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Capítulo 9.5. Patología de la Altitud
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2. EL DESAFIO FISIOLOGICO DE LA
ALTURA:
La escalada o el montañismo en baja altitud no plantean prácticamente ningún problema médico específico. Por el contrario, desde el momento en que el hombre sobrepasa los 3.000 metros, todo esfuerzo supone un enorme problema: ha aparecido la hipoxia de la altura. La enfermedad aguda de montaña, en sus diversas manifestaciones, aparece cuando la velocidad de ascenso excede a la de aclimatación, y es debida a los ajustes y disfunciones que provoca en el organismo el descenso del contenido de oxígeno arterial. Más de 40 millones de personas viven, trabajan, y/o realizan actividades recreativas a elevaciones entre 3.000 y 5.500 metros por encima del nivel del mar. Los niveles de altitud se definen según la TABLA I: |
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Aunque los habitantes de las grandes alturas viven en ellas sin problemas,
la exposición prolongada de una persona no aclimatada a una altitud
de este orden, puede causarle la muerte por hipoxia, incluso aunque la
persona permanezca inactiva 14
Por encima de los 5.000-5.500 metros, la vida humana permanente parece imposible. Sin embargo, el hombre es capaz, gracias a los mecanismos de aclimatación, de vivir, e incluso de mantener una actividad física intensa 15. No obstante, ninguna comunidad humana vive permanentemente en esos niveles. El desafío fisiológico es mucho mayor durante la actividad física. Este desafío de la altura es causado por la presión parcial disminuída del oxígeno ambiental, y no por la presión barométrica total reducida en sí. Esta reducción de la pO2, y la acompañante hipoxia arterial es la que precipita los ajustes fisiológicos inmediatos, además del proceso a largo plazo de la aclimatación. A nivel del mar, la presión atmosférica es de 760 mm Hg
. A los 1.000 m ya solamente es de 674 mm Hg, pero a los 4.000 es de 462
mm Hg. Dado que la concentración de oxígeno sigue siendo
aproximadamente igual, la presión parcial de éste desciende
considerablemente, y por tanto, la presión parcial en el aire alveolar,
y como corolario, la saturación de la hemoglobina sanguínea,
el contenido de oxígeno y su transporte, por lo que el suministro
a los tejidos puede verse gravemente comprometido.
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La tabla II muestra el descenso de la presión barométrica conforme se asciende. Los cálculos han sido efectuados en condiciones ideales suponiendo un mantenimiento de la densidad del aire hasta las alturas reflejadas, y calculando la presión parcial del oxígeno alveolar mediante la ecuación del gas alveolar. Como se ve, a partir de los 8.000 m de altura, no existiría suficiente oxígeno en los alveolos si se mantuvieran las condiciones de ventilación estables como a bajas cotas. La hiperventilación, al descender el CO2 hace modificar los parámetros de la ecuación, en el mismo sentido que el descenso en la humidificación del aire que llega a los alveolos, ya que, tanto el extraordinario aumento de la ventilación, como la extremada sequedad del aire a grandes alturas hace que sea muy dificil alcanzar la presión parcial de vapor de agua que este tendría si estuviera a saturación. Ambas condiciones han permitido en el pasado, ascensos a cotas extremas incluso sin oxígeno adicional, si bien a costa de grandes periodos de aclimatación, y durante escasas horas. De hecho, la hiperventilación es tan necesaria que persistirá incluso cuando el sujeto se haya aclimatado totalmente. |
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