| Ventilación mecánica no
      invasiva en las Unidades de Cuidados Intensivos: situación actual
 La ventilación mecánica
      administrada a través de un tubo endotraqueal es el procedimiento
      habitual utilizado en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCIs) para el
      tratamiento de la insuficiencia respiratoria aguda severa. Sin embargo, es
      un procedimiento invasivo que supone un importante factor predisponente
      para el desarrollo de infecciones nosocomiales, como la neumonía asociada
      al ventilador o la sinusitis (1-3). Produce a menudo, además,
      disconfort y ansiedad - requiriendo el empleo de fármacos sedantes -, y
      puede ocasionar lesiones en la traquea. (4). Por este motivo,
      ha cobrado importancia la administración del soporte ventilatorio a través
      de una mascarilla, preferiblemente facial, demostrando ser un método
      seguro y eficaz en poblaciones seleccionadas de pacientes para el
      tratamiento de la insuficiencia respiratoria aguda. Los beneficios
      potenciales, sin embargo, deben ser comparados con el malestar que una
      mascarilla facial o nasal pueda suponer y con otros riesgos específicos,
      como una insuficiente oxigenación o eliminación de carbónico en un
      momento dado, traumatismos nasales u oculares, distensión gástrica o
      aspiración (5). Aunque en un principio fue utilizada únicamente
      en aquellos pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC),
      en la actualidad está siendo empleada en otras formas de insuficiencia
      respiratoria aguda (IRA), con diferentes resultados. En los pacientes con
      exacerbación de una EPOC, el empleo de ventilación no invasiva (VNI) añadida
      al tratamiento médico convencional disminuye la necesidad de intubación
      endotraqueal y la mortalidad intrahospitalaria (6). Por otra
      parte, en pacientes seleccionados con IRA hipoxémica, la VNI parece ser
      tan eficaz como la administración convencional del soporte ventilatorio a
      través de un tubo endotraqueal en la mejora del intercambio gaseoso (7).
      Sin embargo, y aunque su empleo sea cada día más frecuente, la ventilación
      mecánica no invasiva sigue constituyendo un método minoritario de
      administrar el soporte ventilatorio en las UCIs. Así, en un reciente
      corte de prevalencia internacional realizado en 412 UCIs médico-quirúrgicas,
      únicamente el 1% de los pacientes en ventilación mecánica recibían
      este soporte de forma no invasiva(8). En este empleo de la VNI
      siguen resultando cruciales algunos aspectos por los que en ocasiones la
      utilidad de esta técnica se ha puesto en duda. Tales pueden ser la
      necesidad de la colaboración del paciente, el entrenamiento y la
      disponibilidad de recursos humanos y materiales del personal sanitario
      encargado de administrar la técnica y la seguridad de una adecuada
      monitorización y vigilancia. El incumplimiento de estos requisitos podría
      explicar su escasa utilización y el porqué de los resultados negativos
      observados en alguno de los estudios publicados sobre su utilización
      fuera de una UCIs (9). Una adecuada selección de los pacientes
      en quienes se va a instaurar la VNI, una minuciosa búsqueda de algún
      criterio de exclusión –disminución del nivel de conciencia o necesidad
      urgente de protección de la vía aérea, inestabilidad hemodinámica,
      cirugía reciente gastroesofágica, trauma facial-, un material óptimo
      para su administración y una vigilancia segura que permita advertir la
      aparición de complicaciones o de aquellas situaciones que exijan la
      interrupción de su uso evitando el retraso de una intubación traqueal
      necesaria –no mejoría del nivel de conciencia, inadecuado manejo de las
      secreciones respiratorias, ausencia de mejoría del intercambio gaseoso o
      de la disnea- hacen de esta VNI una herramienta útil en el tratamiento de
      los pacientes con IRA, de modo que así, el 60-65% de los pacientes que
      pueden ser tratados de forma exitosa con esta VNI sigue permaneciendo
      constante en los diferentes estudios analizados (5,13). Es verdaderamente importante
      reconocer el grupo de pacientes en quienes fracasará la técnica para
      evitar los riesgos inherentes a un retraso en la intubación traqueal. Los
      estudios diseñados con el propósito de encontrar los mejores predictores
      en la VNI parecen concurrir en que los cambios en el pH en la primera hora
      de la intervención y las condiciones clínicas de los pacientes antes de
      esta intervención son los predictores más fiables de éxito o de fracaso
      (10). Sin embargo, esta mejora de los análisis de gases o de
      la situación clínica no siempre es sinónima de éxito, porque la tasa
      de fracaso tardío en los días siguientes se cifra entre el 15% y el 31%,
      y ésta, además, se acompaña de una mayor mortalidad(11,12).
      Recientemente se ha documentado en un estudio multicéntrico(10)
      una mortalidad del 68% en este grupo de pacientes, muy superior a la
      mortalidad global del estudio (15%); una mortalidad, además, que es mayor
      si este soporte ventilatorio, más enérgico, se continuaba administrando de forma no
      invasiva en sustitución de la intubación endotraqueal (mortalidad 92% vs 53%). En este momento, y pese al
      renovado interés por la VNI de estas últimas décadas, siguen encontrándose
      ciertas preguntas aún por responder. Y entre ellas, sin duda, destacarían
      qué pacientes serán los que se beneficiarán del empleo de esta técnica
      y en qué pacientes, al contrario, podría ser perjudicial. Numerosos estudios han avalado
      el empleo de la VNI como un método adecuado para tratar a los pacientes
      con EPOC, mejorando el trabajo respiratorio y evitando su intubación
      traqueal. No menos de diez ensayos clínicos han sido publicados refiriéndose
      al empleo de la VNI en las exacerbaciones de una EPOC y la efectividad en
      todos ellos es reproducible, aunque la magnitud del beneficio varíe de un
      estudio a otro. El mayor beneficio observado es aquel referido a las
      exacerbaciones de una EPOC con hipercarbia(13). En resumen, la
      evidencia disponible establece que la VNI mejora los signos y síntomas clínicos
      y evita la intubación en las exacerbaciones severas de una EPOC. Y también
      de una reducción de las tasas de morbilidad y de mortalidad y de la
      estancia en UCI y hospitalaria. Habría que tener en mente, no obstante, que
      los estudios realizados sobre la VNI en la EPOC fueron diseñados para
      evitar la intubación, pero no para reemplazar a ésta (14). Los primeros ensayos clínicos
      habían sugerido que la disminución de la mortalidad en los pacientes con
      exacerbaciones graves de una EPOC en los que se empleaba VNI estaba
      relacionada con el hecho de evitar la intubación traqueal y sus
      complicaciones asociadas. Sin embargo, existe una tendencia creciente a la
      disminución de la neumonía nosocomial en los pacientes tratados con VNI,
      de modo que el incremento de la supervivencia puede ser debida, en parte,
      al evitar estas complicaciones infecciosas. Girou et al(16) han publicado recientemente los resultados de
      un estudio de casos-control diseñado para estudiar la asociación de la
      ventilación mecánica administrada de forma no invasiva o
      convencionalmente a través de un tubo endotraqueal con las complicaciones
      infecciosas. El estudio demostró, pese al conocimiento de algunas
      variables de confusión, una reducción sustancial de la tasa de infección
      nosocomial en aquellos pacientes tratados con VNI. Los resultados observados en
      la literatura médica de la VNI en la EPOC son uniformes, todo lo
      contrario que en la insuficiencia respiratoria aguda hipoxémica (IRAH).
      Ello es debido a la gran heterogeneidad de las poblaciones de pacientes
      estudiadas, y por ello, a pesar de los prometedores resultados de los
      primeros estudios en la IRAH, la VNI continúa siendo examinada. El resumen, pues, es que en la IRA no relacionada con una EPOC, la
      VNI es controvertida y puede no ser beneficiosa en todas las formas de
      esta insuficiencia respiratoria, aconsejando, por tanto, la prudencia en
      su utilización hasta que futuros estudios bien diseñados faciliten el
      consenso. A diferencia de las series de
      casos publicadas con anterioridad, Wysocki et
      al(17) no encontraron diferencias en las tasas de intubación
      o de mortalidad en aquellos pacientes con IRAH no relacionada con una EPOC
      que recibieron VNI y aquellos que recibieron tratamiento standard. Únicamente
      en el subgrupo de pacientes hipercárbicos la VNI redujo la necesidad de
      intubación endotraqueal, la estancia en UCI y la mortalidad. Antonelli et
      al (7) compararon el empleo de la ventilación mecánica
      administrada de forma convencional o de manera no invasiva en una serie de
      pacientes con IRAH severa que cumplían criterios bien establecidos para
      el inicio del soporte ventilatorio, y después de haber fracasado un
      tratamiento médico agresivo. La conclusión resultante fue que en la IRAH
      la administración de la ventilación de forma convencional o de manera no
      invasiva eran iguales en la mejora del intercambio gaseoso, pero las tasas
      de neumonía o sinusitis, de duración de la ventilación mecánica y de
      estancia en UCI fueron mayores para el grupo en el que se administró el
      soporte ventilatorio a través de un tubo endotraqueal. También se observó
      una tendencia hacia la disminución de la mortalidad en el grupo de VNI. Antonelli et
      al(18) recientemente han publicado cómo la VNI en una serie
      de pacientes con trasplante de órganos sólidos e IRAH disminuyó las
      tasas de intubación endotraqueal y de complicaciones fatales, la estancia
      en UCI y la mortalidad, al compararla con un tratamiento médico
      convencional. Sin embargo, no se observó diferencia alguna en la
      mortalidad hospitalaria. Hay que destacar por su interés
      e implicaciones el estudio realizado por Delclaux et
      al(21), a pesar de estar realizado con CPAP únicamente,
      sin soporte inspiratorio. Y es que en este estudio multicéntrico que
      compara el empleo de CPAP con un tratamiento médico standard en pacientes
      con edema pulmonar que cumple criterios definitorios de daño pulmonar
      agudo, pese a la mejora del intercambio gaseoso, no sólo no se observaron
      otras diferencias sino que encontraron una mayor tasa de complicaciones en
      los pacientes tratados con CPAP. Entre ellas, se produjeron cuatro paradas
      cardiorrespiratorias –y ninguna en el grupo tratado de forma
      convencional- que tuvieron lugar en el momento de la intubación
      endotraqueal o al retirar la mascarilla en uno de los cuidados de enfermería.
      Algo que vuelve a ahondar en la necesidad de vigilancia minuciosa de la
      aplicación de la técnica para evitar retrasos en una intubación
      traqueal necesaria. Algunos estudios recientes han
      aportado buenos resultados a propósito del empleo de la VNI en el edema
      pulmonar cardiogénico. Parece que en estos pacientes la adición de un
      soporte inspiratorio podría acompañarse de una mejoría más rápida y
      sostenida del intercambio gaseoso, de una menor tasa de intubación y de
      una menor duración de la ventilación mecánica(2). Por este
      motivo, en el edema pulmonar cardiogénico su empleo debería ser tenido
      en cuenta, pero con la prudencia que obliga el conocimiento de la
      publicación de más complicaciones isquémicas miocárdicas que con el
      empleo de CPAP sola, cuando se han comparado ambas técnicas. Pang et al(19) en un metaanálisis, concluyen que la VNI puede
      tener ventajas en los pacientes con hipercarbia, pero que la CPAP debe
      considerarse como la primera línea de tratamiento, reservando el empleo
      de esta VNI hasta que se puedan extraer resultados convincentes avalados
      por la literatura. Los estudios clínicos
      publicados acerca del empleo de la VNI en la neumonía adquirida en la
      Comunidad no son uniformes. Aquellos resultados que significaron la
      asociación con un peor pronóstico son contrarrestados por los obtenidos
      por Confalonieri et al (20). En su estudio multicéntrico, observó una
      disminución de la tasa de intubación y una menor estancia en UCI. Sin
      embargo, en la estancia y en la mortalidad hospitalaria no se observaron
      cambios. Y además, el beneficio parecía estar únicamente relacionado
      con la existencia de una EPOC subyacente. Por tanto, y mientras no se
      publiquen otros estudios al respecto, la recomendación del empleo de la
      VNI en la neumonía adquirida en la Comunidad sin EPOC debe realizarse con
      cautela y en pacientes seleccionados. Tampoco los resultados
      observados sobre la utilización de la VNI en la desconexión de la
      ventilación mecánica permiten obtener conclusiones. Aunque parece que
      una adecuada selección de los pacientes, en los que aquellos con EPOC
      volverían a ser los más beneficiados, podría asociarse con mejores
      resultados, lo cierto es que tanto utilizada como método de transición,
      antes de cumplir criterios que garanticen la extubación, entre la
      ventilación mecánica de quienes están ya intubados y la respiración
      espontánea, como utilizada para evitar la reintubación traqueal cuando
      ha fracasado la desconexión, ha tenido resultados bien diferentes(16,22). En definitiva, aunque la VNI
      constituye una técnica cada vez más habitual en los pacientes con IRA
      ingresados en las UCIs, la eficacia de esta técnica varía de forma
      importante de un centro a otro y de un paciente a otro. El mayor beneficio
      parece seguir obteniéndolo la población de pacientes hipercárbicos, de
      los cuales la exacerbación de una EPOC crónica es el claro ejemplo, y
      conforme la hipoxemia cobra importancia, el beneficio obtenido parece irse
      reduciendo. Además, por otra parte, es un determinante crucial en el
      rendimiento de esta técnica la disponibilidad adecuada de los recursos
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 Unidad de Cuidados Críticos
 Fundación Hospital Alcorcón
 Madrid, España
 ©REMI, http://remi.uninet.edu . Mayo
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