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La amenaza de una insuficiencia aguda respiratoria debe tenerse
en cuenta en todo paciente con debilidad muscular rápidamente progresiva.
El paciente suele aquejar debilidad y disnea aunque el explorador no objetiva
cianosis, ausente incluso en aquellos pacientes con enfermedad pulmonar
parenquimatosa u obstrucción crónica de la vía aerea
4. El enfermo suele sentarse en la cama, se
detiene a la mitad de las frases para respirar, y utiliza la musculatura
ventilatoria accesoria (pectoral, escaleno, esternocleidomastoideo...).
La debilidad diafragmática se traduce por movimientos abdominales
paradójicos y ortopnea. En muchas ocasiones un aumento de la frecuencia
cardíaca y respiratoria precede al fallo ventilatorio pero este
dato no se presenta invariablemente. Todos los pacientes con debilidad
progresiva deben ser monitorizados desde el inicio, especialmente durante
el sueño, a través de pulsioximetría, con el objetivo
de detectar precozmente la desaturación arterial de oxígeno.
Sin embargo, la observación clínica es mejor parámetro
que la gasometría arterial para evaluar la necesidad de soporte
ventilatorio. Quejas frecuentes en relación a la alteración
ventilatoria nocturna son las pesadillas o la cefalea matutina. A medida
que la debilidad progresa el paciente se inquieta, y a pesar de hallarse
exhausto es incapaz de dormir. Si además presenta debilidad bulbar,
la broncoaspiración se convierte en un peligro añadido.
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