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1.1. INTRODUCCIÓN. LA SEDACIÓN
IDEAL
La sedación del paciente crítico ha pasado a ser un importante
aspecto de su tratamiento, dada nuestra creciente capacidad de mantener
pacientes durante largos periodos de tiempo bajo complejos sistemas de
soporte vital que normalmente son incómodos, dolorosos y que pueden
requerir la inmovilización del paciente.
Se debe descartar cualquier causa orgánica o que amenace la
vida del paciente antes que proceder a tratar con fármacos sedantes.
Por ejemplo, antes de sedar a un paciente para que no luche con el respirador,
habría que descartar causas evitables de la misma, como un tapón
de moco en el tubo endotraqueal que provoque la lucha del paciente por
aumento de las resistencias, el desarrollo de neumotórax, la migración
del tubo, etc.
Es necesario un tratamiento adecuado para conseguir el bienestar del
paciente y su seguridad, así como su manejo óptimo. Las medidas
no farmacológicas para aliviar la ansiedad son las primeras que
se deben de usar; de todos modos, la terapéutica farmacológica
se requiere en la mayoría de los pacientes que están bajo
medidas de soporte vital como la ventilación mecánica, aunque
en otras ocasiones, como en el caso de la desconexión de la ventilación
mecánica, el explicar la situación al paciente es más
adecuado que el intentar conseguir su sedación mediante el empleo
de fármacos. El ambiente extraño de una UCI puede por sí
mismo ser causa de ansiedad y temor en el paciente ingresado; el intentar
reducir los ruidos y luces, la comunicación con el paciente, el
mantener un horario de visitas flexible, etc., pueden ayudar al paciente
a superar esa sensación; otras técnicas de sedación
pueden incluir la música ambiental, técnicas de relajación,
etc. La concentración en el tratamiento farmacológico puede
tener consecuencias peligrosas, así como hacer demasiado énfasis
en la asistencia psicológica; una de las artes de los cuidados intensivos
es encontrar el equilibrio entre la asistencia psíquica, técnica
y farmacológica.
Hasta hace relativamente pocos años, existía escasa información
bibliográfica respecto a cómo cuantificar el grado de ansiedad,
con qué tratarla y hasta qué nivel. Aunque en estos momentos
disponemos de amplia información bibliográfica (encuestas
multicéntricas sobre modalidades de uso y artículos de revisión),
los estudios prospectivos, randomizados (y más complejos a doble
ciego) son aún escasos, dada la población tan heterogénea
sobre la que hay que realizarlos, lo que dificulta los mismos por trabas
estadísticas y éticas.
La mayoría de los modelos farmacocinéticos están
derivados de estudios hechos con una única administración
intravenosa en bolo en pacientes jóvenes y sanos, frente a la realidad
de los pacientes con un rango más amplio de edad, con patologías
de base (renal o hepática, con un aclaramiento distinto de los fármacos
y sus metabolitos), con alteraciones en el porcentaje de unión de
los fármacos a proteínas plasmáticas (por tener un
nivel menor) y normalmente con una cantidad de agua corporal total mayor,
alterando ambas situaciones el volumen de distribución de los fármacos.
Además, en estudios con una sola infusión, las concentraciones
plasmáticas de los fármacos pueden disminuir rápidamente,
no por su aclaramiento acelerado sino por su redistribución de la
sangre a los tejidos periféricos (modelo bi o multicompartimental).
Por todo ello, es necesario reconocer las limitaciones potenciales de los
valores farmacocinéticos obtenidos en estos estudios. De todos modos,
con ellos se obtienen unos valores iniciales a partir de los que empezar
a valorar su verdadera farmacocinética y vías de administración
en estos pacientes.
Dada la variabilidad de los niveles plasmáticos de los fármacos
sedantes tras sedaciones prolongadas, la mejor forma de conseguir un nivel
de sedación adecuada minimizando los riesgos de una sedación
excesiva y sus efectos secundarios, es: iniciar la administración
del fármaco con incrementos paulatinos, hasta que se alcanza el
nivel de sedación deseado y reajustar después periódicamente,
disminuyendo la velocidad de infusión hasta que el paciente comience
a despertar y posteriormente volviéndola a incrementar hasta conseguir
el nivel de sedación deseado; es aconsejable por ello, el uso de
alguna escala de sedación para estandarizar los niveles de la misma
en lo que se pretende mantener al paciente. El conseguir un nivel de sedación
adecuado en los pacientes en UCI requiere no sólo elegir el fármaco
apropiado para cada situación clínica, sino también,
el tener unos objetivos terapéuticos finales claros 1
La sedación se usa como técnica coadyuvante para facilitar
otros tratamientos intentando mantener al paciente libre de ansiedad o
dolor, por lo que, aún sin estar bien definidas las indicaciones
y objetivos finales de la misma, lo que se pretende es mantener al paciente
calmado, cooperativo, sin dolor y que no interfiera en el desarrollo de
los cuidados en la UCI 2.
No está claramente demostrado que el alivio de la ansiedad o
el dolor mejore el pronóstico, y aunque no es ético mantener
a un paciente agitado y con dolor, también hay que sopesar el coste
real de la sedación y la analgesia, especialmente considerando el
riesgo de aumentar los efectos secundarios yatrógenos a un paciente
críticamente enfermo. El mantener al paciente sedado o dormido no
está siempre claramente indicado e incluso puede ser negativo por
no poder evaluar su estado de conciencia, por lo que, a diferencia del
manejo de estos fármacos como anestésicos, en las UCIs tienen
otras indicaciones y objetivos distintos. Esto, junto a que su administración
es normalmente más prolongada y en pacientes fisiopatológicamente
distintos a los que están en quirófanos, hace que su farmacocinética
y farmacodinámica sean diferentes, como antes se ha descrito. El
hecho de que es en los pacientes de las UCIs donde pueden aparecer las
complicaciones de su administración a largo plazo (tolerancia, tiempo
de recuperación prolongado, dependencia, etc.), hace que, dadas
las potenciales complicaciones, en ocasiones inevitables por ser efectos
secundarios, es necesario el tener unas indicaciones precisas con unos
objetivos finales claros, para evitar la iatrogenia innecesaria. Cuando
no se consigue una sedación adecuada, la respuesta inmediata es
el aumentar la dosis o añadir algún otro fármaco,
entrando en una “espiral de polifarmacia”, que en ocasiones también
fallará, siendo entonces cuando se recapacita y se busca una solución
de reconocida utilidad, Cuando se comienza la sedación o se suspende
la misma tras alcanzar una sedación profunda, algunos pacientes
manifiestan una fase de excitación (hiperventilación, no
cooperativo, hiperactividad autonómica refleja, laringoespasmo)
que es lo que suele desencadenar la espiral de polifarmacia, debiéndose
tener en cuenta los siguientes datos contrastados para evitarla: no existe
un régimen perfecto de sedación; los fármacos más
baratos (narcóticos y/o benzodiacepinas) son tan seguros y efectivos
como cualquier otro régimen; una minoría de pacientes presentará
un comportamiento similar a la fase de excitación, independientemente
del régimen de sedación usado 3.
Se han descrito muchas veces las características del sedante
ideal. Como veremos, ninguno de los existentes en la actualidad cumplen
todas las reseñadas:
--- disminuir la ansiedad y la agitación
--- inicio de acción rápido
--- corta vida media
--- grado de sedación controlable mediante la dosis de administración
--- metabolismo y eliminación independientes de la función
renal, hepática o pulmonar. Sin metabolitos activos y no acumulable
--- ausencia de efectos adversos (cardiovasculares, depresión
de la inmunidad, supresión adrenocortical, etc.)
--- no interaccionar con otros fármacos
--- amplio margen terapéutico
--- no provocar adicción
--- económico
1.2. FÁRMACOS
1.2.1. Benzodiacepinas
1.2.1.1. Introducción
Son sedantes moderados con un potente efecto ansiolítico y amnesiante,
sin poder analgésico. Deprimen moderadamente la respiración
y el sistema cardiovascular, sobre todo al administrarlas junto con opioides,
anestésicos generales u otros hipnótico-sedantes. Con su
administración a largo plazo se desarrolla tolerancia, pero son
raros los casos de adicción o síndromes de deprivación
(que de todos modos están descritos). Junto con los opioides, son
los fármacos más frecuentemente usados para conseguir la
sedoanalgesia deseada para el paciente 4.
La primera benzodiacepina (BZD) sintetizada fue el clordiacepóxido
en 1955, habiéndose sintetizado y utilizado en clínica multitud
de compuestos de esta familia, hasta la síntesis del midazolam en
1976. Actualmente son los fármacos más usados para la sedación
de los pacientes críticos; en Norteamérica, el midazolam
y el lorazepam son las BZD más frecuentemente usadas, pero en España
no está comercializada la presentación intravenosa del lorazepam.
1.2.1.2. Receptor de BZD
Las benzodiacepinas actúan al unirse y activar un receptor específico
localizado en el complejo receptor del ácido gamma-aminobutírico
(GABA), que incluye un receptor benzodiacepínico de alta afinidad,
el receptor GABAA, un canal de cloro y otros lugares de unión, lo
que permite la potenciación de las BZD y otros agentes. Tras unirse
el GABA a su receptor, se abre el canal de cloro, hiperpolarizando la neurona
y haciéndola menos excitable; su efecto puede modularse por otros
ligandos al receptor GABAérgico, entre ellos las BZD, que aumentan
la conductancia al cloro a través de la membrana inducida por el
GABA 5.
1.2.1.3. Agonistas y antagonistas
Las BZD están compuestas por un anillo bencénico junto
a otro de siete con dos átomos de nitrógeno en posición
1,4 (por lo que se denominan 1,4-benzodiacepinas), a los que se une otro
anillo de 6 elementos por el anillo diacepínico; la posición
siete del anillo bencénico es la que tiene mayor influencia en la
relación estructura/actividad de estos compuestos, aumentando su
potencia con la presencia de compuestos nitrogenados o con elementos halógenos
pesados 6.
Clordiacepóxido, diazepam, lorazepam y midazolam son agonistas
puros, produciendo una desviación a la izquierda de la curva dosis-respuesta
del GABA, al aumentar la afinidad del mismo por su receptor. El clonazepam,
un agonista parcial, no ejerce un efecto máximo sobre el receptor
benzodiacepínico, incluso con todos los receptores ocupados, pudiendo
antagonizar el efecto de los agonistas puros.
El flumacenil, tiene afinidad por el receptor benzodiacepínico,
pero carece de actividad, comportándose como un antagonista. Es
soluble en agua; a diferencia del resto de las BZD es escasamente lipofílico
y se une en bajo porcentaje a las proteínas plasmáticas (
54-64% 7). Su comienzo de acción
es rápido, teniendo una vida media de eliminación de 1 hora.
Se metaboliza en el hígado y presenta el mayor aclaramiento de todas
la BZD. Ejerce su efecto al antagonizar la acción de otras BZD,
por lo que su administración de forma aislada (sin la acción
de otras BZD) no muestra efectos fisiológicos. Revierte la sedación
inducida por midazolam 8, debiéndose
administrar a dosis de 0.2 mg/2 min (máximo de 1 mg) hasta conseguir
el nivel de conciencia adecuado. Es preciso mantener una perfusión
entre 0.5-1 µg/kg/min dado el elevado aclaramiento y escasa vida
media del mismo. Puede provocar convulsiones, debiéndose usar con
precaución en pacientes con antecedentes comiciales, de uso crónico
de benzodiacepinas o en situaciones clínicas que predispongan a
las convulsiones (se han descrito casos en lo que la patología de
base, una encefalopatía séptica, estaba oculta por la sedación
con benzodiacepinas, y tras administrar flumazenil, aparecieron convulsiones
al desenmascarar a aquella 9). También
puede inducir crisis epilépticas en caso de intoxicación
con antidepresivos tricíclicos o cocaína.
1.2.1.4. Propiedades fisicoquímicas
Las BZD son moléculas pequeñas que a pH fisiológico
son muy lipofílicas y de difícil disolución en agua.
El midazolam a pH fisiológico tiene su anillo imidazólico
cerrado, por lo que se comporta como el resto de las BZD. A pH de 3.5 el
anillo se abre, haciendo a la molécula soluble en agua.
1.2.1.5. Farmacocinética
1.2.1.5.1. Absorción, inicio y duración de efectos
El midazolam, tras su administración en bolo, tiene un comienzo
de acción rápido (5-15 minutos si es i.m.) y duración
de entre 1-2 horas. En general, puede desarrollarse tolerancia, dependencia
y la aparición de síndrome de deprivación, que es
más frecuente cuando se usan en infusión prolongada benzodiacepinas
de corta duración.
1.2.1.5.2. Distribución
Al ser moléculas muy lipofílicas, se distribuyen
por todos los tejidos, atravesando la barrera hematoencefálica y
placentaria. Se unen en alto porcentaje a las proteínas plasmáticas
(la modificación de los niveles séricos de albúmina
afecta a la cantidad de fármaco libre y a su actividad clínica),
por lo que una disminución en la albúmina sérica,
la malnutrición o enfermedades hepáticas o renales pueden
mejorar los efectos de las BZD al aumentar la concentración de fármaco
libre. La duración de sus efectos viene determinada principalmente
por su redistribución a tejidos periféricos más que
por su aclaramiento (el lorazepam, al ser una molécula menos lipofílica,
tiene un volumen de distribución menor, aunque de todos modos, los
efectos duran más que los del midazolam).
1.2.1.5.3. Metabolismo y excreción
Se metabolizan en el hígado, y su metabolitos (que pueden ser
activos o no) se excretan por riñón. El midazolam sufre oxidación
microsomal hepática, que se ve afectada por la edad, patología
hepática o la presencia de otras drogas (como cimetidina, isoniazida,
estrógenos); el lorazepam sufre glucuronoconjugación y se
ve menos afectado por estos factores. La vida media del midazolam es de
unas 2.5 horas tras una única administración en bolo, aunque
están recogidos en la literatura valores muy variables, según
la edad, patología de base, duración de administración,
etc.
Según la vida media se clasifican en de acción larga
(diacepam, clonacepam, clordiacepóxido, etc.), de acción
intermedia (loracepam, oxacepam, etc.) y de corta duración (midazolam,
flumacenil, etc.).
1.2.1.5.4. Interacciones farmacológicas
Las BZD muestran sinergismo con los opioides, lo que permite una administración
conjunta con menores dosis de ambos y manteniendo un nivel de sedación
adecuado, aunque también pueden aumentar los efectos secundarios
de ambos: hipoxia, apnea y descenso de la presión arterial media.
1.2.1.6. Farmacodinámica
Producen depresión del sistema nervioso central de forma dosis
dependiente, progresivamente presentan ansiolisis, amnesia anterógrada,
sedación consciente, sedación profunda y anestesia; presentan
actividad anticonvulsivante en el 80% de los pacientes en status epilepticus
(siendo todas igualmente eficaces, eligiéndose en función
de características farmacocinéticas). Relajan la musculatura
esquelética, no producen analgesia y mantienen una relativa estabilidad
hemodinámica (el midazolam a dosis de 0.2 mg/kg, aumenta un 10%
la frecuencia cardíaca, y desciende entre un 15 a un 25% la presión
arterial media por disminuir el volumen sistólico, sin alterar las
resistencias vasculares sistémicas 10
). Deprimen el impulso respiratorio en respuesta al CO2 y pueden inhibir
la respuesta a la hipoxia. El midazolam a dosis sedativa (<0.1 mg/kg)
produce un descenso en el volumen corriente con una aumento reflejo de
la frecuencia respiratoria y manteniendo el volumen minuto; a dosis menores
no provoca cambios significativos en la curva de respuesta al CO2; el lorazepam
a dosis de 0.05 mg/kg aumenta la respuesta al CO2, aunque tras su administración
iv aumenta el CO2 teleespiratorio, probablemente por somnolencia y disminución
del volumen minuto.
1.2.1.7. Uso clínico
1.2.1.7.1. Sedación
1.2.1.7.1.1. Sedación de corta duración
Ajustar la dosis con administraciones aisladas en bolos puede ser difícil,
por lo que se aconseja la administración continua por obtenerse
con ella unos efectos más predecibles. El midazolam, al tener una
vida media menor, parece el más aconsejable, pero en una reciente
revisión de 28 ensayos clínicos, sólo en 8 demostraba
un despertar más rápido frente al diazepam 11
, pudiendo estar relacionada la duración de acción, más
que con la vida media, con la lipofilia de cada molécula. Para sedaciones
cortas, ninguna BZD ha demostrado ser superior a otra 4.
1.2.1.7.1.2. Sedación de larga duración
Teóricamente estaría indicada una BZD de larga vida media
que no se acumule. Por las características farmacocinéticas
del midazolam, también parece otra molécula aconsejable,
aunque en algunos estudios se ha demostrado: que aparece taquifilaxia y
duración prolongada de sus efectos, sobre todo en pacientes con
insuficiencia renal o hepática 12 ,
que su volumen de distribución aumenta con la administración
continuada, por lo que también lo hace su vida media de eliminación
aunque no cambie el aclaramiento 13 y que,
comparado con el lorazepam en infusión iv continua no ofrecía
ventajas en cuanto al tiempo de recuperación tras cesar su administración
14 . El estudio referenciado está diseñado
con 10 pacientes en cada brazo del tratamiento, con una mortalidad global
del 35%, por lo que requiere una investigación más amplia
para su confirmación. En caso de cirrosis hepática moderada,
el aclaramiento del midazolam se prolonga, no alterándose el del
lorazepam.
1.2.1.7.2. Tratamiento del síndrome de abstinencia al alcohol
Las BDZ están indicadas para el tratamiento de todas las fases
del mismo, y su dosificación depende de la clínica. El lorazepam
teóricamente tendría ventajas al ser su metabolismo distinto
(glucuronoconjugación) y no afectarse tanto en ancianos y sujetos
con enfermedades hepáticas.
1.2.1.8. Midazolam
Dada su corta vida media y su hidrosolubilidad (que permite la administración
iv continua), es probablemente la única BZD adecuada para la sedación
prolongada en el paciente grave 15 .
Dosificación: inducción 0.1-0.4 mg/kg (menor en ancianos).
Para el mantenimiento debe ajustarse; de forma general, se administran
0.05-0.2 mg/kg/h. Se debe reducir la dosis a la mitad en caso de insuficiencia
renal con aclaramiento de creatinina menor de 10 ml/min; si el aclaramiento
es mayor, no requiere ajustes.
Tras un bolo, se tiene un efecto máximo a los 5-10 minutos,
con una duración de acción de 30-120 minutos. Su acción
finaliza principalmente por su rápida redistribución a los
tejidos periféricos, siendo su vida media de 4 horas aproximadamente;
tiene un metabolito activo, el 1-hidroximidazolam, con un 60-80% de su
actividad, pero con una vida media menor (si la función renal es
normal), por lo que no afecta a su actividad clínica. En administración
continua, la duración de sus efectos clínicos es más
prolongada, pudiendo tardar dos o más días en despertar un
paciente con una administración continuada de 5 mg/h durante 7 días.
Debido a que se acumula en los tejidos periféricos, y tras cesar
su administración comienza la redistribución desde estos
al espacio intravascular, haciéndose su eliminación dependiente
del aclaramiento más que de la redistribución a los tejidos.
Se calcula que su vida media de eliminación puede alcanzar hasta
48 horas o más, aumentando en los pacientes ancianos y obesos por
estar su aclaramiento disminuido o ser mayor el volúmen de distribución
respectivamente, así como en los que presentan insuficiencia hepática
(disminución de su metabolización) e insuficiencia renal
(acumulación de su metabolito activo).
Para evitar un despertar prolongado, se puede ajustar la dosis del
fármaco de forma periódica para mantener el nivel de sedación
adecuado con la mínima cantidad requerida, teniendo en cuenta que
una inadecuada analgesia del paciente puede conllevar unos requerimientos
más elevados para la sedación del mismo.
Como se señala más arriba, sus efectos se pueden revertir
con un antagonista de las BZD, el flumacenil, que requiere infusión
continua para evitar la resedación; y se potencian (sedación
y depresión cardiorespiratoria) con el uso de opioides.
1.2.2. Propofol
1.2.2.1. Introducción
El principal problema que presenta la sedación en las UCIs ha
sido la necesidad de regular el nivel de sedación de los pacientes
durante su tratamiento, ya que pueden presentar cambios rápidos
en la escala de ansiedad que requieren una corrección en los niveles
circulantes de fármacos sedantes. En el pasado, esta acción
estaba limitada por las características farmacocinéticas
y farmacodinámicas de las drogas usadas; por ello, en la actualidad
está usándose cada vez más el propofol debido a estas
mismas características. Las dosis usadas varían ampliamente
de un paciente a otro según su patología de base porque la
terapéutica individualizada es la llave para el uso de este fármaco
16 . En caso de sedaciones que se suponen
prolongadas en las que no se necesita una reversión rápida
dejan de existir las ventajas anteriores.
Al ser un fármaco relativamente nuevo, existen pocos estudios
sobre sus efectos a largo plazo, y aún existen puntos por aclarar:
utilidad en pacientes pediátricos, evaluación del pronóstico
vital y neurológico tras su administración a largo plazo,
efectos sobre la inmunidad 17, etc. Algunos
autores, por ello, consideran que aún es demasiado pronto para considerar
al propofol como el fármaco ideal para la sedación a largo
plazo 18.
1.2.2.2. Farmacología
El propofol es una molécula pequeña (2,6-diisopropilfenol).
Su estructura, similar a la de la vitamina E, con la que comparte sus propiedades
antioxidantes, le hace ser muy liposoluble, lo que facilita el paso de
la barrera hematoencefálica.
Líquido a temperatura ambiente, se disuelve en una emulsión
de lípidos para su infusión. Por ello, la técnica
de manejo debe ser estrictamente aséptica, además de controlar
los lípidos que se aportan al paciente por vía parenteral
y el nivel de triglicéridos. Provoca dolor en el lugar de inyección,
pero la flebitis posterior es rara.
En bolo, puede provocar una disminución de la presión
arterial media debido a la vasodilatación y depresión miocárdica
que provoca (aunque no afecta el reflejo baroreceptor, por su acción
simpatolítica central mantiene la frecuencia cardíaca a pesar
del discreto descenso de la presión).
Usado a bajas dosis, el despertar es rápido por la rápida
eliminación y redistribución; la vida media administrado
en un sólo bolo es de 2 a 8 minutos 19
, siendo su aclaramiento superior al flujo hepático, por lo que
debe existir algún otro mecanismo de metabolización (además
de la redistribución a tejidos periféricos). No se afecta
en caso de insuficiencia renal, la insuficiencia hepática aumenta
su vida media.
Los pacientes recuperan el nivel de conciencia a una concentración
del fármaco de 1.1 µg/ml tras un bolo de 3 mg/kg, en unos
3-6 minutos 20; si la administración
es en infusión prolongada o a mayores dosis, el despertar acontece
a concentraciones mayores del fármaco (puede existir taquifilaxia,
como en otros sedantes 21).
Tiñe la orina debido a la presencia de fenoles, sin tener ninguna
repercusión clínica.
1.2.2.3. Uso clínico
Para la desconexión rápida de la ventilación mecánica
en pacientes postquirúrgicos: en un estudio comparando propofol
con midazolam se conseguía extubar a los pacientes en 7.6 minutos
tras parar la infusión del primero, frente a los 125 minutos que
se tardaba con el midazolam 22 ; algunos autores
consideran que esta aparente desventaja podría favorecer al midazolam,
al poder cesar su administración en la hora u horas previas a la
desconexión.
Tratamiento de los pacientes con traumatismo craneoencefálico
(TCE): desciende el flujo y la tasa metabólica cerebral de forma
proporcional 23, en los traumatizados graves
el descenso de la tasa metabólica es algo mayor. En los pacientes
hipovolémicos la presión de perfusión cerebral disminuye
al disminuir la presión arterial media. Disminuye el número
de TAC craneales que se realizan a pacientes tras un TCE, al poder comprobar
el estado neurológico del paciente 10 minutos después de
cesar su infusión. Para mantener en un nivel II-IV de la escala
de Ramsey normalmente se administran de 1-6 mg/kg/h. La dosis de inducción
varía entre 1-2.5 mg/kg, debiéndose administrar una dosis
menor y de forma más lenta en pacientes hipovolémicos y ancianos.
Pacientes en ventilación mecánica: con una dosis muy
variable. Tiene la ventaja adicional de que con una velocidad de infusión
baja puede mantener al paciente en un nivel II de Ramsay durante la desconexión
de la ventilación mecánica, disminuyendo el nivel de ansiedad
y facilitando la desconexión.
En pacientes pediátricos no se ha establecido su seguridad ni
efectividad.
No debe usarse, o con precaución, en pacientes hipovolémicos
o que requieren vasoactivos para mantener la tensión arterial. Debido
a su base lipídica, no suele usarse en pacientes con pancreatitis,
y también es controvertido su uso en pacientes con hipertrigliceridemia.
1.2.3. Neurolépticos
Fenotiazinas y butirofenonas: son fármacos antipsicóticos.
Las fenotiazinas no están recomendadas para su uso por los efectos
que provocan sobre el sistema cardiovascular y el sistema nervioso central,
incluido el sistema simpático (depresión del SNC, hipotensión,
inotropismo negativo, alteraciones electrocardiográficas como prolongación
de los intervalos PR y QT y descenso del ST).
Las butirofenonas (droperidol y haloperidol) tienen un menor efecto
depresor del sistema nervioso central. Potencian el efecto de otros fármacos
sedantes y la analgesia por mórficos.
Al actuar mediante el bloqueo de los receptores dopaminérgicos,
presentan como efectos secundarios: síntomas Parkinson-like, que
remiten al cesar la administración del fármaco (pudiendo,
en ocasiones, ser necesario el uso de BZD), acatisia que puede mejorar
con el uso de propanolol.
El síndrome neuroléptico maligno ocurre en el 0.5-1%
de los pacientes en tratamiento con fenotiazinas, butirofenonas o tioxantenos
y presenta una mortalidad del 20-30%; aunque está más frecuentemente
asociado con el uso de haloperidol, en este caso su mortalidad es menor
24 . No está en relación ni
con la dosis ni con el tiempo de administración. Se desarrolla lentamente
entre 1 y 3 días y puede durar 5 a 10 días tras retirar el
fármaco. Afecta principalmente a hombres jóvenes. Se caracteriza
por hipertermia, hipertonía de la musculatura esquelética,
alteraciones de la conciencia, alteraciones autonómicas (presión
arterial lábil, taquicardia, arritmias), leucocitosis, elevación
de las enzimas hepáticas y musculares (rabdomiolisis). A diferencia
de la hipertermia maligna, responde a los relajantes musculares. El tratamiento
consiste en interrumpir la administración del fármaco y medidas
de soporte general.
1.2.3.1. Droperidol
Atraviesa la barrera hematoencefálica, tiene un poder antiemetizante
y sedativo de menor duración que el haloperidol. No es analgésico.
Como el haloperidol tiene efectos secundarios extrapiramidales, y más
importante, es un alfa-antagonista más potente, pudiendo provocar
hipotensión refractaria al tratamiento al inhibir los receptores
alfa-adrenérgicos postganglionares, principalmente en pacientes
hipovolémicos que presentan vasoconstricción reactiva.
Indicaciones: asociar sus efectos ansiolítico y antiemético
a la analgesia por narcóticos.
Dosis: 1.25-2.5 mg en bolo tiene efecto antiemético. Ansiolítico:
2.5 a 10 mg, 30 minutos antes de cualquier maniobra invasiva.
1.2.3.2. Haloperidol
Es el agente de elección para el tratamiento del delirio en
los adultos en cuidados críticos 25
.
Atraviesa la barrera hematoencefálica y se concentra en el líquido
cefalorraquídeo. Inhibe los receptores catecolaminérgicos,
ejerciendo una acción depresora sobre el SNC a varios niveles (subcortical,
mesencefálico y troncoencefálico). Sigue un modelo farmacocinético
tricompartimental, con una vida media de eliminación final tras
un bolo único intravenoso de 18-54 horas.
Dosis: según el grado de agitación, comenzar con un bolo
de 1-10 mg, pudiéndose repetir a los 10 minutos, doblándose
la dosis cada 20-30 minutos hasta que el paciente se calme 26
. Siempre descartar que la agitación no sea secundaria a una causa
evitable e, incluso, potencialmente letal (por ejemplo, en el caso
de pacientes intubados y “desadaptados”, la existencia de un tapón
que impide la correcta ventilación). En infusión continua
controla la agitación, reduciendo las dosis en bolo de fármacos
sedantes y puede facilitar la desconexión de la ventilación
mecánica, presentando escasas complicaciones (temblor fino, arritmia
auricular, bloqueo aurículoventricular de tercer grado intermitente,
taquicardia ventricular y prolongación del intervalo QT, por lo
que debe usarse con cuidado al administrarlo junto con otros fármacos
que también lo prolonguen, como la amiodarona) 27.
1.2.4. Clormetiazol
Derivado de la vitamina B1, es sedante o hipnótico según
las dosis, no tiene poder analgésico y tiene efecto anticonvulsivante.
Ha sido empleado en el tratamiento del delirium tremens, como sedante y
en caso de preeclampsia o eclampsia.
Sus efectos cardiovasculares son mínimos, pero requiere grandes
volúmenes de líquido para su administración. Produce
discreta sialorrea e hipersecreción bronquial. Nefrotoxicidad dudosa,
aunque se ha usado en pacientes insuficientes renales en diálisis
28. Puede acumularse en caso de insuficiencia
hepática, uso conjunto de cimetidina (que altera su aclaramiento),
o en administraciones prolongadas, ya que la vida media de eliminación
puede alcanzar más de 12 horas (siendo inicialmente de 3.5 horas,
debido a la redistribución del fármaco) 29.
Dosis: 24-60 mg/min hasta conseguir un sueño superficial y después
continuar a una velocidad de 4-8 mg/min (preparado comercial al 0.8%: 3-7.5
ml/min, mantenimiento 0.5-1 ml/min). Se puede continuar con dosificación
oral, ajustada al mínimo necesario y no se aconseja mantener el
tratamiento más de 10 días.
1.2.5. Otros fármacos
1.2.5.1. Barbitúricos
Son derivados del ácido barbitúrico (que está
formado por la reacción de los dos carboxilos del ácido malónico
con los dos grupos amino de la urea). En función de las posibles
sustituciones en el anillo resultante, se obtendrán derivados barbitúricos
con distinta actividad y características farmacológicas.
Tienen un rango terapéutico estrecho, por lo que es difícil
conseguir el efecto deseado sin provocar depresión del SNC, alteran
de forma selectiva y generalizada la actividad de todas las células
excitables del organismo, nerviosas o no nerviosas, si bien las más
sensibles son las neuronas (esta acción puede extenderse a todo
el neuroeje, llegando a producir coma y muerte por inactivación
de los centros bulbares), siendo su efecto distinto según las áreas.
Las actividades hipnótica y anticonvulsivante son relativamente
independientes. A bajas dosis (antiepiléptica), se unen al receptor
del GABA potenciando sus efectos (al igual que las BZD). Independientemente
de esta acción: facilitan directamente la conductancia para el cloro,
reducen la respuesta a un aminoácido estimulante como el ác.
glutámico, deprimen los potenciales calcio-dependientes, e
inhiben la liberación de neurotransmisores inducida por el calcio.
A nivel periférico producen bloqueo ganglionar que podría
explicar la hipotensión inducida por al administración intravenosa
de estos fármacos, que es más importante en caso de personas
ancianas o con deplección de volemia. Aunque la depresión
miocárdica es posible, sólo ocurre a dosis mucho mayores
que las necesarias para inducir sedación o hipnosis.
Actualmente son de uso limitado en las UCIs por sus efectos secundarios
y reacciones ocasionales. Producen hipotensión al administrarlos
en bolo y, más importante, depresión miocárdica, además
de predisponer a la infección 30, e
íleo adinámico. Pueden dar lugar a inducción enzimática,
con desarrollo de tolerancia e interacciones con muchos otros fármacos.
Utilizados a dosis subanestésicas, son sedantes efectivos pero no
producen amnesia ni analgesia y provocan depresión miocárdica
y vasodilatación con hipotensión y taquicardia reactiva,
por lo que no se recomiendan para la sedación de rutina de los pacientes
críticos 25.
Se usan para el tratamiento de las convulsiones, al aumentar el umbral
convulsivo. El fenobarbital tiene efectos anticonvulsivos a menores dosis
que las requeridas para provocar sedación. Incluso con su administración
iv puede tardar más de 15 minutos en alcanzar sus concentraciones
máximas en SNC, por lo que su uso ha decaído en favor de
las BZD, aunque el efecto sedante de éstas sea más pronunciado.
Su utilización en el manejo de los pacientes con presión
intracraneal (PIC) elevada es discutido. Aunque se ha demostrado que su
administración puede reducir la PIC en estos pacientes, ello no
ha reportando beneficios en la supervivencia de estos pacientes 31
. El pentobarbital se utiliza a dosis de carga de 3-5 mg/kg en bolos de
50-100 mg, monitorizando la PAM (presión arterial media) y la PIC;
la dosis de mantenimiento es de 1-2 mg/kg/h; es un fármaco de eliminación
renal. Para valorar la respuesta de la PIC a los barbitúricos se
podría usar el tiopental, que es de acción ultracorta: bolo
de 1.5 mg/kg y perfusión de 2-3 mg/kg.
1.2.5.2. Opioides
Pilares de la analgesia, también están indicados en el
tratamiento de pacientes que presentan agitación como consecuencia
de los estímulos nocivos. Actúan de forma sinérgica
con la mayoría de los sedantes y favorecen la adaptación
de los pacientes a la ventilación mecánica. La sedación
excesiva es también uno de sus principales efectos secundarios cuando
son usados como fármacos exclusivamente analgésicos, ya que
la analgesia la ejercen a concentraciones menores que las necesarias para
que actúe el efecto sedativo.
Dado que se describen más adelante, como fármacos analgésicos,
sólo se reseñan aquí los datos más importantes
en cuanto a su uso como fármacos hipnótico-sedantes. La morfina
es el fármaco mejor conocido y sobre el que se comparan el resto
de los demás fármacos.
La morfina se metaboliza en el hígado por glucuronoconjugación,
siendo uno de sus metabolitos (morfina-6-glucurónido) cuatro veces
más potente que ella y al menos con una vida media del doble de
duración, pudiendo acumularse en pacientes con fallo renal (los
opioides se metabolizan por el hígado y se excretan por el riñón);
por provocar liberación de histamina no se aconseja en los pacientes
asmáticos. La meperidina tiene un metabolito tóxico (normeperidina)
que puede provocar crisis epilépticas generalizadas que no responden
a naloxona, debiéndose tratar con anticomiciales. El fentanil se
considera un opioide de acción corta, pero al igual que en el caso
del midazolam, en administración continuada, sus efectos se pueden
prolongar al tener una corta vida media de distribución pero una
larga vida media de eliminación; se ha usado junto con el mismo
como analgésico a dosis de 0.5-2.5 µg/kg/h, teniendo la ventaja
de que no libera histamina, no se acumula en insuficiencia hepática
o renal y no provoca hipotensión. También se ha usado el
alfentanil (con mayor rapidez de acción y un volumen de distribución
menor que el fentanilo), pero como la mayoría de los fármacos,
con su administración prolongada se ha descrito que aumenta su volumen
de distribución y aumenta su vida media de eliminación 32.
El sufentanil es más potente y de más corta duración
de acción.
Los fármacos que se unen a los receptores opiáceos pueden
dividirse en tres grupos: agonistas puros, antagonistas puros o agonistas-antagonistas.
Existen cuatro clases de receptores opiáceos divididos en subclases.
Entre los efectos indeseables que pueden provocar destaca: depresión
respiratoria (a diferencia de las BZD y del propofol que disminuyen el
volumen tidal, los opiáceos afectan principalmente a la frecuencia
respiratoria) y de la motilidad gastrointestinal, nausea, vómitos,
prurito y tolerancia y dependencia que puede llegar a la adicción.
Los efectos secundarios están principalmente mediado por receptores
tipo µ-2, por lo que el desarrollo de agonistas específicos
µ-1 puede tener gran importancia clínica. Los receptores mu-1
provocan sedación, pero aún no se ha desarrollado ningún
fármaco agonista específico de los mismos para su uso clínico.
1.2.5.3. Anestésicos inhalatorios
A diferencia de los fármacos de uso intravenoso, los anestésicos
inhalatorios tienen una buena correlación entre la concentración
inspiratoria administrada, concentración alveolar alcanzada, presión
parcial tisular cerebral y efecto anestésico conseguido; en cambio,
los sedantes de uso iv tienen una gran variabilidad entre velocidad de
infusión y efecto conseguido, el mismo se altera por fenómeno
del metabolismo y eliminación hepática y/o renal y su reversión
no es posible simplemente disminuyendo la velocidad de infusión
de los mismos.
Esta diferencia es aún más acusada en caso de pacientes
con fallo de algún órgano o fallo multiorgánico, en
los que existe gran variabilidad en la relación dosis/respuesta
conseguida.
El principal problema de estos fármacos es el de los medios
que necesitan para su administración, control de la misma y eliminación,
por lo que pocas unidades tienen disponibilidad real de los mismos para
poder usarlos.
El óxido nitroso puede provocar en administración prolongada
depresión medular, por interferencia con el metabolismo de la vitamina
B12, provocando también polineuropatía. Este efecto aparece
incluso con administraciones cortar y repetidas por lo que su uso rutinario
no está recomendado.
El halotano sensibiliza al miocardio provocando arritmias malignas
cuando se expone a catecolaminas. También puede provocar toxicidad
hepática. Por todo ello tampoco se recomienda su uso para la sedación
del paciente crítico.
El enflurano induce un patrón electroencefalográfico
convulsivo en los pacientes anestesiados con el mismo, y aunque sólo
se metaboliza en un 2%, los iones flúor pueden provocar nefrotoxicidad.
El isoflurano suele emplearse a dosis: de 0.1-0.8%; inicialmente puede
requerir dosis mayores. Como la mayoría de los agentes sedantes,
puede provocar hipotensión, más marcada en los pacientes
hipovolémicos.
El isofluorano se metaboliza en una proporción del 0.2%, por
lo que su capacidad de inducir nefrotoxicidad es mínima (aunque
con su administración prolongada se podría alcanzar unos
niveles de metabolización mayores 33)
y tampoco provoca alteraciones en el EEG.
A nivel cerebral no altera la autorregulación sanguínea
y provoca un descenso del consumo de oxígeno dosis dependiente,
al igual que la depresión miocárdica y el descenso de la
tensión arterial, principalmente por disminución de las resistencias
periféricas. Deprime el impulso respiratorio en respuesta a la hipoxia
(por lo que podría ser útil para adaptar al paciente al respirador).
Broncodilatador, se ha usado con éxito en pacientes asmáticos
sometidos a ventilación mecánica 34.
Frente al resto de los sedantes de uso intravenoso, el grado de sedación
se controla de forma sencilla y rápida con los cambios en la concentración
de isofluorano administrada; comparado con midazolam, la desconexión
de la ventilación mecánica se obtiene más rápidamente
y frente al propofol no hay diferencias, aunque en ambos casos, las dosis
necesarias eran más estables que las requeridas con ambos fármacos.
No se dispone de información en cuanto a su uso para sedar a
pacientes con síndrome del distress respiratorio del adulto.
1.2.5.4. Gamma-OH
Es un neurotransmisor endógeno en el SNC de los mamíferos,
relacionado con la regulación del sueño y posiblemente con
el balance energético en los animales acuáticos y los que
hibernan. Se ha usado durante cerca de 50 años como agente inductor
anestésico y para sedaciones prolongadas. Sus ventajosas características
farmacodinámicas - no presenta efectos secundarios importantes sobre
el aparato cardiovascular o respiratorio y se metaboliza completamente
a nivel hepático hasta CO2 y agua, sin acumularse en los tejidos
- se ven contrarrestadas por su duración de acción, prácticamente
impredecible. Aunque se ha usado para la sedación de pacientes con
TCE, con resultados similares a los barbitúricos, parece que puede
tener actividad proconvulsivante en animales de laboratorio, que a las
dosis usadas en clínica (50 mg/kg, en infusión de 20 minutos)
no parece ser extrapolable a los humanos 35.
Al presentarse como sal sódica, la administración prolongada
puede dar lugar a hipernatremias.
También podría estar indicado en el tratamiento del síndrome
de deprivación alcohólico u opiáceo, aunque se requieren
todavía más estudios.
1.2.5.5. Etomidato
Aunque se puede usar para la inducción anestésica (escasa
depresión respiratoria, ausencia de efecto hipotensivo, con la consiguiente
utilidad en caso de sospecha de presión intracraneal elevada, recuperación
rápida), su uso para la sedación prolongada en el paciente
crítico se ha abandonado al descubrirse que en administración
prolongada (aunque en tan cortos periodos de tiempo como 6 horas) suprime,
aunque de forma reversible, la producción suprarrenal de cortisol.
Dosis: 0.2-0.4 mg/kg, para la intubación orotraqueal.
1.2.5.6. Ketamina
Tiene una utilidad demostrada como sedante a corto plazo en pacientes
pediátricos, a dosis de 1-2 mg/kg iv 36,
3 mg/kg intramuscular 37, 5 mg/kg vía
rectal 38, o 10 mg/kg vía oral 39,
sin efectos secundarios cardiovasculares ni respiratorios, presentando
en ocasiones sensación nauseosa, ataxia y agitación. Los
reflejos faríngeo y laríngeo están conservados, y
estimula las secreciones traqueobronquiales y salivales; tiene efecto broncodilatador
40.
Provoca una anestesia disociativa (posee además de sus efectos
sedante y amnesiante, cierto grado de poder analgésico). Dosis:
0.5-3 mg/kg y mantenimiento entre 1-4 mg/kg/h, asociado a midazolam.
No hay muchos estudios valorando su utilidad como sedante a largo plazo;
así, no tiene efectos deletéreos sobre la motilidad intestinal
y en pacientes con traumatismo craneoencefálico podría estar
indicado su uso (principalmente como analgésico a dosis menores
que las que se usan para la sedación. Aunque puede aumentar la PIC,
en la mayoría de los pacientes hiperventilados y con constantes
hemodinámicas mantenidas no suele provocar este efecto), combinado
con propofol o midazolam, aunque actualmente no se aconseja su uso rutinario
como sedante en los pacientes críticos 26,
dado que puede provocar aumento de la PAM, frecuencia cardíaca y
presión intracraneal.
Por su efecto estimulante de los centros nerviosos que inducen un aumento
de la actividad simpática, no debe administrarse en pacientes hipertensos,
coronarios o con enfermedad vascular cerebral. Por su efecto vasodilatador
directo, puede producir hipotensión refractaria en caso de pacientes
que toman reserpina, en los que las reservas de catecolaminas pueden estar
deplecionadas.
Produce fenómenos psíquicos (alucinaciones, pesadillas)
hasta en el 50% de los adultos y con menor frecuencia en niños,
pudiendo evitarse en gran parte con el uso previo de una benzodiacepina.
1.2.5.7. Clonidina
Los alfa2-agonistas han comenzado a ser investigadas para su uso como
sedantes, al comprobar que la falta de respuesta a la sedación normal
en los pacientes en cuidados intensivos se puede interpretar del mismo
modo que los fenómenos de tolerancia (aumenta la necesidad de sedantes
en más del 50% en las últimas 24 horas) y deprivación
de los consumidores habituales de droga, en los que el tratamiento con
estos fármacos está indicado (al comprobar que los niveles
de catecolaminas plasmáticas en pacientes mal sedados están
elevados).
La clonidina, además de efecto analgésico, tiene capacidad
sedante y ansiolítica (que se considera un efecto secundario cuando
se usa como fármaco hipotensor). En pequeños estudios se
ha demostrado que la combinación de clonidina con midazolam en sedación
de corta duración puede hacer disminuir los requerimientos de midazolam
y el tiempo de recuperación 41.
Las dosis iniciales van de 4 a 6 µg/kg; las de mantenimiento
según su tolerancia, ya que su principal inconveniente es la inestabilidad
hemodinámica, hipotensión y bradicardia, que a bajas dosis
no suele aparecer (la dosis en uso como hipotensor es de 0.2 mg/día
pudiendo subir hasta 2.4 mg/día). Contraindicada en bradicardia,
hipotensión o hipovolemia. No es recomendable su mantenimiento a
largo plazo por presentar efecto rebote.
La clonidina tiene un efecto agonista alfa2, pero también actúa
como agonista de los receptores imidazólicos. Comparado con la morfina,
la clonidina no retrasa tanto el vaciado gástrico. No altera el
metabolismo cerebral, aunque puede disminuir el flujo sanguíneo
sin producir cambios significativos en la PIC, pudiendo disminuir de forma
transitoria con dosis bajas.
El fluparoxán, antagoniza los efectos de la clonidina, actuando
a nivel de receptor. Su utilidad clínica está por valorar.
1.3. SEDACIÓN EN ALGUNAS SITUACIONES
CONCRETAS
1.3.1. Paciente en ventilación mecánica
Teniendo la vía aérea aislada, como en todo los casos,
lo primero será decidir el nivel de sedación adecuado a la
situación del paciente, y después administrarle los fármacos
elegidos.
El nivel de sedación variará en función del estado
del paciente y el modo ventilatorio elegido; los fármacos se escogerán
en función de la situación fisiopatológica del paciente,
duración de la sedación requerida, mejor conocimiento de
su manejo y finalmente por aspectos económicos.
Se pretende en general mantener al paciente con un sueño ligero
de fácil despertar, sin dolor ni ansiedad, a ser posible, con amnesia
del proceso, y colaborador. Además, dada la situación del
paciente, debe conseguirse su adaptación a la ventilación
mecánica, tolerancia al tubo endotraqueal y al modo de ventilación
elegido, producir reposo muscular y reducir el consumo de oxígeno.
La sedación se deberá profundizar en caso de pacientes
que requieren modos ventilatorios controlados, como son la relación
I:E invertida, hipercapnia permisiva (para reducir el impulso ventilatorio
central), etc.
La sedación normalmente se usa inicialmente para evitar la ansiedad
del paciente, consiguiéndose fácilmente con una benzodiacepina,
pero estos fármacos no tienen poder analgésico ni antipsicótico
por sí mismos.
Los fármacos más utilizados son midazolam y propofol,
ambos de corta duración de acción. Como se ha comentado previamente,
el lorazepam ha demostrado ser igual de efectivo que el midazolam para
la sedación de pacientes en ventilación mecánica,
pero el estudio no puede considerarse concluyente por el corto número
de pacientes que incluía 14.
Entre los opiáceos: sufentanil para las sedaciones de corta
duración (también se ha usado el alfentanil con propofol)
y morfina o alfentanil para las prolongadas.
(Tabla 1)
Sea cual sea el fármaco usado, se debe controlar su efecto
para evitar las sedaciones prolongadas.
1.3.1.1. Sedación durante la desconexión
Los pacientes deben estar sin sedación ni relajantes musculares
cuando se va a comenzar la desconexión de la ventilación
mecánica, aunque cuando esta se prolonga durante varios días
o el paciente se agita, se pone ansioso o hace un síndrome de deprivación
al retirarla, puede ser aconsejable mantener un nivel de sedación
mínimo, con fármacos de corta vida media (por ejemplo el
propofol) y con ritmo circadiano para recuperar el ritmo sueño/vigilia
(aunque algunos estudios demuestran su efectividad, aún quedan algunas
dudas, respecto al tipo de sueño que se consigue con los fármacos,
al hecho de que éste se ve alterado por los controles médicos,
de enfermería y numerosas alarmas y su verdadera repercusión
sobre el pronóstico del paciente, ya que aunque está demostrado
que el sueño mejora la recuperación física y psicológica
42, la falta de colaboración del paciente
durante los periodos de sueño puede ser contraproducente para el
mismo).
La clonidina puede usarse en caso de síndromes de deprivación,
lo que hace que disminuya la necesidad de fármacos sedantes.
1.3.1.2. Edema agudo de pulmón
Las benzodiacepinas y los opioides sintéticos son los fármacos
más usados.
La ventilación mecánica, debido al aumento de la presión
intratorácica que produce, da lugar a un descenso del gasto cardíaco
en sujetos con corazón sano, que se asocia a un descenso del retorno
venoso sistémico y de la precarga ventricular izquierda; en pacientes
con una disfunción ventricular izquierda marcada y una precarga
del VI aumentada, el aumento de la presión intratorácica
podría mejorar la función ventricular izquierda y el gasto
cardíaco 43. Con el uso de sedantes
que disminuyen la precarga, la situación empeora en caso de que
el paciente esté hipovolémico con precarga disminuida. Se
debe controlar la volemia y la funcionalidad cardíaca antes de proceder
a la sedación para evitar complicaciones mayores; de todos modos,
la sedación es beneficiosa para estos pacientes porque reducen la
ansiedad y el dolor, reduciendo la frecuencia cardíaca y mejorando
la perfusión cardíaca.
1.3.1.3. Paciente neurológico
Dado que la monitorización del paciente neurológico requiere
un examen neurológico con asiduidad, el objetivo de la sedación
en el mismo está dirigido a mejorar o alterar lo menos posible los
datos que se puedan conseguir con el mismo. Las distintas situaciones fisiopatológicas
originan distintas posibilidades de riesgo para la sedación y deben
ser identificadas antes de proceder a cualquier maniobra terapéutica.
Los fármacos sedantes, especialmente los que más alteran
la función del sistema nervioso central, pueden conllevar diagnósticos
erróneos y un mayor deterioro de la función neurológica.
Comparado con el midazolam, la recuperación después de
una sedación prolongada con propofol suele tardar lo mismo que en
caso de un periodo de sedación corto; debido a ello, el propofol
tendría ventaja, al requerir los pacientes neurológicos reevaluaciones
periódicas.
Se deberá sedar inicialmente con los fármacos que menos
disminuyan la presión de perfusión cerebral o que mantengan
o aumente la relación PPC/consumo de oxígeno cerebral. Midazolam,
propofol y barbitúricos disminuyen la presión de perfusión
cerebral, siendo el midazolam el fármaco indicado por su buena tolerancia
hemodinámica, acción anticonvulsivante 44
y posibilidad de revertir sus efectos. El propofol provoca un descenso
ligeramente superior del flujo sanguíneo cerebral que del consumo
de oxígeno, al menos, en pacientes traumatizados graves; es ventajoso
para sedar a pacientes que cursan con hipertensión arterial (caso
(b) que se describe más abajo). Los barbitúricos, dado los
efectos secundarios que provocan, han quedado relegados como fármacos
anticomiciales (fenobarbital) o cuando otras medidas farmacológicas
de control de la PIC fallan.
En cuanto a la velocidad de recuperación, el riesgo de impedir
un examen adecuado se ve compensado por una mayor estabilidad hemodinámica
y de la presión intracraneal en respuesta a estímulos externos.
Valorando la situación del paciente, conociendo la presión
de perfusión cerebral, saturación yugular de oxígeno
y flujo sanguíneo cerebral (inducido por la velocidad sanguínea
por doppler), se podrá elegir el tratamiento más adecuado:
(a) la disminución de los tres parámetros indica la presencia
de hematoma y requiere actitud quirúrgica, (b) el ascenso
de los tres parámetros por otro lado indica una situación
de hiperemia que se puede mejorar con la hiperventilación, barbitúricos
o propofol, (c) si disminuye la saturación exclusivamente, lo más
indicado son las benzodiacepinas, etc.
La ketamina está contraindicada, por aumentar el flujo sanguíneo
cerebral y el consumo de oxígeno.
El etomidato como inductor para la intubación (0.2-0.4 mg/kg),
disminuye el flujo sanguíneo cerebral un 34% y la tasa metabólica
cerebral en un 45% (aunque en experimentación animal, no suprime
los potenciales evocados auditorios y los reflejos cardiovasculares troncoencefálicos
en respuesta a la isquemia 45) y no afecta
a la presión arterial media (no altera la mecánica miocárdica
ni la dinámica cardiovascular). Como ya es sabido, está contraindicada
su infusión continuada.
Los opiáceos sintéticos están indicados para adaptar
el paciente al respirador al disminuir la respuesta del centro ventilatorio,
teniendo un efecto mínimo sobre la hemodinámica cerebral
(aunque se ha descrito que el fentanil y sufentanil pueden aumentar la
PIC en casos de TCE severos).
1.3.1.4. Intubación
La decisión de usar uno u otro fármaco vendrá
en función de: la experiencia y el conocimiento de los mismos por
parte del médico, las necesidades propias del paciente por su situación
fisiopatológica y la relación riesgo/beneficio de los mismos.
Como norma general, cuánto más grave esté el paciente,
menos fármacos necesitará 46.
1.3.1.4.1. Secuencia de intubación rápida en pacientes
con traumatismo craneal
La intubación nasotraqual u orotraqueal provoca aumentos en
la presión intracraneal. Se han estudiado numerosos fármacos
para evitar o disminuir el ascenso de la presión intracraneal.
La lidocaína intravenosa evita el ascenso de la presión
intracraneal. Todos los fármacos antes descritos se han usado en
distintos protocolos, asociados a los relajantes musculares (incluido los
despolarizantes, succinilcolina, precedida o no por un no despolarizante
para disminuir las fasciculaciones). Uno de ellos podría ser la
sedación con midazolam o propofol (por no existir una indicación
definitiva, al sugerir un fármaco u otro distinto a los mencionados,
se basa en la experiencia personal de los autores en base a acciones concretas
de esos fármacos, pero otros agentes se pueden usar con la misma
efectividad), premedicar con vecuronio (0.01-0.02 mg/kg) y administrar
1-2 minutos después succinilcolina (1 mg/kg). El uso de la succinilcolina
sin fármacos no despolarizantes previos puede estar justificado
si el tiempo lo exige, ya que aunque las complicaciones son posibles, la
alternativa de no ventilar es 100% mortal (el objetivo primario del tratamiento
es impedir el daño hipóxico cerebral, si una secuencia de
intubación rápida con succinilcolina parece necesaria en
un paciente inestable, debe usarse a pesar de la posibilidad de un transitorio
- normalmente sin consecuencias - aumento de la presión intracraneal
47). Lo expuesto para el caso de los relajantes
musculares, puede ser aplicable para cualquier secuencia de intubación.
Todas las maniobras de intubación rápida deben acompañarse
de la maniobra de Sellick (oclusión esofágica mediante la
presión del cartílago cricoides) para evitar el riesgo de
aspiración.
1.3.1.4.2. Status asmaticus
Se procederá a intubar a un paciente con agudización
grave del asma una vez agotado el arsenal terapéutico para evitar
la ventilación mecánica (oxígeno, fluidificantes,
broncodilatadores -agonistas beta, adrenalina, teofilinas- y esteroides).
Se prefiere la ketamina por su efecto broncodilatador y el vecuronio
por no provocar liberación de histamina (éste último
a dosis de 0.1 mg/kg, con un comienzo de acción a los 3-5 minutos;
la ketamina, como se ha descrito arriba, en dosis de 1-2 mg/kg).
1.3.2. Sin vía aérea artificial
La agitación en el paciente crítico, con o sin vía
aérea artificial, es un síntoma y el objetivo final del manejo
del paciente es diagnosticar y tratar la causa. De todos modos, mientras
se consigue, es necesario tratar la agitación, normalmente de modo
farmacológico, aunque esto tiene consecuencias como son la pérdida
de colaboración por parte del paciente o el que, los fármacos
sedantes, por sí mismos, pueden inducir más agitación
al disminuir el nivel de conciencia y alterar la percepción del
medio. No existe una técnica absolutamente segura, la sedación
es un arte y el manejo exitoso de los casos complejos requiere experiencia,
paciencia y, frecuentemente, un poco de suerte 48.
La diferencia fundamental en el manejo de los fármacos sedantes
en este caso, es que el objetivo final terapéutico debe ajustarse
aún más que en el paciente intubado; el tratamiento debe
ser individualizado para cada paciente, no existiendo una regla universal
de sedación en estos casos.
El dolor, el temor y la ansiedad son frecuentes en los pacientes críticos
y pueden provocar respuestas nerviosas autonómicas que contribuyen
a aumentar ese sentimiento. Aparte del posible peligro de autolesiones,
su aparición es peligrosa por que supone un aumento de las demandas
de oxígeno, vasoconstricción, aumento del trabajo cardíaco
y la posibilidad de que el paciente se desconecte de los monitores o se
arranque las vías, etc.
Al igual que en el caso de la intubación del paciente crítico,
muchos fármacos se han usado para el tratamiento del paciente ansioso
o agitado, sin existir ninguna fórmula que se haya demostrado superior
a otras, por lo que se hace necesaria una evaluación juiciosa del
material terapéutico disponible y de las condiciones asociadas al
paciente, para un adecuado tratamiento de los pacientes en esta situación.
En primer lugar, pueden ser muy útiles las técnicas no
farmacológicas: mantener al enfermo orientado temporoespacialmente
(hablando con él, con ventanas, calendarios, relojes, etc), explicar
las técnicas que se van a desarrollar, qué es lo que le está
pasando, etc. La agitación en un paciente despierto y orientado
es muy rara, debiendo hacer sospechar la existencia de una causa orgánica
como patología de base.
Si se hace necesario el uso de fármacos sedantes que puedan
deprimir al sujeto, es necesario estar preparado para la posibilidad de
aislar la vía aérea.
Para sedar al paciente habrá que descartar causas orgánicas
que sean tratables y después valorar su estado neurológico
y decidir el grado de sedación que deseamos alcanzar, utilizando
alguna de las distintas escalas de sedación disponibles. Una de
las más utilizadas, es la escala de sedación de Ramsay (nivel
1: paciente ansioso y agitado, nivel 6: sin respuesta a estímulos
dolorosos). Finalmente usar alguno de los fármacos disponibles en
función de su conocimiento, factores del paciente y acción
desarrollada por el medicamento elegido.
El objetivo de la sedación consciente es conseguir un paciente
tranquilo, colaborador y con reflejos de protección de la vía
aérea intactos (nivel de Ramsay 2); si con la dosis requerida de
fármacos aparecen efectos secundarios o se pierden de los reflejos
faríngeo y laríngeo, lo más aconsejable es aislar
la vía aérea y sedar adecuadamente al paciente.
A pesar de las distintas escalas disponibles para la valoración
de los pacientes en cuidados intensivos, la experiencia clínica
es la mejor para valorar de forma repetida la respuesta del paciente a
los fármacos sedantes y la necesidad de alguna otra intervención
terapéutica.
Aunque la administración de los fármacos en infusión
continua evita los valles y picos en su concentración y su efecto
farmacológico, al inicio (o al cambiar la velocidad de perfusión)
la administración en bolo es preferible, dado que con la administración
en infusión continua se tarda en alcanzar el efecto máximo
del fármaco entre cinco a seis veces la vida media del mismo.
Los fármacos más utilizados son:
1.3.2.1. Opioides
Su efecto secundario de sedación se adecua al tratamiento del
paciente ansioso y puede ser suficiente, sin requerir añadir otras
drogas. De todos modos, tienen un techo “terapéutico” para esta
utilidad a bajas dosis, y el aumentarlas intentando conseguir una sedación
más intensa puede acarrear la aparición de otros efectos
no deseados (depresión respiratoria, acentuada si se asocia a otros
fármacos) sin alcanzar su objetivo terapéutico. Con la administración
controlada por el paciente (PCA) las dosis de fármaco requerida
son menores y la rentabilidad clínica es mayor.
1.3.2.2. Benzodiacepinas
El midazolam a bajas dosis no produce depresión respiratoria
y tiene mínima repercusión sobre el sistema cardiovascular.
Se potencia de modo importante con los opioides en cuanto a su acción
depresora del centro respiratorio. Con su administración a largo
plazo, la duración de su acción se puede prolongar.
1.3.2.3. Neurolépticos
A bajas dosis calman al paciente, estando este cooperativo y sin afectar
a la memoria; a más altas dosis inducen sedación, siendo
más efectivos en el paciente que está previamente agitado.
No producen depresión respiratoria, aunque puede provocar anomalías
en el ritmo cardíaco y efectos extrapiramidales. El desarrollo de
un síndrome neuroléptico maligno es raro, y puede aparecer
en cualquier momento desde el inicio de la administración del fármaco,
independiente de la cantidad del fármaco administrada. Se han usado
dosis tan altas como 20 mg/h de haloperidol sin efectos secundarios aparentes.
1.3.2.4. Propofol
Administrado en infusión continua no afecta la estabilidad hemodinámica
y dada su rapidez de acción, se puede ajustar la velocidad de infusión
hasta alcanzar el nivel deseado de sedación; esto también
supone la necesidad de un control del paciente ya que la vía aérea
puede estar comprometida en cualquier momento.
El principal problema es el económico, pero dado que el tiempo
de recuperación es rápido, el acortar la estancia de un paciente
en la UCI puede compensarlo. Se presenta en emulsión lipídica
al 10%, por lo que el aporte calórico a los pacientes se debe de
ajustar.
1.3.2.5. Ketamina
Se usa para la sedación y analgesia de los pacientes que requieren
intervenciones dolorosas de forma repetida, por ejemplo la cura de las
heridas en los pacientes quemados. También se ha usado para el tratamiento
del status asthmaticus.
1.3.2.6. Otros
Los barbitúricos a bajas dosis para conseguir sedación
pueden disminuir el umbral al dolor, provocando agitación en el
paciente. El etomidato no se aconseja por la depresión suprarrenal
que produce incluso con perfusiones de sólo seis horas. Con el uso
de clonidina pueden reducirse las necesidades tanto de analgésicos
como de sedantes, aunque un efecto secundario frecuente es la hipotensión
y fenómenos de efecto rebote al retirar el fármaco si se
ha empleado durante un periodo de tiempo prolongado.(Tabla
2)
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