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Capítulo 12.3. Analgesia Epidural
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3. ANATOMÍA DEL ESPACIO EPIDURAL:
El espacio epidural es una cavidad virtual situada entre las dos hojas
en que se divide la duramadre. Esta, la más externa de las tres
meninges que recubren el sistema nervioso central, es también la
de mayor grosor, y está dividida en dos láminas: la más
externa de ellas se confunde con el periostio del canal espinal, y termina
por arriba en el agujero magno, mientras que la más interna es la
más propiamente llamada duramadre espinal, y termina en el adulto
aproximadamente en la segunda metámera sacra, dando allí
salida al extremo terminal de la médula (filum terminalis),
y desapareciendo en el propio ligamento sacrococcígeo. La vaina
dural está unida a las estructuras adyacentes por medio de los ligamentos
meningovertebrales de Giordanengo y el ligamento sacro anterior de Trolard.
Mientras que estos ligamentos tienen una cierta consistencia, los anclajes
posteriores y laterales son laxos y no suponen un obstáculo para
la difusión de las substancias líquidas inyectadas en el
espacio peridural. Por ambos lados, la duramadre envía algunas fibras
hacia el periostio que reviste los agujeros de conjunción, que son
también bastante poco consistentes, y no llegan a ocluir el orificio.
De esta forma, cualquier líquido inyectado en el espacio peridural
tiene la posibilidad de ir saliendo por estos orificios hacia el espacio
paravertebral. La calcificación ocasionada por la edad puede reducir
la permeabilidad de estas soluciones de continuidad, y por ello, en personas
de edad las dosis de analgésico precisas suelen ser menores, al
reducirse las pérdidas hacia fuera del espacio epidural.
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El espacio epidural está limitado
por delante por los cuerpos vertebrales, los discos intervertebrales, y
el ligamento longitudinal posterior, y por detrás por el ligamento
amarillo que une las láminas vertebrales, y por las propias láminas.
Este ligamento amarillo, que se percibe en el momento de la punción
como una estructura más resistente, es de gran importancia como
referencia de la situación de la punta de la aguja. Por los lados,
el espacio está limitado por los pedículos vertebrales, y
finaliza en los orificios intervertebrales, donde la duramadre se continúa,
sin solución de continuidad con el epineuro de los nervios medulares.
El espacio epidural es bastante irregular, y sus dimensiones varían
con la zona de la columna que se considere, siendo más ancho en
la región lumbar, y disminuyendo en la dorsal y cervical, hasta
prácticamente desaparecer a nivel de CII. El espacio es siempre
más ancho en la zona posterior, justo en la línea media,
donde puede llegar a medir 5-6 mm. Es por ello que la mayor parte de las
técnicas, sea cualquiera el punto de abordaje superficial que utilicen,
cruzan el ligamento amarillo justo por esa zona central (abona además
este proceder la situación de los vasos venosos que a continuación
reseñaremos). Este espacio está lleno de un tejido laxo,
con abundancia de plexos venosos, tejido adiposo y tejido conjuntivo. La
presencia de las dos primeras estructuras influye en las características
de la analgesia obtenida, y condicionan la propia técnica y muchas
de sus posibles complicaciones. |
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El sistema venoso forma a este nivel
una red muy amplia, y una punción inadvertida podría ser
relativamente fácil. No obstante, forma dos plexos longitudinales
principales, uno anterior, y otro posterior, de mayor importancia, pero
cuyas venas están lo suficientemente lateralizadas como para que
las punciones por vía media no suelan afectarlas. Ambos plexos anterior
y posterior están interconectados por ramas laterales que van de
uno al otro. La punción de una de estas ramas laterales es también
relativamente difícil, ya que están situadas preferentemente
tras las láminas vertebrales, y no tras los ligamentos intervertebrales
(ligamento amarillo). De esos plexos nerviosos transversos, salen las venas
que acompañan a los nervios raquídeos por los agujeros de
conjunción. |