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  Editorial Nº 3
 

 

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Revista Electrónica de Medicina Intensiva
Editorial nº 3. Vol 1 nº 5, mayo 2001.
Autores: Enrique Calvo Herranz y
Federico Gordo Vidal

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Ventilación mecánica no invasiva en las Unidades de Cuidados Intensivos: situación actual

La ventilación mecánica administrada a través de un tubo endotraqueal es el procedimiento habitual utilizado en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCIs) para el tratamiento de la insuficiencia respiratoria aguda severa. Sin embargo, es un procedimiento invasivo que supone un importante factor predisponente para el desarrollo de infecciones nosocomiales, como la neumonía asociada al ventilador o la sinusitis (1-3). Produce a menudo, además, disconfort y ansiedad - requiriendo el empleo de fármacos sedantes -, y puede ocasionar lesiones en la traquea. (4). Por este motivo, ha cobrado importancia la administración del soporte ventilatorio a través de una mascarilla, preferiblemente facial, demostrando ser un método seguro y eficaz en poblaciones seleccionadas de pacientes para el tratamiento de la insuficiencia respiratoria aguda. Los beneficios potenciales, sin embargo, deben ser comparados con el malestar que una mascarilla facial o nasal pueda suponer y con otros riesgos específicos, como una insuficiente oxigenación o eliminación de carbónico en un momento dado, traumatismos nasales u oculares, distensión gástrica o aspiración (5). Aunque en un principio fue utilizada únicamente en aquellos pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), en la actualidad está siendo empleada en otras formas de insuficiencia respiratoria aguda (IRA), con diferentes resultados. En los pacientes con exacerbación de una EPOC, el empleo de ventilación no invasiva (VNI) añadida al tratamiento médico convencional disminuye la necesidad de intubación endotraqueal y la mortalidad intrahospitalaria (6). Por otra parte, en pacientes seleccionados con IRA hipoxémica, la VNI parece ser tan eficaz como la administración convencional del soporte ventilatorio a través de un tubo endotraqueal en la mejora del intercambio gaseoso (7). Sin embargo, y aunque su empleo sea cada día más frecuente, la ventilación mecánica no invasiva sigue constituyendo un método minoritario de administrar el soporte ventilatorio en las UCIs. Así, en un reciente corte de prevalencia internacional realizado en 412 UCIs médico-quirúrgicas, únicamente el 1% de los pacientes en ventilación mecánica recibían este soporte de forma no invasiva(8).

En este empleo de la VNI siguen resultando cruciales algunos aspectos por los que en ocasiones la utilidad de esta técnica se ha puesto en duda. Tales pueden ser la necesidad de la colaboración del paciente, el entrenamiento y la disponibilidad de recursos humanos y materiales del personal sanitario encargado de administrar la técnica y la seguridad de una adecuada monitorización y vigilancia. El incumplimiento de estos requisitos podría explicar su escasa utilización y el porqué de los resultados negativos observados en alguno de los estudios publicados sobre su utilización fuera de una UCIs (9). Una adecuada selección de los pacientes en quienes se va a instaurar la VNI, una minuciosa búsqueda de algún criterio de exclusión –disminución del nivel de conciencia o necesidad urgente de protección de la vía aérea, inestabilidad hemodinámica, cirugía reciente gastroesofágica, trauma facial-, un material óptimo para su administración y una vigilancia segura que permita advertir la aparición de complicaciones o de aquellas situaciones que exijan la interrupción de su uso evitando el retraso de una intubación traqueal necesaria –no mejoría del nivel de conciencia, inadecuado manejo de las secreciones respiratorias, ausencia de mejoría del intercambio gaseoso o de la disnea- hacen de esta VNI una herramienta útil en el tratamiento de los pacientes con IRA, de modo que así, el 60-65% de los pacientes que pueden ser tratados de forma exitosa con esta VNI sigue permaneciendo constante en los diferentes estudios analizados (5,13).

Es verdaderamente importante reconocer el grupo de pacientes en quienes fracasará la técnica para evitar los riesgos inherentes a un retraso en la intubación traqueal. Los estudios diseñados con el propósito de encontrar los mejores predictores en la VNI parecen concurrir en que los cambios en el pH en la primera hora de la intervención y las condiciones clínicas de los pacientes antes de esta intervención son los predictores más fiables de éxito o de fracaso (10). Sin embargo, esta mejora de los análisis de gases o de la situación clínica no siempre es sinónima de éxito, porque la tasa de fracaso tardío en los días siguientes se cifra entre el 15% y el 31%, y ésta, además, se acompaña de una mayor mortalidad(11,12). Recientemente se ha documentado en un estudio multicéntrico(10) una mortalidad del 68% en este grupo de pacientes, muy superior a la mortalidad global del estudio (15%); una mortalidad, además, que es mayor si este soporte ventilatorio, más enérgico, se continuaba administrando de forma no invasiva en sustitución de la intubación endotraqueal (mortalidad 92% vs 53%).

En este momento, y pese al renovado interés por la VNI de estas últimas décadas, siguen encontrándose ciertas preguntas aún por responder. Y entre ellas, sin duda, destacarían qué pacientes serán los que se beneficiarán del empleo de esta técnica y en qué pacientes, al contrario, podría ser perjudicial.

Numerosos estudios han avalado el empleo de la VNI como un método adecuado para tratar a los pacientes con EPOC, mejorando el trabajo respiratorio y evitando su intubación traqueal. No menos de diez ensayos clínicos han sido publicados refiriéndose al empleo de la VNI en las exacerbaciones de una EPOC y la efectividad en todos ellos es reproducible, aunque la magnitud del beneficio varíe de un estudio a otro. El mayor beneficio observado es aquel referido a las exacerbaciones de una EPOC con hipercarbia(13). En resumen, la evidencia disponible establece que la VNI mejora los signos y síntomas clínicos y evita la intubación en las exacerbaciones severas de una EPOC. Y también de una reducción de las tasas de morbilidad y de mortalidad y de la estancia en UCI y hospitalaria. Habría que tener en mente, no obstante, que los estudios realizados sobre la VNI en la EPOC fueron diseñados para evitar la intubación, pero no para reemplazar a ésta (14).

Los primeros ensayos clínicos habían sugerido que la disminución de la mortalidad en los pacientes con exacerbaciones graves de una EPOC en los que se empleaba VNI estaba relacionada con el hecho de evitar la intubación traqueal y sus complicaciones asociadas. Sin embargo, existe una tendencia creciente a la disminución de la neumonía nosocomial en los pacientes tratados con VNI, de modo que el incremento de la supervivencia puede ser debida, en parte, al evitar estas complicaciones infecciosas. Girou et al(16) han publicado recientemente los resultados de un estudio de casos-control diseñado para estudiar la asociación de la ventilación mecánica administrada de forma no invasiva o convencionalmente a través de un tubo endotraqueal con las complicaciones infecciosas. El estudio demostró, pese al conocimiento de algunas variables de confusión, una reducción sustancial de la tasa de infección nosocomial en aquellos pacientes tratados con VNI.

Los resultados observados en la literatura médica de la VNI en la EPOC son uniformes, todo lo contrario que en la insuficiencia respiratoria aguda hipoxémica (IRAH). Ello es debido a la gran heterogeneidad de las poblaciones de pacientes estudiadas, y por ello, a pesar de los prometedores resultados de los primeros estudios en la IRAH, la VNI continúa siendo examinada. El resumen, pues, es que en la IRA no relacionada con una EPOC, la VNI es controvertida y puede no ser beneficiosa en todas las formas de esta insuficiencia respiratoria, aconsejando, por tanto, la prudencia en su utilización hasta que futuros estudios bien diseñados faciliten el consenso.

A diferencia de las series de casos publicadas con anterioridad, Wysocki et al(17) no encontraron diferencias en las tasas de intubación o de mortalidad en aquellos pacientes con IRAH no relacionada con una EPOC que recibieron VNI y aquellos que recibieron tratamiento standard. Únicamente en el subgrupo de pacientes hipercárbicos la VNI redujo la necesidad de intubación endotraqueal, la estancia en UCI y la mortalidad.

Antonelli et al (7) compararon el empleo de la ventilación mecánica administrada de forma convencional o de manera no invasiva en una serie de pacientes con IRAH severa que cumplían criterios bien establecidos para el inicio del soporte ventilatorio, y después de haber fracasado un tratamiento médico agresivo. La conclusión resultante fue que en la IRAH la administración de la ventilación de forma convencional o de manera no invasiva eran iguales en la mejora del intercambio gaseoso, pero las tasas de neumonía o sinusitis, de duración de la ventilación mecánica y de estancia en UCI fueron mayores para el grupo en el que se administró el soporte ventilatorio a través de un tubo endotraqueal. También se observó una tendencia hacia la disminución de la mortalidad en el grupo de VNI.

Antonelli et al(18) recientemente han publicado cómo la VNI en una serie de pacientes con trasplante de órganos sólidos e IRAH disminuyó las tasas de intubación endotraqueal y de complicaciones fatales, la estancia en UCI y la mortalidad, al compararla con un tratamiento médico convencional. Sin embargo, no se observó diferencia alguna en la mortalidad hospitalaria.

Hay que destacar por su interés e implicaciones el estudio realizado por Delclaux et al(21), a pesar de estar realizado con CPAP únicamente, sin soporte inspiratorio. Y es que en este estudio multicéntrico que compara el empleo de CPAP con un tratamiento médico standard en pacientes con edema pulmonar que cumple criterios definitorios de daño pulmonar agudo, pese a la mejora del intercambio gaseoso, no sólo no se observaron otras diferencias sino que encontraron una mayor tasa de complicaciones en los pacientes tratados con CPAP. Entre ellas, se produjeron cuatro paradas cardiorrespiratorias –y ninguna en el grupo tratado de forma convencional- que tuvieron lugar en el momento de la intubación endotraqueal o al retirar la mascarilla en uno de los cuidados de enfermería. Algo que vuelve a ahondar en la necesidad de vigilancia minuciosa de la aplicación de la técnica para evitar retrasos en una intubación traqueal necesaria.

Algunos estudios recientes han aportado buenos resultados a propósito del empleo de la VNI en el edema pulmonar cardiogénico. Parece que en estos pacientes la adición de un soporte inspiratorio podría acompañarse de una mejoría más rápida y sostenida del intercambio gaseoso, de una menor tasa de intubación y de una menor duración de la ventilación mecánica(2). Por este motivo, en el edema pulmonar cardiogénico su empleo debería ser tenido en cuenta, pero con la prudencia que obliga el conocimiento de la publicación de más complicaciones isquémicas miocárdicas que con el empleo de CPAP sola, cuando se han comparado ambas técnicas. Pang et al(19) en un metaanálisis, concluyen que la VNI puede tener ventajas en los pacientes con hipercarbia, pero que la CPAP debe considerarse como la primera línea de tratamiento, reservando el empleo de esta VNI hasta que se puedan extraer resultados convincentes avalados por la literatura.

Los estudios clínicos publicados acerca del empleo de la VNI en la neumonía adquirida en la Comunidad no son uniformes. Aquellos resultados que significaron la asociación con un peor pronóstico son contrarrestados por los obtenidos por Confalonieri et al (20). En su estudio multicéntrico, observó una disminución de la tasa de intubación y una menor estancia en UCI. Sin embargo, en la estancia y en la mortalidad hospitalaria no se observaron cambios. Y además, el beneficio parecía estar únicamente relacionado con la existencia de una EPOC subyacente. Por tanto, y mientras no se publiquen otros estudios al respecto, la recomendación del empleo de la VNI en la neumonía adquirida en la Comunidad sin EPOC debe realizarse con cautela y en pacientes seleccionados.

Tampoco los resultados observados sobre la utilización de la VNI en la desconexión de la ventilación mecánica permiten obtener conclusiones. Aunque parece que una adecuada selección de los pacientes, en los que aquellos con EPOC volverían a ser los más beneficiados, podría asociarse con mejores resultados, lo cierto es que tanto utilizada como método de transición, antes de cumplir criterios que garanticen la extubación, entre la ventilación mecánica de quienes están ya intubados y la respiración espontánea, como utilizada para evitar la reintubación traqueal cuando ha fracasado la desconexión, ha tenido resultados bien diferentes(16,22).

En definitiva, aunque la VNI constituye una técnica cada vez más habitual en los pacientes con IRA ingresados en las UCIs, la eficacia de esta técnica varía de forma importante de un centro a otro y de un paciente a otro. El mayor beneficio parece seguir obteniéndolo la población de pacientes hipercárbicos, de los cuales la exacerbación de una EPOC crónica es el claro ejemplo, y conforme la hipoxemia cobra importancia, el beneficio obtenido parece irse reduciendo. Además, por otra parte, es un determinante crucial en el rendimiento de esta técnica la disponibilidad adecuada de los recursos humanos y técnicos necesarios para su correcta utilización.

Referencias:

  1. Nourdine K, Combes P, Carton MJ, Beuret P, Cannamela A, Ducreux JC: Does NIV reduce the ICU nosocomial infection risk?: a prospective clinical survey. Intensive Care Med 1999; 25: 567-573.

  2. Antonelli M, Conti G, Proietti R: Non-invasive ventilation in Acute hypoxemic respiratory failure. Vincent JL . “Yearbook of Intensive Care and Emergency Medicine” Ed Springer Verlag  2001: 522-530.

  3. Meduri GU, Mauldin GL, Wunderink RG, Leeper KV, Jones C, Tolley E: Causes of fever and pulmonary densities in patients whit clinical manifestation of ventilator-associated pneumonia. Chest 1994; 106: 221-235.

  4. Antonelli M, Conti G: Noninvasive ventilation in intensive care unit patients. Curr Opin Crit Care 2000; 6: 11-16.

  5. International consensus conferences in Intensive Care Medicine: noninvasive positive pressure ventilation in acute respiratory failure. Am J Respir Crit Care Med 2001; 163: 283-291.

  6. Plant PK, Owen JL, Elliot MW: Early use of noninvasive ventilation for acute exacerbations of chronic obstructive pulmonary disease on general respiratory wards: a multicentre randomized controlled trial. Lancet 2000; 355: 1931-1935.

  7. Antonelli M, Conti G, Rocco M, Bufi M, De Blasi RA, Vivino G, Gasparetto A, Meduri GU: A comparison of noninvasive positive pressure ventilation and conventional mechanical ventilation in patients whit acute respiratory failure. N Eng J Med 1998; 339: 429-435.

  8. Esteban A, Anzueto A, Alía I, Gordo F for the Mechanical Ventilation Study Group. How is mechanical ventilation employed in the Intensive Care Unit?: an international utilization review. Am J Respir Crit Care Med 2000; 161: 1450-1458.

  9. Wood KA, Lewis L, Von Harz B, Kollef MH. The use of noninvasive positive pressure ventilation in the Emergency Department: results of a randomized clinical trial. Chest 1998; 113: 1339-1346.

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  13. Richard JC, Carlucci A, Wysocki M, Chastre J, Belliot C, Lepage E, Brochard L. French multicenter survey: noninvasive versus conevntional mechanical ventilation. Am J Respir Crit Care Med 1999; 159: A367.

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  16. Girou E, Schortgen F, Delclaux C et al. Association of noninvasive ventilation with nosocomial infections and survival in critically ill patients. JAMA 2000; 284: 2361-2367.

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  20. Confalonieri M, Potena A, Carbone G, Della Porta R, Tolley EA, Meduri GU. Acute respiratory failure in patients whit severe community-acquired pneumonia. Am J Respir Crit Care Med 1999; 160: 1585-1591.

  21. Delclaux C, L’Her E, Alberti C, et al. Treatment of acute hypoxemic nonhypercapnic respiratory insufficiency whit continuos positive airway pressure delivered by a face mask: a randomized controlled trial. JAMA 2000; 284: 2352-2360.

  22. Ferrer M, Bernadich O, Torres A. Noninvasive ventilation and weaning from mechanical ventilation. Vincent JL. "Yearbook of Intensive Care and Emergency Medicine". Ed Springer Verlag 2001; 511-521.

Enrique Calvo Herranz
Federico Gordo Vidal
Unidad de Cuidados Críticos
Fundación Hospital Alcorcón
Madrid, España
©REMI, http://remi.uninet.edu . Mayo 2001.

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