipertensión, no para el control, cuando ya existe hipertensión (30). La combinación de los distintos grupos terapéuticos según el tipo de hipertensión y el tipo de paciente posibilite el que el tratamiento de un paciente, sea como un "traje a medida" facilitando un mejor control y menor numero de complicaciones, descompensaciones y afectación orgánica evolutiva, principalmente cerebral, cardíaca y renal (31). Hemos incluido el último grupo farmacológico, los bloqueantes de los receptores de la angiotensina II, que en teoría están llamados a sustituir a los IECAs. Recientemente se han publicado estudios clínicos sobre ellos (32, 33). Pero los IECAs llevan ya casi 20 años en la farmacopea, siendo el último grupo en introducirse. Hemos considerado también de interés, introducir en la tabla 11 un listado de productos farmacológicos o no que pueden provocar o desencadenar urgencias o emergencias hipertensivas. No solo deberemos de descartar que uno de nuestros pacientes esté en esta situación, si no que deberemos insistirles, que en un futuro los rehuyan. Creemos también, como comentario final, que un clínico, actualmente, ha de tener en consideración no solo los aspectos médicos, o sea la eficacia de las cosas, si no también aquellos que tienen que ver con la eficiencia o en otros términos hablar ya y sin pudor de conceptos como coste-beneficio. En los últimos tiempos y cada vez más conocemos nuevos productos, que a veces reportan una ventaja mínima y no tenemos en cuenta que en ocasiones, hasta multiplica por 10 el precio (34). Somos nosotros, los médicos, los que mejor podemos y debemos
evaluar estos hechos y obrar en consecuencia. Sobre todo en países
con financiación pública de la Sanidad.
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